The chain - Arekusa - 僕のヒーローアカデミア | Boku no Hero Academia (2023)

Chapter 1

Chapter Text

La siguiente historia se sitúa dentro de un universo omegaverse que, aunque empieza a construirse, ya ha comenzado a crear barrerasentre los distintos géneros que existen en la sociedad.

Los "omegas de crianza" son niños que terminan al cuidado de alfas. De esta manera, son ellos quienes rigen su educación, moldeándolos a sus estándares de lo que ser omega significa, para años más tarde, emparejarse con ellos.

Katsuki es solo un niño huérfano cuando llega a manos de Izuku.

Su alfa.

Una relación marcada más por la convivencia.

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Advertencias:

-DekuKatsu

-Gran diferencia de edad.

-No shota.

-Ooc.

-Mención de parejas secundarias.

-Fuerte amistad entre Eijiro y Katsuki.NO RELACION AMOROSA, solo amistad.

-Posible descripción o solo mención de: relación toxica, violencia física, violación, muerte de algún personaje, entre otros.

Lo más importante, no garantizo un final feliz, tampoco uno triste.

Solo un final.

T hechain

Listentothewindblow,

watchthesunrise

(Escucha el viento solar,

Mira el sor salir)

-Fleetwoodmac-

...

Capitulo 1

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Katsukimira sus uñitas teñirse de morado, su mano pálida forma puño calentándose. Hecha un último vistazo por la ventana mientras termina de orinar, los copos de nieve caen una tras otro, cubriendo con un manto blanco lo que meses atrás fuera verde. Un escalofrió le recorre, tirita y vuelve a pasos rápidos a la esquina de la habitación, ahí donde el resto de niños se ha amontonado buscando calor.Katsukise acurruca en medio de ellos, entre temblores y vahos tibios.

Esconde las manitos bajo sus axilas, su lengua juega con ese diente que hace unos días ha empezado a moverse. Oye unos quejidos, algunos empujan leve sintiéndose aplastados, a él, ciertamente, no le molesta. Aquello le recuerda las noches cuando sus padres lo abrazaban de cada lado en la cama, debajo de cinco cobijas y mucha ropa. Ahora incluso eso escasea, las prendas que usan son aquellas que los niños más grandes van dejando o algún donativo que hace un alfa luego de llevarse a uno de ellos. Nada es nuevo, todo es de segunda, tercera o cuarta; hay prendas que ya ni parecen ropa, solo un pedazo de tela translucida.

La brisa gélida golpea el cristal, los puñitos se cierran del susto, un llanto bajito suena de algún lado.Katsukivuelve la vista hacia laventana, que se encuentra sobre la cubeta en donde hacen sus necesidades por las noches. La nieve continúa cayendo, es el segundo invierno que pasa en ese lugar, el primero fue cuando llegó.

Cuandoperdióa sus padres.

El sueño arriba a consecuencia del frio, es ligero, a penas pestañea y ya tiene el sol brillando por la ventana. Todos estiran las extremidades entumecidas ya sea por el frio o lo apretujados que durmieron. El sonido de los carritos que llevan la comida retumba en la habitación, los niños empiezan a ponerse de pie. Los más sumisos, dejan sus hombros expuestos antes de quelos betasingresen.

Solo hay comida para quien se deja aplicar las inyecciones.

Katsukisiempre es el último, siempre pone resistencia y no importa que durante todo un año siempre hayan logrado someterlo, él continúaoponiéndose. Gruñe, muerde, patalea y al final, el pinchazo llega y la comida se le entrega. La devora con ansias, porque mal que bien, la comida ahí es mejor que en casa de sus padres; pero mantiene el ceño fruncido, porque una vez más no logró ganarles.

Cuando los niños más grandes recogen los platos vacíos, llega el guardia, así le llaman los más antiguos. Un alfa de labios resecos y cabello claro como la nieve, su única función es oler sus cuellos todos los días y con ello, decidir quién necesita más inyecciones o quien se va de la habitación.

Los que se van no siempre vuelven.

Los que no vuelven, no siempre se van con un alfa.

O eso cuentan los niños más grandes, quienes temen perder un día su aroma y con ello, aquel lugar que se ha vuelto su hogar.

ParaKatsuki, no es un hogar ni es nada, pero el miedo es contagioso ahí dentro.

Su turno de ser olfateado llega casi al final y el alfadecide que será uno de los niños que se va. Lo lleva fuera de la habitación, hacia las duchas que visitan rara vez. Dos mujeres betas le bañan y, contrario a su bravura, a ellas no les ataca. Su padre solía decirle que debía ser cordial con las mujeres, específicamente, con su madre, a quien siempre hacia rabiar.Katsukiha empezado a obedecer esas palabras luego de que llegara a ese lugar.

Creyendo que, quizás así, pueda verlo algún día otra vez.

El baño termina y la toalla áspera raspa su piel secándole, las betas lo hacen muy rápido. Oye un golpe en la puerta, el alfa las apura en su labor. Le sacan de ahí, solo trae puesto la ropa interior y el cuerpo entero temblando de frio. El alfa jala de su mano,Katsukino tiene tiempo de enfrentarse, acelera sus piernitas para no caer.

–Este es. –el guardia le hace ingresar con brusquedad en otra habitación. Es distinta a la que tienen ellos. Esa se siente cálida, hay alfombra y un sillón que luce más cómodo que sus camas.

También otro alfa. No es mucho más alto que el guardia, luce joven, con los ojos que le recuerdan el bosque en donde estaba su hogar.

–¡Oh por dios! –exclamael alfa ojosde bosque. –¡Debe estar congelándose!

Toma su abrigo, intenta cubrirlo.Katsuki, por inercia, se lanza a morderle la mano.

–¡NO! –grita el guardia, tirando fuerte de sus cabellos.

–¡Alto! –ahora es una voz femenina la que suena y de pronto, una mano delicada acaricia su mejilla –suéltalo, por favor.

Katsukila mira. Una mujer castaña con ojos avellana, no es mucho mayor que los niños grandes con los que comparte habitación.

Obedece, porque eso le enseño su padre. Abre los dientes, escupe saliva con rastros de sangre.

–Solo esta asustado –habla la mujer con dulzura y luego, le envuelve en el abrigo que le ofreciera antes elalfa.–Y con frío.

El alfa bufa,Katsukireconoce su molestia.

–Por él podemos hacerle un buen descuento, es agresivo y no habla. No diría que sordo, parece oír muy bien. –A esa frase le sigue más palabrería queKatsukino presta atención, pues la mujer de mejillas redondas le distrae invitándole unos caramelos de empaques llamativos.

Es la primera vez que los prueba.

La visita es bastante corta y cuando menos lo espera, ya está de regreso en la habitación con el resto de niños. Ese día no hay almuerzo ni cena para él por hacerles perder un gran negocio, dice el guardia.

Es el único castigo que imparten ahí dentro.

Hace tiempo, uno de los niños que se fue y no volvió, le dijo que ellos son muy valiosos si un alfa los elije. Por eso es quelos betasy el mismo guardia, no dañarían nunca su piel con un golpe. AunqueKatsukia veces preferiría eso a tener su barriguita sonando.

La tarde se hace eterna llevando el hambre a cuestas. Intenta no pensar en ello jugando con su diente, también con los otros niños. Corren por la habitación, saltan sobre las camas que rara vez usan en invierno, pelean arrojándose almohadas rellenas de paja. Aunque no sienta ese lugar como un hogar, sí siente a esos niños como su familia.

Una de la que no le gustaría volver a separarse.

Entre juegos y risas en medio del desamparo que cada uno siente, lanoche cae y con ella, también lo hace su segundo diente de leche. Lo observa detenidamente, mientras su lengua acaricia el espacio libre que ha dejado en su encía. El sabor ferroso le inunda el paladar, es tan desagradable como la sangre que le saco al alfa esedíamás temprano.

Antes quelos betasapaguen las luces,Katsukitoma una de las almohadas duras de paja y esconde debajo su diente. Recuerda que el día que se cayó el primero, su madre le dijo que si hacia eso, a la mañana siguiente en lugar de un diente, tendría una moneda con la queiríana la ciudad a comprar algún dulce.

Nunca supo que sucedió con su diente, pues esa noche llegaronlos betasque lo llevaron a ese lugar.

Nunca sabrá que sucedió con su segundo diente tampoco, ya que antes de que el sol se ponga,es embarcado junto al alfa con ojos de bosque.

Chapter 2

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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Los días siguientes paraKatsuki, se resumen en llanto, pataletas y mordiscos. Se siente pequeñito en una casa tan grande, con personas que no conoce. Es igual a cuando llegó al orfanato y solo lloraba esperando que un día aparecieran sus padres a recogerlo. En ese entonces, la hermandad formada entre el resto de niños le había ayudado a apaciguar sus miedos y regular su conducta conflictiva con los mayores; ahora, esa era tarea deOchako.

–Debe superar su miedo solo. –dispone el alfa de lentes de pie en su puerta, viéndole llorar sentado en su cama.

Katsukigime más alto, casi un gruñido de impotencia de que el alfa solo se pare ahí a verlo. Le recuerda al guardia del orfanato cuando una noche se apoyó en el marco de la puerta a observar como el miedo les corroía ante una tormenta eléctrica. Los niños más grandes calmaban a los pequeños yKatsuki, tras el miedo, rabiaba de la sonrisairónicaque les mostraba.

A veces siente que los alfas disfrutan viendo la desgracia ajena.

Vuelve a chillar fuerte y esta vez,Ochakose impone.

–A penas tiene siete años,Tenya, no puedes pretender que duerma solito. –su voz destila ternura, pero también firmeza.

Entre ambos adultos se forma una batalla encapsulada en una burbuja. Miran al otro sin intenciones de ceder.Ochakoes una beta dulce, alegre con aura infantil; sin embargo, ha descubierto que siempre está ahí para defenderlo.

Otro chillido deKatsukicorta la tensión y a este le sigue un grito que no logra comprender que dice, pero pertenece al amo de la casa. Es el único, además de él, que duerme en el segundo nivel.

El alfa de lentes resopla.

–Nadie dormía contigo a esa edad –reprocha, cediéndole el paso finalmente– Lo malcrías y el amo Midoriya que lo permite. –Farfulla antes de irse y cerrar la puerta.

Ochakoresopla, imitando el gesto irritado del hombre.

–Los alfassiempre son unos brutos con los niños –musita.

Le carga con dificultad, no es un niño tan pequeño para ella.Katsukiaferra su manito en el uniforme de la beta, hipando bajito, queriendo finalizar el llanto que la pesadilla ha ocasionado. Siempre están ahí, rondando sus sueños, abriendo las puertas de ese armario viejo y jalando de sus piecitos sin que nadie le defienda.

“–No hables,Katsuki. No hagas ningún ruido.”

Las palabras de su madre suenan de fondo, pero el arrastre es inevitable y vuelve a ese lugar que era su casa, con el alfa que cuidaba el campo donde trabajaban sus padres sacándole de su escondite y el aroma a sangre aun fresco sobre sus manos.

–Tranquilo, tranquilo –la beta susurra contra su cuerpo, meciéndolo entre sus brazos, da pasos cortos en círculos– estás a salvo aquí,Kacchan.

Kacchan .

Suena bonito cuando dibuja las vocales entre sus labios. Suena bonito, porque es dicho con el cariño que no ha sentido en mucho tiempo. La beta había soltado aquel diminutivo luego de que, después de dos días en casa, decidiera hablarle y decir su nombre.

Solo a ella, muy bajito, casi un secreto.

–Shh...shh...shh–sisea una melodía pegajosa que finalmente calma sus sollozos.

Ochakotiene el cabello chocolate y apenas quince años, dos más que el niño más grande del orfanato. Poseía un ligero aroma a avellanas, tan leve como los rayos del sol acariciando su piel por la tarde. Es su cuidadora y su misión es alimentarlo, jugar con él, mantenerlo limpio y en noches interminables como esa, velar sus sueños brindándole seguridad. La beta mantiene el siseo en tanto le arropa de regreso a la cama,Katsukino le suelta y ella ríe entre notas. Aunque el llanto se ha detenido, el miedo se mantiene incrustado en su pecho.Ochakoobedece la orden muda de su pequeño “amo”, se acuesta a su lado acariciándole la espalda, peina sus cabellos y le llena la frente de besos que no ha pedido.

Katsukilo permite sin el asco con el que alejaba a su madre cuando hacia aquello. Hubiera querido tener muchos más de ella y, sin embargo, ahora eran un recuerdo vago en su memoria infantil.

Acurruca su cuerpo contra el pecho inmaduro de la beta, con el corazón de ella terminando de arrullarle hasta que las pesadillas le dan una tregua y se sumerge en olor a avellana liviano.

Su nuevo hogar es una casa muy grande de dos pisos, la rodea un jardín extenso que parece ser incapaz de recorrer con sus pequeñas piernas. No hay cerco alguno alrededor y tienen como vecinos campos de trigo. A lo lejos, se elevan las casas delos betas, bastantes pequeñas en comparación a la que vive ahora y seguramente tan austeras como la que tenía con sus padres.

–Los betastenemos una función servil en la sociedad. –comenta casualOchako, mientras tiende la cama– Nos dedicamos al campo, la ganadería. Algunos trabajan como empleados en la ciudad, otros, ayudamos en el hogar, como yo. Tú eres un omega, nunca sabrás lo que es trabajar y está bien –acomoda los almohadones en la cabecera, ordenándolos de grande a pequeño, simétricamente– Tu alfa proveerá todo lo que necesites y tu labor será supervisar que nosotros hagamos bien nuestro trabajo en casa. También cuidaras de tus hijos cuando los tengas y, por supuesto, detualfa,Izuku.

Explica con sencilles y lejos de centrarse en lo que le depara el destino, nota una leveinconcordanciaen sus palabras. Porque ella es una beta, como los que están afuera, pero no todos están englobados en el mismo circulo.

Los betasde afuera, son con quienes bajo ninguna circunstancia debe juntarse.

Lo comprende una tarde mientras andan por el jardín.Ochakosonríe contra el sol, sus ojos brillan de felicidad cuando le muestra el hermoso rosedal que ha florecido. Cuenta con orgullo como el alfa de la casa ordenó lo plantaran luego de que ella se lo pidiera.

En el tiempo que lleva ahí, ha notado dos cosas. La primera, queOchakoes la única que llama al alfa de la casa por su nombre,Izuku. La segunda, que, a pesar de ser una sirvienta, su palabra tiene peso en ese lugar. A veces incluso, más queTenya, el alfa con lentes que le educa. Pero aquello es un tema del que pierde interés tan rápido como saltan las conclusiones.

El omega resopla, aburrido de solo ver flores; ese díaOchakono juega con él en el jardín, sino que prefiere conversar con el jardinero. La beta sonríe mucho y habla más de lo usual,Katsukise cansa de esperar a que termine y en una distracción, resbala su mano escurridiza de la de ella. Una vez libre, corre por el jardín queriendo conocer los límites que ha visto desde su ventana.

Donde vivía, solo había campos de arroz y sus padres pasan horas con los pies en el agua cosechando los granos. Aquí, en cambio, había estas ramas altas de trigo que brillaban doradas contra el sol.Katsukiha pasado días observando desde su ventana, imaginando el sembrío como un bosque en el cual jugar. Le emociona la idea de correr entre el trigo como un laberinto.

Entonces, antes de lograr dar un paso dentro, su mano es sujetada con tal fuerza, que sus deditos duelen de sentir apretujada la carne contra los huesos.

Ochakole mira con el rostro asustado, larespiraciónagitada.

–Nunca sueltes mi mano,Katsuki... ¡No puedes alejarte de mí! –es la primera vez que le alza la voz, las silabas tiemblan en el aire. Se arrodilla frente a él, acuna el rostro del niño entre sus manos– Existenbetas muy malosque no dudaran en hacerte daño si sacan beneficio de ello, por eso no sueltes mi mano.

No comprende del todo.

Porque ha conocidobetas malos, pero también alfas yOchakono los menciona cuando luego de ese día, cada tanto repite la misma advertencia mientras presiona fuertemente su mano.Katsukino cuestiona nada, solo deja que la frase queda tatuada con fuego en su memoria.Ochakoes luz ante sus ojos y no va a permitir hacer algo que la apague.

Así que se promete a sí mismo, no desobedecerla nuevamente.

Sera un niño bueno, no el diablillo que era con sus padres.

A veces cree, que es esa la razón por la cual la vida se los quitó.

–Tienes una piel sin imperfecciones y el cabello dorado como el trigo –señala secándole luego del baño –incluso si no llegases a ser un omega, te convertirás en un hombre muy atractivo,Kacchan.

Han pasado dos meses de su llegada y otro diente ha empezado a moverse.Katsukijuega moviéndolo mientras la beta le colocala pijama. Las tardes de juego se han reducido considerablemente, así como el tiempo que pasa al lado deOchako. Su educación es cada vez más estricta y acapara gran parte del día.

Aun con eso, por las noches todavía puede verla y, aunque es imposible permanecer pasadas las nueve jugando, continúa siendo agradable pasar tiempo juntos. Incluso cuando no siempre pueda dormir a su lado. La educación estricta involucra también ese ámbito. Ya es un niño grande, le ha dichoTenyay como tal, debe aprender a dormir solo.

Eso no quita que sonría de satisfacción cuando sus berrinches sobrepasan la autoridad del alfa yOchakose queda a su lado.

–¿Te cuento un secreto? –murmura la adolescente, terminando de arroparle en la cama. Esa no será una de las noches en que ella duerma a su lado. Pero está bien, porque ya lo hizo durante tres días seguidos– Alguna vez yo fui como tú –peina el cabello de trigo hacia atrás – Perdí mi aroma a los catorce y ahora, como beta, debo aplicar todo lo que aprendí en ti, mi pequeño bebé omega –le abrazaba como a un juguete mientras riega besos en sus mejillas regordetas.

Katsukise queja y gruñe, pero no ataca. A ella, a diferencia delos otros dos alfas, no le mordería nunca.Ochakole libera y apaga la luz despidiéndose desde la puerta. La luz de luna a penas le permite ver el reflejo de sus grandes ojos caramelo antes de quedar completamente solo.

Cubre su rostro con la manta. Cierra los ojos con una pequeña sonrisa. Una parte suya, se siente feliz de volver a pertenecer a un lugar.

Ser elpequeño omegade alguien a quien puede ver como a su mamá.

Continuará...

Notes:

No olvidar que dentro de mi universoomegaverse, los géneros secundarios se definen totalmente a los catorce años. Antes de eso, solo son esencias que pueden variar o desaparecer. Igual esto lo iré explicando en los siguientes capítulos, mientras aparecen el resto de personajes.

Mencione al inicio que la historia no seríaShota(al menos no bajo mi concepto de lo que significaxD), así que, para elDekuKatsu, aún faltan algunos años.

Chapter 3

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A través de la ventana, puede ver los campos de trigo. Una gran alfombra dorada que cubre toda la superficie hasta llegar al horizonte y hacerse uno con el sol. O quizás, sea el mismo sol rebalsándose sobre las tierras aledañas. Bañándolos con sus rayos, sumergiéndolos en su calor y el dorado infinito.

A través de esa misma ventana, es inevitable para Katsuki no soñar. Recordar un mundo sin aromas, donde beta es todo lo que conoce y alfa y omega no existe. Un mundo donde es libre de correr, jugar, ensuciarse.

Donde tiene a sus padres todavía consigo.

Un mundo que solo vive en su imaginación, pues incluso con ocho años, reconoce que la realidad nunca fue tan dichosa como se muestra en su mente. Recuerda el calor agobiante en el sembrío de arroz, empeorando con crecer durante el verano. La piel en sus pies agrietándose por mantenerse tanto tiempo en el agua y sus manos con heridas luego de ayudar en la cosecha. Pocas veces jugando.

Recuerda el olor a humedad, vegetación, sudor. Recuerda los dulces que el capataz llevaba para él y el resto de niños. El mismo que, tiempo después, fuera quien le entregara a los betas del orfanato.

¡Katsuki! la regla de madera golpea contra el escritorio. El omega da un saltito del susto Presta atención Tenya apunta con el índice sobre el cuaderno, presionando dos veces en el mismo punto —. U na distracción más y harás todo de nuevo.

Katsuki gruñe, mostrando los dientes en reflejo y otro golpe seco de la regla le estremece. El alfa mira con firmeza y aires de superioridad que apenas ha conocido a su llegada a ese lugar. Modula el gruñido hasta que este se transforma en un leve ruidito gutural. Vuelve los ojos a su cuaderno, toma el bolígrafo a regañadientes y retoma los ejercicios de caligrafía. De mala gana, dibuja una y otra vez la misma figura en el papel.

Detesta ceder; sin embargo, ha comprendido rápido que no importa cuánto luche, no puede ganar. Al igual que sus peleas infructuosas contra la medicina del orfanato.

Siempre que un alfa se involucra, su voluntad se vuelve un ente fantasmal.

No lleva mucho de conocer esa dinámica de jerarquías; no obstante, su mente empieza a hacerse una imagen de ello. Tal parecía que ser etiquetado como omega, resumía su vida en cadenas y no libertades. Que es consecuente al hecho de que en todo el tiempo que lleva en ese hogar, no ha conocido a otro omega. Porque el manejo de categorías que ve, le dice que los betas son del campo, los alfas van y vienen de casa a la ciudad. En tanto los omegas como él, se la pasaba dentro de casa, encerrados.

Endereza la espalda. —la orden llega junto a un golpecito suave entre sus omoplatos.

Katsuki vuelve a gruñir y esta vez, la mano del alfa impacta contra su boca. Es bastante ligero, no duele, pero la connotación implícita le hace rabiar. No recuerda un golpe de sus padres, tampoco en el orfanato. En cambio, ese alfa se creía con derecho a disciplinarlo de esa manera.

Y disciplina absurda.

No comas con las manos.”

—Nunca veas a los ojos a un alfa.”

Agacha la cabeza cuando el amo te hable”

No camines a su lado, ve detrás de él.”

Lo odia.

Tenya es su tutor.

Un hombre elegante, de porte altivo y semblante serio. Estricto y bastante disciplinado. Un alfa quien, en ausencia del amo Izuku, tiene potestad sobre él. Porque según entiende un omega solo puede valerse atreves de un alfa.

Un buen omega es quien obedece al alfa.”

Y por ello, su educación también está sumida bajo su yugo. Educación en un amplio aspecto, pues no es solo enseñarle a leer y escribir. Sino que también, debe velar por su comportamiento. Lo que puede y no hacer. Sus modales y manera de vestir.

Eran demasiadas reglas que cumplir que se le hacían simplemente imposibles.

—Los cubiertos, Katsuki. Están ahí para usarlos —Tenya exhala largo, ya cansado. Retira sus lentes, frota el puente de su nariz—. L levas más de un año aquí, no debería estar diciéndote esto en cada comida.

Es solo un niño —le excusa Ochako, limpiando la mano con la que ha cogido la comida y ayudándole a tomar el cubierto adecuadamente —. N adie se va a morir porque use sus manos, Izuku mismo se lo permite.

Es amo corrige, manteniendo el tono cansado en la voz y no es excusa que sea un niño.

Ochako rueda los ojos cuando el alfa les da la espalda y Katsuki sonríe de lado.

Es indudable que su preferencia en casa está al lado de ella. Por eso la leve sonrisa se vuelve un gesto recto cuando se retira del comedor junto al resto de servidumbre. Tenya toma asiento al lateral de la mesa, comiendo correctamente, usando el cubierto que corresponde para cada alimento y él debe imitarlo a la perfección.

Más de un año ha transcurrido desde que partió del orfanato, dejando a su segunda familia. Un poco menos desde que Ochako dejó definitivamente de dormir a su lado y algunas semanas desde que Tenya tiene potestad en castigarlo de ser necesario. Al igual que el alfa del orfanato, nunca es físico. O almenos, nada fuerte que llegue a lastimarlo. Lo usual sonmás horas de estudio o dejarle sin cenar.

Del alfa de la casa es poco lo que sabe.

Hay veces que ingresa al estudio donde recibe clases, conversa breve con él y se retira. Son menos las veces que cenan juntos. Aun con ello, le parece un alfa más noble que Tenya, así como permisivo.

Aunque no sabe cuánto dure eso.

Ya que lo poco que entiende, es que los alfas sólo quieren ordenarle cosas a los omegas. Lo percibe no solo en las reglas impuestas o en la educación forzada, sino en los cuentos que su tutor supervisa que Ochako narre por durante las noches.

En las historias que creaba su madre, solo existían humanos y animales. A veces seres mágicos, jamás jerarquías. En cambio, en los relatos que venían de los libros, siempre existía un alfa fuerte y protector; un omega sumiso y débil que se encontraba en problemas, muchas veces, originados por él mismo; y un villano beta. Un ser despreciable que envidiaba la fortaleza del alfa y buscaba a toda costa deshacerse del omega.

Katsuki ya no discrepa con los relatos. Sobre todo, porque Ochako se lo ha pedido. Lo cual no excluye que continúe resultándole extraño que los “betas malvados” no sean los que ha conocido a lo largo de su corta vida.

Mientras que los “alfas protectores”, sean quienes le han impuesto cosas en los últimos años.

...

Endereza la espalda.

Katsuki obedece el susurro disimulado que le da Tenya. Principalmente, porque el movimiento que hace al enderezarse origina una fricción satisfactoria de su piel contra ese traje de lana que pica.

De pie en el ingreso de casa, es la primera vez que el alfa amo se mantiene a su lado durante tanto tiempo. Aunque es Tenya quien le tiene sujeto de la mano y dictando órdenes. Sin embargo, es Ochako la que ha logrado mantenerlo dócil ese día, pidiéndole encarecidamente un buen comportamiento frente a la vista.

Imagina que se trata de alguien importante, pues es la misma petición que hacían las betas en el orfanato cuando un alfa como Izuku llegaba y un niño se iba con él.

Presiona la mano de Tenya con más fuerza. De repente la idea de su tipo de educación no suena tan mala siempre que pueda permanecer ahí y no ser llevado a otro lado. No quiere ser alejado de Ochako, incluso de ese alfa odioso.

—Katsuki —Tenya coje su manito entre las suyas, estirando sus dedos para que pierdan la tensión. Entorna los labios queriendo decir algo más, pero es callado por la llegada de la visita.

El ruido de un motor aproximándose rompe el silencio del campo. El auto avanza por la entrada de la parcela hasta estacionarse frente a la casa. El primero en descender, es el chofer, quien abre la puerta trasera. Luego, reconoce al segundo hombre en aparecer como un alfa por el porte y la mirada despectiva que da a su propio empleado. Aunque Katsuki más presta atención al cabello curioso de dos colores que tiene. Le sigue una mujer elegante y hermosa, alta, de cabello negro a quien también distingue como alfa y por el traje que usa, la asocia a la misma posición deTenya. Al último, desciende un niño de piel canela, ojos rasgados y cabello negro cortado al ras.

—Midoriya-san —es la mujer quien saluda con una reverencia suave que el niño también imita—, Tenya —llama con mayor confianza.

Bienvenido, Todoroki-san. devuelve el saludo Tenya, también con una reverencia — Momo.

La cual no es seguida por Katsuki, que mantiene la espalda recta y los ojos vivaces mirando curioso al alfa bicolor. Él devuelve le mira, bufa por la nariz y se gira a Izuku.

No te bastó con el fiasco de la beta, volviste a elegir un omega de orfanato en lugar de uno de familia.

Los niños en los orfanatos tienes menos oportunidades —ingresa a casa, seguido por el resto—, me pareció una mejor opción.

Si vuelve a salir beta, deberás buscar a un omega maduro.

Katsuki no comprende mucho de la conversación y el aire que desprenden los alfas le llevan a perder interés, centrándolo ahora en el niño nuevo. El primero que tiene cerca en meses. Es más alto que él, se ve amable, aunque muy dócil con los alfas, cosa que no le entusiasma demasiado. Camina cabeza gacha, ocultan la mirada de los alfas, sin separarse de la tal Momo.

Le parece que va muy acorde a esa educación que Tenya espera de él.

Como un omega debe ser.

—Él es Inasa —Izuku le toma de la mano al notar el interés que trae en el otro— Hola, Inasa —El menor inclina el rostro en respeto— Él es Katsuki, ¿crees que puedan ser amigos?

El niño mira a la alfa mujer, ella asiente y solo ahí responde.

¡Sí!

Izuku sonríe, dando un leve impulso a que Katsuki de un paso adelante.

¿Por qué no lo llevas a tu habitación?

Entonces, Katsuki le suelta la mano y toma la del otro niño. Inasa la acepta, bastante emocionado, caminando juntos escaleras arriba. Andan por varios segundos a través del pasillo, avanzando puerta tras puerta hasta que llegan al final del recorrido, donde se ubica la escalera de servicio. Esa que solo los betas que trabajan en casa utilizan.

—No deberíamos estar aquí —avisa nervioso, mira hacia todos lados.

Creyendo ingenuamente que debe haberse perdido en su propia casa.

—Baja —ordena Katsuki, sin un ápice de miedo,con el pie puesto en el primer escalón—. Oi —lo jala—, baja.

Inasa teme, pero obedece sin mucha oposición. No quiere desperdiciar la única oportunidad que ha tenido en tanto tiempo de acercarse a otro niño.

Un amigo.

—No deberíamos estar aquí —repite en voz baja, descendiendo con cautela tras de Katsuki—, hay betas. No debemos juntarnos con betas, pueden hacernos daño.

—Ningún beta va a lastimarnos. Ni siquiera nos verán.

Una vez en el primer nivel, Katsuki camina hacia la cocina. Inasa va detrás, nervioso; sin embargo, tal como dijo su nuevo amigo, los betas no los ven. En buena parte, porque tampoco logran olerlos. Cruzan rápidamente por el pasillo que atraviesa la habitación hacia la despensa. Hay anaqueles de comida en sacos, cajas y otro tanto en su propio envoltorio.

Katsuki lo hace entrar hasta detenerse en un punto en específico.

—Acá hay dulces —señala arriba del anaquel—. Está muy alto, pero tú eres más grande que yo, alcanzaras.

—No es correcto.

—Solo hazlo.

—Así quisiera, no llegaría.

—Entonces cárgame.

Inasa le mira, dando un vistazo hacia el ingreso que está muy cerca.Si los descubren, están muertos.

Por otro lado, Katsuki se ve muy confiado en que nada vaya a suceder.

—¿Me darás algunos?

Rueda los ojos.

—Sí. Ahora cárgame.

Inasa suspira, aun con la duda atacándole. Inclina el cuerpo y toma a Katsuki de las piernas, alzándolo. Katsuki estira los brazos, intentando alcanzar los dulces; pero aún quedan centímetros que le distancian. Se sujeta de una de las repisas, sus piernas se mueven, impulsándose en el cuerpo de Inasa para tal propósito.

Auch...

—S ilencio.

Continúa estirándose sin presagiar queel estante puede ceder ante el peso hasta que Katsuki siente el armazón tambalear. Solo entonces, suelta el anaquel y se desestabiliza. Vuelve a sujetarse y rápidamente lo suelta al sentirlo balancearse con más fuerza. Cae junto a Inasa, ruedan y no hay tiempo de hablar o gritar del miedo, ambos se levantan como pueden y corren.

El anaquel cae, derribando al de al lado y tan rápido como el desastre inicia, termina.

Ambos se miran aliviados por un instante, sabiéndose librados del peligro. Luego, echan a reír. Caen sobre su desorden divertidos de la travesura. Tocan sus estómagos adoloridos de tanto reír.

Ninguno de los dos lo dice, pero no recuerdan haberse divertido tanto en el último tiempo.

—¡ ¿Qué están haciendo aquí?! les grita Momo, de pie en el ingreso.

De inmediato, Inasa se levanta. Cabeza gacha, respiración agitada.

—No-n osotros... mira a Katsuki aun en el piso, esperando una excusa que salve a ambos.

No la da.

Inasa.

El nuevo llamado le hace tragar hondo. Eleva el rostro, como quien hace frente a la alfa, más no la mira. Katsuki no se explica el temor del pequeño hasta que ve la mano de la mujer abofetearle. No es el tipo de golpe que Tenya le daría. Esos que no duelen y solo están ahí como un llamado de atención. Este golpe suena, gira el rostro de Inasa, que lo ha recibido mordiéndose el labio inferior y las manitos hechas puño.

El amo Todoroki estará furioso cuando sepa tu comportamiento Momo le coge con fuerza del brazo — y serás tú quien se lo cuente.

Es suficiente.

Katsuki se pone de pie de un brinco y tras un gruñido fiero, muerde la mano de la alfa.

La misma que ha usado para golpear.

¡Ka-Katsuki! ¡No! exclama Inasa.

Momo jadea ante el ataque y aunque aquello eleva una ligera alarma en Katsuki, no la libera. Sus fauces se cierran con mayor fuerza, la sangre ingresar entre sus dientes.

—¡Suéltame !

La voz mantiene la misma entonación rabiosa desde que ha aparecido en la despensa. No obstante, Katsuki percibe algo distinto. Una fuerza que no reconoce, un temblor que debilita su voluntad. Hay una sensación extraña que experimenta por primera vez. Un miedo inexplicable que no cree haber sentido antes.

Ni cuando los betas atacaron su casa.

Ni cuando el alfa del orfanato llegaba.

Obedece.

Deja de morderle.

—E res un maleducado La alfa golpea su rostro, tal como lo hiciera con Inasa —. Omega mimado.

La palabras no son intimidantes y, sin embargo, ellas despiden la misma estela de poder que la orden anterior. Katsuki empieza a hiperventilar, u n temor irracional gobierna su cuerpo. Tiembla, suda frio. No es consciente siquiera del momento en que moja sus pantalones.

Momo hace un gesto de desagrado al percibir el aroma. Lo toma del brazo, arrastrándolo junto a Inasa en su otra mano. Katsuki trastabilla el camino entero. Las lágrimas congeladas, porque su cuerpo completo no reacciona del todo, le impiden reconocer el rumbo.

–¡T enya!

El alfa se alza alerta.

No por el llamado, sino por lo que llega a su olfato. Momo se acerca a su asiento en la terraza arrastrando a los dos niños, pero es el rostro pálido de Katsuki lo que enciende su preocupación.

—¿K atsuki? —de cuclillas, le acaricia el rostro y como si de un encanto roto se tratase, el pequeño hecha a llorar.

Tenya lo abraza rápidamente, acunándole en su cuello . El omega se aferra a él, sollozando más fuerte.

¿Qué le hiciste?

—Incito a Inasa a hacer una travesura —se queja— y me mordió —enseña su mano con la marca de dientes y sangre—. P or si fuera poco, se orinó encima cuando use mi voz de alfa, ¿qué clase de crianza le están dando?

Cierra los ojos, cayendo en cuenta que su percepción de lo sucedido es verdad.

—E l amo Midoriya no permite que la use en él y tampoco lo haría en alguien tan pequeño.

—Creo que se te olvida que es la mejor manera de criar a un omega — toma la mano de Inasa fuerte —. Tú y yo hablaremos de esto más tarde —advierte al pequeño.

Da un último vistazo a la lamentable imagen de Tenya consolando al omega antes de retirarse. Rueda los ojos. Los alfas les pagan a ellos por educar omegas perfectos. Sumisos, dóciles, obedientes, disciplinados. Resulta inevitable pensar todos los problemas que les traerá ese niño.

Aunque ese, es tema de la casa Midoriya.

En tanto, Tenya, consuela a Katsuki durante varios minutos. No es algo que quisiera admitir el menor, pero la presencia del alfa le reconforta. Incluso creería que Ochako sería incapaz de brindarle calma en ese momento.

Aun sin sentir que los efectos han desaparecido del todo, Tenya lo lleva a su habitación. Prepara la bañera y se ocupa de darle un baño prolijo que no solo limpie el olor a orina, sino que le relaje y vuelva a la normalidad. Incluso cuando parece un poco imposible. De tanto en tanto, nota el nerviosismo regresar al cachorro y lo abraza, arrimándolo contra su cuello.Conociendo al niño como lo hace, sabe que no se lo va a pedir.

—Eres un omega , Katsuki . N o puedes ir por la vida haciendo lo que quieras —menciona en medio de uno de esos abrazos—. N o siempre estaremos Ochako o yo para defenderte.

No responde.

Los rezagos de la voz de la alfa se mantiene inquietantes en su ser. No obstante, cuanto quisiera decirle que en un futuro no los necesitará para defenderlo.

Que ningún alfa volverá a doblegarlo cuando crezca y pueda defenderse solo.

Nota de la autora:

Este fic me encanta, porque abarca una línea de tiempo bastante larga. Pero es eso mismo lo que me da amsiedad cada que abro el archivo jajajaja

¿Algún día lo terminare?

No esperen mucho de mí, que este es el único de mis fic en el que en verdad me hago esa pregunta.

Chapter 4

Chapter Text

Ochako le diceIzuku, Tenya le llamaamo Midoriya.

Para Katsuki esDeku.

A sus diez años, lee con sorpresa el nombre de quien es el alfa de casa. En lo que debería ser una muestra de la mejora en sus habilidades en lectura.

—¡Katsuki, no! —Tenya le da un golpe suave en los labios.

—¡Tenya! —el otro alfa alza la voz, deteniéndolo— No lo trates así.

—Mi deber es educarlo.

—No necesitas ser brusco.

—Es rebelde. Usted no lo entiende porque no ha pasado un día entero con él.

El alfa superior ríe y cruzas miradas con Katsuki, que está lejos de acatar el llamado de atención.

—Ochako te dice Kacchan, ¿te gusta que te digan así?

Se encoje de hombros, indiferente.

—Se responde con palabras —Teya vuelve a llamarle la atención.

—Está bien, me conoce poco.

—No está bien —refuta firme y luego, toma una postura más sumisa—. Lo siento, hago mi mejor esfuerzo educándolo, pero se mantiene rebelde.

—Está bien —se pone en pie, sin perder la sonrisa—. Ochako me advirtió de cómo era —remueve su cabello cenizo.

Deku es el dueño de la casa, quien le ha adoptado. Huele a pino y jazmín. Le trae dulces de la ciudad que Tenya le entrega cuando cumple bien una tarea, y libros de cuentos que son los que Ochako le lee por las noches. También, que es la segunda persona en casa a quien le permite llamarleKacchan.

Y no hay nada más allá de eso.

En todo ese tiempo, las interacciones juntos se limitan a esas pequeñas demostraciones de sus conocimientos, algunas comidas en las que coinciden y sonrisas amables cuando se cruzan en el pasillo. Lo cual trae confusión, porque según entiende, ellos son alfa y omega. Algo así como la relación que guardaban sus padres, aunque esta se define en base a subgéneros a los que aun intenta encontrarles sentido. Tenya enseña muchas cosas, de las cuales puede ir recopilando ciertas partes. Los alfas protegen, proveen y miman a los omegas. Los omegas son sumisos, obedientes y leales en respuesta. También son quienes engendran y crían.

Es en ese punto que su cerebro estalla.

Porque recuerda la vecina cuando vivía en el campo. La mujer tenía un abdomen enorme donde tenía a un bebé y según comprendido en ese momento, solo las mujeres poseían esa virtud. Lo cual guardaba sentido en cómo había visto que las personas formaban parejas ahí: hombre y mujer. Diferente a donde se encuentra. Porque él es un omega e Inasa también. Omegas, pero hombres.

Y sus alfas —futuras parejas— también lo son.

Es en medio de esa confusión, cuando un suceso en específico origina otra explosión en su cerebro. Él es la pareja de Izuku. Tenya y Ochako se han encargado de recalcarle eso hasta el cansancio.

¿Entonces, por qué Tenya trae mujeres a la habitación del alfa?

—Hola, pequeñito —la mujer de larga melena morena le saluda amigable en el pasillo de las habitaciones.

—Katsuki, a tu habitación —advierte Tenya.

Pero no se va, se mantiene guarecido tras el aparador de un lado del pasillo. El alfa le lanza una mirada amenazante en tanto abre la puerta del amo y la mujer ingresa. Es un pequeño instante en el que Katsuki percibe un aroma. Izuku huele a pino y jazmín, igual que la esencia de lo que acaba de oler. Mas es solo, esencia. El peso fuerte de ese hedor es putrefacto, nauseabundo. Katsuki arruga la nariz y da una arcada que es incapaz de controlar.

—¡No! —la voz de Tenya suena a desagrado y cansancio—. Por eso te pedí que fueras a tu habitación.

El alfa le sostiene la cabeza en lo que termina de regurgitar todo rastro de alimento de su estómago. No por eso las náuseas desaparecen, o el hedor putrefacto se esfuma de su naricita. Tenya limpia sus labios con un pañuelo, seca sus lagrima con el índice y lo carga de regreso a su habitación.

—El celo de los alfas es terrible para los cachorros —lo recuesta en la cama—. La naturaleza lo hace así por su bien, para que se mantengan lejos en esa temporada.

Tenya se retira al baño y a Katsuki le atiborran demasiadas dudas en los segundos que demora en regresar con una toalla húmeda.

—¿Qué es celo?

El mayor respira entre dientes, buscando la manera menos explicita de explicárselo a un niño, en tanto coloca la toalla húmeda sobre su frente

—Es un momento intimo donde alfa y omega pasan unos días juntos a solas.

—¿Esa mujer era omega?

—No.

—Tú dijiste...

—No es algo que necesites entender aun —sentencia, cubriéndolo con una manta y dando por cerrado el tema—. Le diré a Ochako que pase la noche contigo.

—Tenya...-sama —agrega tras una mirada recriminante— ¿Yo también apestare así?

—Para los niños, nunca para tu alfa.

Son dos días enteros los que Deku pasa encerrado en la habitación. Tras ese periodo, retornan a la rutina de verse durante la cena, en el pasillo. Alguna sonrisa del alfa y regalos de por medio. Es entonces, cuando Katsuki da el primer paso.

Porque debe convivir con todas las personas en esa casa.

Y porque ha comprendido que Deku es —quizás— el alfa más calmado que conozca nunca.

También, el que manda en casa.

—¿Katsuki? —ambos alfas se sorprenden al verlo entrar a la oficina donde se encuentran conversando.

No le sigue ningún llamado de atención, por lo que Katsuki aprovecha la sorpresa para ingresar de largo. Camina hacia Izuku, sentado tras el escritorio, y extiende el libro que lleva entre sus manos.

—¿Quieres un cuento? —pregunta. El menor asiente, decidido— Manda llamar a Ochako —ordena al otro alfa.

—No —niega de inmediato—, tú — y acentúa su orden dando un golpe ligero con el libro sobre su pierna

—Katsuki, tus modales —refunfuña entre dientes Tenya, aproximándose por la espalda—. Voy a llevarlo a su habitación.

Sin embargo, Izuku ríe.

—No, no, está bien. ¿Quieres que yo te lo lea? —asiente— Entonces vamos —se pone de pie, tomándole la mano—. Luego terminamos, Tenya.

El suspiro de su tutor camufla frustración y Katsuki se da por ganador.

Izuku lo lleva a su habitación, acuesta en la cama y toma asiento al lado suyo, con la espalda apoyada en la cabecera. Toma el libro e inicia la lectura. Es cuando Katsuki comprende dos cosas: La primera, que Deku les pone más emoción a las historias que Ochako. La segunda, que incluso entre alfas hay rango y que él está por encima de Tenya. Lo cual le agrada, porque el alfa es noble y amable y Katsuki aprovecha aquello para que se convierta en su nuevo narrador de cuentos cada que el horario se lo permite.

Noches en las que esas historias sosas y faltas de emoción, toman sentido. Deku lo hace divertido y él puede reír e intervenir cuando alguna escena no le gusta y preferiría que el omega hiciera más que solo esperar por ayuda.

—Está bien, está bien —ríe el alfa—. Entonces el omega podía generar explosiones con sus manos, ¿no?

—¡Sí! —Katsuki extiende los brazos frente suyo, mostrando sus palmas abiertas.

—Y se libera y salva a su alfa del beta que pretendía quemar el castillo.

Katsuki asiente enérgico, con una sonrisa inmensa y vuelve a acostarse. Recostado en el brazo de Izuku, mientras sigue a paso lento las líneas que continúa leyendo el mayor. Sintiendo el tenue aroma a pinos y jazmín que emana. El hedor nauseabundo casi logra perderse en sus recuerdos, pero al poco tiempo, este vuelve. Nuevamente Izuku se toma dos días de encierro antes de retomar los cuentos nocturnos.

—¿Qué historias te gustan más, Kacchan? —pregunta una noche mientras lo arropa al final de su lectura— Así sabré que comprarte cuando pase por la librería.

—Omegas peleando contra los malos.

Izuku esboza una sonrisa suave.

—Me temo que no existen muchas de ese tipo —acomoda la manta bajo sus brazos—. Creería que no existe ninguna más allá de tu imaginación.

—Yo seré un omega fuerte que peleara contra ellos.

—Seguro lo serás —sonríe amplio, acariciándole el cabello—. Ahora sí, es hora que duermas.

—Deku —le sujeta de la manga— ¿Tú eres mi amigo?

—Un día seré tu alfa —la respuesta no satisface a Katsuki y en su rostro se refleja—. Pero tienes a Inasa.

—Solo uno.

—Es complicado detectar a un niño omega.

—No solo necesito amigos omegas. Allá —señala la ventana, aunque su mirada viaja lejos en el horizonte— hay más niños.

—Son betas —y la respuesta continua sin satisfacerle. Izuku suspira, dejando un beso sobre su frente—. Descansa bien, Kacchan.

Es cuando cree que su conversación sobre amigos con Izuku quedó olvidada en el pasado, que una mañana Tenya le despierta muy temprano y viste con uno de esos trajes elegantes que tanto odia. Parten en el auto en dirección contraria a la casa de Inasa.

Sentado en medio de los dos alfas, observa por la ventana como se aproximan a una caseta de vigilancia. Justo antes de atravesar el arroyo que delimita la ciudad central. Un alfa se aproxima a la ventana del chofer, aunque es Tenya quien baja la suya. Enseña las identificaciones de cada uno y se les he permitido el paso.

A partir de ese punto, las casa empiezan a ir en aumento. Tiene el recuerdo previo de ese recorrido, el día que lo llevaron del orfanato y es por eso mismo que sabe, no llegan a ingresar de lleno a la ciudad. A penas recorren unas cuadras cuando el auto dobla en una esquina y este edificio gigante aparece de manera imponente frente a ellos.

Escuela.

Ochako le habia explicado que era un lugar lleno de niños donde jugaría y aprendería mucho. Le interesa lo primero, no lo segundo. Pero la beta se veía tan emocionada hablando de ese lugar, incluso cuando ella misma nunca había asistido.

El auto se estaciona frente al ingreso de la escuela. Tenya agita el rostro en desaprobación.

—Aún está a tiempo de detener esto, amo Midoriya.

—Quiero que Katsuki lleve una vida normal —el chofer le abre la puerta.

—Lo normal es que yo me encargue de su educación en casa —dice el otro alfa descendiendo del auto—. Él no necesita esto, es un omega de crianza, soy yo quien debería estar a cargo suyo hasta el primer calor.

—¿Noto un aire a celos?

—Solo le advierto que su decisión no es la adecuada.

—Tenya —suspira cansado, tomando la mano de Katsuki—. Quiero que lleve la vida de un omega de casa. No que sea criado como Inasa, aislado del mundo.

Tenya entorna los labios, mas no dice nada. Es mejor no replicar cuando la terquedad se apodera del amo. Aun así, tiene certeza que, en un tiempo, terminara por darle la razón.

Ingresan al establecimiento. Katsuki puede oír el eco de sus pasos en el gran edificio vacío. Llegan a una oficina amplia que le recuerda el estudio del amo, donde se ha escabullido en un par de ocasiones y Tenya se ha encargado de amonestarlo. Es una habitación grande, con libros en las paredes, un escritorio enorme y una pequeña sala que es donde finalmente toman asiento.

Aunque para Katsuki sea un suplicio viendo el tarro de dulces en medio de la mesa de centro.

—No —Tenya pone la mano sobre su muslo, presionando fuerte a que no se ponga de pie cuando nota sus intenciones.

Katsuki frunce el ceño, refunfuña, pero obedece. Solo entonces, presta atención a la conversación de Izuku con la anciana que los recibe.

A quien habia ignorado embelesado por los dulces.

—Me ha sorprendido mucho su deseo de inscribir a Katsuki en nuestra escuela —inicia la mujer frente a ellos—. Los omegas de crianza no suelen recibir esta educación —comenta con obviedad—. La idea es criarlo en casa a como usted guste, sin que se contamine del exterior. En nuestra escuela estará cerca a otros niños que se definirán como alfas o betas. Niños... más acorde a su edad, ¿entiende?

El rostro de Izuku cambia del sereno y alegre con el que han ido todo el camino, a uno más serio, rígido.

—¿Intenta decir que debo temer que me lo quite un mocoso?

La mujer calla, avergonzada. Tose disimulando el ambiente.

—Yo... Es mi deber darle las advertencias del caso.

—Muy bien —coge el tarro de dulces, colocándolo sobre las piernas de Katsuki. El menor se alegra y empieza a devorarlos— Ya me dio las advertencias, ahora limítese a inscribirlo.

Katsuki tiene casi once años cuando su vida da el primer giro impropio para la que fue concebida tras ir al orfanato.

Chapter 5

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Katsuki sabe que va a odiar la escuela en el momento que Ochako lo despierta más temprano de lo usual. Gruñe y patalea, berrinchudo como solo ha sido al inicio de su estancia ahí. El resultado termina siendo el mismo que han tenido todas las peleas a lo largo de su vida. Ochako, sin necesidad de ser un alfa, basta con que alce un poco la voz para que termine por obedecer.

Toma una ducha apresurada y es obligado a dejar sus ropas holgadas por un uniforme azul de tela dura y picosa. El desayuno debe comerlo sin apetito, con Tenya apresurándolo en cada cucharada. Imagina que en verdad deben estarlo si el alfa resta importancia a todos los gruñidos que suelta con tal que se termine la avena rápido.

En el auto, el sermón no termina. Continúa mencionando lo tarde que van y que el día siguiente lo despertara más temprano.

Katsuki inicia una nueva rabieta.

—¿Puedes dejar de alterarlo? —pide Ochako, abrazando al omega.

—Le estoy advirtiendo desde ahora lo que vendrá mañana. —dice con calma, observándolos por el espejo retrovisor.

La beta bufa y susurra muy bajo que no haga caso. Con eso le basta a Katsuki para ir en paz el resto del camino.

La ruta es la misma. Unos cuantos metros para salir de la casa hacia la vía principal, de ahí otro tano más hasta el control de seguridad de la ciudad central. Una vez dentro de la ciudad, son un par de calles pequeñas hasta que logra ver el edificio a lo lejos. De pronto, Katsuki se libera de Ochako, acercándose a la ventana; mas no atraido por la escuela, sino por la cantidad de niños que ve caminando hacia ella. Diría que son incluso más de los que vio cuando vivía en el campo o en el mismo orfanato.

Muchísimos más.

El auto se detiene y abre la puerta, presuroso.

—Ahora sí estas emocionado por tu primer día, ¿eh? —Ochako baja tras de él.

Katsuki no responde, continúa observando el flujo de niños ingresar a la escuela. No da crédito que una simple conversación con Deku haya desembocado en todo ello.

Y sí, esta emocionado.

—Kacchan —la beta le coge el rostro con ambas manos—, diviértete mucho— besa su frente.

La emoción se acaba los primeros minutos ahí dentro.

Está lejos de ser el lugar tan divertido que le hizo imaginar Ochako. Incluso está lejos de ser lo aburrida que se le hacían las clases con Tenya. Es, por lo menos, el doble de aburrido. En casa al menos podía distraerse yendo al baño cada que quería, a la cocina, tontear en su propia mesa y que Tenya le repitiera incontables veces la lección.

En cambio, ahí todo era disciplina. Si quería hablar, debía alzar la mano. Si quería ir al baño, necesitaba un pase. No había una cocina donde robar dulces, ni una Ochako que lo defendiera. La maestra era una alfa anciana el triple de histérica de lo que era Tenya y que solo en el primer bloque ya se sabía su nombre de memoria.

Lo que relucía en él una incomodidad nueva.

No por el hecho de que le hubieran llamado la atención más veces de las que quisiera, sino por la manera de llamarlo. En casa siempre fue Katsuki o Kacchan. Ha oído a algún beta visitante en la cocina decirle omega directamente. En la escuela, en cambio, todos los maestros usan el apellido para ellos. Durante todos esos años nunca ha habido oportunidad de mencionarlo, pero a él no se le borra de la mente el suyo.

Bakugou.

Sin embargo, no era ese el que usaban ahora con él. De hecho, el primer llamado de atención viene luego de corregírselo a la maestra y que ella lo callara, haciendo énfasis en el nombre de familia de su alfa.

Midoriya.

Resulta bastante... extraño, por decir lo menos. Piensa en un error del que podrá hablar con Tenya a su regreso.

No da más vueltas al tema y termina por dejarlo ahí.

Las clases continúan, con un pizarrón que cada vez se llena de más letras y números. Su cuaderno se mantiene vacío hasta que, sin notarlo, el timbre suena y el primer bloque llega a su fin.

Los niños salen corriendo, ignorando el llamado de la maestra a tener calma. Katsuki decide tomarse su tiempo, total, no tiene en claro que hacer durante ese tiempo libre. Sale cuando el aula queda vacía. Camina por la escuela, dándose cuenta recién que solo niños asisten. Sino que el ala izquierda de la edificación era para los más grandes. Una cantidad bastante pequeña comparada con la que son los más pequeños.

Lo cual es de esperarse.

Recuerda la explicación que una vez le diera Tenya durante su enseñanza en casa. Las prefecturas se conformaban por varias ciudades centrales de distintos nombres. Ahí únicamente habitan alfas y omegas. Así como niños pequeños que aún no han definido su género. Algo bastante difícil, pues sabe que únicamente se dejan guiar por la tenue esencia que emanan y que también existe la posibilidad de que nunca lo tengan. Los que son llamados niños sin olor y catalogados como betas a temprana edad. Situación que suele ser la usual entre parejas de betas.

Sabe también, que el método más efectivo es esperar hasta los catorce años a que este se defina del todo.

Lo que hace surgir en él una lluvia de incógnitas. Ya que si las personas recién saben con certeza su género a los catorce años y por lo que ve son muy pocos los que quedan como alfa u omegas, ¿Qué sucede con los betas?

¿Es que todos quedan trabajando en casa como Ochako?

¿O en el campo como sus padres?

¿Acaso sus padres fueron a una escuela como él?

El timbre del segundo periodo suena antes de que logre dar respuesta a sus dudas. Katsuki retorna al aula y el suplicio de clases da inicio una vez más. Tiene un nuevo llamado de atención por andar dibujando en su cuaderno, luego otro por andarse perdido mirando por la ventana y uno ultimo por distraer a sus compañeros con el movimiento exasperante de sus pies.

No sabe si se empieza a adecuar a ese ritmo, pero el tiempo se le pasa más rápido durante ese bloque y otra vez tiene un receso. Este es el del almuerzo y la maestra misma le guía el camino hacia la cafetería hasta dejarlo formado en la fila.

Una inmensa línea de niños escandalosos.

Avanza lento, demasiado lento. Con el aroma de los alimentos provocándole. No ha probado nada desde el desayuno y su estómago gruñe, desesperado por comer. Mueve las piernitas ansioso cuando está a pocas personas de llegar hasta que finalmente tiene la bandeja entre sus manos e imita al resto. La arrastra sobre la barra mientras la persona al otro lado se encarga de llenar cada pocito.

Betas , reconoce por la falta de olor.

Una vez termina, gira a ver dónde sentarse.

—¡Midoriya! —de entre las mesas llenas, alguien alza la mano llamándolo.

Lo reconoce. Es un niño rubio que va a su salón, no estaba sentado muy lejos de él en clase. Decide hacerle caso. Se aproxima.

En la mesa hay cuatro personas más.

—Hola, soy Kaminari Denki, también omega ¿Quieres comer con nosotros?

Katsuki se encoge de hombros. Que más daba, las mesas lucen todas llenas y no tiene ánimos para andar buscándose un espacio. Coloca la bandeja sobre la mesa y una de las filas se arrima dándole espacio en el banco largo.

Su olfato detecta al de su lado como alfa.

—¿Qué fue todo eso de no eres Midoriya? ¿Se equivocaron en inscribirte? —pregunta directo.

—No —toma un bocado de su comida, saciando su hambre voraz—. Sino que soy Bakugou.

—La maestra se veía bastante molesta de que lo dijeras —ríe el alfa a su lado.

Vuelve a encogerse hombros.

—Pero tu zapatera no dice eso, ¿o sí? —habla la única omega mujer de la mesa.

—No —responde otro alfa sentado al frente, al lado de la omega. Uno con un aroma más suave—. Tu zapatera está al lado mío, dice Midoriya.

—Es porque vivo con él .

—¿Cómo así? ¿Y tus papás?

Katsuki hace silencio un sintiente, pensando bien cómo responder a esa pregunta.

¿Decir que no los tiene?

¿O que murieron?

—Lo vendieron —responde ahora otro omega más. Uno rubio de rasgos delicados.

—¿Ah? —musita la mesa entera.

—No me vendieron —le corrige de inmediato. Ceño fruncido.

—¿No? —el omega pone rostro inocente— Vives en la casa Midoriya, ¿verdad? Con un alfa ¿no?

Katsuki asiente vacilante, con los ojos de todos sobre él.

—¡Voilà! —exclama ganador— Te vendieron, eres un omega de crianza —concluye.

—¿Qué es eso?

El rubio rueda los ojos.

—Omegas que son adquiridos por alfas para que sean sus parejas.

—¡¿Eh?! —exclama toda la mesa, bastante sorprendido.

¿De qué?

—¿Tienes un alfa?

—¿Ustedes no? —inquiera con verdadera incertidumbre.

—¡No! —responden todos al unísono, haciendo caras de asco.

Y Katsuki no comprende.

Porque Inasa tiene un alfa y él también y es todo lo que ha conocido durante los últimos tres años.

—Oye —Denki vuelve a hablarle— ¿y te besas en la boca con tu alfa?

Katsuki frunce el ceño.

El resto vuelve a hacer cara de asco y se ríen.

—No hago eso

—Si es tu pareja debes hacerlo —da por conclusión el otro omega.

El mismo que ha dicho esa mierda de vender y parejas.

Katsuki presiona los dientes, molesto de lo que están insinuado.

—¿Es un alfa viejo?

—¿Te gusta?

—¿Cuánto pagó por ti?

—Basta —gruñe, presionando su tenedor.

—¿Ya te marcó?

—¿No eres muy pequeño para tener una pareja?

—¿Duermen juntos?

—¡Cállense! —ordena furioso, golpeando la mesa, con las bandejas de metal temblando sobre ella y acaparando la atención de la cafetería.

Se pone de pie, ya sin hambre. Da la vuelta, dispuesto a alejarse de ese grupo de idiotas.

—¡Midoriya tiene novio! —canturrean en coro a su espalda.

Y matan la última pizca de autocontrol que le queda.

Katsuki volta rabioso y sin importar quien inicio o quien le irrito más, se lanza sobre el primero que tiene enfrente.

El alfa de olor más intenso.

Ambos caen al suelo. Katsuki no mide su fuerza, cierra los puños y golpea todo cuanto puede. El alfa intenta defenderse inútilmente, no tiene idea de cómo acertar un buen golpe.

Ventaja de Katsuki, creciendo en un orfanato defendiéndose de los niños más grandes.

La cafetería se ve envuelta en caos. Todos los niños gritan. Unos pidiendo que se separen, otros alentándoles.

Al final, es un maestro que les detiene usando la voz de alfa. Ambos niños pasan de los puños a abrazarse, realmente intimidados por lo que esa voz despierta en sus cuerpecitos.

La mano de Tenya sobre su nuca inclinándole la cabeza hacia abajo, resulta demasiado humillante. Pero el alfa demuestra su fuerza imponiéndole alzarlas. En esa posición,apenas logra vez lo que sucede dentro de la oficina. Tras ser separado del niño alfa, ambos fueron enviados a la dirección a la espera de sus apoderados.Deku y Tenya habían acudido al llamado y ahora, se encontraban sentados frente al niño alfa y su madre omega.

La directora no lucia nada feliz sentada en el sofá personal.

—En todos los años que esta institución lleva funcionando, jamás habíamos tenido un caso como este —empieza la alfa, con un gesto de supremo disgusto— ¿Un omega atacando a un alfa? —mueve el rostro, desaprueba— ¿Qué tipo de educación le ha dado a este niño hasta ahora?

—Ninguna, es evidente —se entromete la madre del agraviado—. Exijo la expulsión inmediata de ese omega.

—Kirishima-san, eso es excesivo —refuta con delicadeza Izuku, interviniendo por primera vez—. Katsuki está muy arrepentido por lo sucedido ¿No es así, Kacchan?

Pero él no responde.

De arrepentido nada. Si no fuera por el maestro, les hubiera pegado a todos en esa mesa.

Tenya empuja con más fuerza su nuca, a modo de reverencia . Él gruñe en respuesta.

—No tiene ni una sola pizca de consciencia de lo que ha hecho —escupe mordaz la mujer, que ha oído ese gruñido—. Exijo la expulsión —repite.

En parte, a Katsuki le agrada el coraje que lleva la mujer. Es una omega y no por eso ha bajado la cabeza a los alfas presentes. No esquiva la mirada, ni ha moderado su voz.

Izuku exhala fuerte. Retira la mano de Tenya y Katsuki al fin puede alzar el rostro. El niño alfa ya empieza formar morados sobre su piel.

—Está bien, expúlsenlo —acepta Izuku solmene, mía a la directora—. P ero eso sería un precedente fuerte en esta escuela respecto a la educación de omegas —sus ojos cambian de punto, hacia la omega— Imagino que tampoco será agradable para su alfa saber lo que un pequeño omega le hizo a su hijo. ¿Alguna vez has visto un caso así, Tenya? ¿Un omega que gane en fuerza a un alfa?

—Jamás , amo. Sería una vergüenza tanto para la familia como para la escuela.

La mujer contrae los labios en furia.

Cierra los puños, frustrada.

—Esto no puede quedar así —rabia, abrazando a su hijo. Mas no logra discrepar más.

Katsuki percibe ese como el momento exacto en que la fiereza de esa mujer mengua. Comprende que ha sido a raíz del argumento que Izuku ha dado y no sabe bien como sentirse ante eso. Porque, primero, ha usado el hecho de que él es un omega para humillarlo. Luego, la amenaza implícita con la pareja alfa de esa mujer.

Y eso lo deduce por el olor.

La mujer ahora huele a chispas de miedo y abraza a su hijo de manera protectora.

—Suficiente —habla otra vez la directora—. No habrá ninguna expulsión. El error ha sido de ambos —su mirada fuerte la delata como alfa cuando fija los ojos en la omega, callándola antes de que refute—. Ni un omega debería comportarse así con un alfa, ni un alfa debería atreveré a tocar a un omega sin importar qué —exhala largo—. Ambos quedan suspendidos por tres días y deberán presentar un informe de sus funciones en la sociedad y para con sus parejas.

—¡Kacchan! —Ochako sale corriendo de casa a darle el alcance apenas le ve descender del auto — Déjame ver tu rostro —e l niño quiere quejarse a penas le toca la barbilla, pero resiste — F elizmente no te hizo daño.

Lo abraza.

—Si el que se llevó todo el daño fue el pobre alfa —dice Izuku, riendo.

—N o es algo para reírse, amo —interviene Tenya, tan severo como siempre—. Y si me permite decirle, ese comportamiento le traerá muchos problemas.

—E s solo un niño, Tenya —resta importancia, caminando junto a Ochako y Kacchan dentro de la casa—. Ellos son inquietos.

—No se trata de que solo sea inquieto —continúa advirtiendo—. Sino que no baja la cabeza ante nadie, ni tiene el respeto que se debería hacia otros. Usted y Ochako lo consienten demasiado. Toman todo lo que hace con inocencia, pero cuando entre a la adolescencia se le va a escapar de las manos y la vergüenza que hoy fue de ese niño, la tendrá usted.

—T enya dice firme.

El alfa baja la cerviz.

—L o siento, pero es mi deber advertírselo

Izuku exhala largo, cansado.

—Ochako, encárgate de las heridas de Kacchan.

La beta asiente, retirándose con el niño. Es evidente que el ambiente entre los dos alfas se encuentra tenso y es mejor dejarles solos a la brevedad.

Lo lleva a la cocina, vacía a esa hora. Toma una carne del congelador y coloca sobre la mejilla sonrojada de Kacchan. Más allá de golpes superficiales, no tiene ningún daño.

—¿Qué fue lo que paso? —demanda preocupada.

—Me molestaron —refunfuña.

—¿Con qué?

—Deku —la mirada afilada de la beta le llama la atención sin necesidad de palabras—. Izuku —se corrige—. Ellos empezaron diciendo que tenía novio —remeda molesto.

Ochako ríe suave, controlándose.

—Les contaste que era tu alfa —concluye inicialmente, a lo que Kacchan niega— ¿entonces?

—El apellido. Todos me dicen Midoriya, perosoy Bakugou.

—Kacchan —llama disgustada. No hay más risa ni voz dulce, algo que sorprende a Katsuki—. No vuelvas a decir eso, ni siquiera se te vaya a ocurrir mencionarlo frente a Izuku. Un alfa es calmado hasta que lo rechazan.

—¿Rechazar qué?

La beta suspira. A veces cree que Tenya en verdad va muy lento en enseñanza con él.

—Los omegas llevan apellidos de sus alfas, Kacchan. Tú eres un Midoriya ahora, debes estar orgulloso de eso.

—Pero...

—No —interrumpe, sin perder seriedad— Cambiártelo, sería una ofensa grandísima a tu alfa, ¿entiendes?

Katsuki asiente, aunque no opine lo mismo. Ofensa grandísima es que le impongan un apellido cuando ya tiene uno.

Y ese es Bakugo.

Tres días se pasan lentos cuando tiene a Tenya haciéndole repetir una y otra vez las labores que tienen los omegas en la sociedad y el buen comportamiento que debe mantener frente a un alfa.

Aunque al cuarto día no sabe qué es peor, si continuar las lecciones con Tenya o volver a levantarse temprano a ir a la escuela. Como fuera, termina haciendo lo segundo. Esta vez salen a tiempo de casa y llegan a una hora adecuada. Ve menos niños que la primera vez, quizás por lo mismo que es temprano. No por eso hay menos bulla, ellos igual hablan alto, gritan y juegan en los pasillos.

En su propia aula logra escuchar hasta afuera el alboroto que es por la mañana. Abre la puerta de tirón y todo se ve sumido en silencio. Ingresa con los ojos puestos sobre él, con los niños saliendo del camino a su paso. Unos pocos miembros del grupo que le molesto el primer día ya se encuentran presentes, por suerte ninguno por donde debe caminar a su pupitre.

El alfa con el que peleo también está ahí, trae una costra en la ceja y el pómulo teñido de un morado verdoso.

Es el único que sí se interpone en su camino adrede.

Katsuki detiene el paso y ambos se miran en silencio durante unos segundos tensos.

—P egas fuerte para ser un omega —reconoce el alfa.

—E res débil para ser un hombre —pero Katsuki solo ataca.

El otro niño sonríe, mostrando los dientes afilados.

—S oy Eijiro Kirishima —se presenta al fin, extendiendo la mano.

Tal como lo hacen entre alfas.

—K atsuki... —duda.

Y finalmente, decide no decir más.

Toma la mano .

Si no puede ser Bakugou , prefiere ser llamado solo Katsuki.

Notes:

Kiribb al ataque!

No estoy segura de sí lo mencione, pero este fic tendrá KiriMina, aunque ella aún no aparezca, ni lo hará hasta unos años más grandes. Estoy emocionadísima por llegar a esa parte, porque será algo importante en la trama.

Siguiente capitulo, un día con Inasita.

Chapter 6: Capitulo 6

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Desayuno.

Clases privadas.

Almuerzo.

Clases privadas.

Cena.

Dormir.

Los días de Inasa suelen mostrarse con una rutina perfectamente estructurada. Horarios fijos que pocas veces logran tener ligeros imprevistos, pero que al final, termina mantenido el mismo ritmo.

A excepción de ese día, que goza de ciertos permisos a causa del imprevisto más bonito del año.

El cumpleaños de Katsuki.

Son cinco años desde que se han conocido y no ha habido uno solo de ellos en que no hayan celebrado esa fecha juntos. Tanto el suyo, como el de él. Antes de que llegara a su vida, no había más compañeros de su edad. A penas tiene a Momo que, si bien no siempre es lo estricta que parece, no resulta alguien con quien pudiera compartir cosas propias de su edad.

Dudas.

Secretos.

Travesuras.

Inasa agradece mucho el hecho de que Katsuki entrara a su vida. Le hace feliz. Le gusta. Un amigo o un hermano, espera tenerlo mucho más a su lado. Que sus hijos crezcan juntos y ellos puedan mantener la relación que hasta ahora han ido forjando.

Emocionado, sale de su habitación. Camina dando pequeños saltitos de alegría.

El desayuno en familia es lo primero en sus mañanas. Luego tendrá solo la mitad de horas de clase, ya que Momo le prometió tiempo libre para que puedan asistir donde Katsuki temprano. Ese cumpleaños será un tanto distinto. Al haber ingresado a la escuela, Katsuki tiene ahora más amigos y según mencionó, están invitados.

Algo que le intimida y emociona en partes iguales.

No es solo por el hecho innegable que conocerá personas nuevas, sino el temor que lleva guardando desde hace algunos días por que ellos resulten más interesantes a su amigo de lo que es él. Antes de que ingresara a la escuela, ambos se desenvolvían bajo la misma rutina. Ahora en cambio, Katsuki siempre tiene algo nuevo que contar y eso suele involucrar a los niños de su escuela.

Detiene su avance, pegándole a sus muslos en reproche.

No va a permitir que ninguna inquietud malogre su día.

Retoma el paso, bajando la escalera de prisa. De tanto pensar, va tarde y si algo odia Enji-sama es que la comida se retrase por un omega. Agarra la baranda, dando un último impulso que le facilite girar al final de la escalera, sin calcular certeramente su velocidad. Golpea una mesa redonda que cumple como única función sostener un florero.

Cae junto a la mesa. Las flores quedan regadas, el agua sobre la alfombra y los pedazos de porcelana desperdigados por todos lados.

Es inmediato el sonido de las pisadas acercándose. Atemorizado, comienza a recoger las piezas del florero sin medir el daño que pueda hacérsele.

—Bajaste jugando —le acusa el patriarca de los Todoroki.

—No lo hice.

Esta demás alzar la cabeza para ver el gesto de molestia que debe traer el alfa. Un omega jamás replica y él no ha pensado antes de hablar.

—¿Me estás respondiendo?

El tirón de su brazo le obliga a ponerse de pie. Las piezas que ha recogido caen de su mano. El alfa le coge fuerte, obligándole a empinarse. Inasa no levántala mirada, esperando que eso apacigüe en algo la molestia que ha originado. Pero incluso observando únicamente el suelo, sabe que cuando Enji-sama alza la mano, es para golpearle.

La cachetada llega, mas no a mano de quien espera.

—Discúlpate —Momo exige con amargura, moviendo esos hilos invisibles que solo un alfa puede manipular sobre un omega.

—Perdón —obedece cabizbajo—. No volveré a caminar de esa manera

El mayor bufa, molesto.

—No quiero verte en la mesa hoy —da por finalizada la discusión.

Une vez más se limita a oír los pasos alejarse y es el suspiro de Momo el que da aviso de su ausencia definitiva.

—Subamos a tu habitación.

Resulta innecesario dar respuesta a aquello. Camina tras de Momo, con mayor calma en sus pasos, secando las lágrimas silenciosas que le es imposible controlar cada que usan la voz con él. No importa cuantas veces haya sido sometido bajo aquella particularidad alfa, no existe un punto en el que su yo omega se acostumbre a todo el manojo de sentimientos que se le aglomeran en esos instantes.

Avanza decaído hasta ingresar a su habitación y solo ahí, suelta un pequeño respiro de alivio.

Su lugar seguro.

—Inasa —Momo cierra la puerta.

El menor gira, menos tenso de lo que estuvo segundos atrás. Momo le mira ya sin el semblante rígido que suele llevar cuando hay más alfas cercas.

—Tranquilo —se arrodilla en frente de él, respirando con pesadez. Seca las lágrimas que aun caen por su rostro— ¿Qué es lo que te he enseñado? Nunca debes responder en situaciones así.

Existe un código no escrito de sumisión de los omegas hacia los alfas que Inasa prefiere simplemente no discutir. En cambio, busca verdadero consuelo en una acción menos humillante. Abraza a Momo y ella, fuera de mantener los consejos sobre omegas, lo recibe amable entre sus brazos.

No hay resentimiento alguno por el golpe o la voz.

Entiende que muchas veces a ella le toca ser dura con tal de que no lo haga uno de los alfas de casa.

La vida es difícil en muchos aspectos , es lo que siempre le repite Momo cuando pone sobre la mesa temas referentes a la vida omega que lleva.

Algo verdaderamente reciente.

Y reconoce que es a causa de Katsuki.

Su amigo goza de cierta permisividad que, si bien no es equiparable a la de un alfa, es bastante más laxa de la que él lleva. La misma que le hace cuestionarse situaciones que antes no lograba percibir.

¿Por qué con Katsuki no usan la voz?

¿Por qué puede tratar a su alfa como un amigo?

¿Por qué va a una escuela?

Momo ha dicho que no es correcto que un omega como ellos lleven una vida con demasiadas libertades.

Entonces, ¿Qué tipo de omegas sí lo tienen permitido?

Inasa tiene once años, siete desde que llegó a casa de los Todoroki, y a paneas ha llegado a conocer de cerca, a dos omegas en toda su vida. Rei-sama es esposa del patriarca de esa familia. Una mujer dócil, frágil y sumisa con los alfas. Bastante tirana con los betas y nada amable con él. Momo le ha explicado que es natural, siendo que ve en él a un rival que podría arrebatarle posición en casa.

Más joven y probablemente más fértil.

Resulta triste saber que el éxito como omegas en muchos casos es medido por el número de hijos que traen al mundo y, lamentablemente, Rei-sama tuvo más perdidas que partos exitosos a lo largo de sus años fértiles.

No obstante, aun con ello en mente, a Inasa le gustaría un día poder decirle que él no pretende arrebatarle nada.

—¿Inasa? —el toque de la puerta advierte del ingreso de Momo— ¿terminaste con el regalo?

El menor sonríe, apartando la perorata mental que ha tenido. Toma el regalo en su escritorio y le muestra a su tutora lo bonito que ha quedado. La alfa le retorna la sonrisa, cogiendo el obsequio e inspeccionando, para luego halagar su habilidad con el papel.

Momo puede ser estricta, pero nunca se guarda los elogios cuando son sinceros.

—El amo Shoto ira con nosotros —entrega de regreso el regalo—. Se encuentra en su estudio terminando unos documentos, ¿porque no vas a enseñarlo? —La sonrisa toma un aspecto rígido que Momo no pasa desapercibido—. Ya hablamos de esto.

—Sí —acepta con pesar.

La mujer resopla fuerte, balance el rostro, desaprobando su poco ánimo.

—Shoto es tu alfa —coloca una mano sobre su hombro—. En unos cuantos años, cuando te definas como omega, entonces se convertirá en tu pareja. No quieres que ese día llegue y te veas al lado de alguien a quien apenas conoces, ¿verdad?

—No —suelta, bajito—... ¿irás conmigo?

—Hasta la puerta. —aclara, leyendo sus intenciones.

Inasa preferiría que ingresara con él y permaneciera ahí todo el tiempo, como cuando era más pequeño. Momo le representa seguridad. Alguien en que, aun con toda la autoridad que tiene para educarle y castigarle, puede contar como aliada en ciertos momentos.

Suspira, dejando caer sus hombros.

Asiente, a sabiendas que lo logra nada incluso su ruega.

Ambos salen de la habitación camino al estudio. Shoto, a diferencia del resto de alfas Todoroki, no influye miedo en él. Es bastante cauto en su trato, incluso un poco frio. Jamás le ha puesto una mano encima o alzado la voz.

Shoto no es malo ni grosero, pero...

Pero .

Es evidente que dicho comportamiento viene de la mano con el poco tiempo que han pasado juntos durante sus primeros años en casa. Siendo el heredero principal de Enji-sama, el tiempo que pasa fuera es más que el que lleva dentro, lo cual desemboca en esa incomodidad al verse a en un ambiente a solas. Inasa es consciente que desde que llegó a ese lugar se le ha repetido constantemente la situación con respecto a Shoto. Un alfa al que le pertenecería cuando se definiera como omega. Durante años no ha tenido problema con ello.

Hasta ahora.

¿Qué ha cambiado?

Inasa cree saberlo. Una duda inquieta dentro suyo que camufla con incomodidad y jamás dejaría fluir con libertad cerca a Momo.

—¿Qué sucedería si nunca llegara a sentir nada por mí? —susurra con cautela.

¿Qué sucedería si nunca llegara a sentir nada por él ?

Momo le ve sobre el hombro, sin detener el paso.

—E so será imposible —Esboza una sonrisa de ternura por los miedos que cree ver. Vuelve la vista al frente— . Una vez llegue tu celo y te marque, será simplemente inevitable que te ame. Añorará estar a tu lado a cada instante y lo mismo sucederá contigo.

Inasa solo responde con un sonido gutural. Decir algo más seria en vano y podría solo general una discusión en la que tendría que doblegarse a la enseñanza alfa. Porque, aunque lo que Momo dice suena mágico, lo cierto es que Enji-sama y Rei-sama han pasado innumerables celos juntos y ella tiene una marca suya, pero jamás lo ha visto a él anhelar estar cerca de su omega. Todos en casa saben que la pareja duerme en habitaciones distintas. También, que suele pasar las noches que las betas que sirven en casa.

Golpea con la espalda de Momo al no notar que se ha detenido habiendo llegado a su destino.

—Lo siento, me distraje.

—Inasa —suspira algo agotada. Le toma de la barbilla, dando una pequeña caricia—. No hay razón de preocuparte por cosas por las que aún faltan algunos años, ¿está bien? —el menor asiente. Ella le suelta y coge el pomo de la puerta—. Ahora sí la abre —. Amo Todoroki, Inasa desea mostrarle algo que hizo.

Con lentitud, asoma el rostro por la puerta. Las palabras de Momo ya han capturado la atención de Shoto, que le mira desde el otro lado de su escritorio. Observa a la alfa de soslayo y esta le insta a ingresar con un gesto suave de cejas.

Entra al estudio previa reverencia y coloca el obsequio sobre el escritorio.

—Es para Katsuki, yo lo envolví.

El alfa lo toma entre sus manos, examinándolo de manera rápida.

—S e ve bien —lo entrega de vuelta.

Inasa gira a ver a Momo en ese instante, ella vuelve a alzar las cejas, pidiendo más interés de su parte. O eso es lo que sobreentiende luego de la conversación que han tenido hace mucho sobre los acercamientos que debe tener con su pareja .

Traga fuerte.

Da la vuelta al escritorio, tomando lugar a un lado del alfa.

—¿C-como va tu día?

—Atareado de trabajo.

Otra mirada a Momo. Ella sonríe y tras una reverencia, se retira.

Inasa queda solo, viendo al alfa continuar con sus labores. Revisando documento tras documento. Firmando algunos, separando otros cuantos en carpetas; ignorándole por completo. Se supone que deben conocerse más, pero ¿Cómo lograrlo cuando su propio alfa no pone de su parte? Momo le ha explicado que ambos son muy diferentes, mientras Shoto es reservado, él tiende a ser más energético. Razón por la cual es justo que se comuniquen más seguido y hagan que esta diferencia sea menos marcada. No alfa y omega por separado, sino una pareja que actúe en conjunto. Sin embargo, lo que ha visto durante siete años en esa casa, es que esa línea siempre queda bien marcada.

E Inasa duda de que con ello algún día pueda surgir más que respeto de su lado.

—N o tienes que quedarte de pie aquí —el omega se sobresalta. Shoto ni siquiera le está mirando—. M e falta muy poco. Alístate y pide a un beta que me avise cuando estés listo.

¡S-sí! da un paso de lado.

Duda.

Regresa.

La punta del pie vuelve a adelantarse y la detiene.

Por más objeciones que nazcan en su interior, la única realidad ahí, es que ambos son alfa y omega. O lo serán en muy pocos años. Y hay ciertas cuestiones que escapan de lo que él quiera o pueda decidir.

Posa una mano sobre el brazo del alfa, pidiendo permiso que el otro comprende y gira su silla, haciéndole frente. Inasa, aun nervioso, sin soltar su obsequio, desciende el rostro. Pega la mejilla y la frota contra la de Shoto. Marcándole tal como Momo le ha explicado un omega debe hacer.

Son dos roces que se le hacen eternos y vergonzosos. Toma distancia, sin verle a los ojos. Hace una reverencia de despedida y se retira.

Al cerrar la puerta, permanece unos segundos de pie en el pasillo.

Cuando marca a Shoto, termina siendo un acto mutuo. Las feromonas del alfa siempre quedan impregnadas a él y aunque para su edad es poco lo que logra percibir, ha empezado a identificarlas.

Respira hondo un par de veces.

Un intento vano de tolerarlas.

Termina por frota el puño de su camisa contra su mejilla, limpiándose. Le gustaría que cuando deba hacer eso, sea porque en verdad le naciera y no una imposición de algo a lo que debe acostumbrarse de ahora en adelante.

Porque es su alfa.

Porque debe quererlo.

Porque un día deberá enamorarse.

Una vez llegue tu celo y te marque, será simplemente inevitable que te ame. Añorará estar a tu lado a cada instante y lo mismo sucederá contigo.”

Niega con el rostro, iniciando el retorno a su habitación.

Resulta difícil creer que un momento en su vida defina emociones que otra persona ha empezado a cultivar con su sola presencia.

A través de su ventana, ve al niño omega hijo de betas caminar por los arrozales junto a su padre. Se apoya en el marco, mirándolo con añoranza. El recuerdo que tiene de sus padres es tan lejano que Inasa ya casi no recuerda. En casa tampoco hay niños pequeños, por lo que su referente a paternidad es ese omega.

Kaminari Denki.

O solo Denki, como se les llama a los betas y omegas sin alfas, únicamente por el nombre.

Asiste la escuela con Katsuki y por la ropa que viste es seguro que ha sido invitado al cumpleaños. S e emociona. Nunca se le ha permitido acerarse, pero quizá esta sea una oportunidad para establecer una nueva amistad.

Al fin y al cabo, hay cosas que antes de la llegada de Katsuki no creía posibles y ahora sí.

Vuelve a coger su obsequio, esta vez ya listo para salir de casa. Tal como le mencionó Shoto , pide a una beta que le de aviso. La mujer obedece y él baja a esperarlo en el recibo. Sin embargo, al momento en que llega a la escalera, se arrepiente.

Touya le ve, ingresando a la casa.

Es muy tarde para dar vuelta atrás. Seria irrespetuoso.

Traga duro, nervioso.

Hace una reverencia desde arriba y desciende, con la esperanza de que el alfa continúe su camino. Los alfas suelen trabajar hasta tarde en el campo o la ciudad. Cuando llegan a casa antes de la noche, usualmente se trata de una cita de trabajo en el salón para alfas que tienen ahí dentro. Si es ese el caso de Touya, no lo sabe.

Entrega su maletín a la beta que le ha dado la bienvenida y la envía de regreso a la cocina. Camina tan lento como él hasta darle el alcance cuando ha llegado al último escalón. Inasa vuelve hacer una reverencia, indeciso sobre que actitud tomar.

Que decir o hacer.

Únicamente deseando que el alfa se retire.

—T e ves bien.

—G racias.

—Y has crecido bastante —la cercanía hace más notorio este aspecto. Touya es el más pequeño de los tres alfas varones de casa y él no está a mucho de alcanzarle.

Su deseo se esfuma en el instante que coloca el brazo sobre sus hombros. Se tensa, pero no hay nada que hacer más que permitírselo.

—Te desarrollas rápido.

Sin perder el contacto, lo lleva hacia la sala principal. La mano sobre su hombro se desliza sinuosa por su espalda, hasta llegar a la curva baja. Inasa intenta tomar distancia, Touya afianza su agarre, reteniéndolo contra él.

Dentro de la sala, hay nula intervención beta que no sea requerida.

El corazón se le acelera, inquieto. Temeroso.

Le siente acercarse más, la respiración muy cerca de su oreja. A su cuello. Algo que como omega no debería permitir.

Pero cómo decírselo a quien también es su amo .

Y hueles muy bien.

Da una caricia de largo sobre su espalda, tensándolo por la cercanía que mantiene con su trasero. El alfa parece notar su miedo —quizás olerlo— y suelta una risa que a oídos de Inasa, se le hace bastante tétrica. Finalmente, la mano toma una posición más segura, no por eso, más cómoda. Sube a su cintura cerrando los dedos con fuerza y pegándolo contra él.

La nariz vuelve a hundirse en su cuello.

El sonido de su respiración profunda le da escalofríos.

—T ouya-sama interrumpe a tiempo Momo.

El alfa gira a verla, con la barbilla apoyada sobre su hombro. Inasa solo observa atreves del reflejo de una de las ventanas. La mujer se apuntala en la puerta, sin invadir el espacio del otro alfa en muestra de respeto.

—Perdón que interrumpa, pero vamos tarde con Inasa.

—¿A dónde?

—A la casa M idoriya.

La conversación solo se corta ahí.

Hay una pausa en donde nace su ansiedad.

La mano en su cintura sube hasta sus costillas, acaricia sobre su pecho y baja hasta la cadera. Momo no dice nada, no podría. No está en ella la facultad de defenderlo si es el dueño de casa quien lo sostiene. No obstante, le brinda cierto sosiego el que no le deje solo y permanezca de pie sin vacilar.

Ambos mantienen su posición con firmeza hasta que la alfa decide usar la última arma que tiene: —El amo Shoto pidió que lo esperemos en el auto.

Oye a Touya resoplar. Deja de acariciarle y en el ínterin en el que retira las manos, da un último respiro sobre su cuello.

—Sí, sí , llévalo.

Inasa se despide breve y camina rápido hacia Momo, saliendo juntos de casa. Una vez cruzan el umbral de salida, siente que vuelve a respirar.

Observa el camino de ingreso vacío.

—¿El auto? —pregunta al no verlo esperando.

—Voy a pedirlo — le toma de los brazos. Cara a cara — ¿T e hizo algo? niega ¿Qué te dijo?

—Q ue había crecido mucho y que... olía bien.

La alfa frunce los labios, niega con la cabeza.

El mismo gesto que hace cada que interviene en una situación similar o cuando se ve obligado a comentarle un suceso incomodo con los alfas mayores. Y al igual que todas esas veces, prefiere no preguntar nada ni expresar sus miedos.

La emoción de llegar a casa de Katsuki cubre todo lo malo que ha sucedió en el día. Los árboles del jardín están decorados con flores naranjas, una mesa con mandil verde y muchos dulces encima. Una persona disfrazada de arlequín hace burbujas y los primeros invitados ya juegan con ellas junto a Katsuki.

Es imposible que guarde la emoción acorde a los protocolos que debe seguir. Inasa salta de su asiento a penas el auto se detiene y no importa que Momo le llame con voz severa, él lo ignora y corre hacia su amigo. Abrazar a Katsuki es de las cosas más difíciles que puede haber, el omega se retuerce entre sus brazos, patalea cuando lo alza algunos centímetros. Inasa ríe al liberarlo y oye algunas maldiciones. Recoge el obsequio que con tanto cariño envolvió y quedo en un segundo plano cuando le tuvo cerca

Se lo entrega.

Katsuki chasquea avergonzado.

—¡Oh là là! eres muy alto —exclama uno de los niños y rápidamente lo identifica como Yuga, el omega pequeño que habla extraño.

—E so no es bonito en un omega —esta vez el que interviene es alguien conocido, Denki.

—C állense, enanos —Katsuki les gruñe, dando un golpe a Denki en el brazo—. Gracias —añade por el regalo, acomodándolo junto a los demás que permanecen aún cerrados.

La fiesta se le hace de lo más bonita a Inasa. Incluso con el inconveniente inicial por su tamaño, nadie vuelve a decir algo al respecto y le integran bien al grupo. Conoce a Kyoka que es algo tímida, la alegría de Yuga incrementa su energía, aun cuando hay momentos en que no entiende las palabras que usa. Denki por otro lado, es un poco distante y tiende a verle con recelo. Pero pronto deja eso de lado con el aumento de niños con forme transcurren las horas. Reconoce unos pocos como solo son compañeros de escuela. Otro tanto, hijos de amigos o conocidos de su alfa.

Para Inasa, el número de invitados es fenomenal. Sin embargo, logra percibir un poco de malestaren Katsuki. Durante los siete años que se conocen ha aprendido a detectar el malhumor de su amigo. Más allá de un ceño fruncido y las palabras mal sonantes, está la actitud esquiva, el silencio. Los golpes que dejan de ser en broma y se tornan agresivos.

Lo que en inicio cree se trata de su amigo defendiéndolo de comentarios molestos o incomodidad por el número de personas, termina siendo algo que, en buena parte, logra perturbarle.

—¿Sucede algo? —se aproxima a Katsuki, que se ha sentado lejos de toda la diversión. Cerca de donde su tutor junto a Momo les vigila.

—Sí —dice malhumorado. Mira a Tenya de soslayo—. No me dejaron invitar a todos mis amigos.

—Un omega no se junta con alfas que no sean su pareja —explica el tutor, con tono firme y cansado.

—Al menos a Kirishima —refunfuña.

—¿Quién es él?

—Un amigo.

Inasa le toma de la mano, halando suave de él a que se ponga de pie.

—Tienes más amigos aquí —intenta consolar su mal genio.

—Los omegas me aburren.

Le toma un instante procesar la frase.

Suelta su mano.

—Oh —exclama sin énfasis, para luego aclarar con obviedad: —. Yo soy un omega.

—Excepto tú.

—Inasa —interviene Momo—, vayamos a la mesa, no has comido un solo dulce aún.

La alfa posa la mano sobre su espalda, instándole a avanzar. Obedece e intenta verdaderamente distraerse con Momo, que lo ha llevado hasta la mesa solo para decirle que Katsuki está de mal humor y no debe tomar en serio lo que dice.

E Inasa comprende.

No obstante,semantiene el resto de la tarde dándole vueltas a ese nombre mientras juega. Katsuki no es el tipo de niño que exprese con facilidad su afecto hacia otra persona. En todo el tiempo que le conoce, solo le ha visto ser medianamente atento con la beta que le ha cuidado desde pequeño. Nunca con su alfa, su tutor o incluso él.

La fiesta continúa e Inasa prefiere dejar de lado lo dicho por Katsuki y procura divierte reventando burbujas, armando torres con conos o simplemente escuchando a los otros niños sobre sus días en la escuela. Katsuki no vuelve a integrarse y no importa que tanto la beta que lo cuida le insista o incluso su alfa, él no se pone de pie de su silla.

Con el cielo violáceo y las primeras luminarias del jardín encendiéndose, la reunión se da por terminada. No necesita colocarse una hora de fin en las invitaciones para que todos los padres sepan que ese es el toque de queda de un omega sin marca. O es lo que ha aprendido en casa y cree comprobar al ver a los padres de los niños llevárselos. Gran parte de ellos ha asistido con su padre omega y son los alfas quienes vienen por ellos, ingresando a casa. Siendo el único con el que no se cumple aquello, Denki.

Inasa nota que el omega se retira apenado por la discriminación de castas.

Los betas no pueden ingresar en propiedad alfa que no pertenezca a su dueño.

Momo le comunica que Shoto permanecerá un poco más en casa y él puede subir junto a Katsuki. Se alegra por eso. Es difícil que pasen más de un par de horas juntos y ese día ya llevan toda la tarde. Un beta les ayuda a subir el cajón de regalos. Katsuki camina por delante y él va detrás, llevando una de las fuentes de bocaditos. Comenta alegre todo lo que ha sucedido ese día como si el otro omega no hubiese estado presente.Ingresan a la habitación y en tanto el beta coloca el cajón de regalos en medio de la alfombra, él se acerca al escritorio a dejar su fuente de bocadillos.

Es entonces, que la inquietud retorna.

En ese lugar yace un regalo aparte del oro montón. En la tarjeta se lee Kirishima . Quien aun sin haber sido invitado, se había tomado la molestia de enviar su obsequio. Queda de pie observándolo. No hay necesidad de tocarlo para saber lo pésimo envuelto que está. Incluso lograría adivinar de que se trata con solo verlo, si es solo un objeto forrado en papel. No hay una pizca de esmero en él.

—¿Estas bien?

—¿Por qué no lo estaría? —responde retador, como ha aprendido de su amigo.

—Porque llevas buen rato mirando ese regalo. Si quieres abrirlo, hazlo.

—Es de Kirishima —gira a ver su reacción. Ninguna en particular—. Seguro querrás abrirlo tú.

—Tengo una docena más acá.

—Sí —vuelve los ojos hacia el regalo—, pero esos son de omegas aburridos .

—¿Estás molesto por eso?

Se encoge de hombros.

Más que molesto, diría triste por las palabras que ha usado antes.

—¡O i! —lo empuja por la espalda.

—¡A uch! —vuelve hacia él, frotándose donde ha recibido el golpe. Más que solo un empujón, fue un puñetazo— No me golpees.

—Entonces responde... ¿Qué demonios te pasa? —inquiere, esta vez con un tono más duro.

—Nada —la mentira es fácilmente detectable y Katsuki alza el puño en amenaza. Inasa sabe que Katsuki no se juega a los golpes—. ¡Está bien, está bien! —cubre su rostro con los brazos, protegiendo y ocultándose de la pena —. S olo... no me dejes.

—¿E h? —enarca una ceja, baja el puño.

—E s que... —quita los brazos, mejillas rojas .

Momo siempre dice que los deseos del alfa están sobre los del omega, pero no sabe cómo manejar el hecho de que tanto él como Katsuki sean omegas.

—¡H abla! vuelve a empujarle.

—¡E s que ahora tú tienes nuevos amigos! Tienes a Kirishima Y yo... vas a dejarme por ellos Por él.

—N o seas idiota.

—N o hables así.

Chasquea, ignorándolo.

Toma asiento en el suelo y coge el primer obsequio, rasgando el papel.

—¿E ntonces no vas a cambiarme por ellos?

—N o reniega ¿por qué lo haría?

—P orque los omegas te aburren.

—D ije que excepto tú, así que deja de decir estupideces.

—¿E n verdad?

—¿Ves que haya invitado a otro omega aquí? No —se responde a sí mismo—. Ahora ven, ayúdame a abrir estos estúpidos regalos.

Inasa corre a sentarse a su lado.

—¿M e prometes algo? —Kasuki rueda los ojos , ya irritado de tanta cursilería. Pero asiente —. Visítame todos los fines de semana.

El otro le mira uno segundos entornando los ojos.

—Como molestas —coge el regalo que había iniciado a abrir, continúa rompiendo el envoltorio— Sí —masculla.

Inasa se impulsa sobre él, abrazándolo hasta hacerlo caer recostado sobre el borde de la cama. Su cuerpo grande lo inmoviliza y, por primera vez, siente que su rosto se mueve por verdadera voluntad propia.

Roza la mejilla.

—¡¿Que mierda haces?¡ ¡Suéltame!

Katsuki no lo nota, pero para Inasa, ese se convierte en un recuerdo muy preciado.

Notes:

InaBakuIna haciendo su entrada magistral con una patada voladora ninja.

Aunque solo será algo platónico (a mi pesar TT.TT)

Siento que uno de los aspectos más cuestionables de esta historia ira de lado del TodoIna. Aquí vamos a ver bastante marcada la línea de un omega criado para pertenecer a un alfa, en contra parte a Katsuki.

Chapter 7

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Katsuki considera que el trato diferente entre alfas y omegas es bastante tonto a veces. Lo pensaba cuando Tenya le imponía como regla el no mirar directo a los ojos a los alfas, a menos que este se lo permitiera, o cuando mencionaba que las características primordiales de un omega eran la lealtad, sumisión y obediencia.

Estupideces.

En la escuela existe un trato más absurdo aún. Dentro de la misma aula, alfas y omegas son separados, unos a la izquierda, otros a la derecha. Ha visto en años superiores que incluso llevan cursos por separado. Más allá de solo el aula, si un maestro ve una cercanía excesiva entre alfa y omega, de inmediato obtienen un llamado de atención. Razón por la que muchos optan agruparse únicamente con los de su mismo género.

Agradece no haber terminado en un grupo de esos.

Sin embargo, no termina ahí. Se les instruye a que los omegas son tranquilos, calmados y a la hora de jugar, deben divertirse de igual manera. Loa alfas corren, los omegas se sientan. Situación que se repite en el gimnasio. Los alfas hacen ejercicios fuertes, los omegas apenas hacen estiramiento y corren un par de vueltas. Durante la actividad libre, los alfas aprenden un deporte nuevo, los omegas observan de las graderías dándoles ánimos.

Según Tenya, el cuerpo de un omega no debe generar mucho musculo, porque debe prepararse para tener bebés. Crecer de más tampoco es bien visto y esto lo comprobó en su cumpleaños, cuando el resto de omegas vio a Inasa.

Ciertamente, él quisiera ser tan alto como ya lo es su amigo.

—Katsuki —las manos de Yuga caen sobre sus hombros. Sentados en el gimnasio, viendo como los alfas juegan basquetbol, desciende de una gradería hacia su lado— ¿Cómo es tener un alfa? —susurra.

Frunce el ceño, fastidiado de que vaya a empezar otra vez con las burlas del primer día.

Yuga parece notarlo. Ríe.

—Va en serio —anticipa—. Je veux savoir cómo es él contigo —habla por los otros dos omegas de su grupo.

Katsuki relaja el gesto. Encoge hombros desinteresado.

—Igual que tú o que Sero. Igual que cualquiera.

—Pero es tu pareja —se une Denki— ¿No debería tratarte diferente?

—No es mi pareja —aclara de inmediato y tan rápido como lo dice, sabe que es mentira—. No aún.

Mais ... ¿no hacen nada de pareja?

La insinuación es tacita. Yuga no se refiere a tomarse de las manos o abrazarse y esa connotación trae de regreso el fastidio en Katsuki. Incluso si sabe que esta vez no es burla, sino curiosidad pura. Sin embargo, antes que pueda decir nada, Denki se anticipa.

—Es una pregunta que debiste de hacerle a Inasa.

—¿E l niño grande del cumpleaños? ¿También tiene un alfa?

—¿Cómo sabes eso? —ignora a Yuga y pregunta directo al otro omega.

Conoce a Inasa y la educación que su tutora ejerce, es reservado en varios temas incluso con él y duda que haya hablado algo acerca de su alfa o la crianza que lleva en casa.

—P orque Denki es un omega de los Todoroki suelta Kyoka, que se ha mantenido en silencio.

—Siempre lo veo cuando vengo a la escuela, parado en su balcón bufa, resentido —. Mira a todos con desprecio.

—I nasa no haría eso —contradice al instante.

—Claro que lo hace, todos los betas lo notan —pero Denki no se rectifica ni toma un tiempo de pensarlo—. O mega mimado, yo soy más bonito que él —reniega—. Qué habrá hecho para que sea él a quien comprometan al final, si fue a mí a quien le presentaron primero al menor de los Todoroki.

Es bastante claro el veneno que sus palabras llevan. Katsuki se molesta.

—No deberías hablar así de otro omega —Kyoka intenta calmarlo.

Porque los omegas son buenos, no hablan mal de otros.

—Es la verdad —reitera y se dirige a Katsuki —. Inlcuso tu alfa estuvo ese día —cruza los brazos—. A demás, Inasa coquetea con todos los alfas de esa casa.

Katsuki vuelve a fruncir el ceño. Logra entender el resentimiento que hace hablar a Denki, pero de ahí a que asevere cosas que no son, es un tramo que no debería cruzar. Inasa es el omega más educado que ha conocido nunca. Incluso más que esos que estudian con él.

Jamás se atrevería a hacer algo así.

—No digas idioteces.

—No son idioteces, mamá trabaja en la casa de la familia, ve cuando se le acercan y lo huele y él no hace nada por hacerse respetar—continua con su ataque—. Ni siquiera su propio alfa lo defiende. Seguro y ya se lo quiere quitar de encima por atrevido.

Es suficiente.

Lo toma del cuello, empujándolo contra la gradería fuertemente.

—¡Midoriya! —el maestro usa la voz—. Suéltalo.

Lo hilos invisible empiezan a tirar de sus miedos. Katsuki lucha, probando hasta donde es capaz de soportar su mente.

Fuerza a sus dedos a no abrirse.

—Midoriya —vuelve a llamarle.

La voz de mando es más dura. Tiene un escalofrió, Denki tiembla debajo suyo y por el rabillo del ojo ve a Yuga abrazarse a sí mismo.

Aunque tarda en ceder, finalmente libera al omega.

Inasa agita el rostro en desaprobación después de oír el porqué es que terminó yendo a visitarlo en día de semana.

—T e suspendieron de la escuela y en lugar de castigarte, te enviaron acá. En verdad no entiendo a tu alfa.

Tenya habia usado palabras similares cuando Izuku le ordeno que lo llevara donde los Todoroki para que no se aburriera el resto de la tarde. Era de esperarse, únicamente le habia contado a él la vedad tras esa suspensión.

A parte, no habia golpeado a Denki.

Solo lo asusto para que no volviera decir nada indebido.

—É l entiende por qué lo hice.

—N ada justifica la agresividad en un omega.

—D eku no piensa lo mismo.

—E so veo.

Continúan caminando por el jardín como siempre lo hacen. Katsuki recuerda haber ingresado a la habitación de Inasa en muy contadas ocasiones. Por lo general, cuando los Todoroki organizaban eventos en casa y el jardín y otras áreas estaban colmadas de personas.

Es solo ahora que asocia el rechazo a ingresar a casa con las suposiciones de Denki.

Observa de lado a Inasa.

—Los betas suelen tener cierto resentimiento hacia los omegas y Denki ha sido criado por betas. No hagas caso.

La explicación de Izuku habia sido simple, luego le habia pedido que no hiciera preguntas indebidas que pudieran incomodar o hacer sentir mal a Inasa. Katsuki tampoco lo haría, es su mejor amigo y por ello mismo sabe que es imposible que se insinuara de alguna manera a un alfa que no fuera el suyo.

En el supuesto que algo como lo dicho sucediera ahí dentro, no sería culpa de Inasa.

—¿Qué?

—¿Qué?

—No creas que no siento tu mirada —detiene el paso, girando a ver a su amigo— ¿sucede algo?

¿Qué pasa con los alfas de esta casa?

—¿C onoces a Denki?

Asiente.

—Vive allá —señala tras el cerco de arbustos, lejos, donde solo se ven los techos de las casas betas sobre el arrozal—. Suelo verlo cuando va a la escuela por las mañanas. Es bonito que su padre lo lleve a diario.

Percibe el aire a añoranza con el tono que usa, totalmente opuesto a la soberbia con la que Denki cree que le mira.

—D ijo que le pertenece a los Todoroki.

—Sí.

—P ero él no anda en esta casa, ni se apellida como tú.

—N o tendría por qué.

—N o entiendo.

Inasa suspira suave.

—D efinitivamente no te ha dado buena educación en tu casa.

Katsuki frunce el ceño, el otro ríe.

—L os betas, cuando se definen, tienen dos opciones —explica reanudando el paso—. O son comprados por un alfa y pasan a pertenecerles, o son enviados a las ciudades satélites.

¿Qué es eso?

Inasa rueda los ojos en broma, entonces nota el gesto de Katsuki.

—¿E n serio no lo sabes? —r esopla, negando con la cabeza. Hay veces en las que no sabe si su educación es muy buena o la de él muy mala — Cada prefectura tiene cierto número de ciudades centrales, estas están delimitadas con algún tipo de barrera y su acceso solo es permitido para alfas u omegas.

—En mi escuela hay betas que atienden en la cafetería.

—Betas que le pertenecen a alfas quienes los envían a trabajar en puestos donde ninguno de ellos lo haría —continua—. Las ciudades satélites, en cambio, son lugares amurallados donde van los betas que no le pertenecen a nadie. “Betas libres” —acentúa moviendo dos dedos de cada mano—. Aunque de poco vale esa libertad en un lugar sin agua, ni hospitales, ni escuelas. Viviendo como... salvajes... o eso es lo que Momo me ha dicho.

—¿E lla ha ido?

—Sí... —duda— Algunas veces... cuando un alfa en casa entra en celo y necesita... pues... una beta —s usurra.

“Celo”

Conoce el término a grandes rasgos por la escuela y por lo que una vez dijo Tenya cuando olio a Deku. También recuerda de ese día a la mujer que iba entrando a la habitación del alfa.

Entonces, ella era una beta.

—¿Dónde entra Denki en todo eso? —retorna al tema principal.

—Él es un omega con padres betas. Betas que pertenecen a mi familia.

—Y se casará con alguien de la casa —completa.

—N unca —ríe—. E s un campesino hijo de betas.

El comentario lleva cierto grado de desprecio. Es la primera que le oye decir algo similar.

—Y o también Inasa pierde la risa — ¿Q ué tiene de malo que seamos hijos de betas?

—Nada... —se avergüenza— Pero los alfas no lo ven así. Sobre todo, mientras más poder tengan. Dentro de la jerarquía de castas, los betas son lo más bajo. Ellos solo existen para servirnos.

Y es cierto.

Tenya se lo ha repetido cientos de veces, incluso Ochako se lo ha recalcado siendo una beta y él mismo, nunca ha visto a uno en un puesto que no sea el campo o la cocina.

Existe una separación marcada entre betas y alfas/omegas.

Denki dijo que lo presentaron a la familia.

—Eso es diferente, solo una formalidad de presentar al omega ante la familia y... De esto no estoy seguro, solo lo oí por casualidad —con disimulo, ve alrededor suyo. Luego, jala a Katsuki un poco más lejos de casa—. A Denki lo han querido usar como intercambio en varios negocios, pero Fuyumi-sama se ha interpuesto siempre.

—¿Intercambio?

—Sí... como a las betas de casa.

—¿Cómo es eso?

Inasa queda en silencio, solo viéndole. Katsuki espera una respuesta que nunca llega.

—Los alfas son peor de lo que imaginas —sentencia al final, antes de tomar rumbo a la zona cerca de casa.

Hay veces que Inasa dice cosas que para él resultan sin sentido. No por eso, Katsuki olvida rápido sus palabras. Se mantiene rumiando esa conversación el resto del día, pensando en qué puede tener en común Denki y las betas de casa.

Las .

Mujeres.

Ahora que lo piensa, en casa solo trabajan betas mujeres. Los hombres están en el campo, arreglando jardines, haciendo el trabajo pesado. De hecho, quienes trabajan en casa, ni siquiera viven en las villas, sino que tienen habitaciones ahí dentro.

—¿Por qué no vives en las villas?

La pregunta sobresalta a Ochako, que se encuentra planchando en la sala de servicio.

—Kacchan, no debería estar aquí.

Katsuki la ignora. Toma la camiseta que acaba de terminar de planchar y aun tibia, la dobla como ha aprendido de verla constantemente.

La beta sonríe. Le desordena el cabello y pasa a la siguiente prenda.

—Trabajo aquí dentro, ¿Por qué me quieren enviar a la villa?

—Curiosidad.

Risita.

—Trabajo aquí dentro —repite—, por muchas más horas que los betas ahí afuera —riega un poco de agua sobre la prenda y vuelve a pasar la plancha—. Tengo ciertos privilegios. Comida deliciosa, una habitación para mi sola, un baño equipado.

No encuentra nada extraño en la respuesta de Ochako. Ella tiene razón, el recuerdo ya casi olvidado de su vida anterior a ese hogar le trae a colación una casa minúscula donde vivían junto a más betas. Amontonados igual que en el orfanato.

"—Los alfas son peor de lo que imaginas”

Y lo sabe, lo ha comprobado de primera mano. Pero Deku no parece ser ese tipo de alfa y nada en las palabras de Ochako le hace dudar un poco.

—¿Los alfas Todoroki son malos?

—Kacchan —resondra sin verlo.

—Si Izuku tuviera un hermano que intentara hacerme algo, ¿qué sucedería?

—¿Alguien intento hacerte algo en esa casa? —gira a verle rápido, preocupada. Katsuki niega y ella suspira en alivio— L a ley alfa estipula que entre ellos pueden retarse a un duelo si uno intente agredir al omega del otro. Claramente, nadie vería con buenos ojos que esto sucediera entre hermanos.

—¿En tonces?

—La opción más adecuada sería marcarte.

—¿Có mo marcar?

Ochako deja la plancha a un lado. Katsuki aún es pequeño para saber ciertas cosas.

—S on muchos detalles, pero cuando suceda, ningún alfa se te acercará.

—N i omegas a Izuku.

La beta resopla una risita ante su inocencia.

No dice más.

Katsuki piensa que, si los alfas de la casa Todoroki en verdad están molestando a Inasa, entonces debería decirle Shoto que lo marque y fin del problema.

Notes:

Inasa sabe cosas, pero Katsuki esta chikito como para tener muchas explicaciones.

No recuerdo si lo mencione en el capítulo anterior, pero dentro de este universo los betas son tratados por sus nombres. Los omegas –salvo en la escuela- también, hasta que se casan y pasan a tener el apellido del alfa. En el caso de ellos este si prevalece.

Gracias por los kudos! y no olviden comentar.

Chapter 8

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Cuando le dijo a Inasa que los omegas eran aburridos y que solo él era la excepción, no mentía. Katsuki se aburre soberanamente estando con sus compañeros omegas. Comprender que el mundo en el que crece se basa en diferencias entre ellos y los alfas, pero no puede creer que estas lleguen a un punto en el que interfieran también en sus relaciones.

Con Kirishima e Inasa el asunto es sencillo. Conversar sobre cosas sin mucho sentido, solo bromear o divertirse. Si bien, con Kirishima juega con mayor libertad, no diría que estar con Inasa sea aburrido. Distinto a sus amigos omegas de escuela. Casi no juegan y sus conversaciones giran en torno a que alfa le sería más provechoso en un matrimonio; recordándose que, si no consiguen una pareja antes del primer celo, su vida estaría acabada.

Hay miraditas indiscretas que lanzan a los alfas de otras secciones, coqueteos en la hora de almuerzo. Todo en busca del mejor prospecto.

¿Prospecto de qué?

Esta seguro que Yuga ni siquiera sabe que significa esa palabra que tanto usa.

Pero que, incluso así, ha calado en el resto del grupo. Sin ir muy lejos, estaba Kyoka que ya caminaba de la mano con Sero y solo esperaban definirse como omega y alfa para poder sellar un compromiso.

Y ¡carajo! Que es ridículo encasillarse en esas cosas cuando él aún tiene en mente que jugará esa tarde con Inasa.

Resopla ofuscado por lo absurdo de todo.

—Yo voy a estudiar ahí hasta los dieciocho —señala el edificio en frente, decidido

Kirishima, sentado al lado suyo en el jardín, suelta una carcajada grande en la que escupe parte de su almuerzo.

—Hablo en serio —masculla. Ceño fruncido.

—Sí —el alfa continúa riendo—. Compartiremos pupitre y te ayudare a bajar las escaleras cuando estés embarazado.

Katsuki golpea duro su brazo. Deja de reírse, arremetido por el dolor. En represalia, arranca una porción de césped y se lo arroja en la cara. Katsuki le toma de la mano cuando la mezcla de tierra y vegetación ya le ha caído encima.

—Par de tortolos —irrumpe Sero, molestándoles. Se acerca junto con el grupo de omegas—. Ya va a empezar el segundo periodo.

—No está bien que anden solos cuando tienes un alfa, Katsuki —reprende Denki.

Oui, oui —Yuga secunda a su amigo, inclinándose en dirección a ellos. Roza mejilla con Kirishima—. Deberías fijarte en otro omega.

El grupo ríe del sonrojo llamativo que se origina en el alfa. Aunque lejos de ser un gesto en respuesta al coqueteo, Katsuki nota vergüenza e incomodidad. De hecho, no es la primera vez que percibe ese ambiente en torno a él. En más de una ocasión Yuga y Denki han mostrado su interés con acercamientos excesivos, contacto físico. Admite que durante esas veces se ha unido a la burla que hace Sero y quizás sea esa el rezago de la conversación con Denki —y los acercamientos inapropiados de los Todoroki con Inasa— que recién cae en cuenta de lo extraño que puede resultar aquello.

Porque nadie parece notar la incomodidad de Kirishima, ni hacer gran escándalo cuando es un omega el que se acerca de más.

Ni siquiera los maestros les llaman la atención.

Aunque es consecuente a la idea de Yuga de que, si los omegas van a la escuela, es para buscar a su futura pareja más que verdaderamente a aprender algo.

Como Kyoka y Sero, que solo esperan cumplir catorce, definir géneros y comprometerse.

Y pensándolo fríamente sin juzgar por géneros, creería que no son solo los omegas quienes ven esos años escolares la posibilidad de encontrar pareja. No ha visto a nadie negarse a un coqueteo de Yuga, por ejemplo.

Salvo Kirishima, claro está.

Ciertamente, no le ha visto mostrar interés en nadie.

...

—¿T e gusta ese Kirishima?

—¡N o! —el golpe que precede su respuesta hace que Inasa se queje adolorido— ¿Cómo demonios llegaste a esa conclusión? exagera un escalofrió, antes volver los ojos a su libro.

—S olo tuve la impresión.

Inasa frota el lugar del impacto en su brazo. Le ha dolido el golpe y la respuesta que obtuvo continua sin convencerle del todo. Resopla aburrido, dejando el dolor de lado y recostándose sobre el escritorio de su amigo. Acostado de lado, observa a Katsuki continuar repitiendo la misma oración de su libro.

Habia ido de visita aprovechando que Shoto iría a ver al alfa de esa casa y ahora lo tenía distraído en temas de su escuela o ese tal Kirishima.

Aun no lo conocía, pero tan bien no le caía.

—Entonces, ¿Qué crees? —retoma el punto inicial de la conversación una vez que parece haber memorizado finalmente la oración que leía.

—No lo sé —dice sin interés en verdad—. Quizás le gustan los alfas —suelta adrede.

Los orbes de Katsuki viran hacia él, el gesto le cambia.

—¿Eso es posible?

Inasa se encoge de hombros.

Una vez más, Katsuki retoma la concentración en sus estudios. Aunque solo es la posición de su rostro, su mente se esfuma.

Nunca lo habría pensado.

En buena parte, porque desde que llegó a ese lugar se le enseñó que alfas solo se emparejan con omegas. Una regla que ha visto no se aplica a betas, por lo que sería factible que lo que dice Inasa tuviera un poco de verdad. Son muy pocos omegas los que asisten a la escuela, lo que hace que los alfas no les pongan peros a sus coqueteos.

Kirishima es la excepción.

Aunque tampoco es que lo haya visto con muchos alfas. Ciertamente, solo se junta con su grupo y siendo que los omegas están descartados, el único posible prospecto, queda siendo Sero. Según sabe, viven muy cerca el uno del otro, han estudiado gran parte de sus vidas juntos y se llevan bastante bien.

Pero Kyoka quien sale con Sero.

—¿S igues pensando en él? —Inasa pega sutilmente su rodilla, llamando su atención a que deje de garabatear la misma letra una y otra vez.

¿Quésucede si le gustan los alfas? —deja el lápiz.

—N o creo eso llegue a algo más que un gusto —mueve el rostro, ocultando la mitad bajo sus brazos cruzados— ¿Qué piensas? Si el fuera así, ¿tú...? deja la pregunta en el aire.

—D e dónde vengo ni siquiera existen alfas y omegas —toma nuevamente el lápiz, continúa estudiando.

—¿N o te molesta?

¿Por quélo haría?

—S i a mí me gustaran los omegas, ¿no te parecería extraño?

Katsuki le mira de lado.

—¿T e gusta un omega?

—¡N -no! —endereza el cuerpo, negándose con fuerza— E ra solo... olvídalo.

—N o me importa. Sigues siendo tu y me gusta como eres.

La respuesta de Inasa es la que siempre tiene cuando ha oído algo que le agrada: Se pega a su hombro y frota la mejilla.

La semana termina junto a los exámenes y Katsuki no siente que haya sido tan terrible aquello. Incluso cuando en su tiempo llevando clases con Tenya nunca tuvo un periodo similar. Con el alfa solo se trataba de aprender a leer, escribir, un poco de matemáticas y comportarse. De hecho, gran parte del día se iba en eso ultimo.

Suelto un suspiro largo, cayendo al respaldar de su silla cuando el último examen es quitado de su pupitre.

—¡O dio esto! —la queja de Denki no tarda en llegar a sus oídos. Sentado al lado suyo, oculta el rostro tras sus manos— Papá va a matarme si traigo otro desaprobado ¡Seré una decepción para los Todoroki!

—C alma —consuela K yoka, frotándole la espalda.

—A penas vamos mitad de año, no exageres minimiza Katsuki.

—E s fácil decirlo, tú tienes un alfa —retoma la compostura, bravo como siempre que se molesta. Bufa cruzándose de brazos—. Ni siquiera sé qué haces aquí cuando podrías quedarte en casa.

Katsuki rueda los ojos.

Odia cuando uno de ellos sale con eso para medir lo fácil que tiene la vida.

Chasquea, restándole importancia como suele hacer cada que sacan a relucir ese argumento. Da un vistazo a su alrededor, percatándose que, aunque todo su grupo se ha juntado en torno a Denki, falta Kirishima. Con disimulo, busca dentro de un radio más grande. En medio del tumulto del resto de alumnos lamentándose por los exámenes, logra verlo. De pie al lado del escritorio de Kayama-sempai. El chico sonríe, rasca su nuca y la ayuda a llevar el cumulo de exámenes hacia la sala de docentes.

Aprovecha la distracción originada por el lloriqueo de Denki y sale tras el par sin levantar sospechas del grupo.

El receso del segundo periodo ha iniciado y hay suficientes alumnos por fuera que pasan desapercibida su presencia. A paso lento, camina tras de ellos. La maestra habla cosas que no logra oír, Kirishima la mira al rostro, asintiendo a todo.

Pero es la mirada la que termina captando su atención. No se lo ha visto antes con nadie en su aula y es similar a la que Yuga o Denki suelen tener cuando el alfa les habla.

Una vez que llegan a la sala de maestros, Katsuki permanece afuera a la espera.

Si la sospecha de Inasa es cierta, entonces a Kirishima le gustan los alfas.

—H asta luego, Kayama-sempai —la puerta se abre de pronto y tan rápido como se ha despedido, suelta un gemido de sorpresa al verlo—B ro —resopla, risita—, me asustase, ¿vas a hablar con un maestro?

—¿T e gustan los alfas? —pregunta directo .

Kirishima abre grande los ojos. Le cubre la boca, empujándolo contra la pared y mira hacia ambos lados.

No hay más personas en ese pasillo.

Lo coge del brazo y caminan hacia las escaleras, en dirección a la azotea. Se detienen poco antes del cordón de prohibido.

¿Quécarajos dices? está molesto. El Kirishima que conoce jamás se expresaría de esa manera de no estarlo ¿Tienes idea el lio en que me meterías si alguien te oye?

No por eso, Katsuki entierra sus dudas.

—Siempre rechazas a Yuga y Denki

—Porque no me gustan.

—Y Kayama-sempai sí.

—¡Shhh! —vuelve a mostrarse alerta, mirando hacia todos lados— Ya deja de decir eso.

—¿Eres omega?

—¡No! —responde de inmediato. Exhala, derrotado— Promete... prométeme que esto no se lo dirás a nadie —dice amenazante. Katsuki asiente—. No, no, dilo. Júralo por tu alfa.

—Sí, sí, lo juro por Deku.

Kirishima se muestra un poco retraído, nervioso. Respira fuerte, ojos esquivos. Es extraño tenerlo así cuando siempre se muestra alegre y enérgico.

—Solo... no... no sé qué me sucede con las feromonas dice muy bajito —. S e que aún es leve lo que logro percibir y tampoco es que me desagraden —se apresura en aclarar —, pero... no me atrae... Solo está ahí como algo molesto.

—K ayama-sempai es alfa y se supone que no te gusta los olores...

—Es que no es el olor... al menos no solo eso... sino... ella... como persona...

—¿T e gusta Sero?

—¡C laro que no! —h ace una mueca de asco Bro, ¿de dónde sacas esas cosas?

Se encoge de hombros sin dar respuesta a eso ultimo y pensando en lo que le ha dicho. No hay mucha lógica que usar, aunque Kirishima se haga enredos en explicarlo. Es algo que ha visto durante su corta infancia en el campo, con los betas, donde todo parece ser más sencillo.

—Entonces solo te gustan las alfas mujeres.

Eijiro tuerce los labios, no queriendo afirmar ni negar nada. Baja la mirada, jugando con su pie.

—¿C rees que soy raro?

—Sí.

—¡Consuélame al menos!

—¿Consolar qué? Eres un idiota que odia las feromonas, es todo.

Kirishima hace un mohín.

—Y tú un idiota que tiene un amigo así.

Tenya pasa a la salida a recogerlo en el auto.

Algo de rutina.

Katsuki se despide de sus amigos ahora que han empezado las vacaciones de verano. Que entiende es un periodo en el que no ira a la escuela y asume que es algo bueno si no hay más tareas ni exámenes.

Toma asiento en la fila de atrás, viendo a sus amigos caminar en grupo.

La respuesta de Kirishima le ha dado que pensar. A su edad, ya sabe lo que son las feromonas y la función que cumplen en alfas y omegas. Sin embargo, hasta él conoce la diferencia. Ha percibido el aroma otros omegas, es cierto que aún es suave, pero está ahí como un distintivo, nada especial que logre percibirle. Ha diferencia del aroma de alfa. Es una sensación extraña, como si algo dentro suyo se removiera. Incluso si la intensidad puede ser distinta entre Kirishima, Tenya e Izuku; todos logran despertar ese algo en su interior.

Es lo natural, según sabe.

Luego estaba Kirishima y sus cosas raras.

—¿P uede un alfa gustar de otro alfa? pregunta en medio del camino a casa.

Tenya le ve por el espejo retrovisor.

—E so es una aberración.

—¿Y si se tratase de dos omegas?

—E s lo mismo.

—P ero los betas se emparejan entre ellos.

—B eta hombre nunca se empareja con beta hombre. Lo mismo entre mujeres. Alfas y omegas tenemos esa similitud. Los alfas, somos la parte masculina; los omegas, la femenina. Por eso se emparejan.

Visto de esa manera, cobra mayor sentido.

Entonces, ¿Qué vida le depararía a Kirishima?

Notes:

Yo necesito saber sus teorías de cómo se dará el KiriMina.

Siguiente capitulo, POV de Shoto. Para tener una visión más adulta del mundo.

Chapter 9

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Capitulo 9

Shoto no podría decir que está inconforme con su vida. Siendo el menor de cuatro hermanos, sería fácil deducir que le tocaría muy poco por heredar. Sin embargo, su padre había decidido escribir la historia a su manera. Si bien no siempre fue así, la reputación dudosa que el mayor de sus hijos había cosechado alrededor suyo, seguido de por su hermano, había hecho de esta una decisión fácil. Enji Tododroki había sopesado su elección dejándolo finalmente en manos de la capacidad y comportamiento que de sus dos hijos restantes. Situación que no le fue compleja ganar a Shoto, pues su hermana había desistido rotundamente a relacionarse en los negocios de la familia.

Quedando al final él como heredero global.

Y aunque debería ser sinónimo de dicha, Shoto sabe que también es una gran presión la que han puesto sobre sus hombros. No se trataba únicamente de administrar sus terrenos de manera óptima, sino ver también los negocios que esta generaba al ser vendida. Adicionalmente, había cierto circulo social al que debía mantener satisfecho con sus acciones y decisiones. El comportamiento que mantenía era también una rama importante entre los alfas de clase alta que le rodeaban. Un compromiso provechoso con una omega era lo que se esperaba tras su definición como alfa a los catorce años y futuro matrimonio a los dieciséis.

Un matrimonio joven es provechoso en la búsqueda de hijos alfas. Pues son los betas quienes proliferan en mayor número y de quienes suelen deshacerse a la mínima sospecha.

Aunque ahora son cuatro hermanos, Shoto podría contar al menos unos cinco más con los que ha tenido contacto antes de su deceso temprano o alejamiento forzoso.

En todo caso, él —al igual que sus hermanos en su momento— no estaba dispuesto a un matrimonio joven con alguien que no conocía, condenando su juventud y toda la libertad que eso implicaba, solo porque sus negocios podrían ampliarse. Sin embargo, declinar tampoco era favorable para su posición. Fue ahí cuando la idea de un omega de crianza apareció como la mejor excusa que podía tener.

Entre muchachitos quisquilloso, llorones y ruidosos, había tardado varios años en llegar a Inasa. Alguien que, si bien no lo veía como potencial pareja, al menos era tranquilo y respetuoso de las reglas entre alfas y omegas.

El despertador suena y su rutina da inicio.

Se asea, viste ropa fresca que no incomode al dar su habitual cabalgata por las hectáreas y baja a desayunar. Parte de pertenecer a una gran familia es obedecer ciertos mandatos, como esa unión familiar matutina de todos en la mesa. Inasa se encuentra ahí antes que él. Le hace una reverencia sin alzar el rostro.

Respeto.

Aunque en esta ocasión es evidente que camufla algo más. Con seis años teniéndolo en casa, ha aprendido a leer ciertos comportamientos suyos. Le coge de la barbilla, alza su rostro.

—¿Qué sucedió? —recorre con el pulgar la herida sobre su labio.

—Lo de siempre —responde Touya, sentado frente a él en la mesa—. Que no sabe obedecer. Te falta mano dura.

—O deberíamos disciplinarlo nosotros —complementa Natsuo, riendo en conjunto con su hermano.

El aroma que trae Inasa encima delata en parte lo sucedido.

Huele a alfa.

A Touya.

Le suela y arrima la silla, otorgándole espacio a sentarse.

Viendo a su madre, es fácil deducir que ese no es el mejor lugar para un omega. Mas allá de la crianza estricta que demanda su padre y ejerce Momo, está la amenaza constante de sus hermanos. Siendo que Inasa no le pertenece como pareja, no es alguien a quien pueda defender sin una repercusión legal. Siendo un omega que aún no se define, tampoco es alguien a quien ampare la ley en defensa contra algún alfa.

Yéndose de casa el asunto se solucionaría. Viviría solo él, Inasa y Momo, como lo hace Izuku con su omega. Pero hay apariencias que guardar de cara a la sociedad e irse de casa rompería ese estatus de familia que mantiene la suya. No duda que su padre sería capaz de desheredarlo.

¿Lo valdría?

Ciertamente, no.

Le da lástima Inasa, sí. Es un niño solo en una casa que está seguro hasta el día de hoy se le hace ajena. Pero no encuentra en ello razón suficiente para perder todo lo que ha conseguido hasta ahora. Inasa estará bien mientras no se exponga demasiado, se mantenga en su habitación y solo salga del lado de Momo. Incluso ha permitido el acercamiento al omega de Izuku —siendo él un niño sumamente maleducado— con tal de darle un respiro en medio de toda la presión ejercida en casa.

Eso es más de lo que se le daría a cualquier otro omega de crianza.

Y Shoto se considera una persona benevolente en cuanto a su trato.

El agua donde crece el arroz refleja cual espejo el sol chispeante. El vapor crea una sensación húmeda en torno a los pozos de cultivo. Shoto sopla hacia su propio rostro mientras cabalga y el calor sofocante le hace sudar. Supervisa la próxima cosecha que sus betas ya empezaron a extraer sumergidos en el agua.

A su paso, esos betas saludan, cabezas gachas.

No pierden el ritmo.

Saben que un gramo menos de cosecha podría definir su estancia dentro de sus tierras o una ración más pequeña de comida. No sabe con exactitud cuál es la advertencia que ha usado esta vez el capataz de sus sembríos. Porque en época de cosecha siempre las pones para impulsar al máximo el rendimiento, aunque estas nunca lleven ganancias como incentivos, sino castigos.

¡Shoto!

Detiene el caballo, mira hacia atrás.

Izuku se aproxima galopando desde el límite donde sus arrozales se convierten en los trigos del otro alfa. Shoto tira de las riendas de su caballo, haciéndolo girar y guiándolo hacia su amigo.

Casi hermano.

Izuku es un alfa que nació en su villa beta. Una práctica muy común entre los dueños de betas, es llevar a casa a todos los alfas u omegas que nazcan en sus propiedades. De esta manera son educados acorde a sus criterios y no se contaminan con la ignorancia de los betas. Así pues, Izuku fue criado a su lado desde muy pequeño. Creería que incluso menor de lo que Inasa llegó a casa. Las tierras que ahora administraba, habían sido donadas por su padre. No era bien visto que una familia que criaba a un alfa, al cumplir la mayoría de edad, lo soltara sin más a la vida en la ciudad. Menos aún, si era una familia poderosa como la suya.

Tira de la rienda, disminuyendo el trote al notar que Izuku no viene solo. El caballo da un quiebre leve y es en ese ángulo que logra confirmarlo. El omega de Izuku viene sentado delante suyo. Detiene el paso a poca distancia.

El mocoso le ve con ceño fruncido. Ni siquiera a saluda.

¿Ahora lo traes a ver el sembrío? ¿También le enseñaras de cosechas?

Izuku ríe.

—E stá de vacaciones y se aburre en casa baja del caballo —. De hecho, más tarde pasara a ver a Inasa.

Shoto apenas hace gesto.

Baja también y ambos andan jalando a sus caballos de las riendas

—L o dejas ir a la escuela, lo traes a conocer tierras que a un omega no le importan... mejor adoptabas a un hijo.

—S i lo piensas detenidamente, es un poco así.

—Sí — dice con sarcasmo, viendo al niño serle indiferente mientras acaricia al caballo que aun monta —. P or eso ahora debo cumplir el capricho a Inasa de tener una fiesta de cumpleaños ¿De dónde voy a sacar niños omegas?

—K atsuki se puede encargar de eso —dice de buena gana— ¿Verdad, Kacchan?

—E s una estupidez lo que haces interrumpe antes que el menor diga nada . Es un omega de crianza, debería estar en casa, cuidado por su tutor; sin contaminarse del exterior.

Izuku niega con una sonrisa en los labios.

—Q uiero que viva su infancia como cualquier otro. Ya luego podrá preocuparse de ser mi omega.

Por ley, todo omega de crianza debe tener un tutor. Es quien vela por el bienestar del niño más allá del ámbito monetario. Supervisar que tenga una vivienda digna, su educación, alimentación, diversión. Aunque leído entre líneas, se trataba de vigilancia constante a que su alfa no le haga daño. Algo que, teniendo en cuenta el poder que un alfa tiene para adquirí un omega pequeño, no siempre se cumple. Menos aún, cuando el tutor es otro alfa y no un omega, como cree Shoto debería ser lo correcto. Al menos un beta vendría bien. Sin embargo, los omegas no tenían permitido trabajar ni un alfa le otorgaría esa facultad a su pareja; por otro lado, la labor de los betas se reduca a tareas en el campo o ayudantes en casa.

Siendo así, él únicamente había decidió en base a quien comulgaba mejor con sus creencias. Algo que a estas alturas ya no está seguro de que Momo lo fuera. Si bien en inicio la alfa estuvo a la altura de sus expectativas haciéndose cargo por completo de Inasa, de un tiempo a este sus requerimientos de involucrarlo habían ido en aumento. Al principio pedía intervenir más en sus horas de clases, al menos acercándose al estudio que le pertenecía al omega. Luego con obsequios cada tanto.

Shoto ni siquiera conocía los gustos de él.

Ahora, debía separar un par de horas de su tiempo para tener un momento a solas con Inasa. La exigencia había sido de al menos tres veces por semanas. A pesar suyo, debía acatar puesto que en el momento que un alfa se convertía en tutor, no podía desligarse del puesto hasta que el omega tuviera el primer celo y el “mando” pasara a su pareja tras la marca.

Resopla, fastidiado.

Según la alfa, no importaba que Inasa apenas estuviera por cumplir doce años, debían ir acercándose para que más adelante el emparejamiento no se sintiera forzado.

Algo que, para él, es una pérdida de tiempo.

¿Conocerse?

Una vez se defina como omega, su vida será sellada a su lado indiferente a si se conocen o no. En su primer celo lo marcaría y nueve meses más tarde, nacería su primer hijo.

No hay nada que discrepar o argumentar en ello.

Es solo el flujo de la vida siguiendo su camino. Inasa será obediente, sumiso y leal; mientras, él le premiará con todo el fruto de su trabajo y lujos que amerite. Como su padre se los da a su madre. No tiene por qué haber romance o esas cosas que es lo que cree Momo espera.

Tira el cuello hacia el respaldar de su silla, exhalando fuerte.

Sentado en la mesa de su balcón, oye la puerta de la habitación abrirse. Apenas gira unos grados el rostro, lo suficiente para ver por el rabillo del ojo. Inasa ingresa con una fuente, lleva té y galletas. Unas betas le ayudan a mantener equilibrio, seguramente habiéndole entregado la bandeja solo segundos antes de ingresar.

Seguramente ni siquiera él había preparado lo que traía.

Una vez tiene estabilidad, las mujeres se retiran y el omega se acerca, posando la bandeja sobre la mesita de té.

Buena tarde hace una reverencia.

Toma asiento en la silla lateral. Espalda derecha, vista abajo. Juga con sus dedos nervioso.

Puedes tomar una galleta si quieres.

—Sí , gracias obediente, coge una y empieza a comer.

¿Cómova tu día? intenta romper el hielo o los minutos se le harán eternos.

Inasa deja la galleta a medias, espera tragar y entonces habla. Son cosas muy... sosas. Y Shoto entiende que no puede exigir mucho cuando no hay un tema en común entre ambos y lo más probable, es que Inasa solo cuente aquello que cree que pude interesarle. Como sus lecciones con Momo, las felicitaciones que le ha hecho, los temas que aún le faltan aprender o su buena caligrafía que incluso demuestra sobre una servilleta.

Siempre es igual, nunca hay un tema diferente. Lo mismo sucede con él cuando el omega pregunta, no tiene más tema que hablar sobre su trabajo a grandes rasgos. De todos modos, no es algo que comprendería.

El flujo de palabras apenas dura unos minutos antes que el silencio tome posesión. Entonces Inasa sirve el té para llenar el vacío. Algo que seguro Momo le ha enseñado a hacer. Le entrega la taza, sin levantar la cabeza por completo. Sin siquiera rozar los nudillos con los suyos. Siempre alerta, siempre educado. En ningún momento le mira directo a los ojos, contrario al omega de Izuku.

Algo que debería agradarle, pero termina por no hacerlo.

Comprende que ese omega es un desastre y traerá problemas en exceso a Izuku en el futuro; sin embargo, esta seguro que puede mantener un ambiente más agradable que el que se forma con Inasa.

Dentro de su rutina semanal, solo existe una cosa que le aburre más que esas “citas” que tiene junto a “su omega”.

Las reuniones con alfas importantes son eventos pequeños que su padre organiza en casa cada cierto tiempo. En época de elecciones, cuando hay un negocio floreciendo, cuando alguien llega de otra ciudad o simplemente. Sabe que son situaciones obligatorias a las que tiene que asistir si va a heredar el negocio familiar. Conseguir nuevos contactos y estrechar vínculos con los antiguos es algo necesario en el mundo en el que habita.

Sin embargo, resulta cansado cuando el tema laboral queda en un plano secundario y el tema principal pulula entre el aroma delicioso que tiene el omega de algún alfa de poca monta o la última beta exuberante que le acompaño durante el celo. Eso, si no es acosar a la servidumbre de la casa. Situación a la que tampoco es tan ajeno. Uno no puede andar libremente de un omega a otro si no es de manera formal, mucho menos puede encontrar burdeles dentro de esas ciudades centrales que se vanaglorian de su moral y buenas costumbres.

Cosa que no sucede en las ciudades satélites de betas.

O en las propias casas que ostentan tener servidumbre.

Más de una beta estaría feliz de conseguir ser la amante del alfa cabeza de familia si eso le beneficia a ellas y sus familias en las villas. Realidad que predispone a los omegas a detestar a los betas. Su madre es muy callada y sumisa, pero la ha visto ser bastante tirana con la servidumbre.

En todo caso, es un odio mutuo a como él lo ve.

Como fuera, esos resultan temas que preferiría mantener bajo la alfombra y no sacar a flote sin vergüenza alguna.

Apoya la espalda en el marco de la ventana. La vista del jardín le permite ver a Inasa divirtiéndose junto a Katsuki en lo que puede catalogar como su momento de paz del día.

A él también le gustaría tener uno.

Llegaron noticias sobre el oeste de Europa —comenta casual uno de los alfas invitados—. La corriente de liberación beta arrasó a su paso.

—¿No los detuvieron?

Se confiaron. Les dejaron tomar mucho terreno y terminaron rindiéndose algunos países. Son pocos los que siguen dando lucha.

¿No deberíamos preocuparnos? —esta vez, la voz es de una mujer— Es decir, los alfas siempre hemos encabezado las tropas, pero los ejércitos los forman betas.

Nuestros betas saben obedecer —afirma Natsuo, intrépido a la noticia—. E n todo caso, no somos tan suaves como en otros continentes.

¿Ese es tu omega? pregunta uno de los hombres cerca suyo, distante a la conversación principal.

Shoto le ve de soslayo.

Cabello naranja, contextura delgada, nariz larga.

—E l más grande responde su padre, lo suficientemente cerca para oír la pregunta.

—Recuerdo cuando recién lo trajeron —vuelve a tomar la palabra la única mujer del grupo—. E ra pequeñito como mi hijo; ahora empieza a verse como un omega.

—B astante bonito —acota el alfa temeroso de los betas de Europa— ¿Ya huele?

—A veces responde Touya, dando un trago largo a su vaso de whiskey.

Reconoce que no es la primera vez que su familia se encarga de responder preguntas relacionadas a su omega. Ya sea en la intimidad de familia o como ahora, con personas ajenas a ellos. Eso no quita la incomodidad que emerge en él cada que esto sucede, más aún, cuando resulta un hecho íntimo. Porque los omegas así de pequeños no andan liberando feromonas para todos. A esa edad, su aroma todavía es débil y es evidente para todos ahí que, si Touya ha respondido con certeza, es porque le ha olido de cerca.

Algo a lo que solo él, como su futuro alfa, debería estar permitido de hacer.

Y una parte suya entiende que el instinto en los de su especie es fuerte, incontrolable a veces, y despierta a la más mínima presencia de feromonas.

Pero eso no minimiza lo ofensivo que resulta su comentario.

¿Qué clase de alfa permitiría que otro ande oliendo a su omega?

¿Qué omega permite que un alfa ajeno se le acerque?

Va tan mal para él, como para Inasa.

—D ebe ser una delicia marcarlo suelta la mujer, incluso después de haberlo comparado con su hijo.

El aroma de todos que se trasmite en el silencio reafirma la postura.

A penas va a cumplir doce habla finalmente, esperando que la mención de su edad sea suficiente para dar por terminado el tema.

Porque nadie lo ha puesto en palabras ni lo harían teniendo en cuenta lo discretos que pueden ser con algunos términos, pero todos entienden lo que implica “marcar” a alguien que aún no ha surcado por el celo.

Sin embargo, su respuesta solo obtiene bufas a cambio.

¿Y? Por algo son omegas de crianza rebate el argumento su propio padre . El hecho de que te deba todo a ti, hace justo que lo pruebes antes del celo.

Y somos alfas, hermanito complementa Touya . No olvides que para nosotros es una necesidad querer a un omega.

Debimos hacer eso con Denki se queja Natsuo, extendiendo el brazo a que le sirvan más alcohol.

—¿ El omega que estaban ofreciendo? pregunta el mismo alfa de inicio. Uno de baja clase que intenta encajar entre ellos sirviéndoles trago ¡Cierto! no lo he visto en casa —le entrega un vaso lleno a Shoto.

Natsuo resopla fastidiado.

Fuyumi decidió dejarlo en la villa un sorbo largo a su trago “El lugar de los niños es junto a sus padres” remeda.

El grupo ríe.

—E lla siempre fue muy anticuada.

—C omo la gran mayoría.

—Parece que nunca se hubieran cogido un omega en celo.

—L o único bueno que han traído los betas rebeldes, es que a donde llega su doctrina de “libertad”, hace que los omegas se vean obligados a prostituirse —comenta E nji ¿Imaginan eso? No más betas durante los celos.

Alza el vaso y todos le imitan, estando de acuerdo con el comentario, vitoreando sonidos sin significado alguno en muestra de apoyo.

Shoto da un sorbo de su vaso que no ha alzado, dolido en su orgullo de alfa a pesar de que el tema sobre el aroma de su omega ya haya quedado atrás. Vuelve la vista hacia el jardín, donde Inasa continúa jugando.

Inconsciente de lo que se dice ahí dentro.

Notes:

Cosas malas se aproximan y ya veremos a que Todoroki odian más.

Como dije en comentarios que respondí antes, todos los capítulos anteriores están basados en perspectivas de niños. Recién aquí tenemos una visión más adulta, aunque bastante indiferente. Peeeerooo recordemos el entorno en el que crece Shoto y como este es capaz de condicionarlo a pensar como lo hace.

No justifica, pero sí explica.

Chapter 10

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

—¡Katsuki, espera!

La voz de Tenya no es capaz de detenerle. El auto apenas a detenido su movimiento y él ya ha saltado fuera del mismo con la mochila al hombro, corriendo hacia Inasa que le espera de pie en el pórtico de su casa.

—Lo siento —el alfa se disculpa con Momo, dándole el alcance al omega que debe cuidar.

La mujer menea el rostro, desaprobando la conducta del niño, pero sin expresarlo en palabras. A estas alturas, entiende que es en vano lo que tenga por decir.

La crianza de una casa a otra es muy distinta.

—Ven —Inasa toma a Katsuki de la mano, guiándolo dentro.

Siempre supo que la casa enorme de los Todoroki tenía áreas definidas solo para alfa u omegas. Inasa le había comentado hace mucho sobre una zona de piscina en el ala posterior de la casa, casi colindando con las habitaciones de la servidumbre. Un lugar tan grande como la sala principal —en palabras de Inasa—, donde nadie más que los omegas tenían permitidos el ingreso.

Y siendo que solo existían dos en esa casa, entendía que se trataba de un área prácticamente privada para su amigo.

Aun con ello, tanto Tenya como Izuku siempre mostraron su negativa a que asistiera a esa zona, argumentando que era un lugar peligroso para dos niños pequeños solos.

Pensamiento que había cambiado radicalmente ese verano a mitad de sus vacaciones.

En inicio, estas sonaron muy tentadoras. Sus compañeros eran alegría pura el último día de clases. Cree que quizás se dejó influenciar un poco por ello antes de meditar en lo distinta que eran sus vidas. Los alfas podían salir a la calle a jugar entre ellos, los omegas —que en su mayoría gozaban de familias numerosas— no conocían la palabra aburrimiento.

A Katsuki la alegría le había durado poco.

Y si él se aburría, no había manera en que no empezara a colmar la paciencia del resto de personas en casa.

El primero en sacarse de quicio fue Tenya, que no encontraba más maneras de decirle que visitar a Kirishima no era una opción para aplacar su aburrimiento. La siguiente víctima fue Ochako, que no podía continuar entreteniéndole e intentar terminar sus labores a la vez. Finalmente fue Izuku que, tras llevarlo a pasear un par de veces al campo, decidió que solo otro niño podía ser la solución a la cantidad inmensa de energía que traía encima.

—Wow —es todo lo que logra gesticular cuando Inasa abre la puerta del lugar al que le ha llevado.

Lo primero es un recibo pequeño con una mesa en medio y un florero inmenso. El pase al siguiente ambiente es abierto y por ello logra ver la piscina gigante. Es tan grande como Inasa dijo. Rodeado de ventanales gigantes con diseños de vegetación, dando una ligera curva en el borde antes de unirse al techo.

—Es bonito, ¿verdad? —habla emocionado Inasa, cerrando la puerta tras de ellos—. Podemos colocar nuestra ropa aquí —indica, señalando al borde más próximo de la piscina.

El piso amplio da espacio unas camas de madera, junto a unas mesas en donde hay un par de toallas.

Inasa empieza a desabrochar su camiseta.

Katsuki no ve más que toallas cerca.

—¿Entraremos sin ropa? —consulta extrañado.

—Sí —responde con obviedad.

—Tenya me hizo traer ropa para entrar.

—Oh —dice un poco confundido—. Nunca he usado algo así —continúa desvistiéndose—. Pero no tienes de que preocupare, estamos seguros. Nadie entrará mientras estés tú.

Katsuki enarca una ceja, con más dudas que respuestas.

¿Están seguros de qué?

¿Quién no entrará?

¿La madre de Shoto?

Porque en esa casa enorme los únicos omegas son Inasa y ella. Los únicos que en teoría deberían ingresar ahí. Entorna los labios y antes de que salgan las palabras, finge pasar su lengua por el borde de sus dientes. Recuerda lo que Deku le dijera tiempo atrás sobre no inmiscuirse de más en cosas que puedan incomodar a su amigo. Inasa es un omega anticuado y Momo lo suficientemente recta como para permitir que algo como lo que dijo Denki le suceda.

Así que prefiere asumir que se ha referido a al otro omega de la casa.

Gira dándole la espalda a Inasa. Empieza a desvestirse, colocando la ropa doblada sobre la mesa como le ha indicado. Admite que es un poco vergonzoso. Ya no es un niño pequeño como cuando Ochako lo bañaba, ni ha tenido ese nivel de intimidad con Inasa antes.

Aunque no tendría que resultar extraño, si los alfas se cambian todos juntos luego de hacer deportes en la escuela, según han comentado Sero y Kirishima.

Termina de desnudarse. Usar la ropa que Tenya le envió está demás cuando es evidente que Inasa sabe más de piscinas que él. Ve sobre su hombro, listo para lo que viene después. Inasatrae los ojos sobre él.

Katsuki se pone de lado, queriendo llamar su atención.

No lo logra.

—¿Qué? —indaga finalmente, creyendo que trae un bicho encima.

—Nada —responde rápido, mejillas rojas.

La vergüenza de Inasa le da un poco más de confianza. Incluso un omega acostumbrando a nadar desnudo siente un poco de incomodidad de eso.

Camina hacia el borde de la piscina,donde unas gradas se dibujan debajo del agua. Inasa es el primero en ingresar. Confiado, no tarda en sumergirse y aparecer al final de las gradas, con el agua arañándole los hombros.

Katsuki, por su parte, lo hace más lento, tanteando el terreno primero. En casa tiene una bañera, pero no se compara con el tamaño de ese lugar. El piso no resbala como imagina y empieza a caminar. Un escalón a la vez, desciende sintiendo escalofríos por la temperatura del agua. Es refrescante para ese día soleado, pero en ese ambiente cerrado sí logra sentirse más frio.

—Por ese lado es bajito, no vas a ahogarte —le indica Inasa, señalando la zona en la que aún se encuentra.

Katsuki no es el tipo que vaya a lo seguro.

Baja decidido todas las gradas. No va a dejar que el frio ni la profundidad le venzas, incluso si debe ponerse en puntillas y dar saltitos al avanzar. Inasa ríe viendo su hazaña. Se aproxima a pasos largos, impulsándose con los brazos. Katsuki maldice su altura y termina abrazándose del hombro de Inasa, quien le ayuda abrazándolo por la cintura, alzándole del piso.

—Primera vez que debo agachar la cabeza para verte.

No solo era un año mayor que él, sino que siempre le llevó mucha altura por delante.

Inasa vuelve a reír, apoyando el rostro en su pecho. Camina un poco más adentro sin soltarle.

—Cada vez se vuelve más profunda —indica, con el rostro hacia arriba y el agua rosándole la barbilla—, pero se nadar. Si vienes el resto del verano, puedo enseñarte también.

Antes de contestar, a Katsuki se le cruza la duda fugaz de si eso se lo ha enseñado el otro omega de la casa.

Pero, una vez más, prefiere callar.

La piscina es entretenida, pero luego de unas horas su piel siente los estragos de andar sumergida en agua. También, coincide con la hora del almuerzo. Si hay algo que hace ese día distinto al resto, además de la mañana de piscina, es el hecho de que por primera vez ha ido desde muy temprano a casa de Inasa. Lo usual era llegar luego de almuerzo o, en su defecto, de la escuela.

Ese día había salido de casa ni bien terminó de desayunar y tenía intenciones de regresar lo más tarde posible.

Toman un baño en las duchas que están pegadas al muro del final de la piscina. Con toda una mañana viendo desnudo a Inasa, no hay más vergüenza entre ellos.

Momo les toca la puerta por fuera, avisándoles que se alisten y la esperen en la sala principal.

El llamado llega en el momento exacto en que su estómago empieza a sonar. En casa no es un problema conseguir comida. Puede ir cada que quiere a la cocina y pedírselo a Ochako. Ahí dentro, en cambio, no tiene idea de donde quede la cocina.

Ambos salen del área de omegas rumbo a la sala.

Inasa lo lleva de la mano, recayendo en ese aspecto ahora que reconoce lo poco que ha indagado dentro de esa casa. Rara permaneces ahí dentro. Diría que únicamente cuando hay una reunión importante o va de visita y necesita usar el baño. Incluso si es invierno, se las ingenia para tenerlo afuera, en el jardín. Preguntar seria en vano, probablemente obtendría una excusa o un no directo. Hace mucho comprendido que con Inasa hay ciertos temas que no se tocan, porque un buen omega es reservado con los asuntos familiares y si hay algo que su amigo más anhela en este mundo, es ser ese buen omega.

También esta ese recordatorio mental de Deku instándole a que no diga nada que incomode. Y puede que él nunca sea así de obediente; sin embargo, puede más la sensación de amistad y familia forjada al lado de Inasa que su rebeldía.

Eso no quita que su fuero interno construya sospechas que se balancean entre la violencia física, que es algo que sí ha visto, y el acoso, que es algo que desde que Denki abrió su boca no le ha dejado tranquilo.

En la sala les espera únicamente Momo, con su eterno rostro serio.

—El almuerzo lo tomarán en la terraza.

—¡¿Qué?! —Inasa suelta un grito de emoción, seguido de una sonrisa tan inmensa como su alegría.

Es solo un almuerzo en la terraza, piensa. No ve la emoción cuando con Ochako suelen almorzar en el jardín cada que están solos en casa.

En su camino a la terraza, logra ver que Momo sonríe ligeramente al verlo así. Lo que hace fuerte contraste con la imagen que guarda de ella.

Quizás, no es tan mala como cree.

Porque no conoce muchas personas capaces de alegrarse por ver a otros felices.

El atardecer empieza a desaparecer en el horizonte y ellos aun juegan en el jardín con la camada de cachorros que ha tenido unos de los perros guardianes. Son pequeñitos y corren tras de ellos mordiéndoles el borde de las medias.

Cuando la primera luz del jardín se enciende, Momo les pide que ingresen.

Les sirven una merienda en la sala de estudio que usa para sus clases. Mientras comen, Inasa le explica como son las lecciones que toma en casa. Como si él nunca las hubiera tenido o Tenya no existiera en su vida. Igual, no le pide que se calle y le deje comer en paz, simplemente lo deja mientras roba algunos bocadillos de su plato sin decirle nada.

Afuera, la luna llena resalta en el cielo carente de estrellas. En el jardín, los faroles alumbran el límite del terreno y dejan en penumbra las cosechas de arroz hasta la villa beta, a lo lejos, donde algunas chispas de luz aparecen diminutas.

De pronto, el ruido del motor de un auto rompe en la noche.

Inasa finalmente deja de hablar. Da un último respiro, perdido en sus pensamientos y toma asiento.

—¿Ahora qué? —pregunta, como si no supiera que sucede.

Es la misma cara larga que pone cada que debe irse.

—Me divertí mucho hoy. Incluso más que otros días —apoya el rostro sobre su mano, jugando con la comida con la otra.

Si hay algo que Katsuki ha aprendido bien de sus clases con Tenya, es que los omegas son silenciosos. Interviniendo únicamente cuando su alfa se los pide. Algo que Inasa tiene bien aprendido según aprecia, porque no hay una sola vez en que le diga las cosas de una sola; sino que siempre debe continuar escarbando hasta llegar a lo que en verdad quiere decir.

—¿Y? —le roba otro bocadillo en frente suyo.

—Me gustaría que te quedaras —murmura—. Pero sé que no puedes, tienes un alfa. Los omegas nunca duermen lejos de ellos.

—Katsuki —interrumpe Momo, tocando la puerta—, han venido por ti.

—Vamos —Inasa se pone de pie.

No importa los deseos que acaba de expresar, la obediencia puede más.

Se toman de la mano y salen juntos al primer nivel.

Sus alfas se encuentran ahí, conversando en medio del recibidor. Sus tutores un poco más a la puerta, también esperan.

—Kacchan —le saluda Izuku, sonriendo con sus hoyuelos marcados.

El omega toma velocidad en la escalera, jalando a Inasa consigo en frente de su alfa.

—¿P uedo quedarme?

La pregunta es tan rápida que baña en sorpresa a todos los presentes.

—N o —responde Tenya al otro lado del salón .

El primero en reaccionar.

—¿P uedo? repite, ignorándolo, mirando fijo a Izuku.

El alfa menea el rostro, presiona los labios.

Duda.

—K acchan... exhala. Ve a Shoto, parece pedir ayuda.

—P or favor —esta vez es Inasa el que habla. Tomando la mano de Shoto.

Katsuki juraría que es la primera vez que le ve a hablar a su alfa en frente suyo.

El dueño de casa sopesa un instante. Ve a Izuku, se encoge de hombro y asiente.

—Está b ien —concede al fin .

—¡Sí ! —s e emociona Inasa, brazos alzados.

Lo abraza fuerte, haciéndole quejarse y el resto de alfas no puede evitar reírse.

Inasa cubre su boca queriendo controlar la risa, pero es imposible y termina liberando una carcajada.

—T e queda enorme —s e burla de lo grande que le queda el pijama que le ha prestado.

—Es porque soy tamaño normal —contrataca.

—Enano.

—C alvo.

—M i cabello es corto porque así es más ordenado —dice ofendido, haciendo un mohín.

Katsuki va a replicar aquello con otro adjetivo, pero su estómago se le anticipa gruñendo. No es algo que pueda disimular con una tos, sino que suena fuerte en la habitación.

—¿T ienes hambre?

—N o, mis tripas también quieren conversar.

Inasa ríe.

—Comimos hace nada.

—Fue muy poco —se queja del bocadillo.

Que fue eso, un bocadillo, no una cena.

—Los omegas no comen mucho —canturrea, pellizcándole el abdomen y ríe alejándose antes de que le caiga un manotazo—,Iré a pedirle algo a las betas, espérame aquí.

Sale de la habitación.

Katsuki ajusta más la tira del short de pijama, apretado en su cintura y lo amarra. Igual sigue quedándole a media rodilla.

Se tira de espalda en la cama, los ojos puestos en el techo.

Todo es tranquilo.

Fuera de esas ideas maniaca que Denki puso en su cabeza, nada es tan caótico como creyó. Los Todoroki no han sido groseros con él, aunque solo se cruzó a Fuyumi y el padre de Shoto en un par de ocasiones. Incluso a Momo la ha visto ser amable con Inasa.

En todo caso, lo más extraño es que no ha visto a la omegas de esa casa en todo el día. De hecho, nunca. Sabe que hay una, lo ha escuchado de Izuku y el mismo Inasa, mas no la ha visto en todo el tiempo que lleva concurriendo ahí.

¿Acaso la vida que les espera como omegas es el encierro?

Resopla.

Imposible.

Inasa lleva una buena vida dentro de todo. Mira alrededor suyo, la habitación como tal. Es bastante ordenada a comparación de la suya, también el tamaño es superior. Cuenta dentro con una pequeña sala y mesa de té, además de la cama enorme. En los estantes ve más juguetes de los que podría utilizar en un día y su armario tiene ropa suficiente para no repetir nunca. Sin contar la cantidad de betas que tienen atendiendo en casa, atentas a lo que sea que él pida.

Su estómago vuelve a rugir.

Se alza sobre sus codos.

¿Por qué demora tanto?

Se pone en pie. Acomoda nuevamente su pijama, que no se le vaya a caer, y sale a buscarlo. Seguro se ha quedado comiendo e la cocina en lugar de traerlo a la habitación y comer juntos.

Chasquea la lengua.

Camina un poco perdido y ahí entiende porque tal vez es que Inasa siempre le lleva de la mano. La casa de Izuku es grande, podría contar al menos diez habitaciones. Pero esa es enorme si tiene hasta áreas solo para omegas y alfas por separado. Son cuatro hermanos también y teniendo en cuenta el tamaño de la habitación de Inasa, imagina que la de los alfas ha de ser el doble.

Hay un olor tan asqueroso como el de Deku en celo en el ambiente que ignora, ya que oye un pequeño murmullo.

Corre guiándose por su oído.

Porque si hay voces, a alguien le pertenecen; con suerte se trata de una beta que pueda ayudarle a guiarse. Gira en la esquina del pasillo y sus pies se detienen en seco.

El olor le golpea de lleno.

“—No son idioteces, mamá trabaja en la casa de la familia, ve cuando se le acercan y lo huele y él no hace nada por hacerse respetar”

Finalmente ve aquello que se ha forzado negar.

Natsuo tiene arrinconado a Inasa en el muro.

Huele su cuello.

Por la posición en que se encuentran, el primero en verle es el omega. La sorpresa es automática. De un impulso, empuja el rostro del alfa con fuerza. Luego, es consciente de lo que acaba de hacer.

—L-l o siento —se disculpa rápido.

Poco importa, la cachetada le cae y es mucha más dura que la que Momo le dio cuando recién se conocieron.

Katsuki quiere moverse, hacer algo, gruñir al menos. No puede. Es como cuando usan la voz en él en la escuela, pero más fuerte. Y el alfa de cabello blanco lo logra sin decir nada. Natsuo camina por el pasillo. Pasa al lado suyo, mirándole. Dobla por donde él ha venido y desaparece en una de las tantas puertas.

Hay un minuto de silencio.

De quietud.

Katsuki vuelve a percibir su propio cuerpo, recupera control sobre sí mismo. Solo entonces, se aproxima a su amigo.

—V e a la habitación —Inasa interpone una mano, distanciándolo, sin darle cara—. Iré a la cocina.

—Iremos juntos —ordena, l e toma la mano.

Inasa asiente aun sin verle directo. Camina delante suyo en silencio hacia la cocina. Katsuki no sabe con exactitud el tiempo que ha tardado desde que salió de la habitación, pero si sabe que fueron largos minutos. Pensar que durante todo ese tiempo el alfa lo tuvo preso.

Tiembla en un escalofrió.

El recuerdo más cercano que tiene de eso es cuando el alfa del orfanato los olía. No tenía una connotación especial más que reconocer su olor; sin embargo, puede decir que era desagradable tenerlo tan cerca, sintiendo el calor de su respiración, su olor.

Llegan a la cocina e Inasa pide algo de comer a la beta. Ella les sirve en la mesa de desayuno. Ambos comen en el mismo silencio que han mantenido desde su reencuentro. Katsuki le patea por lo bajo. No con fuerza, solo molestando. Inasa regresa el golpe y ente juego y juego, empieza a notarlo más tranquilo, ya sin la mirada esquiva.

Terminan de comer riendo bajito.

Agradecen la cena y suben de regreso. Ese pasillo no se le hace más neutral a Katsuki. No entiende como Inasa puede andar por ahí como si nada hubiera sucedido. En el camino, se cruzan a una beta.

Rubia, ojos caramelo.

Pasa de largo, acomodando su cabello y uniforme.

—¿También le pegaron? —susurra, pegándose a Inasa

—S hh —le presiona la mano, acelera el paso a la habitación.

—¿Qué le pasó? —pregunta libremente ya con la puerta cerrada.

—L as betas trabajan en casa solo porque los alfas pueden llevarlas a sus habitaciones —responde rápido.

Y Katsuki no necesita mayor explicación.

Suena terrible.

—O chako no va a la habitación de izuku.

—A ja rueda los ojos, abriendo la sabana de la cama —. ¿Por qué crees que solo hay mujeres betas atendiendo en casa? ¿Por qué ellas no viven en las villas betas incluso si tienen familias ahí? ¿Cómo salen embarazadas si algunas no tienen pareja?

Son tantas preguntas que Katsuki se asquea.

¿En qué clase de casa vive?

Nuca ha visto a Ochako irse a la villa beta. Y sí, el poco personal que tienen en casa son todas mujeres. Pero Izuku no hace lo que él ha dejado entrever.

Tampoco Tenya.

Y no es imaginación suya. Esta totalmente seguro de que los alfas que viven con él jamás harían algo como eso...

¿O sí?

—E sto —señ ala su mejilla enrojecida —, no es nada con como tratan a las betas o a sus propios omegas, cuando lo son oficialmente, con una marca.

—D eku nunca me ha pegado —asevera, queriendo convencerlo.

—S hoto tampoco, pero eso no quiere decir que no le tema. Se les permite ser crueles porque ellos son alfa y nosotros omegas —acomoda las almohadas—. Lo único bueno, es que no somos betas. No moriremos de hambre ni viviremos en miseria.

Apaga la lampara, quedan a oscuras.

Katsuki se acuesta al lado del otro omega, mirando el techo en silencio.

Miseria.

Si rememora los pocos recuerdos que le quedan de su hogar, en el campo, junto a sus padres; entiende un poco lo que es eso. El verano era intenso, con la casa sin ventanas y atosigada de betas quemando como un horno. El invierno era terrible, arropándose con cobijas viejas, abrazándose entre todos los niños que se quedaban a la espera de que sus padres regresaran del trabajo.

No había estufa como en casa de Izuku.

No estaba Ochako que le abanicara en verano.

A veces, la barriga le dolía de hambre y los labios se le secaban de sed.

“Lo único bueno, es que no somos betas”

¿En verdad es bueno?

¿Es mejor una vida cómoda soportando golpes y humillaciones a vivir miseria, pero ser libre?

Quizás sí.

Quizás no.

Siente que no ha conocido ni lo peor ni lo mejor de esa sociedad. Mientras que Inasa sí.

—H uyamos.

—¿E h?

Gira sobre su hombro, boca abajo, sosteniéndose con sus codos. Mira a Inasa acostado hacia arriba.

—P odemos vivir lejos, más allá de donde están los betas.

Inasa toma un instante en reaccionar.

Ríe.

Se acuesta de lado, pegándose al brazo de Katsuki. Pasa un brazo sobre su espalda y una de sus piernas se enrosca con la suya.

—¿H asta dónde llegaríamos?

—H asta el mar.

—¿Y qué comeríamos?

—Cazaríamos .

—¿Y dónde dormiríamos?

—E n los árboles.

Poco a poco, Katsuki vuelve a acostarse. Inasa continúa haciendo preguntas y él da repuestas cada vez más tontas hasta que le siente quedar dormido.

Si le hubiera dicho que , él en verdad hubiera huido.

El desayuno se lo sirven en la habitación. Comen muy poquito, concentrados más en disfrutar las últimas horas que les quedan juntos. Saltan sobre la cama, arrojándose almohadas, peluches, atrapándose con las sábanas.

Ríen, gritan, corren.

Se divierten.

—Katsuki —Momo ingresar, esquivando una almohada. Frunce el ceño, respira hondo y no les llama la atención como se esperaría—. V inieron por ti.

Un último vistazo a Inasa deja clara la orden: arreglen la habitación.

Dejan caer las almohadas, agitados y felices.

Esta vez, no ve en el rostro de Inasa tristeza. Luce calmado, en paz. Piensa que fue una buena idea quedarse a dormir. Quizás pueda hacerlo más seguido en lo que duran sus vacaciones.

Arreglan la cama mientras continúan empujándose. Salen de la habitación tomados de la mano. Hay ciertas cosas que Katsuki en verdad solo le permitiría a Inasa. Incluso Kirishima siendo de sus mejores amigos, se le haría asqueroso que le tomara de la mano o abrazara o rozara mejillas.

Incluso si piensa en Izuku hay una sensación extraña con solo imaginarlo así consigo.

Bajan la escalera jalándose entre ambos y llegan al recibo.

Solo una puerta le separa de Izuku.

—Katsuki —Inasa le detiene antes de ingresar a la sala—. Lo de anoche... no digas nada de eso a nadie.

Hay un humo a vergüenza que, en parte, entiende. Él mismo nunca ha contado cuando el alfa en el orfanato los olía y eso que en aquel entonces no se le había educado para creer que aquello era irrespetuoso con un omega.

—Tu alfa debería defenderte.

Inasa curva los labios ligeramente.

—Yo también puedo hacerlo —discrepa, queriendo lucir más valiente de lo que es.

—Entonces hazlo —suelta su mano e ingresa a la sala.

Empuja la puerta y ahí está, Deku junto a los dos hermanos Todoroki mayores. El primero en captar su atención es Natsuo, haciéndole recordar lo que sucedió anoche. El alfa le mira indiferente, como si nada hubiera sucedido.

—¿Te divertiste? —pregunta Izuku, captando su atención.

—C laro que lo hizo —Touya responde por él—, andando por todos los pasillos.

—C on esas piernas blancas —añade Natsuo.

—Siempre eliges bien, Izuku.

El gesto afable del alfa cambia a uno adusto. Da un paso delante suyo, cubriéndolo con su cuerpo.

—N os vemos —le toma de la mano y sale de ahí tirando de él.

Es brusco y aunque se queja, Izuku no se detiene hasta llegar al auto.

El resto de vacaciones, por más berrinche que hace, no se le permite volver a quedarse a dormir en casa de Inasa.

Tampoco vestir short cuando va a visitarlo.

Notes:

Dije que lo dejaría ahí, pero ando emocionada con este fic jajajaj así que dije hasta el capítulo 12 y ahí corto.

Con el capítulo anterior muchos quedaron amando a Izuku. Pero creo que nadie ha caído en cuenta que uno, Izuku es un alfa, y dos, también ha sido criado por los Todoroki.

Chan chan chan...

Veremos que sorpresas nos trae eso.

Chapter 11

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El regreso a clases espera a Katsuki con una visita al capitolio. Entiende que se trata de una charla obligatoria para los niños de su sección, aquellos que rondan los once años. Todos son agrupados y embarcados en un bus. Denki comenta que en los años que viene estudiando, nunca habían hecho algo similar. Algo que es fácil deducir por la emoción que todos traen al tener "un paseo" grupal.

Dentro del bus, son separados por sus subgéneros. Omegas a la izquierda, solo las primeras cuatro filas. Una detrás de ellos queda vacía y luego, el resto es ocupado por alfas. Los maestros designados también viajan con ellos. El bus arranca y Katsuki se distrae mirando a través de la ventana. Ha paseado muy pocas veces en la ciudad, su vida gira en torno al campo.

De su casa a la de Inasa.

De su casa a la escuela.

Está acostumbrando a los sembríos, a los insectos, a la brisa que trae olor a vegetación. En cambio, en el centro, el aire trae partículas de olores a comida, a basura, a humo y feromonas. Le asombra ver edificios, pues todo lo que conoce son las casas de dos pisos. Hay tiendas grandes de alimentos, de juguetes, de bebés. Demasiadas de esas últimas. Al igual que las de artículos para el hogar.

Otra imagen significativa, es la de niños.

Calle tras calle, es usual ver a quienes identifica como omegas, rodeados de muchos niños y al menos un coche de bebé.

El recorrido es corto, insuficiente para terminar de conocer la ciudad. En el tramo final, se adentran a una de las calles más grandes de todo el camino, la berma central llena de flores sirve de antesala a la cúpula blanca enorme que da poder al capitolio.

El bus se detiene tras otro ya estacionado. Al igual que el arribo, los primeros en descender son los omegas y uno de los maestros los guía hacia la explana principal del capitolio. En el camino pasan cerca a otros buses. Es fácil deducir con eso que existen más escuelas además de la suya. Al llegar, les hacen formar de pie junto a otros omegas desconocidos, pero vestidos con uniformes iguales a los suyos. Una vez que han sido ordenados y contados, ingresan al edificio.

Dentro, todo es de piedra blanca, brillante. Techos altos, espacios grandes. El eco de sus pisadas les acompañan hasta llegar al auditorio. Una vez ubicados todos, recién ingresan los alfas.

Bajo esa distinción de géneros, la diferencia de cantidades entre unos y otros se hace bastante notable. Mientras los omegas han copado las tres primeras filas de butacas, los alfas han terminado de llenar el auditorio. Incluso quedando de pie algunos.

Los maestros piden silencio.

La luz se apaga.

En el estrado, aparece una mujer.

—Buenos días. Soy la alfa Rumi Usagiyama, directora del área de educación alfa/omega. Mi deber el día de hoy es informarles cómo será el futuro de muchos de ustedes de este momento en adelante. A lo largo de estos años han aprendido sobre las jerarquías que manejan a la nación. Alfas como seres cultos, jefes de empresas, capaces del gobierno de países. Somos nosotros en quienes recae esta misión de liderar. Los omegas son nuestra mano ayudante. Quienes se encargan del hogar, de nuestros hijos. A quienes recurrimos tras un día agotador, nuestros compañeros. Los betas, por otro lado, sirven a alfas y omegas. Siempre prestos a ayudar en toda tarea que estos les encomienden.

>>Ahora mismo, todos ustedes guardan un aroma. Es mínimo, pero si se huele con detenimiento, es perceptible. Si bien, es a los catorce años cuando este se defina en su totalidad, ustedes se encuentran en una edad en la que este proceso solo sigue un cause inevitable. Muchos se definirán como alfas u omegas; serán las emociones fuertes como el miedo, el cariño, el nerviosismo o la ira, las que harán que su aroma aflore en un momento dado. En estos casos, deberán dar aviso a la sala A/O del hospital más cercano, donde se les dará seguimiento hasta identificar su subgénero. Ellos enviarán una notificación a la escuela y podrán recibir una educación especializada, acorde a su nueva realidad.

>>Por otro lado, existirán caso en los que ese aroma ira disminuyendo periódicamente hasta que un día, no aparezca más. Pueden ver en la sala una cantidad inmensa de alfas. A diferencia de los omegas, son ellos quienes tendrán más probabilidades de terminar definiéndose como betas. Será en ese momento que deberán tomar la decisión más importante de sus vidas: guarecerse bajo la protección de un alfa o ser enviado a las ciudades satélite y vivir en miseria.

>>Miren bien a la persona que tienen al lado, en unos años podría tratarse del alfa que les extienda la mano. El que les dotara de un techo, comida, salud. Al que agradecerán con su trabajo.

...

—No quiero que mi olor desaparezca —chilla Yuga, sentado a su lado en el bus—. En casa solo somos alfas y omegas, sería una decepción total.

Ve sus manos, en verdad temiendo.

—Esa mujer dijo que serían los alfas quienes se vuelvan betas —argumenta con lo poco que escuchó antes de quedarse dormido.

—Son quien más posibilidad tienen, pero eso no quita que nosotros también podremos serlo.

Aunque quiera contradecir, Katsuki no se siente en capacidad de hacerlo. La verdad es que nunca ha entendido ese tema de géneros y cambios. Siempre lo ignoro con Tenya y en la escuela. Lo más claro que tiene, es que todo se decidirá a los catorce.

—Igual quedan tres años para eso —cruza los brazos, acomodándose en su asiento en lo que suben los alfas— y siempre puedes pertenecerles a tus propios padres.

Yuga bufa, haciéndole sentir que ha dicho la cosa más tonta del mundo.

—Cómo si fueran a hacer eso —exhala largo, dejándose caer en el respaldo—. Para una familia A/O, es una vergüenza tener un hijo beta, lo último que harían seria conservarlo en casa.

La maestra que sube al final, pide silencio, dando unas ultimas indicaciones ahora que retornen a la escuela.

Katsuki se queda pensando en lo dicho por Yuga.

¿Por qué alguien se deshacerla de sus hijos?

Suena cruel, pero entonces recuerda a Inasa. Él, a diferencia suya, había sido vendido por sus padres.

Y se supone que era un hijo omega dentro de una familia A/O.

...

La visita al capitolio luce como un preámbulo a las clases que vienen durante el segundo semestre.

En lo que va del año, han tenido algunas pocas lecciones separadas de los alfas. Estas en su mayoría, asociadas a las enseñanzas que Tenya le daba en casa. El comportamiento esperado de un buen omega, el trato cuidándose que se debe tener con un alfa. Tareas del hogar básicas, crianza de niños donde usaban muñecos de bebés que debían bañar y cambiar.

Ahora, en cambio, la clase de omegas pinta un tanto distinta.

—Existen tres palabras claves para nosotros: Marca, celo e instinto—explica la maestra en el pizarrón—. Empecemos con la marca. Es el acto de amor más grande que se da entre alfa y omega. Se trata de una mordida en la zona posterior del cuello del omega durante sus días de celo; con la cual, la pareja queda enlazada de por vida. El omega pasa a pertenecer a su alfa, incapaz de sentir algo similar con ningún otro. Los alfas son posesivos por naturaleza, la marca ayuda a que ellos logren dirigir esa protección hacia su pareja. Él les proveerá de alimento, casa y seguridad a ustedes y sus futuros hijos. Estará ahí cuando tengan sus celos y se ocupará de apaciguarlos. En agradecimiento, ustedes cuidaran de su alfa, velando también los celos de él.

—¿Nunca se pueden separar? —pregunta Denki con el brazo alzado.

—Solo la muerte es capaz de romper un lazo tan fuerte como el que se crea con una marca —responde, más no da mayor explicación.

—¿Entonces los omegas no somos capaces de enamorarnos otra vez?

La maestra sonríe con ternura.

Asiente.

—Cual él alfa fallece, el omega le guarda luto por todo el tiempo que le quede de vida.

—¿Y en los alfas? —cuestiona Katsuki.

—Los alfas somos fuertes, estamos hechos para soportar cualquier dolor —dibuja en la pizarra el símbolo alfa—. Además, está en nosotros la reproducción. Si nuestro omega fallece, debemos rehacer nuestra vida y continuar poblando el mundo.

—Es tonto —replica, la maestra enarca las cejas en llamado de atención. Katsuki se cruza de brazos—. Digo, ¿Por qué un omega viudo y un alfa viudo no podrían juntarse?

La maestra exhala ente los labios.

—La ley no lo abala —escribe como primer punto en el pizarrón—. Los omegas son seres de una sola pareja —segundo punto—. Y los alfas son posesivos ¿recuerdan? Jamás aceptaría criar al hijo de otro.

La mujer observa al salón, atenta a más preguntas.

No las hay.

—Bien, pasemos al celo —lo escribe grande—, también es conocido como calor. Esto debido al aumento en la temperatura que sentirán. Su cuerpo empezará a condicionarse para tornarse atractivo a los alfas. Este calor vendrá seguido de una explosión de sus feromonas. El aroma será tan potente que no habrá alfa que pueda controlarse alrededor suyo. Por eso es muy importante que inicien la búsqueda de pareja cuanto antes, de esta manera, una vez se definan como omegas, puedan comprometerse. Viviendo junto al que se convertirá en su alfa, el peligro de un ataque disminuye. Y nadie quiere verse unido para siempre con un alfa al que poco conoce, ¿cierto?

Todos responde con unen coro.

Katsuki levanta la mano.

—Sí, Midoriya.

—¿A qué se refiere con un ataque?

—Como mencioné, cuando las feromonas hacen aparición en el celo, es un olor que enloquece a los alfas. Ellos no se controlan y suceden casos donde omegas han sido marcados por alfas que veían por primera vez. Por ello, es necesario tener una pareja antes de que el celo llegue. Recuerden, la única temporada en la que se marca a un omega, es durante este periodo.

Entonces, recuerda lo que dijera Ochako cuando comentó sutilmente lo que le sucedía a Inasa. Solo una marca sería capaz de alejar otros alfas.

—¿Solo existe una manera de marcar? ¿Y sí aún no hay celo?

—Las hay —balancea la cabeza, duda—. Está que comento, es la definitiva, la que les une de por vida. Otras son temporales; la más común y asociada a ustedes, pues sentirán necesidad de hacerlo cuando quieran a alguien, será frotar sus mejillas contra la otra persona —ejemplifica pasando el dorso de su mano por su rostro—. Cabe resaltar que la marca es algo muy íntimo para los omegas, siempre deben tenerla cubierta y jamás mostrar a otra persona que no sea su alfa.

Y eso, es el tipo de cosas que confunde constantemente a Katsuki.

(De entre otras que no logra entender)

Primero le habla de la marca como si fuera algo importante, de lo que deba sentir orgullo. Pues es encontrar a la persona con la compartirá el resto de su vida. Luego, que se debe esconder. Sin embargo, antes que logre hacer una pregunta sobre ello, la maestra continua.

—El celo, en términos generales, es la necesidad natural de los omegas por procrear. Una vez ustedes se definan, notaran como sus ansias por tener un bebé se incrementan. Esto es lo que se conoce como instinto —señala la palabra en el pizarrón—. Una voluntad que emerge con fuerza y debe ser oída si desean vivir en paz con su omega interior.

...

—Me gusto la clase de hoy —dice alegre Denki, acomodando su almuerzo en la mesa del comedor—. Creo que es muy romántico todo eso de la marca.

—No lo veo tan así —discrepa Kyoka—. Mis padres tienen una, pero papá alfa es músico y cuando debe viajar a otra ciudad, es evidente que mamá omega se llena de mucha angustia. Es por la marca, no pueden distanciarse demasiado.

—A mí tampoco me gusta —interviene Kirishima. Se apoya en la mesa, acercándose al centro y todos le siguen—. Papá es médico y al hospital llegan casos verdaderamente graves —habla bajito—. Dice que la atención más usual, es de marcas mal ejecutadas, desgarros graves de la piel o infecciones tan fuertes que matan al omega.

Todos arrugan la nariz.

Eso suena feo.

—Exagerados —agita la mano Yuga, minimizando los argumentos. Regresa a su sitio—. Yo sí quiero que me marquen y que mi olor se mezcle con el de mi alfa —se pega a Kirishima, poniéndolo nervioso.

—Yo también —se une Denki, mirando con desdén el acto de Yuga—. Sería la muestra que le pertenezco a mi pareja y si se tratase de un alfa poderoso, mejor.

—Que alfa poderoso te va a querer, eres un campesino —se burla Sero, desatando las risas del grupo.

Denki hace un mohín.

—Le pertenezco a los Todoroki. No me casé con Shoto, pero aun puedo con Fuyumi —discrepa, arrojándole una zanahoria de su bandeja.

Alfa y omega empiezan una pequeña guerra de comida donde la burla es dejada atrás y solo quedan risas.

Katsuki continúa pensando sobre toda la información de ese dia y el significado romántico que sus compañeros le están dando.

¿Marcar es querer?

Inasa le ha frotado sus mejillas durante bastante tiempo, ¿eso significa que le quiere? No le sorprendería, él también lo hace, es como su hermano. Pero la explicación de ese día, ha venido relacionado a parejas. Es decir, se supone que sea algo que haga con Deku.

¿Acaso lo quiere a él?

¿Se sentiría a gusto haciéndolo?

...

Cuando ve a Inasa ese fin de semana, lo primero que quiere preguntarle es si, así como lo marca a él, lo hace con Shoto. Pero no sabe si resulte incomodo hablar de eso. Inasa es muy vergonzoso en algunos temas que no deberían significar gran cosa.

En lugar de eso, prefiere preguntar que aún no sucede.

—¿Dejarás que te marquen?

—Sí —resopla sonriendo, como si se tratase de una obviedad— ¿Por qué no lo permitiría? Shoto es mi alfa.

—¿Lo harías incluso si puedes morir?

Inasa ríe.

—Es solo una mordida, Katsuki.

—Pero puedes morir, Kirishima dijo eso, su papá es médico del hospital general —explica y da un poco más de detalle sobre lo que les contó.

Inasa frunce los labios.

—No es correcto que un alfa hable de eso, una marca es algo íntimo.

Nota el ambiente entre ambos cambiar. Como sucede siempre que nombra a Kirishima frente al omega.

O puede que esta vez sea el tema que ha tocado.

—Pero tiene sentido —No por ello va a callar sus dudas—. Él mencionó las heridas que muchos alfas dejan y todos hablan de mantener oculta la dichosa marca.

—No es así —niega con el rostro—. El celo es algo íntimo, solo entre tu alfa y tú. La marca sucede durante ese periodo, en la intimidad —hace énfasis en la palabra—, por eso nadie más que él debe verla.

Y aunque cueste admitirlo, eso también tiene algo de sentido.

Patea una piedrita en el jardín, mientras siguen andando.

—Entonces, ¿en verdad lo dejarás?

—Es mi alfa —recalca—. No hay manera en que se lo permita o no. Simplemente sucederá.

—Sí le digo a Deku que no lo haga, él no lo hará —replica, queriendo contradecir el argumento de posesión implícita que lleva su respuesta.

Inasa esboza una sonrisa desganada.

—Sí no te marca, ¿Qué sentido tiene que te esté criando?

¿Sentido?

No había caído en eso.

Sentido...

Es cierto que Izuku le ha adoptado. Le ha dado una casa, comida y ropa. Más comodidad de lo que sus propios padres pudieron otorgarle. Es cierto que desde que llego se le ha repetido que un día, más adelante, ambos serán pareja. Alfa y omega. Es cierto que Tenya y en la escuela le han recalcado su rol en la sociedad. Sumisión, obediencia y lealtad.

Pero también es cierto que, durante todo ese tiempo, Katsuki ha pasado muy por encima sobre todo ello. Ha dejado que la marea lo lleve sin cuestionarse nada acerca de su propia vida. Endulzado con las mieles de lo bien que la está pasando ahora a comparación de antes o incluso, a comparación de Inasa.

Ha pensado tan poco en su propia realidad que ha paso por alto el sentido que lleva todo eso. Si su función ahí es ser el omega de Deku, es lógico que lo marque y le pertenezca, como dijo la maestra, Yuga y Denki.

Pertenecer...

¿Qué significado tiene cuando son personas de las que habla?

Ahora mismo, en ausencia de sus padres y fuera del orfanato ¿ya no le pertenece a Deku?

Regresa a casa, con el cerebro procesando como una maquina incluso luego de acostarse.

Sumisión, obediencia y lealtad.

¿Eso es lo que espera Deku de él?

¿Eso es pertenecer?

No lo cree.

Porque Inasa también le pertenece a un alfa y es la descripción exacta de esas tres palabras, a diferencia suya.

Por más que quiera englobar a todos los alfas en el mismo saco donde ha puesto a los Todoroki. Lo cierto es que Izuku, Tenya, Kirishima, Sera, incluso sus maestros, son distintos.

O es que él aun no es un omega.

¿Las cosas cambiarían entonces?

Sale de la cama, con las dudas a tope en su cabeza y con pocas posibilidades de esclarecerlas por su propia cuenta.

Ni siquiera sabría por dónde empezar a desenredare ese estambre.

—¿Kacchan? —el alfa se sorprende al verle asomarse por la puerta de su habitación.

—¿Estás ocupado?

—Solo leo —alza el libro entre sus manos, en énfasis.

Cierra la puerta al ingresar. Sube a la cama y se acerca gateando, acomodándose al lado suyo. Recostando en la cabecera al igual que él.

—¿No puedes dormir?

—¿Qué lees? —ignora su pregunta.

Le muestra la portada.

Katsuki no presta atención, sino que le mira a él.

¿Su alfa?

¿Su pareja?

Baja los ojos hacia sus labios entre abiertos, donde los dientes brillan tenues dentro. Los mismo, con los que un día le morderán. Lo curioso de ello, es que incluso luego de haber oído el argumento de Kirishima y haber querido asustar a Inasa con eso, él mismo no siente el temor que imaginaria.

"—Es mi alfa, no hay manera en que se lo permita o no. Simplemente sucederá."

Lo único que resulta molesto de todo ello, es la falta de consentimiento que tendría. Aunque se mantiene firme en su creencia de que Izuku respetaría su decisión de exponérsela en palabras.

"Es el acto de amor más grande que se da entre alfa y omega"

Alfa y omega,recalca.

No solo alfa, no solo omega. El amor debe ser mutuo y si lo es, el consentimiento también. Pero entonces, viene el otro punto.

¿Quiere a Izuku?

Sí.

Pero imagina que no es el querer que lleva a un alfa marcar a un omega o viceversa.

El querer que lleva Kyoka y Sero estar juntos.

¿Acaso puede sentir lo mismo por Deku?

Es un adulto, está muy lejos de tener su edad. Está muy lejos de tener cosas en común como si las encuentra con Inasa o Kirishima.

"P or eso es muy importante que inicien la búsqueda de pareja, de esta manera una vez se definan como omegas, puedan comprometerse. "

—¿Sucede algo?

—Algo así.

—¿Qué es?

Una vez más, ignora su pregunta.

Izuku arquea las cejas, esperando alguna respuesta. Katsuki vuelve a arrodillarse, le coge de los hombros, tomando estabilidad. Se aproxima sin consultar nada y frota la mejilla contra la suya.

Es solo un roce, no muy distinto a cuando lava su rostro y sus manos le tocan. Pero contrario a lo creyó, no parece que fuera él marcando a Izuku; sino a la inversa. Recuerda el día de su celo, el olor horripilante que percibió, pero una esencia a baja intensidad que le recordaba a Izuku.

Que es la misma que siente sale del alfa y se impregna en él.

El acto no resulta tan malo como parece y la única diferencia de cuando lo hace Inasa, diría que es el aroma y la sensación que trasmite, pero que no logra definir.

Aun así, está lejos de ser lo que imagina sucede entre Kyoka y Sero.

Se distancia.

Izuku le mira un poco confundido.

—Quiero leer —vuelve a recostarse a su lado. Esta vez, compartiendo la misma almohada.

Estira el brazo, arrastra las hojas de regreso al inicio, sin importar que el alfa lleve bastante avanzado el libro.

Notes:

Se suponía que los capítulos de esta historia serian cortos, pero cada vez salen más largos y aunque es bueno para ustedes, es malo para mi porque me agobio de escribir algo que ya esta finalizado en mi cabeza jajajaja

Sobre el capitulo... Acá hay aclaraciones y también engaños. Recuerden que la enseñanza es impartida por alfas y aunque no minimizan a los omegas como lo hacen con los betas, siguen considerándolos inferiores.

Siguiente capitulo, POV de Inasa y desde ya aviso que los va a matar.

Chapter 12

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Inasa bosteza perezoso, muerto de sueño, pero feliz. A penas a pegado los ojos la noche anterior, ahogado de emoción por ese día.

Su cumpleaños.

Lo ha esperado con ansias desde que fuera el de Katsuki y le comentara a Momo lo mucho que le había gustado compartir con otros omegas. Jamás hubiera imaginado que esa conversación casual llevaría a la mujer a pedírselo a su alfa. Mucho menos, que este terminara aceptando.

"Parte de su labor como alfa, es complacerte en ciertos anhelos, Inasa"

Y lo sabe.

Las enseñanzas de Momo no solo se centran en lo que él debe ser como omega para agradar a su alfa, sino en las recompensas que su alfa le otorgará al reconocer su buen comportamiento. Y durante todos esos años, no ha hecho más que esmerarse en seguir al pie de la letra sus enseñanzas.

Empuja la sabana con sus pies alborotados de alegría.

Las cosas no son tan malas para los omegas.

Incluso si en esa casa se siente asfixiado constantemente o tiene a los hermanos de Shoto sobre él, siempre ha procurado ser respetuoso y es verdaderamente gratificante que, por primera vez en su vida, ese esfuerzo diario haya sido recompensado.

Aun si no sabe que esperar.

Es cierto que Momo habló de una fiesta de cumpleaños tan bonita como la de Katsuki y que en las últimas citas programadas con Shoto, por primera vez ha tenido sobre qué conversar, exponiendo los colores, juegos y sabor de pastel que espera para ese día. Sin embargo, nada de eso asegura que su fiesta sea un éxito. Inclusive si Katsuki se comprometió en invitar a sus amigos más cercanos, no es como que tuviera confirmación de alguno de ellos.

Por lo pronto, solo son tres: él, Katsuki y Denki.

Con la madre del omega trabajando dentro de casa, ha podido alcanzarle la invitación él mismo. Es increíble que teniendo un omega que ronda su edad tan cerca, recién ahora le sea posible acercarse. Le encantaría llegar a formar una amistad con él, tan bonita como la que tiene con Katsuki. Entiende que es un omega de betas y que eso marca una gran diferencia en el mundo en el que vive, pero si ambos le pertenecen ahora a los Todoroki, ¿Por qué no podrían tratarse como familia?

Inasa estaría feliz de compartir habitación con él, los juguetes, incluso la ropa no le sería un problema. Aunque eso sea algo que, de cierta manera, ya hace; pues todo lo que empieza a quedarle pequeño es enviado a Denki. Sin embargo, son muchas más las cosas que podrían compartir o hacer juntos. Como las clases privadas con Momo o asistir al área omega de casa solo los dos.

Y cree que de salir todo bien ese día, podría ser un paso para lograr aquello.

Vuelve a patalear sobre su cama.

Su cuerpo es demasiado pequeño para toda la marejada de emociones que emergen.

Siente que ese día en verdad va a marcar un antes y después en su vida.

El desayuno es lo primero del día, ese pequeño inicio de su rutina no cambia ni por ser su cumpleaños. Lo que sí resulta distinto, es que ese día son pocos en la mesa. Ni Natsuo ni Touya aparecen. Únicamente se acomodan Shoto, Fuyumi, Rei y Enji-sama. Si bien el patriarca de los Todoroki tampoco ha sido muy diferente a sus hijos con él, ese día no tiene cabeza para algún comentario inadecuado o acercamiento impropio. Y aunque eso debiera sentirse como una dicha, está lejos de serlo.

—¡Son un par de idiotas que no piensan! —golpea la mesa, haciendo temblar la vajilla encima— ¿Qué no son conscientes de lo que las personas dicen de la familia? Deberían estar casados ¡Y solo se la pasan metidos en la zona beta con putas! —una taza sale estrellada contra pared.

—Al menos son betas y no un escándalo con otro omega como aquella vez —Fuyumi interviene, analizando la situación desde un punto más positivo.

—¿Y eso te parece mejor?

—S-son betas, cariño —la voz de Rei-sama suena bajita, temblorosa.

A Inasa se le corta la respiración.

En ese sistema, existen ciertas reglas a seguir. Entiende que lo que la omega quiere es defender a sus hijos, pero la impertinencia le cuesta caro. Enji-sama golpea su rostro tan duro que la mujer cae de la silla. La secuencia de golpes da inicio junto a los jadeos de dolor de la mujer. Inasa mira hacia el plato enfrente suyo, sin apartar los ojos de ahí, las manos echas puños debajo de la mesa.

Fuyumi es la primera es retirarse.

—Vamos, Inasa —Shoto le llama, retirándose también del comedor.

Le sigue rápido y sin importar que tanto se alejen, en sus oídos continúa oyendo a la omega quejarse. No es la primera vez que sucede y resulta increíble que nunca uno de sus hijos intervenga. Puede que sea muy poco lo que él recuerda de sus padres, fue llevado de su hogar a los cuatro años; pero aún tiene presente el sentimiento que le unía a su madre. Muy similar al que le une a Momo y está seguro que, si alguien quisiera hacerle daño a ella, él haría todo lo posible por protegerla.

—¡Inasa!

—¡S-sí!

La dependienta de la tienda ríe.

Momo resopla, un poco agobiada.

—Ten —le entrega una camisa y un short a juego—, pruébatelos.

—Sí.

Coge la prenda, ingresando al probador.

Tras el fallido desayuno, Shoto le había enviado con Momo a la ciudad en busca de ropa nueva para ese día. No es la primera tienda a la que ingresan, han paseado bastante por la calle comercial; sin embargo, es inevitable que su mente no continúe sumida en lo sucedido horas atrás.

Él también es un omega y son las escenas como esa las que le llevan a cuestionarse lo que será su vida más adelante. Shoto nunca le ha pegado, no ha sido agresivo con él o especialmente duro ante alguna de sus travesuras cuando era más pequeño, pero es cierto que tampoco le conoce del todo y es eso lo que más temor le da. Porque lo poco que ve es indiferencia.

Hacia su madre.

Hacia sus hermanos.

Hacia él mismo como su omega.

—¿Inasa?

—Ahí voy.

Termina de abotonarse la camisa, metiéndola dentro del pantalón corto y sale. Momo esboza una sonrisa de ternura. Se acerca a él.

—Ya tienes doce años —deshace los primeros botones de la camisa acomodándolos. Se ha saltado uno—, debes ser más cuidadoso con tu vestimenta.

—Lo siento.

—Listo —da un último estirón a sus mangas cortas y la basta del short. Le observa—. Te queda muy bien.

—Gracias.

La alfa se acerca a pagar a la caja. Él se queda en el sofá de espera, viendo las personas dentro que seleccionan prendas. También hay una ventana que le permite ver la calle principal. No son muchas las veces que le han llevado a la ciudad, pero en todas ellas no deja de sorprenderle la cantidad de niños que ve.

Usualmente es sencillo diferenciar alfas de omegas, indiferente a su sexo primario. Las calles siempre están llenas de omegas rodeados de niños, embarazados o con bebés en coche. Si no es que son las tres posibilidades juntas.

A veces se pregunta si es así como será su vida de mayor. Ahora mismo, está lejos de ver a Shoto como su pareja. Es cierto que tiene claro que en un futuro lo serán, pero asume que con la edad también llegará él cariño, como Momo se lo explicó. Pero en ese preciso momento, está más cerca de ver a Katsuki como pareja que a alguien que solo ve como un adulto en su vida.

Incluso, una escala menos que a Momo, porque a ella al menos le tiene confianza.

Y pensar que un día llevará en su vientre al hijo de Shoto. Lo tendrá en brazos, dormirá con el alfa.

Un temblorcito le hace cerrar los ojos y escarapelarse.

Prefiere no imaginar nada de eso cuando aún le faltan años para esa unión.

—Inasa, nos vamos —Momo le llama y él corre a tomarle de la mano.

No importa que ya tenga doce y que su tamaño este por encima del promedio, si esta fuera de casa, continúa tomando la mano de la alfa.

—¿Regresaremos a casa?

—Aun no, falta mi obsequio —la sola mención le hace sonreír. La mujer se contagia de ese sentimiento, salen de la tienda— ¿Qué es lo que quieres?

—¿Podemos almorzar fuera?

—Lo que sucedió en la mañana no volverá a pasar hoy —aclara, queriendo tranquilizarlo.

—Sí —concede sin discrepar—, pero... me gustaría no almorzar ahí hoy. Solo hoy.

Momo suspira soltando un pequeño jadeo.

—Está bien, ¿Dónde quieres ir?

La felicidad retoma el cuerpo de Inasa.

En el jardín se encuentra puesta la mesa con bocadillos la decoración armada. El sol ha bajado su intensidad después del almuerzo y el tono naranja hace que las flores cerca de donde se ha armado todo se vea de ensueño. Es todo muy bonito, mucho más de lo que imaginó.

A lo lejos, entre los sembríos de arroz, ve a Denki caminando al lado de su padre.

Sonríe emocionado.

El primer invitado.

Baja rápidamente de su habitación. Momo suele insistirle con que no salga de ahí sin estar ella presente. No es una regla ni obligación, sino una recomendación dada las circunstancias que ha tenido con los alfas de esa casa. Sin embargo, Inasa no puede cumplir siempre con dicho mandato. Es sofocante permanecer encerrado y no siempre suceden cosas malas. Cuando Katsuki lo visita, por ejemplo, nadie en casa se le acerca. Igualmente es precavido en no exponer a su amigo.

Imagina que con Denki sucederá algo similar.

Mientras estén juntos, todo andará bien.

Del recibidor en el primer nivel es más difícil visualizar al omega. Aún no han cruzado el cerco de arbustos que delimita el terreno de la familia con la cosecha.

Desde arriba se veían bastante más cerca.

Suspira.

A lo mejor puede esperarlo afuera.

—¡Feliz cumpleaños!

No voltea. El reflejo de la ventana es suficiente. Touya baja al lado de Natsuo. Llevan las camisas fuera del pantalón y las corbatas mal ajustadas.

Cierra los ojos.

Debió quedarse en su habitación.

—¿No vas a responder? ¿Acaso no quieres tu regalo?

Gira muy lento, los pies le pesan.

—Buenas tardes —reverencia.

—¿Por qué tan formal? —el hermano mayor alza la mano, Inasa cierra los ojos en reflejo.

El alfa ríe alto, burlándose, y le roza el cabello fastidiándolo.

Está alegre.

Ha bebido.

—Aun no llega nadie —Natsuo lo jala del brazo—. Celebra con nosotros un momento.

Inasa no puede impedir que le lleven hacia la sala. Los omegas no cuestionan ni contradicen, incluso en una situación como esa. Podría ganarse un golpe como la última vez y es lo último que desea en su cumpleaños. Touya lo toma de la cintura apenas ingresan, jalándolo con el hacia el sofá.

Sobre sus piernas.

Natsuo cierra la puerta.

—Espero nos disculpes por llegar sin obsequio.

—N-no se preocupen —intenta alzarse de regreso, pero Natsuo se acomoda al lado vacío del sofá. Toma sus piernas de las rodillas, afirmándolas sobre su hermano.

El olor a alcohol que emanan ambos es fuerte.

—¿No? —sube las manos por sus muslos, corriendo el short hacia arriba en su paso— Puedes pedirnos lo que quieras.

Inasa traga hondo, nervioso.

Le dijo a Katsuki que podía defenderse solo, pero lo cierto es que no es tan fácil. Una palabra mal dicha, un movimiento que no consideren propicio, podría traer malas consecuencias y la situación en la que se encuentra es lo suficientemente peligrosa.

—¿No vas a decirnos? —insiste Touya, con la nariz sobre su cuello.

No importa cuantas veces suceda aquello, no deja de resultar molesto que lo haga.

—Parece no querer hablarnos —las palabras de Natsuo van dirigidas a su hermano.

—En ese caso podríamos regalarle un poco deexperiencia—los labios de Touya rozan su piel, escarapelándole. Inhala hondo—. Tu aroma es delicioso cuando te pones nervioso.

—Yo me puedo encargar de eso —Las manos de Natsuo intentan deslizarse hacia sus muslos internos.

Inasa junta las piernas de inmediato.

El alfa ríe, bajando el rostro hasta recostarse en su regazo.

—Eres un omega grande ahora.

—Y bonito.

—Delicioso.

—Pa-paren.

Los alfas se detienen. Se miran entre sí y estallan en una carcajada ruidosa.

—Tranquilo, tranquilo —Touya acaricia su espalda baja—. No te hemos hecho nada —vuelve a hundirse en su cuello.

—Aun —Natsuo muerde su muslo.

—¿Inasa? —la puerta se abre.

Shoto y Denki.

Ágil, da un salto lejos de los dos alfas. Aunque es evidente que ambos han visto lo que estaba sucediendo.

Baja la cabeza, avergonzado. Queriendo dar una explicación que nunca pide su alfa. Ni oye el reclamo que tanto espera hacia sus hermanos por lo sucedido.

—Hermanito, te has dejado llenar demasiado la cabeza con las ideas de Izuku —habla Touya, arrastrando las palabras. Dejando en evidencia su estado etílico— ¿Fiesta de cumpleaños? —bufa.

—¿Qué sigue? ¿Matricularlo en la escuela? ¿Esperar su celo para marcarlo? —ríen

Touya se pone de pie, acercándose.

—Mira que si te tardas mucho alguien más podría adelantarse.

Shoto frunce el ceño junto al puente de la nariz.

No sabe si se trata de un gesto de molestia o solo desagrado.

—Apestas a alcohol.

—Sí, fue una buena noche —comenta como si nada. Sus orbes azules giran hacía Denki, lo coge de la barbilla alzándole el rostro. El omega le mira un instante antes de bajar la mirada—. Eres bonito como tu madre.

—Gracias, alfa-sama —sonríe en respuesta.

No.

Si algo ha aprendido en ese lugar, es que los halagos siempre camuflan segundas intenciones. Como omegas no están en posición de rechazarlos, pero al aceptarlos deben ser bastante neutros.

Da un paso firme adelante, golpeando con su hombro a Denki, haciéndole retroceder suave.

Touya sonríe de lado.

—No te pongas celoso, tú eres nuestro favorito.

—Vayan afuera —ordena Shoto a los dos omegas.

—Tampoco te pongas celoso tú —se burla Natsuo desde el sofá.

—Es tú culpa por no marcarlo.

Inasa toma a Denki de la mano, obedeciendo a su alfa y se retiran rápido antes de seguir oyendo más cosas sin sentido. No solo es incómodo, sino humillante. Le tratan como si fuera alguien con quien pueden divertirse y no es así.

No debería ser así.

En el camino hacia el jardín, intenta ordenar sus ideas. Debe explicarle a Denki de una forma prudente lo sucedido. Sin culpar a los alfas, sin dejar entrever que fue él el coqueto. Lo último que quiere es que se lleve una mala imagen de casa.

Teme que después de eso no quiera volver.

—Denki...

—No me hables —le suelta la mano bruscamente—. Apestas a alfa en celo—se aleja, corriendo a la mesa de dulces.

Inasa detiene su andar.

No dice nada, tampoco lo sigue.

Como omega, recibe una educación estricta en ciertas normas morales que quizás Denki también conoce. No podría justificarse únicamente echando la culpa a Natsuo o Touya o Enji-sama, decir que son ellos quienes se le acercan demás, porque como buen omega debería permanecer oculto si sabe que existe esa posibilidad riesgosa.

Y asume que es esa la razón por la cual Shoto tampoco lo defiende nunca.

Al final, todo es su culpa.

Admite que la fiesta en inicio no es todo lo que quisiera. El altercado con Denki le tiene decaído. Habia imaginado muchas situaciones en las que ambos terminaban siendo amigos y compartiendo más tiempo juntos. Por el contrario, durante todo momento Denki le ignora y procura hablarle lo mínimo posible.

La situación mejora con la llegada de Katsuki.

Inasa lo abraza.

—Solo porque es tu cumpleaños —refunfuña entre sus brazos.

Está bien, eso es todo lo que necesita.

El resto de la tarde el amiente se relaja. Decide olvidar el altercado con los Todoroki, como siempre hace. Pensarlo tanto no le llevará a ninguna solución, puesto que la única que encuentra es la de irse a vivir solos, como Katsuki y su alfa. Algo que, en su caso, no sucederá. Por ello, se centra en su cumpleaños, la fiesta hermosa, la comida deliciosa y los omegas que al menos por un dia, puede llamar amigos.

Hay burbujas que revientan y soplan hasta dar en la cara del otro. Juegan corriendo, atrapándose. Katsuki le salta un par de veces y ambos ruedan en el jardín. En menos de dos horas su ropa parece andrajosa y no nueva por la suciedad y sudor. Kyoka, Yuga y Denki son más recatados, pero al cabo de un rato también se unen a jugar brusco con ellos.

Al final, Denki vuelve a dirigirle la palabra cuando se separan en grupos para esconderse.

Todo se resume a risas y gritos de niños.

En un momento dado, Momo les llama para cortar el pastel.

Inasa agarra a Katsuki y corre con él hacia el otro lado de la mesa, haciéndole frente a los invitados. La alfa da la señal y los niños cantan. Inasa sonríe grande, recordando un poco de cómo han sido esos últimos años para él. Cuando se le alejo de sus padres, Momo llego a tomar ese rol. Cuando estaba solo sin un hermano, apareció Katsuki. Poco a poco, el mundo a su alrededor empieza a cambiar de manera positiva.

Su vida pierde soledad.

Mejora.

La conclusión presiona su pecho y la sonrisa se convierte en llanto.

—Inasa —susurra Momo, lo abraza—. No debes llorar en tu cumpleaños.

Balbucea contra su pecho algo inteligible

Estoy feliz.

Katsuki palmea su espalda.

De verdad está muy feliz.

Lento, se separa de Momo, conteniendo el llanto. Ella le entrega una servilleta con la que seca su rostro y nariz. Katsuki lo acerca al pastel, donde la vela ilumina con su fuego. Intenta soplan y la respiración entrecortada le limita la acción. Prueba un par de veces sin mucho éxito. La vela se apaga, deja apenas una chispa rojiza, que es la que renueva el fuego.

Al cuarto intento, Katsuki decide ayudarlo, presiona la mecha con el ultimo estrago de chispa entre dos dedos.

—¡No! —rápidamente le toma la mano Inasa.

Ve la marca negra que se ha dibujado en sus yemas y, en un acto que no necesita ser pensado, besa la zona.

—¡A Inasa le gusta Katsuki! —corean los tres omegas.

—¡Cierren la boca! —responde bravo su mejor amigo, corriendo a jalarle el cabello a Kyoka.

La amenaza queda clara.

La madre de Denki es quien corta el pastel, Momo es llamada por Shoto adentro de casa.

No vuelve a verla el resto de la fiesta.

El día llega a su fin con más buenas cosas que malas.

Ha tenido un día agradable en la ciudad con Momo, han almorzado en un lugar hermoso. Tuvo ropa nueva y una fiesta que es la más bonita de todas las que recuerda. Ha comido cuantos dulces ha podido sin restricciones y regalos que han sido seleccionados por niños de su edad.

Nada de joyas o llevarlo a elegir a él mismo.

Entra al baño de su habitación.

Ahora toca un merecido baño antes de irse a dormir.

Lo primero en quitarse es el short y hubiera preferido no hacerlo. Nota en su muslo un pequeño morado.La mordida de Natsuo.

Resopla, queriendo obviarlo.

Continúa desnudándose, guardando ese recuerdo en un lugar oscuro de su memoria. Prefiere que lo más anecdótico de ese día sea lo bueno. Como la emoción que sintió mientras le cantaban, el abrazo de Momo o el beso que le dio a Katsuki.

Las mejillas se le encienden.

En su momento no tuvo tiempo de sentir vergüenza con Katsuki amenazando al resto y luego todos peleando por su tajada de pastel. Ahora en cambio, podía pensarlo con detenimiento. Ha frotado su mejilla con él y, aunque sabe que para los omegas se trata de algo muy especial, la normalidad con que lo había tomado le hizo percibirlo de la misma manera. El beso, por otro lado, había resultado especial. Incluso Katsuki mostró sorpresa.

" —¡A Inasa le gusta Katsuki! "

Cubre su rostro.

No paso de ser una burla, son dos omegas al fin y al cabo. Seguramente para el mismo Katsuki no paso de eso. Sin embargo, a él le hace ilusión el oír esa frase cuando sabe lo imposible que es.

—¿Inasa? —tocan a la puerta.

Momo.

—¿Sí?

—Necesito que salgas un momento.

Ya desnudo, se cubre con la bata de baño antes de salir.

—¿Sucedió algo?

Niega.

Le coge de la mano, guiándolo hasta la mesita de té dentro de la habitación. Hay una taza encima.

—Bébelo.

Obedece, no cuestiona.

Ha aprendido que el omega no pregunta, solo acata.

El líquido verdoso esta tibio y aunque huele agradable, el sabor es intenso y amargo. Arruga el rostro.

—Bebe todo.

Respira hondo.

Exhala, bebe lo que queda en la taza. Tose al final, disgustado por completo con el sabor. Esa sensación amarga deja quemando su garganta y todo rincón por el que pasa.

—¿Qué era?

La mujer le toma de las manos, acariciándole el dorso. Es dulce. Le ve directo a los ojos y solo ahí nota que desde que le hizo salir del baño, no lo ha hecho. Su mirada refleja melancólica. Lo abraza. Inasa se apoya en su pecho, recibiendo el abrazo.

—Te he tenido desde los cuatro años, eres como un hijo para mí.

—También lo siento así.

Le acaricia el cabello corto.

—Se que he sido dura en muchas ocasiones queriendo prepárate para la vida real. Aun así, si pudiera protegerte, lo haría, Inasa.

—Lo sé.

Porque es verdad.

Tras esa máscara dura que guarda la alfa, hay una mujer dulce que le consciente cuando aprende bien y protege cuando nota algo extraño en casa.

Le siente suspirar suave, su pecho se hunde.

—¿Cómo debe comportarse un omega?

La pregunta le toma por sorpresa. No comprende que tiene que ver con el momento tierno que están teniendo.

—Obediente, sumiso, leal —repite de memoria.

—No olvides eso —se distancia.

Recorre con sus manos el rostro de Inasa, delineando sus facciones. Descienden por sus brazos hasta tomarle de las manos otra vez.

Nunca lo ha hecho tantas veces.

Como tutora que es, sabe que el acercamiento entre alfa y omegas es limitado. Incluso en una relación estrecha como la suya.

Hay una sensación extraña y si sigue las enseñanzas de ella al pie de la letra, tomar un instante en oír su instinto —que aún es pequeñito—, logra escucharpeligro.

¿De qué?

No tiene sentido.

—Iré a bañarme —su cerebro da la orden de retroceso. Su pierna se mueve hacia atrás con pesadez, tambaleándose.

Es un instante en que todo pasa en cámara lenta.

Mueve el rostro y la habitación entera se tambalea junto a él. Las manos de Momo le ayudan a tener algo firme de qué sostenerse.

Su pie toca el piso nuevamente y se mantiene así un instante, queriendo recuperar el aliento. Su cuerpo entero palpita, el calor que la bebida dejó en su garganta parece haberse extendido a cada parte de su cuerpo. Arremolinándose en su vientre.

—Necesito que llamen al médico —dice asustado—, me siento muy mareado

—Lo sé, ven —le ayuda a caminar hacia la cama—. Siéntate, ten calma.

—¿Qué sucede? —toma asiento.

Respira agitado, su frente suda.

Momo le sostiene la espalda, acostándolo.

—¿Cómo debe comportarse un omega? —repite.

Esa parte suya interna que teme vuelve a avivarse.

—¿Qué sucede? —cuestiona asustado, queriendo tomar fuerzas para alzarse. Es imposible, sus manos resbalan sobre la sabana— ¿Qué me está pasando?

—Tranquilo —susurra suave, acariciando su frente—. Esa infusión va a calentar tu cuerpo, es similar al... celo —la voz se le corta con esa palabra. Esquiva su mirada —. Es lo más que puedo hacer por ti ahora —aparece una sonrisa triste—. Un omega es obediente, sumiso y leal. Recuerda, Inasa, recuerda.

Exhala profundo.

Entre su vista nublada, la ve alejarse. Intenta seguirla, intenta preguntar nuevamente que sucede, gritar que no lo deje. Su cuerpo se resiste a obedecer, cediendo cada vez más esa sensación sofocante.

Sus sentidos son muy confusos.

Por un lado, apenas ve bien o escucha. Por otro, su piel se encuentra demasiado sensible, creyendo que la fibra de la bata le hinca o la sabana le raspa. También esta su olfato, nunca ha sentido aromas con tanta precisión como para reconocer personas.

—Shoto... — susurra antes que sus ojos corroboren lo que su nariz ya detectó.

El colchón a su lado se hunde cuando este se sienta. Jadea al tacto de sus dedos sobre su rostro. Hay sorpresa y miedo. Entorna los labios, no sale palabra. Los dedos bajan por su mandíbula, cuello, clavículas. Hay un escalofrió de terror cuando llegan a su pecho y reconoce hacia dónde va todo eso.

El aroma que percibe hace que su instinto le gritepeligro.

—No —finalmente logra balbucear una negativa.

Olvidándose que un omega no debe replicar.

—Shh... —le desata la bata

—N-no...

Parpadea varias veces, aclarando un poco su mirada.

En ella se dibuja Shoto poniéndose de pie y lo que ruega sea solo un susto, termina siendo realidad. Le ve desabrocharse la correa y el tintineo de le hebilla perfora sus tímpanos.

Al igual que el sonido de la bragueta deslizándose hacia abajo.

—Abre las piernas.

Las palabras camuflan esa voz que viene conociéndola desde los cuatro años. La que teme y a partir de hoy, aborrece. Obedece con mayor docilidad de otras ocasiones. Incapaz de que su cuerpo cumpla con su propia voluntad.

No hay lágrimas.

No hay gritos.

No hay fuerzas.

El cuerpo del alfa se recuesta sobre el suyo.

Nunca va a olvidar el calor que emana.

Cierra los ojos, sus manos presionan la sabana bajo ellas. Inasa prefiere evitar concentrarse en lo que sucede, repitiendo en bucle que pronto va a terminar y mañana será un día nuevo en el que volverá a jugar con Katsuki.

Fin de la primera parte

Notes:

"Siente, que ese día en verdad va a marcar un antes y después en su vida.", no saben lo terrible que me sentí escribiendo eso TT.TT

Y bueno, aquí la marca de la que nadie hablaba.

Les dije que ellos serian la pareja cuestionable.

Ahora, como habrá ciertos saltos de tiempo, he decidido dividir este fic en partes. En este primer arco, es un poco la introducción, más relacionado a la dinámica y como viven. Igual soy consciente que hay muchas dudas, sobre todo porque hemos oído la parte alfa, un poco de vista de los omegas, pero falta la beta.

Mil gracias por todos los hermosos comentarios y votos!

Chapter 13

Chapter Text

Inicio segunda parte

En la vida, lo más triste no es ser desgraciado del todo, sino que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.

—Jacinto benavente—

Capitulo 1

Hay una sensación extraña molestándole.

No es la primera vez que Katsuki la siente. Ha comenzado a aparecer repentinamente unos pocos meses atrás. Una vez cada quince días, luego a la semana, hasta llegar a unos lapsos menos distanciados. Katsuki aun no encuentra como definirlo. Es un palpitar repentino de pecho, incomodidad del cuerpo, por momentos bochornos. A veces aparecen todos a la vez, otras se intercalan o simplemente se integran nuevos padecimientos.

Como sea que suceda, resulta desgastante al punto en que su mente tarda en concentrarse sobre asuntos importantes como sus estudios, comer, molestar a Tenya o dormir.

—¿Kacchan? —los ojos idos se despegan de su tazón de avena para voltearse contra Izuku, sentado en frente suyo— Se va a enfriar el desayuno ¿Te sientes mal?

—¿Otra vez es...

—No —calla a Tenya antes que se atreva a poner en palabras algo que no quiere escuchar. Se pone de pie–. Es tarde.

Sale del comedor sin más.

Oye a su tutor refunfuñar algo sobre su mala educación, mas lo ignora y sigue de largo. Con trece años ha comprendido que la labor de ese alfa es joderle la vida. El prefiere obviar su presencia cada que puede, sobre todo, en situaciones como esa en las que ya existe algo superior inquietándole.

Toma la mochila a su paso por la sala y sale de casa.

La brisa fresca del aire libre le insta a permanecer un instante de pie en el pórtico de ingreso. Respira hondo, con calma, detectando cada minúscula partícula que se cruza. El olfato se le inunda de aroma a trigo maduro, césped verde, tierra. Visualizar los campos abiertos, listos para la cosecha le llenan de paz.

Lejos de casa y olores impertinentes, la molestia interna mengua lentamente.

Su cuerpo retoma la normalidad.

Emprende el camino hacia la vía principal, fuera de sus tierras. El sol se alza en medio del cielo despejado. Con la primavera en su apogeo, el clima empieza a calentar haciendo meya en la temperatura corporal del omega. Katsuki odia que su uniforme no sea lo suficientemente fresco para esa temporada que cada vez asemeja más al infierno.

O es así como lo percibe.

De un tiempo a este duda de si las cosas son solo percepción suya.

El camino fuera de su terreno tampoco ayuda, siendo un tramo extenso y sin árboles, el sol le calcina y el sudor empieza a emerger sobre su frente. Aun con todo ello, está bien con que Tenya no lleve más. Es tan gratificante que Izuku le diera autorización de ir a la escuela desde el otoño pasado. Un gran paso si tiene en cuenta que incluso Yuga —el mejor acomodado de sus compañeros— lo hace desde que lo conoció.

—¡Katsuki!

Detiene el paso, arquea una ceja.

Denki agita la mano al ingreso de la propiedad. Katsuki ve hacia resto de la vía principal en busca de su padre.

Nada.

Acelera el paso.

—¿Vienes solo?

Asiente.

—Convencí a papá de que no necesita llevarme más a la escuela —dice feliz—. Ya estoy grande y con él cerca nunca se me acercara un alfa.

A diferencia de su padre, a Katsuki esa no le parece una razón del todo convincente. Ni que sea la verdadera intención del omega. Sin importar la familiaridad de ambos, para la sociedad no comparten el mismo rango y un beta siempre camina detrás de un omega. El alfa que quiera cortejarlo, podrá hacerlo sin impedimento.

Lo que le lleva a la verdadera razón: vergüenza.

No es algo nuevo. Lo ha notado cuando evita hablar de él o cuando en cada uno de sus cumpleaños, su padre solo lo ha dejado en la entrada de casa. Es cierto que un beta no puede ingresar a la residencia de otro alfa sin autorización, pero Izuku se la ha otorgado siempre y, aun así, Denki nunca se lo ha permitido.

Situación que no se repite con su madre, de quien habla orgullo por la buena posición que tiene dentro de la residencia Todoroki. Quizás inconsciente de lo que tener "buena posición" involucra para una beta mujer con patrones alfas.

Como fuera, aquello no es de su incumbencia. Pero sí despierta su preocupación.

—Es peligroso para ti.

—¿Por los betas? —rueda los ojos— Te recuerdo que convivo con ellos. A parte, vengo por el límite de la propiedad de los Todoroki, si algo sucede, ellos estarán para defenderme. Soy su omega, ¿no? —guiña el ojo.

Katsuki frunce los labios, sin decir más.

No cree que ellos sean de fiar.

...

Tiempo atrás solía comer el almuerzo en la cafetería de la escuela. Había veces en las que salía al jardín con Kirishima mientras el resto de sus amigos mantenían la unión del grupo. Ahora, Kyoka y Sero también se habían distanciado del resto.

Un cambio que no había sido para nada abrupto.

Katsuki recuerda la primera vez que los vio llegar a la escuela de la mano y cuando Sero mencionó estar en una relación en tanto Kyoka se sonrojaba a más no poder. Algo totalmente natural a como lo ve él, teniendo en cuenta que su "relación" con Izuku inicio cuando tenía seis años y lo saco del orfanato. Hasta donde lo veía la relación de sus amigos no era muy distinta a la suyo.

O eso creía.

Con el pasar de los años ha visto la evolución de ellos. Kyoka cada vez menos apenada por una muestra de cariño, a Sero siendo más atento en cada pequeño aspecto de ella.

Razón por la cual algo dentro suyo a tambaleado durante años respecto a lo que mantiene con Izuku. Porque a él no lo ve como lo hace Kyoka con Sero, sino lo hace como un hijo a un padre, hasta amigo si no lo piensa a profundidad; mas no comosu alfa—y todo el trasfondo que eso conlleva..

Luego estaba esa incomodidad que nacía cuando estaban juntos en el mismo ambiente y el mal genio infundado despertaba direccionado a él.

No entiende que le sucede.

—Hace demasiado calor —Kirishima aparece, sentándose a su lado en el jardín con la bandeja de comida.

—Tardaste —da un bocado de arroz.

—¿Vas a reclamarme ahora, cariño? —se pega a él, finiendo frotarse.

Katsuki le golpea la frente, arrancándole una carcajada.

—Salí del aula y Denki estaba ahí, no imaginas lo que fue camuflarme entre otros alfas para huir —da un mordisco a suonigiri.

—¿Por qué tanto rechazo a Denki?

—¿Debo explicártelo de nuevo? —repregunta con la boca llena.

—Me refiero a que tendrás que emparejarte a un omega tarde o temprano.

—Prefiero que sea lo más tarde posible —continúa comiendo—. Quiero viajar, conocer el mundo y... quizás una chica linda.

Rueda los ojos, encontrando imposible los sueños de su amigo.

—No hagas eso, los omegas no hacen eso.

El golpe cae más rápido de lo que puede reaccionar. Eijiro presiona sobre sus costillas, quejándose entre risas. Sabe lo mucho que Katsuki odia que le digan que no puede algo por el simpe hecho de ser omega.

Así como él odia que le impongan cosas por ser alfa.

Es decir, ellos gozan de más libertad que los omegas; sin embargo, la mayoría iniciaban sus vidas laborales apenas terminaban la escuela. De hecho, es lo que se esperaba de ellos a menos que vinieran de familias acomodadas o sin problemas de dinero. Asistir a la universidad es un lujo reservado a quienes poseen dinero o las capacidades suficientes avaladas por el estado. De lo contrario se convertía tarea difícil teniendo en cuenta que la edad promedio en la que inicia la convivencia A/O era a los catorce años, siendo a los dieciséis en donde se esperaba el primer embarazo.

Y un alfa necesita dinero para mantener a su futura pareja e hijo.

Hijos.

Humanos que cuenten como uno.

Porque lo mínimo que se espera de ellos es que incrementen el número de alfas y omegas de la nación.

—Un día viajare por el mundo y te enviare postales de cada lugar que conozca —continua su sueño, ignorando los pensamientos intrusivos que pretenden esclavizar su mente.

—Sí, con el dinero que tu viejo no te dará.

—¿En verdad necesitas matar tan rápido mi sueño? —resopla— Mi viejo quiere que lo ayude con su trabajo en el hospital y estuve pensando que podría ahorrar algo en lo que llega mi celo.

—Suerte con eso —dice desganado.

—¡Oh, Katsubro! —lo abraza— Siempre supe que me apoyarías.

—¡Basta! ¡Suéltame, idiota!

—Bro, estás todo rojo —ríe—. El que se enamora primero pierde.

—¡Cállate!

Se pone de pie, dejando atrás la bandeja de comida casi intacta.

—¡Es normal, Katsubro! —le grita, sin seguirle.

Katsuki continua su camino, asqueado por el estúpido significado que llevan sus palabras.

A la mierda si es normal, no quiere sentirlo.

...

Como es de esperarse, a su llegada a casa la sensación molesta emerge de vuelta.

Es progresivo, nunca de inmediato y es lo que más ansiedad le ocasiona. Nunca sabe que síntoma va a aflorar primero, si es que lo hace; ya que existen momentos en los que no hace aparición. Eso no evita que desaparezca la angustia generada por la intriga a que vaya a llegar cuando menos lo espere. Siendo incomodo incluso su ausencia. Pocas veces en su vida se ha sentido algo como ello. Incluso el vestir esos trajes finos de lana que pica es menos molesto que la sintomatología en que se inundada casi a diario.

Maldice no haber sido un simple beta como sus padres u Ochako.

Maldice haber sido tan estúpido como para acudir con Tenya el día que eso inicio.

Deja caer el lápiz sobre el cuaderno. Su intento de terminar la tarea se ve interrumpido con el cosquilleo exasperante en alguna parte de su cuerpo que ni siquiera logra definir. Está en todos lados y a la vez en ninguno. Apoya los codos sobre el escritorio, recostando su frente sobre las manos, sin poder concentrarse más. Detesta que una labor tan sencilla pueda llevarle horas cuando ese padecimiento inicia. Lo peor es que todo se reduzca a solo sensaciones muy superficiales y ninguna molestia concreta a la que pueda a atacar con medicina.

No.

Miente.

Quiere engañarse.

Incluso si fuese algo físico, no habría cura, porque es un omega y tanto en ellos como en los alfas, el instinto es algo que se vive enlibertad(según Tenya). Sin embargo, eso es algo en lo que prefiere no ahondar, dejar toda duda al aire e intentar distraerse antes de volverse loco con esas sensaciones que su cuerpo experimenta.

Pequeños picos donde todo es muy intenso y caótico.

Luego, paz.

Resopla con fastidio, se pone de pie y baja al jardín. Entrada la primavera, el árbol de cerezo que apareció como un brote entre la hierba mala hacía varios años atrás le recibe con su florecimiento. Plantado cerca de al ingreso, Katsuki camina alrededor suyo deleitándose con su aroma.

Un hecho reciente, pues hasta el año pasado no le hallaba un aroma en específico.

La brisa fresca recorre su cuerpo vestido de ropa ligera. Inhala hondo, volviendo a centrarse en esos olores de la naturaleza que tienden a calmarle. Exhala largo y pausado, sintiéndose un poco más relajado.

Paz.

Y la molestia comienza a dispersarse de a pocos.

Katsuki quisiera sonreír victorioso, pero entonces la raíz de todo ese mal aparece. Dos luces iluminan la pista principal de esa zona rural. Resulta fácil distinguirlo como el auto de Deku al momento en que gira al camino de ingreso a casa.

Frunce el ceño.

El día que ese malestar hizo aparición, el desconcierto e incomodidad en su cuerpo fue tal que recurrió a Tenya como la única fuente disponible en casa. No solo a nivel de información, sino porque, como omega, únicamente tiene acceso a atención medica si un alfa le acompaña. Regla estúpida que no fue necesaria usar en aquella ocasión, pues la respuesta fue sencilla: Su instinto empezaba a despertar. Había explicado que, estando próximo a cumplir catorce años, su cuerpo iría preparándose de a pocos para lo que vendría en el momento exacto en que se definiera.

Instinto, feromonas, celo; irían despertando en ese orden con forme pasara el tiempo.

Y siendo un omega, era lógico que el instinto despertara cada que el aroma a alfa llegaba a él.

Kirishima mismo le había comentado que durante las vacaciones —y contrario a sus gustos— el aroma de Kyoka le había alterado al punto de irse de manos con Sero. Incluso su padre se había visto afectado en uno de esos arranques territoriales que le llevaban a actuar muy distinto a como era el Kirishima habitual. Tiempo después sus feromonas aparecieron y todo retorno a la normalidad.

El auto se detiene al terminar de girar en el pequeño ovalo que hay delante del pórtico.

Katsuki permanece bajo el cerezo, observando a Deku y Tenya descender del auto. El alfa dueño de casa le sonríe en cuento sus ojos se cruzan.

—Te traje un obsequio.

El omega enarca una ceja, curioso.

En medio del sonido de motor que rompe con la tranquilidad del campo, irrumpe un ladrido agudo, chillón. Tras Izuku, recién logra ver el pequeño cachorro que su tutor carga.

—Tenya dijo que podía ayudarte ah... —duda. Medita como decirlo—... ya sabes.

Katsuki chasquea, tirando el hombro hacia atrás en señal de menosprecio a sus teorías. Sin embargo, la molestia que ha dado inicio apenas el aroma a alfa llegó a él, es lo mismo que le mueve al inquieto animalito. Pasa de largo a Izuku, acercándose directo a Tenya. Toma al cachorro, que aproxima su hocico olfateándolo.

El estúpido alfa tiene razón, esa parte molesta se encoge unos grados.

—¿Te gustó?

Es un fastidio que le haya atinado a su necesidad.

Por lo mismo, no responde.

Ingresa a casa, subiendo derecho a su habitación. Abraza al cachorro fuerte contra su pecho, este lame su rostro y, en lugar de detenerlo, se lo permite. En verdad empieza a sentirse en paz. Parte de la explicación de Tenya había recaído en lo que su instinto pedía y él aun no sabía descifrar. Era fácil, esperaba la cercanía de un alfa, situación que había derivado en la recomendación de abandonar su habitación y dar inicio a la convivencia al lado de Izuku.

Imposible.

El otro punto es que su lado omega, más allá de la cercanía de una pareja, pedía uncachorroy literalmente, le había traído uno.

—¿Kacchan?

Resopla.

Ha percibido su presencia todo el camino, pero pensó que entendería que le estaba ignorando y solo se iría.

—¿Hmm? —gira hacia él, estando ya delante de la puerta de su habitación.

—¿Sigues incomodo? —alza la mano hacia su mejilla.

Katsuki retrocede.

—Voy a entrar.

Solo.

Sin ti.

El mensaje parece llegar esta vez correctamente. Izuku no continúa avanzando y Katsuki es libre de ingresar a su habitación. Se acuesta en la alfombra con el cachorro.

Tambaleando entre la paz que le da y la inquietud que ha despertado la proximidad con Deku.

Odia sentirse así, como si su cuerpo le exigiera a Izuku para sentirse completo, obligándole a crear cierta dependencia en el proceso.

Continuará...

Chapter 14: II. Capitulo 2

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Existen ciertas tradiciones que Katsuki ha aprendido a mantener desde que vive en esa casa. Como la cena de navidad preparada por Ochako, siendo la única fecha del año en la que ella se sienta a la mesa junto a él y los dos alfas. O las reuniones de fin de año a las que Deku asistía y se negaba a llevarlo.

Otra es que en los cumpleaños de Inasa, sin importar qué, estará siempre presente. Nunca habrá una situación lo suficientemente importante, un examen difícil o una tarea imposible que le haga no asistir a casa de los Todoroki.

Y eso, se repite a la inversa.

Por ello, cuando el reloj marca medio día y es el mismo Katsuki el que se ve aproximándose a la ventana de la sala a esperarle, es que presiente que algo extraño ha sucedido.

Extrañopor no decirmalo.

Con los Todoroki ambas palabras siempre deben ir ligadas.

Inasa es el tipo de omega que Tenya siempre espero que fuera.Obediente, sumiso y leal.Aquello es algo que repite con cada ser a su alrededor, incluido él. La lealtad de su amigo llega al grado de ser siempre el primero en saludarle por su cumpleaños, apareciendo en casa incluso si el aun duerme o la fecha cae en día de escuela. Esta vez no es el caso, por eso todo se vuelve cuestionable.

Y sí, resultaría sencillo hacer una llamada que salde todas sus dudas, pero significaría un grado de preocupación que no está dispuesto a admitir abiertamente por su amigo.

Prefiere quedarse de pie en la ventana y disimular que solo ve a Denki llegando a pie.

Solo.

—Feliz cumpleaños —saluda el omega, entregándole su obsequio envuelto en un papel marrón.

Katsuki no necesita abrirlo, siempre es lo mismo. La familia de Denki son betas; su padre trabaja en el campo, su madre en la casa. Ambos no generan dinero, tan solo reciben condiciones dignas de vida y su obsequio siempre termina siendo algún dulce hecho en casa del que Denki se avergüenza.

Esta vez no es el caso, porque es el primero en llegar y nadie más vera su obsequio luego de que Ochako lo lleve dentro.

Ambos omegas van al salón separado exclusivamente para ellos.

Nunca hubiera creído que un ambiente libre de alfas fuera tan necesario hasta que empezaron a crecer y los criterios de los padres de sus amigos para otorgarles ciertos permisos se volvieran cada vez más exigentes.

El tener en casa áreas exclusivas para omegas era una de ellas y lo que antes fuera el salón de negocios de Izuku, ahora era suyo y de sus visitas.

A los pocos minutos de acomodarse con Denki en la alfombra, arriban Kyoka y Yuga. Los últimos invitados. A diferencia del primer cumpleaños que celebró, no ha vuelto a invitar a todos los omegas de su sección. Ahora con esos tres con los que convive a diario es más que suficiente.

E Inasa, claro está.

Pero la primera ronda de bocadillos es traída por las betas y él no aparece.

—¿Cómo se llama? —pregunta Kyoka, sentada al lado de Denki, alrededor de la mesa redonda mientras cae enternecida por el pequeño cachorro de pelaje miel que se cuele entre las piernas de la servidumbre.

—Hibana —responde sin darle mucha importancia a su propia mascota.

Los ojos permanecen viajando constantemente hacia la ventana, que da al sendero principal. Incluso puede observar parte de la carretera que cruza esa zona.

No hay rastros de auto alguno.

—¿Preocupado por Inasa? —pregunta Yuga, invitándole un bocado al perrito.

—Nunca ha faltado un solo cumpleaños tuyo —complementa Kyoka, quien también acaricia al cachorro.

—Debe estar follando con su alfa.

—¡Denki! —le gritan todos.

—¿Qué? —exclama falsamente ofendido, tomando otromochi— Siempre lo hacen.

—¿Cómo que siempre? —espeta Katsuki, con tono matón.

Denki se arrima cerca de Kyoka, rehuyéndole la mirada, pero sin visibilizar su miedo.

—Mi madre trabaja en casa de ellos y ahí pues... se dicen cosas.

—¿Qué cosas? —sin importar que tanto se aleje, Katsuki toma impulso suficiente para tomarlo del cuello.

—¡Katsuki —los otros dos omegas cogen su brazo, liberando a Denki.

—Ya, no dije nada, olvídalo gatea al otro extremo de Yuga, más lejos del homenajeado.

Sin embargo, Katsuki no olvida nada.

Denki podrá ser un idiota que muchas veces habla estupideces, pero es consciente que sabe más cosas de la casa Todoroki de lo que Inasa le dirá jamás. Su comentario es una espina que se le queda incrustada, porque no sabe hasta qué punto puede llegar a ser cierta la premisa. Al igual que sucediera años atrás con la supuestacoqueteríade parte de Inasa a los mayores de la casa.

Como fuera, maldito Denki de llevarle a rumiar tanta mierda en su cerebro el día de su cumpleaños.

Tch.

Golpea la mano de Yuga, que continúa dándole comida a Hibana. Jala al animalito sobre su regazo, acaparando su atención por completo y dando por finalizado el tema anterior.

O eso quisiera.

No transcurren muchos minutos cuando un auto hace aparición. Conoce tantos años a los Todoroki que sabe se trata del coche de la familia. Al menos, el que siempre traslada a Inasa.

Sonríe de lado, rascándose la mejilla, simulando que es un gesto de picazón.

Es bueno que lo que dijo Denki sea solo una estupidez más. Libera a Hibana, esperando que cuando Inasa ingrese el cachorro le vaya encima. Seguro se emocionará tanto como cuando el perro guardián de su casa tuvo su primera camada y Momo los llevó a verlos.

Se mantiene atento, expectante de cuando la puerta abra.

Sin embargo, el motor del auto suena antes de que esta se abra y cuando finalmente sucede, quien ingresa es Ochako. Sola. La beta sonríe a los invitados y se acerca a Katsuki con un obsequio en las manos.

—De parte de Inasa —se lo entrega.

—¿Y él?

—Yaoyorozu-sama dijo que se encontraba indispuesto.

—Pudo llamar.

—Debe sentirse bastante indispuesto —intenta consolar antes de retirarse.

—Bastante indispuesto —repite Denki al quedar nuevamente solo omegas.

Katsuki golpea la mesa de centro, remeciendo los platillos y ocasionando que todos se sorprendan. Sus amigos le miran temerosos. Deja el obsequio a un lado, saliendo de ahí hacia la oficina de Izuku.

No quiere creer lo que Denki ha dicho. Es asqueroso... ¡Apenas tiene catorce!

Abre la puerta sin previo anuncio. Dentro, capta la atención de Izuku, su tutor y otros dos alfa que continuamente van a casa. Socios, según sabe.

—Llévame donde Inasa —exige, ignorando por completo la presencia de las demás personas.

—Kastsuki —masculla Tenya en un suave llamado de atención.

—Puedes llamarlo —responde Izuku con simpleza.

Aunque su gesto denote fastidio.

—Dicen que esta indispuesto. Momo vino a dejar su obsequio.

—Entonces no hay motivo para ir —le corta.

—Claro que lo hay —sin querer, alza la voz levemente. Se exaspera—. Solo serán cinco minutos si en verdad lo está.

—¿Si en verdad lo está?

La molestia es más notoria esta vez.

Katsuki es consciente que ha pasado un límite. No solo irrumpiendo en el lugar donde hay más alfas a los que debería respetar, sino que ha alzado la voz a uno. A su alfa. Y como si no fuera poco, ha puesto en duda una verdad dicha por una de los suyos.

—Quiero ir —mas no se controla.

—Katsuki, retírate —ordena Tenya con firmeza.

No obedece, se mantiene altivo con la vista fija en Izuku.

—Obedece a Tenya.

—Sera rápido.

—No —pierde la paciencia— y como sigas con eso se termina todo ahora.

—¡Entonces que se termine! —pisa fuerte haciendo chillar la madera del piso.

Izuku resopla bastante molesto.

—Tenya, lleva a Katsuki a su habitación y encárgate de sus amigos.

No hace falta que el alfa ejecute la orden, Katsuki se retira tirando la puerta tras de él.

...

Un omega obediente, acata lo que su alfa ordena.

Un omega sumiso, jamás discrepa.

Un omega fiel, nunca traiciona, miente u oculta cosas.

Katsuki se siente agradecido de jamás haberse comido esas reglas, siendo lo suficientemente inconsciente de ellas como para no tener remordimiento a la hora de escapar de casa a media noche. Hibana es la cachorra más ociosa que conoce, incapaz de despertar aun cuando su amo lo hace. La seguridad en la que creen vivir todos también permite que los habitantes de la casa mantengan el sueño pesado sin miedo alguno.

Nadie despierta mientras se va.

La casa de los Todoroki queda algunas hectáreas más lejos de la suya. Razón por la que siempre van en auto. Adicional a la tierra que desprenden las áreas sin plantaciones. Katsuki tarda cerca de treinta minutos en arribar a los arrozales de los Todoroki. Otros minutos más en escabucharse por los caminos que forman estos pozos de agua y no ingresar abiertamente por el sendero principal.

Un omega no puede visitar la casa de un alfa sin previa autorización del suyo propio.

Padre, hermano, esposo.

El tutor de un omega, siempre es un alfa.

Termina de cruzar el campo teniendo como único testigo a uno de los perros guardianes al que logra sobornar con un poco de cariño. Dentro del jardín Todoroki la seguridad es la misma que en casa, ninguna. Logra caminar apenas guareciéndose en los arbustos hasta dar con la habitación de Inasa en el segundo nivel. Tiene una estructura de madera en donde trepa una enredadera. En más de una ocasión Momo les había llamado la atención por querer escalarla y hoy finalmente Katsuki iba a descubrir que tanto de su peso soportaba la estructura.

Uno a uno, sube los cuadrados perfectos por donde se agarra la enredadera a esa parte de la casa. Para suerte suya la ventana de la habitación colinda con esta estructura y sobresale del resto de la casa, como un pequeño volado circular que sirve de balcón a la habitación superior. Llega a la ventana y en el momento en que está dispuesto a tocarla, nota que la luz no se encuentra simplemente apagada, sino que ese lugar está casi abandonado.

No hay cortinas y dentro, se acumulan cajas.

¿Qué carajos?

El pecho se le congela el percibir esa habitación no más como una, la están vaciando y eso solo puede significar una cosa: Inasa no es un omega. Como beta, es lógico que lo enviaran lejos de ahí, razón suficiente para no tener tiempo de llamarlo. Por eso la excusa tan endeble de Momo.

—Mierda —susurra, ante la posibilidad que nunca pensó.

Siempre dio por seguro que Inasa estaría a su alrededor.

Se acerca al vidrio, observando detalladamente lo poco que queda en su interior. Y es extraño. Porque de ser un beta, sería algo que apenas llevaría un par de días de sucedido; sin embargo, la habitación luce polvorosa. Como si llevara mucho más tiempo del que estima. Quizás meses.

De pronto, el aroma a tabaco llega a su olfato.

Se congela.

Los únicos que fuman son los alfas.

Traga saliva duro, viéndose descubierto. Si Deku se enteraba de eso, tendría cero posibilidades de hacer algo por Inasa. Exhala suave, ideando la mejor manera de huir o negociar con el alfa que este sobre él. Con algo de reparo, alza la vista hacia el balcón del tercer nivel, ese que se forma en base al arco de la habitación del omega.

O beta.

Un poco de cenizas caen sobre su rostro.

—¿Qué carajos? ¿Inasa?

El cigarrillo cae al precipicio del asombro.

—¿Q-qué haces ahí? —susurra— ¡Vas a caerte!

—¿Tú que haces ahí y a esta hora y... con esa mierda en la boca?

Retoma su escalada, furioso. Las palabras tímidas de su amigo por hacerlo desistir son inútiles. Katsuki quiere respuestas A.H.O.R.A. El barandal de concreto con detalles tallados cumple bien su función de estabilizarse. Se impulsa con fuerza y logra pasarlo, pisando nuevamente suelo al fin.

—¿Qué hac...

—¡Shh! —le tapa la boca, señala dentro.

Donde Shoto duerme en la cama.

Y claro, esa habitación le pertenece a él, no a Inasa. Pero el omega se encuentra ahí, vestido con una bata de seda que cubre su pijama; mientras la habitación de abajo se encuentra vacía, lo que quiere decir...

Quita la mano de Inasa, cierra la puerta de vidrio.

Nota a su amigo nervioso.

Y no logra descifrar si es por el hecho evidente de que debe estar durmiendo en esa habitación con alguien mucho más grande o la cajetilla de cigarros que hay en la mesa del balcón.

—Primero, ¿Qué significa eso? —Señala la cajetilla. Inasa rehúye la mirada, como un mocoso que fue pillado en plena travesura— ¿Crees que ese idiota no va a notar que le faltan cigarros?

—¿Crees que ya no lo ha notado? —refuta.

Katsuki se le queda viendo.

No va a negar que le agrada la respuesta descarada que le ha dado, pero ¿acaso ese es el Inasa que conoce?

Entonces, otra cosa capta su atención. Ve unas marcas rojizas en su cuello.

—¿Qué te pasó ahí? —tira de la bata, percatándose solo en ese momento, que esa bata no cubre su pilla.

Sino su desnudes.

Y que las marcas son mordidas que recorren más partes de su pecho.

Inasa empuja su mano, volviendo cubrirse rápidamente. Da unos pasos atrás, otra vez le percibe nervioso.

—Ayer mi aroma cambió —solo ahí, Katsuki afina su olfato. No obstante, antes de inhalar el aroma dulce que un omega debe tener, llega a él el de tabaco. Inasa toma otro cigarro de la cajetilla—. Antes no sucedía esto, pero tal parece que los alfas muerden mucho cuando tu aroma aparece.

Entonces, Katsuki recae en aquello que quizás, el omega ha dicho sin meditar.

—¿Antes? ¿Hace cuánto?

—No me hagas decir algo que ya sabes.

—¿Qué?

Inasa duda.

—¿Tú...?

—No.

El más alto resopla. Una risita vaga que suena a tristeza.

Acerca el cigarro a sus labios

—No es algo de lo que un omega deba hablar.

Katsuki se lo arrebata.

—Me importa un carajo si tu alfa no te dice nada —el tono que usa finalmente saca una reacción más acertada en Inasa, más aél—, pero mientras yo esté aquí, te olvidas de esta mierda, ¿entendiste?

Inasa sonríe y asiente.

Ambos quedan en silencio por un instante. Katsuki aún no se ha quitado de la cabeza lo que dijo Denki y ahora tenía toda esta información incompleta que le comía el cerebro. No hay manera que ese "antes" le deje tranquilo.

" —D ebe estar follando con su alfa."

¿Desde hace cuánto?

¿Por qué no se lo dijo?

¿Está bien con eso?

" —N o es algo de lo que un omega deba hablar."

El maldito problema es siempre ese, los omegas no hablan de nada de lo que es verdaderamente importante. Todo lo dejan en manos de los alfas.

—Huyamos —y, aun así, Katsuki está dispuesto a respaldarlo. Incluso si no tiene la historia completa.

Inasa vuelve a sonreír, ya no con tristeza.

—Siempre que algo no te parece esa es la respuesta.

—¿Y qué se supone que haga entonces?

—Somos omegas, es imposible

—No —dice firme, por más que Inasa nunca tome en serio esa idea suya.

—Lo es y... —suspira— la vida no es mala. Tengo un buen hogar, que comer, vestir.

—A cambio de que ese idiota abuse de ti.

—Katsuki —le nombra en llamado de atención. Resopla—. En verdad no es tan malo. Llega a... gustarte —se avergüenza, camina hacia el barandal de concreto—. Lo entenderás mejor cuando tú...eso.

Katsuki chasquea, molesto con su conformismo. Se apoya igual que Inasa en el barandal y su amigo se aproxima, recostando la cabeza sobre su hombro, aunque la diferencia de altura lo haga un poco difícil.

Mirando el horizonte, su mente continua rebobinando frases e ideas no puestas en palabras. Ni loco dejaría que Deku lo tocara de esa manera. Está claro que sabe sobre sexo y lo que es. No es un niño y habiendo cumplido catorce, hay cosas que se les explica muy detalladamente en la escuela. Porque su función como omegas es repoblar el mundo junto a los alfas. Pero de ahí a que ese paso verdaderamente se dé, no hay manera.

O eso cree.

¿Izuku lo entendería como él?

Agita la cabeza, ventilando las ideas que no vienen al caso en ese momento.

—Te puedo preguntar algo... ¿íntimo? —pide permiso Inasa.

—Habla.

—¿Has besado a tú alfa?

Enarca una ceja.

—No.

—¿Y no te da curiosidad?

—¿Vas a enseñarme? —dice retador.

—Solo... si quieres...

Katsuki mueve su hombro, Inasa retoma su postura recta, le hace frente y al no ver ninguna señal de ir en broma, lo toma como una afirmación. Avanza unos centímetros, desciende el rostro. Katsuki no deja de mirarlo y, quizás incomodo, el otro cierra los ojos. Percibe de cerca el rostro de Inasa, sus pómulos pronunciados, las pestañas largas.

Rozan sus narices.

Tocan sus labios.

—Apestas a tabaco.

Retrocede, dándole un golpe leve en el abdomen.

...

Durante el desayuno muere de sueño. Al final terminó quedándose al menos una hora con Inasa, más el camino de regreso y un baño rápido para quitarse de encima la tierra y hedor de las plantas. Come su avena en silencio, mas no es únicamente por el sueño, sino por la molestia del día anterior con Izuku.

Incluso más que eso.

Tenya termina de comer y en lugar de esperarles como siempre, se retira del comedor.

Es evidente que busca dejarles a solas.

—Ni siquiera me respondiste los buenos días, Kacchan.

Y va a continuar con aquello.

Le da asco la sola idea de pensar que Izuku supo lo que sucedía en casa de los Todoroki todo este tiempo. Que a diferencia suya sí sepa cuando inicio. Se le estremece la piel de solo ponerle un número a eso.

—Katsuki —usa su nombre como tal, aunque la voz no suene dura—, no te comportares como un niño.

Deja su plato sin terminar de comer.

—Kacchan —empuja la silla hacia atrás—. Kacchan —se pone de pie, pero antes de que logre dar un paso, le sostiene la mano—. Perdón por lo de ayer, pero no puedes comportarte de esa manera y menos cuando hay otros alfas presentes.

Katsuki le mira indiferente.

Izuku le suelta. También se pone de pie, a su lado.

—Primero te la pasas rechazándome, ahora me ignoras ¿Cuánto más va a durar esto? —nada. Resopla cansado— Bien, ¿Qué quieres?

—¿Por qué no vino ayer?

Espera la verdad.

Izuku sonríe suave.

—Supe que su aroma se definió finalmente —lo dice a modo de buena noticia.

—¿Y porqué eso lo indispondría?

—Tú has sentido malestares y aun no te defines —suelta como obviedad.

—Eso no hace que falte a la escuela, o a visitarlo, o a lo que sea.

—No soy omega como para saberlo, Katsuki —se rinde, da la vuelta y camina hacia la ventana, dándole la espalda—. A los alfas nos separan del resto, nos ponemos agresivos los primeros días. Nunca he sabido lo que sucede con un omega.

Katsuki resopla. Sin estar seguro de si Izuku es sincero en lo que dice o le engaña convenientemente.

—Mírame —el alfa obedece. Gira, apoyando la espalda en el marco de la ventana— ¿Pasarías tu celo conmigo?

El alfa se sorprende, las mejillas se pintan rojizas y luego ríe.

—¿De qué hablas? —sonríe confundido.

—¿Lo harías? —reformula serio.

—No estaría con un beta —se acerca a él, revolviéndole el cabello. Katsuki le empuja la mano— y es casi lo que eres ahora —continúa la risita mientras sale del comedor.

La respuesta se encuentra lejos de darle tranquilidad.

No ha sido unnodefinitivo. Unnoporque aún no son pareja, porque espera una relación como tal. Porque prefiere que crezca más o lo elija a pesar de que la elección fue hecha en el momento que lo adoptó.

No.

Es porqueahoraes casi un beta. Y cuando en unos meses se convierta en un omega por completo, ¿entonces qué?

Continuará...

Notes:

Nota de la autora:

Chan chan chan... primer miedo desactivado.

Y más razones para odiar a Denki bb jajajajajja perdommmm, pero Denki también tendrá parte en esta historia y creo que en un punto olvidaran esto para pasar a tenerle pena.

Sobre la pregunta del capítulo anterior... Desaprobados todos jajajajaj mentira, acertaron medio sí y medio no xD... Existe un pequeño detalle que seguro los que leen solo esta historia ignoran y los que han leído el resto de mis omegaverse olvidaron. Mis historias se encuentran enlazadas entre sí, como una secuencia evolutiva entre ellas. Esta viene luego de Confinamiento, que es donde aparecen los alfas/omegas/betas y el mundo como conocemos, desaparece. Dejando ciertos avances científicos, pero no a la gente lo suficientemente calificada para continuar con el desarrollo. Por lo que, para este momento, ese grado de instrucción se está reponiendo (existen universidades, autos, teléfonos), pero no están perfeccionados. Por lo que es una mezcla de lo que se hubiera vivido en los 19XX con el futuro (?)

Quizás va siendo hora de que suba lo que tengo escrito sobre el planteamiento de todo esto n_n'... les interesaría leerlo?

Y para finalizar *redoble de tambores* siguiente capitulo, pov de Inasita. Triste? Claro que yes.

Chapter 15: II. Capitulo 3

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Despertar en los brazos de quien es su alfa no debería denotar algo sorprende y, sin embargo, lo es. El primer segundo de consciencia de Inasa siempre es una especie de shock, como si los años despertando en esa cama no existieran. Como si su mente y cuerpo aun no fueran del todo conscientes de lo que significa ser el omega de un alfa .

Mueve un poco su cuerpo, despacio, intenta tomar un poco de distancia del calor que acecha cerca de su espalda. Un plan que no tiene el resultado deseado, pues apenas se desliza unos centímetros, las manos grandes de hombre maduro lo aprisiona.

—Shoto —suspira.

Hastío.

Le siente inhalar hondo sobre su nuca. Algo que tampoco es una novedad, pero de igual manera le crispa los pequeños vellos de su espalda. Las manos se balancean sobre su abdomen, inconstantes sobre donde tocar, hacia donde avanzar. Las piernas desnudas tocándole, enredándose entre las suyas.

Inasa respira hondo, exhala pausado. Amortiguando con migas de paz interna las sensaciones que tiene encima. Quiere llevar ese día de la mejor manera.

Al fin y al cabo, es su compromiso .

Antes de que el celo llegue y el matrimonio se selle con una marca, existe ese paso previo en el que un alfa y omega se prometen. Habiendo aparecido su aroma unos días atrás, definiéndolo como omega, es lógico que el compromiso se diera.

Es lógico que Shoto quiera ejercer su derecho sobre él.

Y es lógico que Inasa se fuerce a ceder.

Sin embargo, si puede detener el avance del alfa, prefiere recurrir a ese auxilio. Al menos por hoy.

—B-bajemos a desayunar —le sujeta las manos, deteniendo el avance—. Deben estar esperándonos.

Shoto exhala. Inasa siente su vaho tibio golpeándole por detrás. Hay un beso sobre donde —en unos años— ira su marca.

Luego, finalmente, se distancias.

Se ha salvado.

Revuelve su plato de avena, sin muchos ánimos puesto en que ese tazón minúsculo y una taza de té sea su ración de esa mañana. Hubiera esperado algo más sustancioso siendo un día importante en su vida. Los ojos se le van al resto de la mesa, en donde puede ver manjares más apetitosos como quesos, fiambres, panes.

Traga duro la saliva, hambriento.

Inhala deleitándose al menos con el olor y da un bocado a su avena engañándose.

Siempre supo que su complexión como omega era un poco distinta a la esperara. En su infancia siempre fue más grande que Katsuki, fuerte y ágil, incluso si no asistía a una escuela ni tenía muchas actividades físicas por hacer. La entrada a la adolescencia le estaba dotado de una altura bastante sobresaliente y un cuerpo robusto.

Algo que sin duda no se espera en su género.

Los omegas son, por definición, personas pequeñas, delgadas, menuditas. Alguien que pueda hacer florecer el instinto de protección de un alfa y no que pueda defender a ese alfa. Por ello el médico de la familia le había restringido ciertos juegos con Katsuki algunos años atrás, pero en los últimos meses estas restricciones habían pasado a sus alimentos.

La avena se acaba tan rápido que siente apenas la ha saboreado.

Vuelve a oler los alimentos preparados, porque tampoco puede retirarse si aún no ha terminado su alfa.

En tanto, solo escucha la conversación que envuelve al patriarca de la casa y su futuro prometido. Shoto, con veintinueve años, estaba cada vez más cerca a heredar el negocio de la familia. Enji, su padre, solía sacar los temas de negocios durante las comidas. Parecía estar bastante orgulloso de su hijo, de las respuestas que le daba o ideas ingeniosas que a veces surgían y tomaban más tiempo sobre la mesa.

En todas esas ocasiones, Inasa siempre percibe el aura abrumadora de los hermanos mayores.

La envidia enfebrece en los ojos de Natsuo mientras solo es un oyente más de la conversación. Y es lógico. Lo entiende. Si fuera él, sentiría un poco de recelo de no haber sido el elegido siendo mayor.

Pero hay que admitir que ha sido su incapacidad la que le ha puesto en esa posición.

—Inasa —la mano de Shoto toma la suya bajo la mesa—. Si has terminado, puedes subir a prepararte.

Asiente.

—Gracias.

Se pone de pie y ante la mirada fija de todos, se acerca a Shoto, rozando su mejilla. Le siente olerle, aunque él no haga lo mismo y aguante la respiración. Una pequeña rebeldía que es capaz de hacer sin que nadie se entere.

Una reverencia es su despedida antes de retirarse.

Tras la puerta, vuelve a respirar, con los hombros cayéndose relajados.

Aun es temprano para cualquier preparativo que lo involucre a él, siendo que la ceremonia será llevada después de almuerzo. Incluso el jardín no ha terminado de ser decorado. Las mesas de invitados lucen sin manteles, el arco de flores solo lleva la mitad cubierto.

Años atrás, esa imagen hubiera logrado gran emoción en él.

Hoy, se le hace indiferente.

La puerta de ingreso suena y tiene idea de quien es. El único miembro de la familia que no estuvo presente en el desayuno tan importante para Enji-sama.

—Felicidades.

Touya .

—Buenos días —hace una reverencia en respeto.

El alfa sonríe, camina tambaleante hacia él. El olor a alcohol es más fuerte que el de sus propias feromonas.

—Tú sigues creciendo alza leve el rostro cuando está cerca, haciendo evidente la diferencia de tamaño.

Debo subir. Con permiso.

Inasa pasa de largo su presencia, ocasionando una carcajada profunda en el alfa.

Existe una sola cosa que le gusta de Touya: puede ser irrespetuoso y lejos de ofenderse como lo haría otro alfa, lo toma con gracias.

No obstante, eso no exime en absoluto todos los momentos incomodos que junto a Natsuo le hizo vivir durante su infancia y adolescencia temprana. Resultaba agradable que todo aquello hubiera cesado.

El pensar qué origino esa tregua, es devastador.

A sus doce años nadie le explicó que existían otras maneras de marcarle cuando aún no tenía edad de celo.

Ingresa a su habitación, buscando la cajetilla que esconde entre sus pertenencias. El cartón viejo donde guarda esos cigarros que roba a su alfa. El estómago le gruñe mientras sale al balcón con su secreto entre manos. Toma asiento en el suelo, en el punto ciego al lado de la maceta que le sirve de cenicero. La pobre flor es la victima feroz de su vicio.

La primera calada la siente como un paliativo a su hambre.

La segunda, lo es para los recuerdos que no debería estar teniendo en ese día especial.

El rebobinar como es que ha llegado a ese momento en su vida. El alejamiento forzoso de sus padres, el acoso de los hermanos mayores, los gritos de Enji-sama, el trato duro de Momo. Shoto le había salvado de todo aquello. Pertenecerle a un alfa no era solo un título que se ponía un omega encima, era algo mucho más grande.

Era protección en todos los aspectos, pero ¿a qué costo?

Shoto estaba lejos de ser ese haz de luz que las historias pintaban de los alfas.

Aquella primera vez juntos era un recuerdo que jamás se iría de sus memorias. Despreciable. Ese dia todo lo que consideraba sus lugares seguros se perdieron, su habitación le daba miedo e incluso la misma Momo. El solo hecho de tenerla cerca, de percibir esa esencia alfa que todos los de ese género compartían se le hacía doloroso.

Con los días se había calmado. Mas no porque el suceso dejara de serle asqueroso, sino porque es un omega y existen ciertas cosas que debe acatar, aunque no quiera. Esa fue una de ellas, tocó hacerse fuerte y permitir que sucediera las veces que le siguieran.

El cigarro se termina.

Y dos, tres, cuatro le siguen.

Solo ahí, es capaz de iniciar los preparativos. Toma una ducha en ese baño que no se siente suyo, igual que la habitación en donde se viste o el espejo donde se mira. Dos años habían transcurrido desde que dejo su lugar seguro, sus juguetes y libros por ese ambiente que le pertenecía a su alfa y aun continuaba sintiéndole ajeno.

Acomoda la solapa de su traje, también la corbata.

En el espejo, ve su reflejo prolijo. Un traje a medida, cabello recortado y facciones cada vez más finas por la dieta que odia.

—T e ves bien.

Inasa da un saltito del susto, luego, ríe de alivio al ver a Momo en la puerta.

No la oyó entrar.

—G racias.

La alfa trae una pequeña flor en las manos. Es del jardín, la reconoce. Se acerca y la coloca en el bolsillo sobre su pecho.

Le mira de frente, con las alturas muy cercanas.

—Si continúas creciendo en poco pasaras a Shoto-sama.

—Si mantengo la dieta no debería suceder.

Momo sonríe.

—E stoy muy feliz por ti.

—N o te estás despidiendo, ¿verdad?

La mujer le acaricia el rostro, así como lo hacía de pequeño cuando no quería ir a ver a Shoto. Inasa comprende que su duda dicha por pura ingenuidad, no está alejada de la realidad. Su rostro pierda la poca alegría que había recuperado en esos segundos juntos.

Es cierto que Momo infundía miedo en él de pequeño, después paso a tenerle rencor. Pero es innegable que, a lo largo de su vida, ha sido lo más constante. Quien, así como ha puesto mano dura en su educación, le ha protegido. Así como le entrego a Shoto, le ha ayudado a continuar.

—M i tarea termina hoy —confiesa.

Momo...

Pone el índice sobre sus labios.

—P ero he hablado con Shoto-sama —continua—. Me ha permitido quedarme hasta que tengas a tu primer hijo.

Inasa vuelve a sonreír.

La abraza.

La vida sería más sencilla si tan solo hubieran sido solo los dos siempre.

La ceremonia es bastante rápida.

Ingresa de la mano de Shoto, en medio de los invitados, hacia el arco de flores que han terminado de colocar a tiempo. Un alfa enviado por el gobierno es quien lee lo que conlleva ese compromiso. Una aclaración de que ambos están tomando esa decisión de forma voluntaria.

Pura formalidad.

Todos conocen muy bien que pocos omegas —si no es ninguno— toma esa decisión por sí mismo.

Inasa firma primero, porque debería ser el omega el más emocionado y deseoso de ese enlace. Luego, lo hace Momo como su tutora. Es la firma de ella la que vale en verdad, no la suya. Finalmente, es el turno de Shoto y antes de que algún aplauso suene, Enji-sama hace la entrega de una caja. El alfa que dirige la ceremonia lo abre, mostrando el collar negro en su interior.

El mismo que usará hasta su primer celo y solo su alfa poseerá la llave para quitárselo.

Shoto tira suave de su corbata, liberando su cuello. Abre los primeros botones que impiden el libre acceso a su cuello. Cuando la zona queda liberada, entonces se lo coloca. El click que hace la llave es lo que detona los aplausos. El alfa vuelve a acomodar su ropa y a continuación, lo toma de la mano sonriendo hacia los invitados.

Aun es primavera e Inasa ya percibe lo sofocante de ese objeto.

No imagina lo que será el verano.

El momento más incómodo viene cuando deben sentarse en una ubicación visible para todos. Hay un brindis donde solo los alfas beben alcohol y una comida que solo se le sirve a los invitados y su prometido.

La unión de la nueva pareja no dura mucho más que eso.

Cuando la ceremonia formal culmina, los alfas se acercan y Shoto toma distancia. Si antes tenía restricciones de acercase a uno, ahora que su olor se ha hecho presente y ese compromiso sellado, la prohibición será más estricta. Aunque aún no sabe en qué magnitud eso afecte a aquellos con los que ya convive.

—F elicidades —Katsuki irrumpe a su lado, con un empujón suave contra su hombro—. E s lo que querías, ¿no?

—L o que todo omega querría.

—N o yo.

—K atsuki —r ecrimina entre dientes.

—Tú cría a los hijos, yo me encarare de ver las tierras de Deku cuando esté lo suficientemente viejo.

Inasa ríe genuinamente.

A veces quisiera poder ver la vida con esa facilidad que hace Katsuki. O que Shoto fuera un poco más como él. De esa manera aceptarlo con convicción sería más fácil, incluso con el inconveniente que perdura en sus recuerdos.

Katsuki da un paso adelante, mueve la cabeza ordenando que le siga. Él obedece, poniéndose de pie, pero el movimiento rápido le desestabiliza.

Se marea.

—¿E stas bien? —le sujeta firme.

—Sí.

Su estómago ruge.

—No te vi comer, iré a traerte algo.

—No — niega de inmediato —. E stoy... un poco indispuesto —la respuesta no convence a Katsuki, que enarca una ceja —. L os nervios, ya sabes.

El omega le mira, inquisidor.

—C omo quieras —le suelta—. S olo no te desmayes en tu fiesta.

Inasa lo toma de la mano.

—¿T e quedarías a mi lado el resto de la fiesta?

Katsuki chasquea, hace un gesto de desagrado, pero le sujeta fuerte. Le empuja a que vuelva a sentarse y él mismo lo hace en el lugar donde iría Shoto.

Permanece a su lado el resto de la tarde.

La noche de bodas llega sin mucha diferencia de otras tantas.

El desnudarse a dejado de serle una tarea incomoda o a la que ponga resistencia. Solo es algo que hace sin oposición. Hace mucho que la voz de alfa no hace aparición y lo prefiere así. Las caricias de Shoto pueden resultar asquerosas a veces, pero ha aprendido que mientras menos lo piense, menos molestas le son.

Igual a sus besos con ese sabor que le recuerdan el momento reconfortante de cuando fuma en secreto.

Los labios que recorren su piel, las manos que aprietan; jamás despertarían en él lo que si hace el aroma de Shoto. Es tenue, una especie de brisa fría con notas cálidas que asfixian. Inasa prefiere concentrarse en esa pequeña porción de perfume que activa su instinto.

Ventaja desde que se definió como omega.

Y su centro se humedece.

Su cuerpo reacciona a un estímulo que su mente se niega a procesar. Para él, aquello es suficiente. Mientras su cuerpo corresponda, puede mantener esa vida. Ser capaz de reconocer las feromonas ajenas, entender lo que anhela, comprender el deseo de Shoto antes que el suyo propio. Dejarse llevar por esa marea sin pensar demasiado.

De lo contrario, de ser su cerebro quien tomara el mando en ese instante, las cosas no resultarían bien. Empujarlo, mostrarse reacio, solo conseguiría que aquello se prolongue más. Y quizás con algo de dolor, miedo. Prefiere permitir que Shoto haga lo que le plazca, gemir acorde él lo haga, moverse cuando se lo pida, besarlo cuando se acerque.

Obediente, sumiso y leal.

Continuará...

Notes:

Inasita rompiendo corazones, o solo fue el mío?

Ok, ahora viene dos capítulos de los que más me gustan, peeeeeroooo hay un inconveniente de viaje y no sé si llegue a tiempo el fin de semana. Así que o adelanto al jueves, o me voy hasta 10 días después.

Ya veremos cómo va en la semana.

Chapter 16: II. Capitulo 4

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Una sola cosa es que Katsuki odia de ir con Denki a diario y es el tener que esperar cuando el omega se atrasa. Comprende que una tardanza le puede suceder a cualquiera, que Denki siempre llega temprano y le espera o corre a darle el alcance si le ve cerca. Eso no quita las ganas inmensas de golpear por hacerlo esperar bajo el sol.

Le tiende de pie quince minutos hasta que le ve aparecer en el horizonte. Corriendo con el uniforme desabrochado en el cuello y el cabello despeinado. Sus piernas se mueven frenéticas, pero avanza a penas. Podría culpar a la escuela por eso y su falta de programas de entrenamiento físico para omegas. De no ser por la dieta controlada en la cafetería, más de uno seria obeso.

—¡¿Por qué carajos tardaste?! —regaña cuando finalmente le tiene cerca— No quiero que me dejen tarea extra.

—Yo tampoco —responde molesto—, pero tuve un altercado —señala su pómulo rojizo.

Mientras emprenden la ruta cuenta lo sucedido, como suele hacer habitualmente. Caminar con él a diario le ha hecho consciente de una realidad que poco conoce: La beta.

Si bien es cierto que tiene alguna interacción con los que trabajan en casa y cerca de ella, la beta con la que verdaderamente ha logrado mantener una conversación, ha sido Ochako. Y gran referente de su subgénero no es. Fue criada como omega, Izuku la adoptó un poco más grande de lo que fue él al llegar y tiempo después su aroma desapareció. Ella, luego del orfanato, no ha hecho más que vivir en casa de un alfa.

Denki no.

De ambos padres betas, es el mayor de tres hermanos, con quienes vive en una de las pequeñas casas que proporcionan los Todoroki dentro de su villa para trabajadores betas. En ese lugar convive con dos familias más, únicamente separando los ambientes con paredes hechas a partir de la hierba seca que tranzan para formar una estructura firme. Algo que cambiara el día que se defina como omega y les entreguen un lugar solo para ellos.

Ser un omega en estas villas, es un privilegio.

En el ámbito alimenticio, por ejemplo, recibe una ración extra. Entregada directamente del capataz alfa y sin hacer fila como el resto. Tampoco es una ración proporcional a su trabajo, pues la regla impuesta por el capataz es que, a más productividad, más alimento se otorga. Esto incluye a los más que pequeños. Todo el que pueda caminar y tenga manos trabaja.

Los servicios higiénicos son otro tema. La villa cuenta con un pabellón de baños bastante alejado del área de vivienda. Siendo el único omega ahí, Denki tiene permitido usarlo en privacidad, nadie más en la villa puede ingresar si él está dentro.

Situación que ha derivado en el altercado de hoy.

—Fueron dos betas, solía jugar con ellos de pequeño, pero hace un tiempo el capataz prohibió que lo hiciera. Incluso que hablara con otras personas fuera de mi familia —camina acomodándose el flequillo, queriendo que este cubra la mejilla magullada—. Ingresaron cuando yo estaba dentro, dijeron que era un omega engreído y que debía aprender mi lugar.

—Supongo que te defendiste.

—No por nada somos amigos —muestra sus nudillos heridos—. Nunca pensé que un puñete doliera tanto.

—Hey —les llama Sero, que llega da la mano con Kyoka en la acera contigua. A penas a unos pasos de la escuela— ¿Qué demonios te paso?

—Historia larga —corta el tema Denki.

Ciertamente, nunca le ha oído hablar de su vida en la villa con nadie del grupo y siendo con quien más se junta ahora es Yuga, duda que si quiera escabulla el tema.

Los cuatro caminan hacia el aula.

Hasta ahora, Kirishima ha sido el único del grupo en definirse y ser separado de aula, a una especializada en los de su género. Una bobada, como lo ve Katsuki. Pero es una opinión que es mejor guardar, porque hay ciertas menciones que podrían derivar en una junta correctiva y ser enviado a talleres de disciplina A/O que no está dispuesto a llevar.

Frente al aula, deben formarse en fila para ser olidos.

Todas las mañanas dos alfas enviados por la sala situacional A/O del gobierno, les olfatean como sabueso el cuello a cada alumno de su sección. Aquellos sospechosos de ser alfas, omegas o betas; son separados del grupo y enviados al hospital central. Ahí pasan por una serie de evaluaciones que determinar su subgénero. A partir de ahí alfas y omegas son separados de aulas, como sucedió con Kirishima, que ahora asiste al aula de alfas.

En el caso de los betas, simplemente se los llevan.

Esa mañana parece no haber ningún candidato en ser llevado a una revisión. La fila avanza, ellos se forman. El primer en ser olfateado es Denki. Muestra el cuello feliz y nervioso, siempre esperanzado de que ese sea el día en que al fin le digan que es un omega completo.

Ese día, no le toca a Denki.

Le ceden el paso al aula, la fila avanza.

La siguiente es Kyoka.

Ella muestra el cuello, el alfa huele. Una vez. Se aleja, limpia su nariz con un pañuelo, vuelve a oler.

Le mira, duda.

Sin permitirle el pase, se acerca a su compañero del lado, el que custodia a quienes son separados del grupo. Murmura algo y Kyoka toma la mano de Sero, asustada. Lo más angustiante de ese momento, es que al ser separados no se les informa si es por sospecha de pertenecer al subgénero que hasta ese momento han llevado, o por betas.

El segundo alfa se acera y repite la tarea de olerla.

Ve a su compañero, asiente.

El alfa que lleva la tarea principal de olfatear la toma del brazo y la separa del grupo. Rompiendo el agarre de manos que tiene con Sero.

—¿Q-qué sucede? —pregunta ella, temerosa.

No le responden y ella, con miedo, se echa para atrás, haciéndole fuerza al alfa. El hombre le ve con semblante rígido, evidentemente molesto por la osadía que ha tenido. Tira de su brazo, esta vez más fuerte, arrojándola con fuerza al suelo.

Katsuki y Sero interceden.

—Apártense.

—¿A dónde la van a llevar? —cuestiona Sero, un paso delante de los omegas.

—Apártense —usa la voz.

Tanto Katsuki como Kyoka reaccionan. Los omegas tienden a sentir miedo al oírla, incluso cuando no es una situación que lo amerite. Se congelan, sudan frio y en los ojos se hace evidente la lucha interna que pelean. Como si los encogieran.

Sero no lo hace.

No muestra ninguna reacción.

El alfa sonríe de lado.

—Creo que tenemos un beta.

Ve al alfa a su lado, asiente y este toma a Sero, empujándolo contra el muro. Sujetándole las manos contra su espalda.

—Quietos —advierte al resto, usando la voz nuevamente. Se gira a Katsuki y Kyoka—. Ustedes son omegas.

...

En el hospital son escoltados por un enfermero beta. Algo nuevo para Katsuki. Las veces que ha asistido a consultas médicas todo el personal importante era alfa. Desde la secretaria de ingreso, hasta el médico de atención. Los únicos betas eran quienes se encargaban de limpieza en los pasillos y podría asumir que temas internos como cocina o reparaciones.

El enfermero abre una puerta, cediéndoles el paso. Dentro, es una habitación llena de casilleros y otros adolescentes de su edad están desnudándose.

—Queden en ropa interior, solo lo de abajo —hace énfasis viendo directo a Kyoka—. Lo demás déjenlo en los casilleros.

—¿Por qué?

—Solo obedezcan si no quieren que venga un alfa a obligarlos.

Ambos ingresan con la vista pegada en el suelo, buscando un lugar en el que no vean más pies. Sabe que los alfas suelen usar vestidores similares luego de la clase de deportes. Es lo que Kirishima y Sero comentaban. Pero no los omegas, razón por la cual para ellos mismos es una situación incómoda.

Bochornosa.

Katsuki abre el casillero, tapando a Kyoka a su lado. Le da la espalda y se desnuda como ha pedido el beta. Guarda todo ahí dentro, mas no cierra la puerta, porque continúa guareciendo a su amiga.

—¿Qué va a suceder? —susurra la omega bajito.

—No lo sé.

—No te separes de mí.

—Todos, vengan por este lado —irrumpe el mismo beta, abriéndoles la puerta contraria a la que usaron al ingresar.

El grupo obedece. Son apenas un puñado de veinte personas, entre hombres y mujeres. Todos lucen entre avergonzados y asustados. Brazos cruzados en el pecho, intentando cubrirse, sobre todo las mujeres.

Les hacen formar una fila y seguir al enfermero por los pasillos blancos del recinto. El frio de la losa sube rápidamente por sus pies desnudos. Katsuki oye a algunos tiritar y duda si se trata de frío en verdad, o solo miedo a lo desconocido.

Se detienen a mitad del pasillo, donde un grupo de alfas vestidos con el mismo traje de enfermeros les esperan.

—Peguen la espalda a la pared —ordena una de las pocas mujeres del grupo—, brazos abajo.

Los omegas varones son los primeros en obedecer.

Las mujeres tardan un poco más.

Lo siguiente, son esos alfas acercándose a olerlos. Llevan las manos en sus espaldas, seguro prohibidos de tocarlos. Aunque eso se limite solo a las manos, sus narices rozan sus orejas, sus rostros se frotan contra ellos. Katsuki siente la respiración caliente ir desde su cuello hasta sus hombros, oler sus axilas y pecho. Es asqueroso ver el especial trato que le dan en esa zona a Kyoka, mientras ella cierra fuerte los ojos.

Los alfas continúan descendiendo.

Olfatean su abdomen, ingle, entrepierna y muslos.

—Giren —vuelve a ordenar la misma mujer.

Esta vez, usa la voz. Seguramente a sabiendas lo menos dóciles que se vuelven a este punto.

Obedecen todos, pero quienes mostraron miedo en un inicio, terminan por romper en llanto. Kyoka es una de ellos. Katsuki la toma de la mano en tanto el alfa continúa olfateándole la espalda de la misma manera en que lo hicieron por delante.

Cuando terminan, todos sacan la tablilla que tenían tras sus espaldas. Comienzan a anotar los resultados.

—Síganme —el enfermero beta es ahora quien toma la guía.

Katsuki no suelta a Kyoka, que camina hipando, controlando el llanto que ese alfa que la olió le provocó.

Ahora entiende porque nadie habla de eso.

Duda de que sea igual para los alfas.

Avanza lento, permitiendo que el resto de omegas le adelanten. No quiere ser el primero al que un alfa le haga algo en el próximo lugar al que les llevan. Sin embargo, la sorpresa recae cuando en la persona a cargo de los betas enfermeros, es otro del mismo subgénero con uniforme de medico. Se supone que los betas no estudian a este nivel.

En la sala, hay dos filas de cinco sillas en donde les ubican para luego aplicarles una inyección. Katsuki tiene un leve recuerdo de su infancia, cuando en el orfanato les inyectaban a diario cosas que desconocía.

Después de la aplicación, otra vez son puestos en fila y continúan siguiendo por otro pasillo al beta que lidera aquello.

—¿Kyoka? —la llama al verla tambalearse un poco— ¿Estás bien?

—Sí, solo... ¿no sientes ese olor? Me marea.

Katsuki no siente nada, pero por precaución, vuelve a tomarla de la mano.

En la siguiente sala nuevamente son formados contra la pared. En una esquina esperan tres betas enfermeros con sillas de ruedas. Otra mujer, que deduce es la doctora, se acerca con dos enfermeras. Una lleva un pote circular y la otra una cartilla de apuntes. Caminando frente a ellos, uno a uno les hace oler ese pote. Algunos actúan naturales, otros tienen una reacción más notoria y mencionan un aroma en concreto o lo mucho que les agrada ese olor. Ellos son enviados con otro beta más que se los lleva de la sala.

No hay nada extraño.

O es lo que parece hasta que uno de los omegas cae de rodillas, agitado, casi ahogándose. Todos ven como en un instante empieza a sudar y su rostro se torna rojo.

Toda la sala se asusta.

Los betas de la esquina lo ayudan a subir a la silla de ruedas, retirándolo de la sala.

La metodología continua. Los omegas hueles, quien tiene alguna reacción es llevado fuera, quienes no, permanecen.

El turno de Katsuki llega.

Con algo de temor, huele.

Nada.

Es como si respirara al aire libre o menos que eso.

La beta mira a su acompañante, niegan con la cabeza y pasan a Kyoka. Aun no tiene el pote bajo su nariz cuando muestra una reacción. Vuelve a sujetarse de él, apoyando su peso para no caer. Katsuki intenta sujetarla cuando la ve ahogarse como al omega anterior. Pero antes que pueda hacer algo, los betas la sujetan.

—¡Esperen! ¡¿Qué le está pasando?! ¡Suéltenla! —intenta detenerlos cuando se la están llevando.

Los enfermeros de apoyo lo sujetan deteniéndolo y solo puede verla desaparecer tras la puerta.

...

—Midoriya Katsuki —llama la enfermera beta y Katsuki se pone en pie de inmediato.

En la salita de espera aún quedan algunos omegas que no mostraron ninguna reacción en los exámenes al igual que él. Sale directo al salón principal. El área de betas al que se le llevó al inicio lo dejo a penas terminaron todos de pasar por la ultima evaluación. Únicamente le indicaron que llamarían a sus tutores y debían esperar.

En recepción encuentra a Tenya.

Puede que Izuku lo adoptara y lleve su apellido; sin embargo, quien legalmente tiene su potestad, es Tenya.

El alfa le recibe, con una breve explicación de la doctora a cargo sobre lo que sucedió y el resultado aun incompleto sobre su subgénero. Tenya asiente, aceptando la decisión de que "aun no es un omega, pero es un buen indicio la reacción que tuvo en la escuela" y ambos salen rumbo al auto.

Katsuki nota que es casi la hora de almuerzo.

Han transcurrido casi cinco horas desde que llegó.

—No entiendo porque tanto alboroto, como si nunca hubiera reaccionado a la voz —se queja subiendo al auto.

—Ahora es distinto —Tenya enciende el motor—. Durante la infancia es normal que todos reaccionen a la voz. Alfas, betas u omegas. A esta edad, esa capacidad solo queda en alfas y omegas.

—¿Si es así porque nos hicieron tantas cosas? Nos olieron, nos pusieron inyecciones y nos hicieron oler un envase con no sé qué cosa adentro que hizo a Kyoka ponerse enferma.

—Eso es bueno —gira en la esquina, entrando a la avenida principal—. Los huelen para cerciorarse que estén exponiendo feromonas. La inyección es para estimularlas, ya que hay casos donde se encuentran en un punto medio. Hay rasgos de omegas, pero todo es tan tenue que se inclinan hacia ser betas. La inyección inclina esa balanza hacia el lado omega. En el caso de que siempre haya sido uno, entonces esta estimulación termina en un celo al percibir feromonas de un alfa, que es lo que les hicieron oler al final.

Katsuki recuerda a Kyoka. Su rostro ahogado, el gesto de dolor, sus ojos desconsolados.

—Entonces Sero debe pasar por esas pruebas también. No es un beta solo por no reaccionar a la voz. Muchos en la fila tampoco lo hicieron.

—Supongo que fue el muchachito del que me informaron en la escuela. Quien intentó defenderlos —Katsuki asiente—. Un alfa que oye la voz de otro, en una situación como esa, también reaccionaria. Está protegiendo, es lógico que su instinto se activará y buscará atacar a quien ve como amenaza.

—Pudo controlarse por nosotros.

Tenya niega.

—Quizás uno mayor pueda hacerlo. Yo lo haría si el amo la usa en mí, pero un adolescente que apenas sabe lo que sucede, imposible.

—Sero siempre fue tranquilo.

—El amo también, e intento a atacar a Natsuo-sama en una ocasión que uso la voz a modo de broma en su adolescencia.

Silencio.

Por más que quiera sacar más escusas, no las encuentra. Kirishima también es un alfa sereno y según le contó, la agresividad le sobrepaso en el proceso de definición. Aun así, Sero es su amigo, pareja de Kyoka, no puede ser un beta.

—¿Qué sucederá si en verdad resulta un beta?

—Puede decidir por irse a una ciudad satélite o ponerse a la venta para un alfa.

...

A la mañana siguiente tiene una extensa conversación con Denki sobre lo que sucedió luego de que se lo llevaran. El omega de los Todoroki luce impaciente por saber cada detalle y cómo es que resulta ese proceso de definición.

Katsuki preferiría no tocar el tema.

Es bastante desagradable el trato que se les dio a todos.

Para suerte suya se cruzan a Kirishima en el camino y el foco de atención de Denki pasa a ser el alfa. Hay momentos en los siente lastima de lo que Denki pueda sentir por su amigo, ya que es el único que sabe que eso jamás será correspondido.

—Entonces aun no eres un omega —Kirishima lo abraza de los hombros, fastidiándole.

A él y a Denki, que los observa molesto.

—Si su alfa los ve te meterás en problemas.

—No si tengo un omega libre a mi lado —abraza del mismo modo a Denki, quien se sonroja rápidamente.

Y Kirishima se ríe.

Katsuki tampoco puede aguantar la risa. Está bien que piense en los sentimientos de Denki, pero resulta cómico lo rápido que puede caer con un simple abrazo.

—¡Odiosos! —Denki no toma a bien sus risas.

Empuja a Kirishima y avanza rápido entre la multitud de escolares hasta desaparecer.

—No deberías bromear de ese modo con él.

—No seas hipócrita, bro, ¡Te reíste de él también!

Katsuki resopla una última carcajada. Es agradable pasar un momento ameno que borre en algo lo sucedido el día anterior. No se siente preparado para la noticia que le den sobre Sero y Kyoka. Ahora sabe que entro en celo y él la dejo sola. El único consuelo es que se encontraba en medio de betas. Lo que le trae a colación una duda que paso por alto en su conversación con Tenya.

—Ayer en el hospital, nos llevaron a una zona donde solo había betas —suelta de pronto.

—El área omega —le da nombre Kirishima—. Es la zona donde van los omegas en edad de celo que no poseen una marca. Al ser la mayoría de médicos alfas, es muy peligroso mantenerlos cercas.

—No sabía que había betas profesionales.

—No lo son del todo —menea la cabeza en duda—. Para empezar, son betas que han tenido educación hasta los catorce años, promedios altos y que sus amos o el propio estado ha decidido sacar provecho instruyéndolos un poco más. Son una red de apoyo en los hospitales, menos que enfermeros. Aquellos con más años de experiencia son a los que denominan como "médicos", pero no lo son. No formalmente.

—Tampoco serían necesarios si están los alfas —suelta como conclusión extra.

Kirishima hace una mueca de desaprobación.

—Siendo omega, no es algo que deberías tomar tan a la ligera —ingresan finalmente a la escuela—. Una de las razones de que existan, es para un apoyo en las pruebas de definición, como la que tuviste. Otra, la más importante, es por el celo —dice un poco más bajito—. Si como omega llegas a tenerlo y aun no tienes pareja, por ende, una marca, solo podrás ser atendido en esta área.

—Pero no son médicos, ¿Cómo podrían ayudar si es un problema grave? Una cirugía, un accidente fuerte...

—Por eso es mejor tener un alfa y una marca, bro —le da un golpecito en el hombro a modo de despido, desviando su camino hacia el aula de alfas.

Katsuki continua al suyo, pensativo.

Todo el sistema está condicionado para que un omega le pertenezca a un alfa quiera o no. No hay escapatoria. Antes del celo le pertenecen al alfa consanguíneo más cercano o un tutor —como en su caso—, y es gracias a ellos que tienen acceso a salud o estudios. Luego del celo necesitan una pareja o podrían simplemente morir por falta de atención médica.

Es desastroso.

A la entrada de su aula el proceso se mantiene como todos los días. Formar en la fila por fuera. El alfa de la puerta les olfatea y permite ingresar a los que no encuentre defectuosos. En esta ocasión, nadie es separado.

Dentro del aula, solo dos asientos lucen vacío.

—Seguro se tomarán unos días —dice Yuga, conociendo los hechos del día anterior—. Mamá dice que es el proceso normal.

Katsuki asiente, queriendo sentirse más confiado con ello. Ya que tiene lógica luego de ver como se puso. Más allá de los síntomas, está el impacto fuerte. Ninguno de ellos está preparado para tener un celo a los catorce.

A penas y pueden ser conscientes de lo que es definirse.

La maestra ingresa. Todos guardan silencio volviendo a sus lugares.

—El día de hoy tengo noticias importantes que darles —empieza la alfa—. Como sabrán, ayer algunos compañeros fueron separados al ingreso. Ahora podemos ver la ausencia de dos de ellos. Es un gran orgullo informar que Jiro Kyoka es la primera omega de la sección. No solo se definió como tal, sino que apareció el celo. Lo cual es muy bueno para su futuro y la razón por la cual no la veremos más en la escuela. Su padre decidió no exponerla, la mejor decisión en estos casos.

Katsuki queda impactado.

¿La mejor decisión?

¡Eso sería tomarse unos días, no aislarla!

¿Eso era lo que le sucedía a todos los omegas?

—Por otro lado, tenemos a su compañero Hanta Sero —continua la maestra, sin darles tiempo de procesar la noticias—. Es... una verdadera lástima informar que se trata de un beta —Un grito ahogado de asombro resuena en el aula—. Como sabrán, luego del resultado de los exámenes fue enviado a un centro de detención temporal del estado. En donde permanecerá unos días hasta que se tome la decisión de donde será reubicado.

Katsuki no termina de sentir el peso total de ambas noticias. Ve a su alrededor, el miedo es evidente en el rostro de todos.

...

Da vueltas sin cesar fuera de la oficina de Deku.

Si bien habían conversado luego de su escapada donde Inasa, las cosas no iban del todo bien entre ellos. Katsuki continuaba evitándole, el malestar cerca suyo seguía apareciendo y con ello, el mal genio se incrementaba. Incluso Izuku había optado por no insistir mucho en una conversación durante los desayunos, tampoco ponía objeciones cuando inventaba escusas para comer su almuerzo o cena en la habitación.

Katsuki quería distancia e Izuku se la estaba otorgando.

Y ciertamente desea que eso permanezca de ese modo por un tiempo más.

Pero no puede cuando hay una razón de peso moviéndole.

Da un respiro hondo. Mentalizado en esa razón. Abre la puerta, sorprendiendo a Izuku en su escritorio.

—Necesito que te encargues a Sero. —dice, incapaz de usar la palabra que en verdad debería.

Comprar.

Izuku le mira. Parpadea suave.

—Buenas tardes, Kacchan —vuelve los orbes a su escritorio— ¿Cómo te fue en la escuela? Hace días que no nos cruzamos, aunque vivimos en la misma casa.

—No estoy para esa conversación ahora —habla brusco—. Necesito que te encargues de Sero. Es un beta.

Izuku resopla por la nariz, niega con la cabeza sin despegar los ojos de sus documentos.

—No hay nada que pueda hacer.

—¿Nada? —bufa— Eres un alfa, se supone que lo puedes todo —suelta con desdén.

Es evidente que la entonación llega a Izuku, que suspira volviendo a verlo.

—Las cosas no funcionan tan fácil —se para, bordeando el escritorio hacia el frente—. Un alfa que se hace de un beta, compra una deuda. Debe retribuir al estado el coste de su educación, las atenciones médicas, incluso el parto de la madre. Todo lo que haya originado un gasto por parte del estado durante sus catorce años —se apoya en el escritorio, semisentado—. También adquiero obligaciones. Debo asegurar condiciones de vida descentre. Brindarle un techo, ocuparme de su alimentación, atención medica requerirla y si tiene hijos... —resopla en gesto de desborde.

—Puedes hacerlo —insiste.

—No, no puedo. Tengo los betas que necesito.

—¡Es solo uno más!

—Y es demasiado gasto para mí.

—Si yo fuera uno, ¿también harías eso? —usa su última carta, a sabiendas que la respuesta puede no gustarle— Si ya no necesitas más betas, entonces que hagan conmigo lo que quieran.

—Es distinto.

—¡¿Cuál es la maldita diferencia?!

—¡Que tú me perteneces incluso si fueras beta!

Katsuki se queda estático.

La respuesta esperada.

Como no saberlo, si se lo han repetido año tras año en la escuela. Inasa también lo ha hecho y bastaba con ver a Ochako para darse una idea de lo que le depararía el futuro de ser beta.

No por eso, piensa aceptarlo.

—Que me hayas adoptado, que me des una casa o me envíes a la escuela, no quiere decir que te pertenezca —retrocede hasta la puerta—. Gracias por nada.

Se va

...

Ese día al término de la escuela decide no ir directo a casa.

Junto a Denki y Kirishima toman el bus hacia la oficina de detención temporal de betas, muy cerca al capitolio. Fuera de las instalaciones, muchas familias se congregan para dar el último adiós a sus familiares.

Hijos, hermanos o nietos betas.

A un lado, localizan a Kyoka. Se encuentra junto a su padre.

Sin una pareja formal, nunca más volverá a salir de casa sin él. Incluso si luce un collar negro como el de Inasa.

El grupo se acerca a ella a saludarla. En lo que esperan que las puertas de la oficina se abran, tres buses llegan al ingreso. La policía empieza a indicarles donde acomodarse. Extiende una reja plegable y ellos mismos se colocan como un apoyo a la barrera.

Van a salir.

La puerta del edificio se abre.

Uno a uno los adolescentes salen del lugar directo a los buses. Todos llevan una pequeña maleta en donde han empacado catorce años de vida. Tal vez más. El primer bus se llena y emprende la marcha. El segundo bus corre con el mismo destino.

Solo cuando llega el tercero aparece Sero.

No es más el chico alegre de sonrisa tranquilizante que conoció. Luce serio, asustado. Los ojos hinchados, rojizos por el llanto. Según sabe por Kirishima, ni el estado ni ningún alfa hizo una oferta por él.

En la escuela nunca sobresalió por sus calificaciones ni cualidades físicas y ahora eso le jugaba en contra.

Mientras camina al bus, sus ojos los encuentran y, por una milésima de segundo, vuelve a sonreír. Alza la mano en despedida. Kyoka rompe en llanto, Denki la abraza, también derramando unas lágrimas. Kirishima mismo muerde sus mejillas para no hacerlo.

Las vacaciones de medio año llegan con todos sumidos en una estela espesa de tristeza y desesperanza.

Continuará...

Notes:

Yo dije jueves, pero midiendo tiempos, capaz y no llego y como me desespero publicando como si yo fuera la lectora jajajaja pero aquí estoy! solo que ya saben, después del jueves se corta el caño de actualizaciones.

Esta vez un poquito de la perspectiva beta que iría en el primer capítulo y recién ahora noto que en algún momento lo quite. En fin, iremos viendo más de ellos a partir de ahora.

El próximo capitulo viene con el pov de Kiribb, lo que significa... KIRIMINA!!!

Chapter 17: II. Capitulo 5

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Eijiro estornuda por milésima vez.

Coge un pañuelo con el que limpia la tierra muerta de su nariz y otro para el sudor. El calor en esa zona es más del que imaginaria estando solo a una hora de distancia de la ciudad.

—Siguiente —avisa, dándole paso a una anciana beta— ¿nombre?

Toma nota de los datos de la mujer, llenando el formulario de atención.

Sus vacaciones nunca más volverán a ser lo divertidas que eran con Sero y Kyoka. Por momentos, la nostalgia le sobrecoge, pensando que no aprovechó cuanto pudo las últimas vacaciones junto a ellos, ya que su instinto se activó y se distanció por el bien de su amiga omega.

Ahora habia aceptado apoyar a su padre en esa atención medica como parte de la ayuda social que el estado prestaba a la ciudad satélite-1 de Mufutasu.

Conocida tambien como ciudad libre beta.

El esquema territorial del país se forma por prefecturas. Como un rompecabezas, estas ocupan el territorio completo. Dentro de cada una, se encuentran distintas ciudades, la suya es Mufutasu. Aquí la división continua, siendo el corazón, las llamadas Ciudades centrales; ya que son únicamente pobladas por alfas y omegas convirtiéndola en el motor social y económico.

Luego, venían las ciudades satélites. Alejadas del centro, habitadas solo por betas. De ahí su nombre común de "ciudades libres betas".

A causa del gran incremento de población Beta, Mufutasu contaba en la actualidad con dos de estas ciudades exclusivas para ellos. La más reciente se encontraba a dos horas de esa. Para mala suerte suya, fue a esa a la que enviaron a Sero.

Habría sido agradable verlo una vez más.

—Siguiente, ¿nombre?

El ingreso a cualquier persona es supervisado por el estado. Ni los betas pueden ingresar libremente a ciudad central. Ni alfas u omegas lo hacen a las ciudades satélite.

Ciudad central no tenía problemas en contener a su gente. Un canal de agua bordea todo el perímetro y este es redirigido cada que se necesitaba una expansión. Cuenta con casetas de seguridad en las cuatro vías de salida principales. Esto no solo para los visitantes de otras prefecturas, sino porque fuera del canal, habitan los dueños de haciendas como los Todoroki. También es donde se instalan las grandes fábricas.

Los betas que andan por estás áreas —tanto dentro como fuera de la ciudad—, son aquellos que le pertenecen a un alfa.

La situación es un poco distinta con las ciudades satélites. Bordeadas por un gran muro, eran vigiladas dia y noche por militares armados. La única ley impuesta ahí dentro es que nadie sale ni nadie entra por fuera del único acceso que tienen.

—Siguiente, ¿nombre?

Ciertas palabras para Kirishima son solo letra es papel con definiciones. Tugurio, mendicidad, hacinamiento. De donde el viene, esas cosas no se ven. Incluso el alfa más pobre tiene donde vivir, que comer y todas las condiciones de vida digna.

En cambio, dentro de esa ciudad, las palabras empezaban a cobrar sentido. Era tan horrible como se puede imaginar. Tan solo a su llegada, las calles de tierra le dieron la bienvenida con cientos de personas pidiendo ayuda o algo para comer. Gente sucia, mal oliente, vestida con harapos. Ahora mismo estaban instalados en una losa firme construida por el estado para esos actos de caridad y se tentaría decir que era la única parte bonita del lugar.

El trayecto desde el ingreso hasta ese sitio había sido corto, pero suficiente para ver las calles estrechas que aparecían por todos lados. Las viviendas parecían torres de cubos puestos unos sobre otros sin ningún tipo de regla que asegure su estabilidad.

Como conocimiento extra dado en su escuela, sabe que ahí dentro la luz eléctrica solo llega por sectores. El agua llega por caminos que la reparten cada tres días. El desagüe no existe, lo que tienen son pozos sépticos por sectores.

Y de esto sí puede dar fe de su existencia. El lugar que les han brindado para esa atención está cerca de uno y el olor llega hasta el escritorio donde lo han instalado para el llenado de fichas.

La salud es un fantasma que aparece cada que un hospital o gran empresario decide prestar ayuda social.

—Siguiente, ¿nombre?

Esa era la primera vez que asistía a ese lugar y esperaba fuera el ultimo.

—Mina.

Activar su alergia al polvo y el calor extremo no valía las pocas monedas que le pagarían.

—¿Edad?

Le dolía la muñeca de tanto escribir y ya tenía hambre.

—Diecinueve.

El culo se le iba a quedar plano por tantas horas sentado.

—¿Ocupación?

Lo odiaba.

—Prostituta

Kirishima se congela.

De todas las fichas que viene llenando, es la primera que le da esa respuesta. También, la primera vez que tiene a una cerca. Una vez más, existen palabras que conoce por definición, no más que eso. Si de algo se jactan las ciudades centrales alrededor de todo el país, es de mantener la moral y buenas costumbres dentro de sus fronteras.

Sube la mirada lentamente, curioso de lo que vaya a encontrar.

Enfrente suyo, una mujer hermosa de piel canela y ojos ámbar se posa erguida. El cabello ondulado de un color rosa la hace sobresalir de todo el grupo. Quizás si hubiera alzado la vista antes en lugar de solo escribir, la hubiera notado. Sus labios carnosos teñidos de fucsia caen a juego con el vestido morado abrazándose a sus curvas.

Definitivamente tiene que ser una prostituta si tiene lo necesario para arreglarse así en un lugar donde la miseria abunda.

Pero ¡Mierda!, no recuerda haber visto ese nivel de belleza ni en una omega.

—¿No vas a escribirlo? ¿Te da asco?

—N-no —escribe rápido, trabándose entre las letras— ¿motivo de la consulta?

—Dolor en los pechos.

Como si le hubiera pedido que los mire, sus ojos viajan inmediatamente a esa zona. Tan rápido como sucede, vuelve a centrarse en el formulario.

Si algo así le sucediera con una omega, estaría muerto a manos del alfa que le custodie.

—Aquí tiene su turno —le entrega el ticket con el número de consulta.

—Gracias —lo recibe guiñándole el ojo.

Solo ahí cae en cuenta lo mucho que vienen quemándole las mejillas desde minutos atrás.

...

Finalmente puede darse un tiempo para comer.

Los turnos han sido todos copados, no hay más formularios que llenar, pero sí betas furioso creyendo que es su culpa la cantidad de turnos dados. Aquellos que se quedaron en la fila le han insultado y amenazado con ingresar por la fuerza. Para suerte suya un grupo de policías enviado a apoyarles terminó retomando el orden antes de que todo cayera en caos.

Y podría decir que el pago que va a recibir no vale todo ese suplicio, de no ser por la vista espectacular que tiene deMina.

Dentro de ciudad central no solo jamás vería una prostituta, sino que tampoco encontraría una mujer que luciera esa estética tan provocativa. Entiende que aquello es parte del trabajo y fuera de las murallas las personas se rigen más por aromas.

Pero, wow.

¡Wow!

No tiene más palabras para expresar lo que ve.

—Eijiro —le llama su padre, asomándose por la entrada de la carpa que funge de consultorio— ¿terminaste de comer?

—Sí —se pone de pie, acercándose.

Porque si le ha llamado, es por algo.

—Necesito que me ayudes buscando los medicamentos en esa caja —señala en una esquina de la carpa—. Te daré la receta médica, es solo leerla. Sencillo, ¿no?

—Sí.

Puede que la paga sea poca y que el tema de la medicina no le llame la atención; pero es lo más que puede conseguir mientras estudia. Si quiere perseguir su sueño más adelante, hay que ponerle empeño ahora.

Beta tras beta, espera paciente a que su padre le entrega la receta. Al cabo de cinco consultas no hace falta leerla más, empieza a memorizar los medicamentos que son necesarios para la tos, fiebre, dolor muscular. Que son los males más comunes.

Su padre lo felicita al término del octavo turno.

Eijiro sonríe complacido.

Continúan con una atención fluida gracias a ello.

—Número setenta y seis —llama su padre.

El corazón se le paraliza.

Imposible que olvide a quien pertenece ese número.

Traga hondo cuando ve a la espectacular mujer ingresar. Ella le recorre con la mirada ahora que lo tiene de pie. No muestra ninguna expresión extraordinaria, desinterés total. Eijiro encoge sus hombros, buscando esconderse. Un poco avergonzado. Es fácil resaltar entre los de su edad con omegas como Yuga o Denki. Ella en cambio, debía conocer alfas los bastante interesantes como para obviar su presencia.

La mujer toma asiento en la camilla en lo que el médico termina de leer su ficha.

—Bien, necesito que te abras la blusa.

Ella obedece.

Eijiro baja la mirada, respetuoso. No es él quien es el médico ahí.

—¿Cuándo duele?

—Cuando estaba amamantando.

¿Qué?

—¿Aun lo haces?

—No, ayer se lo llevaron. Espero ser una máquina de alfas —bromea.

—¿Cuántos hijos has tenido?

—Que haya dado a luz, dos.

—¿Pérdidas?

—Tres.

—Puedes vestirte.

Eijiro no alza la mirada hasta que oye los tacones de la mujer.

—Parece que es una candidiasis, algo usual en la lactancia —Mina toma asiento frente al escritorio del médico—. Te prescribiré algo para eso y también para cortar la leche.

—A mis clientes no les va a gustar eso ultimo —hace un puchero.

El señor Kirishima esboza una sonrisa amena.

—Eijiro, tráeme esta medicina —le entrega la receta.

—Eijiro —repite Mina y el alfa siente un escalofrió de oírla pronunciar su nombre—. Piensa seguir los pasos de su padre, por lo visto.

—Eso espero.

—Siempre y cuando no salga beta.

—Oh, no. Él ya es un alfa, tiene catorce —dice bastante orgulloso.

Eijiro entrega la medicina, que le ha tomado más tiempo encontrarla por la distracción que significaella.

—En ese caso será un gusto verte por acá cuando llegue tu celo —recibe las tabletas, rozándole los dedos—. Gracias.

Se retira.

Nuevamente las mejillas le queman y los ojos no se despegan de la cortina que sirve de puerta hasta que la risa de su padre le trae de regreso a la realidad.

—Llama al siguiente número.

Asiente, sin poder hilar palabras.

...

Durante mucho tiempo había oído sobre la belleza inalcanzable que tenían los omegas varones con respecto a los de otros subgéneros. Incluso frente a sus pares mujeres. Algo errado, pues su padre le había explicado que, por temas evolutivos, los varones habían desarrollado unas feromonas más atrayentes para hacerle competencia a la belleza de las mujeres omegas.

Y como alfas y omegas son especies muy guiadas por los aromas, los alfas se dejaban engañar por lo que su nariz enviaba al cerebro antes de lo que sus ojos veían.

Entrando a la pubertad, su olfato había empezado a percibir pequeños rastros de feromonas y el desagrado que la esencia omega originaba, era su mayor apoyo a la hora de definir quién era bonito y quien no.

Por eso el día que Kayama-sempai apareció en el aula, pudo afirmar sin duda alguna, que era la mujer más hermosa. Cabe resaltar que las feromonas jugaban de igual manera que en los omegas, pues eran las mujeres alfas quienes llevaban el aroma más atractivo. Algo que Eijiro de alguna manera creía, pues en la ciudad había observado a betas mujeres trabajando y ninguna había llamado su atención. Lo que le hizo fácil deducir que su interés estaba direccionado únicamente a las mujeres alfas.

Que de por sí ya era algo inaudito, pero podía vivir con ello.

Luego, estaba Mina.

Un pecado más grande.

Bonita, sensual, atrayente. Ella no tenía feromonas para engañar sus sentidos, solo una apariencia lo suficientemente hermosa para hacerlo caer a sus pies.

Y estaría loco si no hiciera el mínimo intento en volver a verla.

Eijiro siempre se ha considerado un chico correcto. No tiene las mejores calificaciones en la escuela, pero jamás ha reprobado una materia. No es capitán de ningún equipo, pero tiene habilidad para hacerse notar en los deportes. Como alfa, hasta el momento, ha sido todo lo que se espera.

Fuerte, protector y audaz.

Y que mejor ejemplo de audacia que ingresar a esa ciudad colocando un nombre falso en el registro policial.

Nombre: Midoriya Izuku.

Motivo del ingreso: Supervisión.

Por lo poco que cuenta Katsuki, sabe que su alfa no es de los que iría a un lugar como ese en busca de una prostituta. Lo cual es acertado, pues si el oficial lo reconociera, lo detendría. Sin embargo, acepta sus billetes cuando le dice que ha olvidado la identificación y le permite entrar sin más objeción.

Corre con surte de que el día que asistiera por primera fuera en la mañana y no es el mismo personal el que atiende ahora por la noche.

Dentro, apenas hay alumbrado eléctrico unos metros fuera de la caseta. Luego, los postes cambian a una especie de antorchas. Algo rústico que da la sensación de adentrarse a otra época.

Camina por las callecitas de tierra sin llamar la atención. Lo último que quiere es a un grupo de betas rogándolo por comida y dinero. Es bueno saber que la elección de ropa que hizo se ajusta al entorno.

—Alfa.

O quizás no tanto.

Eijiro ignora al mendigo que le ha hablado, continúa caminando.

—¡Alfa!

—No soy un alfa —corrige.

—Esos zapatos no los tiene un beta.

Mierda.

—¿Buscas drogas? ¿Sala de apuestas? ¿O putas? Puedo ayudarte a conseguir lo que quieras.

Eijiro duda.

Le cuesta mucho saber que palabra usar.

—B-burdel.

—Putas —aclara—. Son 100 —extiende la mano

—¿Qué?

—Toda información aquí tiene un precio.

Siente que le están viendo la cara.

Aun así, paga. Porque no tiene de otra. No conoce el lugar y tampoco piensa volver al ingreso a pedir información a los oficiales que ha engañado.

—Calle de los escalones, la única empedrada. Vas derecho por aquí y en la casa con el árbol, a la izquierda.

Ve el camino.

No luce nada confiable.

El hombre agita la mano, en énfasis de que circule. Eijiro traga hondo. Al menos debió decirle a alguien que haría eso por si lo desaparecen.

Pero ya no está Sero.

Agita la cabeza, no queriendo pensar en momentos tristes. Ha llegado hasta ahí con una meta y la va a cumplir. Camina confiado. Lo más que puede. Lo bueno de los betas es que no perciben aromas, una actitud aguerrida es suficiente para engañarlos. Jamás sabrán que su aroma en ese preciso instante, es de pánico.

Llega al árbol que mencionó el indigente... o lo que fuera un árbol mucho tiempo atrás. Ahora solo es un cascaron seco. Ve que la calle deja la tierra de lado para volverse empedrada. Tal parece que no lo engañaron.

También vuelve a ver el alumbrado eléctrico y, ensimismado como venía, logra oír recién la música a alto volumen. A diferencia de la calle por la que ha venido, en esa hay más vida.Mala vida. Hay mucha gente alcoholizada, gritos, risas escandalosas y el aroma a alfa escabulléndose de algún local. Camina recto, esquivando a las personas, leyendo los pizarrones que anuncian juegos de azar, bebida y bailes. Cerca de veinte metros después, empieza la gradería y con ello, una decoración más sensual. El color rojo es el que predomina, junto a hombres y mujeres de escaza ropa, parados fuera de las puertas atrayendo al público.

—Ven aquí primor.

—Tenemos chicas lindas.

—No cobro mucho.

—¿Buscas hombres?

Se ruboriza al paso.

Sonríe suave, divertido por la nueva experiencia.

Katsubro va a morirse cuando sepa lo que hizo.

—Mira lo que nos trajo el viento —reconoce la voz—. Doctor Kirishima —dice burlona— ¿Qué te trae por aquí? No creo que sea tu celo aún.

La mujer lleva una falda corta de vuelo, un corsé pronunciando su cintura que llega hasta la base de sus pechos, haciendo que estos sobresalgan por encima. El escote de la blusa es tan bajo que creería que sus senos van a salirse al más mínimo movimiento.

Traga hondo.

—Y-yo —tartamudea. Pausa. Respira—. Quería verte.

La mujer sonríe.

—Quieres un poco de mi cariño, ¿eh? —le toma la mano, llevándola hacia su boca. Chupa uno de sus dedos— Con gusto te lo daré.

Vuelve a tragar hondo.

¿Qué acaba de pasar?

No hay respuesta que explique porque su corazón se ha acelerado tanto con esa acción.

Mina le lleva con ella dentro de uno de los locales. Eijiro solo la sigue como perrito faldero. El ingreso es como un pasaje, a un lado hay un escritorio con una mujer madura sentada. A ambos lados suyo, dos ingresos. Uno que lo separa una cortina y por la música, distingue como el área publica del burdel. Por el otro lado, solo hay una escalera.

—¿Traes dinero? —pregunta la mujer, ceño fruncido. Parece molesta.

—¡S-sí! —saca todo lo que trae en el bolsillo.

—No puedo hacer mucho con esto —se queja Mina, volviendo a hacer ese puchero bonito que vio durante su consulta.

—Solo diez minutos —la mujer mayor toma el dinero y apunta algo en un cuaderno antes de autorizar el pase.

Suben hasta el cuarto nivel. Mina saca una llave de entre sus pechos y abre la puerta. Una habitación pequeña, tan solo un tocador y una cama que parece tener un colchón de paja envuelta en tela.

—Como dije, por el dinero que trajiste, no es mucho lo que pueda hacer.

—Lo sie...

—Shhh —Lo calla poniendo un dedo sobre sus labios. Sonríe—. Tómalo como una cortesía por la labor de tu padre.

Lo empuja sobre la cama. Eijiro cae sentado y ella encima. El calor de sus muslos envuelve su cadera y la humedad de sus labios devora su cuello. Todo es tan rápido, furioso, que apenas tiene tiempo de reaccionar. Su cuerpo reacciona yno, no, no.

Eso no está bien.

—Es... ¡Espera! —la toma de los hombros, alejándola.

—¿Qué? ¿Muy rápido para tu primera vez?

Eijiro se sonroja a más no poder.

Ella vuelve a sonreírle, lo hace con ternura.

—Está bien, vayamos un poco lento —vuelve a tomarle la mano, acercándola al listón que cierra el frente de su blusa—, aunque no aseguro llegar hasta el final.

Tira del listón, soltando el amarre que este ha formado para cubrir sus pechos. La reacción inmediata de Eijiro es desviar la mirada, mejillas sonrojadas.

Mina suelta una carcajada.

—¿Pagaste por esto y ni siquiera me verás?

—No es correcto.

—Quita eso de tu cabecita y solo aprovecha.

Eijiro siente que pone la mano sobre su pecho. Es suave y cálido y grande. Pero no puede. Su mano queda congelada, rígida. Mina se encarga de moverla, pasando la palma sobre su pezón.

Cierra los ojos.

—No seas tímido —presiona más la mano contra su pecho, obligándolo a estrujarlo—. Mira que con la medicina que me dio tu padre, en poco ya no tendrán este tamaño.

Niega agitando el rostro.

La escucha exhalar largo.

Le suelta.

—Puedes abrir los ojos.

Eijiro siente paz cuando ve que nuevamente trae los pechos cubiertos. Baja de encima suyo, acercándose al tocador a limpiar el labial corrido.

—¿Por qué viniste?

—Quería verte —reitera su posición.

Nunca pensó hacer algo más.

Mina ríe.

—Entiendo, te fíjate en una puta —regresa a él, inclinada acunándole el rostro entre sus manos de uñas largas.

Rozando sus mejillas.

Llegando hasta sus orejas, acariciándolas por detrás.

Eijiro se estremece mucho más con ese toque, que con el tacto de sus senos.

—Eres un niño aun —besa su nariz sacando un gesto de sorpresa en él. Ella vuelve a reír. Se acerca a su oreja, mordiéndole suave el lóbulo—. Búscame cuando al menos tengas quince.

Continuará...

Notes:

Hasta ahora, este viene siendo mi capitulo favorito y la razón por la cual retome la historia luego de dejarla meses en abandono jajaja

Siento que a Mina la van a odiar un poquito en los próximos capítulos, porque acá las mujeres no tenemos corazón *insertar elmo en llamas* aun así la amo. Con ellos y con Inasa voy a correr todo lo que no puedo con Katsuki e Izuku, aquí es más lentiiiiiito

Ahora, sé que hay cositas sobre los betas que quedan muy libres en este capítulo, todo se ira explicando en el pov de Mina.

Chapter 18: II. Capitulo 6

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Las vacaciones son todo lo aburridas que esperaría.

Tal vez más.

Tan siquiera antes s tenia a Inasa, podía ir a su casa y pasar el día entero a su lado. Ahora, con el compromiso, su tiempo estaba condicionado a la presencia de Shoto. Si él se encontraba en casa, entonces Inasa no podía "distraerse" con otra persona. Situación que se ha repetido mucho últimamente y no quiere hacerse de las ideas de Denki del porqué sucede. Por lo pronto, el visitarlo ha pasado de ser algo casual a un evento programado en que debe llamar y coordinarlo con anticipación.

Aburrido.

Luego, estaba la situación con Izuku.

Nada en torno a ellos era cómodo como antes y la última discusión sobre Sero solo había empeorado el asunto. En inicio, Izuku hacia el intento por acercarse, ahora con suerte se lo cruzaba en el pasillo. Demasiado distante. Lo peor de todo, era tener a Tenya como mediador entre lo que uno quería decirle al otro. Añadiendo ahí, consejos sobre el comportamiento que está teniendo.

Exhala largo, frente a la puerta del comedor.

Lo que venía ahora, era seguramente uno de esos consejos por bajar tarde, evidentemente huyendo de Izuku.

Y ¡con un demonio! ¡odiaba hacer eso!

Jamás en su vida había sido un cobarde para enfrentarse a algo. Siempre lo hizo de frente, dando la cara, dispuesto a esperar lo que viniera y no debería ser distinto con Deku. Pero lo era y solo quedaba culpar al maldito instinto. Porque, mientras por un lado le hacía sentir extremadamente incomodo cerca suyo, por otro le exigía acercarse mucho más.

¡Odia eso!

Lo peor era caer en cuenta que no reaccionaba de la misma manera con todos los alfas. El instinto despertaba, estaba claro. Cuando Tenya ponía la mano en su hombro, un remezón le recorría; si Kirishima se acercaba demasiado, encendía sonrojos. Aun con ello, ninguno era un efecto tan visceral como lo tenía Deku.

Y no lo entiende.

De verdad que no lo hace.

Sobre todo, porque su mente no es capaz de verlo aún como pareja.

Entiende que aquello es algo para lo que se le ha concientizado desde pequeño y lo ha aceptado con bastante docilidad hasta caer en cuenta de lo que ser "pareja" conlleva. No es un rol que se vea tomando al lado de nadie, pero con Izuku empeoraba porque los años de crianza le llevaban a verlo como algo másfamiliar.

Incluso por encima de Tenya, a quien ha tenido muy cerca durante toda su infancia.

¿Cómo Inasa podría sobrellevarlo tan bien?

Bueno, entiende que con Shoto nunca hubo mucha interacción.

¿Eso lo hacía mejor o peor?

Katsuki frota su rostro, queriendo detener su cerebro por un instante. Que quede en blanco.

Abre la puerta finalmente.

Tenya acaba de terminar su desayuno.

—Llegas a tiempo —dice Ochako, recogiendo los servicios sucios—. Pensé que tendría que despertarte con agua.

—Con que el amo salga de casa basta —ironiza Tenya.

Katsuki rueda los ojos. Toma asiento.

A estas alturas, es evidente que espera ver a Izuku salir de casa antes de bajar. Igual que cena antes de la hora de llegada del alfa. Si es que no pide a Ochako que le suba la comida inventándose un examen importante para el que tiene que estudiar.

Huye.

—El amo Midoriya dio permiso para ir a la ciudad a comprar las galletas que mencionaste para Inasa.

—Hmp —es todo lo que responde.

Las galletas para Inasa solo habían sido una excusa para saber si estaba molesto o no. Pero le había otorgado el permiso, lo que indicaba que no lo estaba.

—También dijo que pasáramos por ropa, estas creciendo.

Esta vez, solo asiente.

—Katsuki.

—¿Qué? —estira la vocal, con un suspiro de cansancio.

—No pueden continuar ignorándose —exhorta poniéndose de pie—. El omega es el pilar de una familia. Si rechazas a tu alfa, no esperes que este luego, cuando lo necesites.

Frunce el ceño, aunque el fastidio está demás cuando el agobio le supera. Está acostumbrado a oír esas frases de Tenya; sin embargo, resulta molesto saber que no es un pensamiento únicamente suyo. Que aquello es algo que oye incluso en las escuelas.

"El omega es el pilar de una familia"

Una frase que suena bonita por la importancia que les da a los omegas dentro de una sociedad en la que tienen muy poca relevancia. Pero que, leída entre líneas, solo favorece a los alfas. A ellos se les permite tener poca paciencia con sus parejas e hijos, porque es a los omegas a quienes les cargan toda la responsabilidad de mantener la familia unida sin importar qué.

¡Y claro que importa!

Si Deku no soporta unos días de mal genio, mucho menos entiende el porqué de ello, entonces ¿Por qué querría pasar el resto de su vida al lado suyo?

—Sí, lo que sea.

Bate la mano al lado de su rostro, restándole importancia a lo dicho.

Creando una suave ráfaga de aire.

—Omega.

—¿Eh? —quiere contestar ofendido.

¡Tiene un maldito nombre y Tenya lo sabe!

Pero antes que pueda cuestionar nada, el alfa se inclina, oliendo directo su cuello.

—¿Qué demonios...?

—¿Tenya? —incluso Ochako se asusta con su reacción.

—¡Es omega! —grita el alfa, con una sonrisa que juraría no haberle visto jamás.

Emocionado, carga a Ochako, quien deja a tiempo la bandeja con la losa sucia.

Katsuki estira el cuello de su camiseta, oliéndose.

Lo siente.

Su aroma.

—Debo cancelar la inscripción de la escuela —No reacciona—. También avisarle al amo.

—¡No! —golpea la mesa con las manos, alzándose en pie.

Ambos adultos le miran.

—¿Qué sucede? —cuestiona Tenya, confundido.

—Es algo mío, personal, ¿Por qué él debe saberlo?

—Porque es tu alfa.

—Ni siquiera estamos seguros de lo que has olido —continúa poniendo excusas.

—Soy un alfa, Katsuki —vuelve al semblante rígido— ¿Crees que no sé cómo huele un omega?

—Lo mismo dicen los alfas de la escuela y ¿sabes que hacen? Nos llevan a un hospital para comprobarlo.

Tenya queda un segundo silencio, solo observándolo.

Pensando.

—Casi parece que quisieras ser un beta.

—Solo te recuerdo el procedimiento —el comentario no le hace perder fuerza—. Ya me llamaron omega una vez y todo terminó en falsa alarma.

La excusa no parece convencer del todo a Tenya, que permanece observándole desconfiado.

—En ese momento no tenías aroma —camina hacia la puerta del comedor—. Te espero en el auto. Iremos al hospital —cede.

Se va.

Aunque eso este lejos de darle tranquilidad.

—¿Qué sucede? —pregunta Ochako, ahora a solas con él— Puedes confundir a Tenya con tantas palabras, pero no a mí.

Katsuki entorna los labios. Boquea queriendo formular algo.Sus miedos. Porque lo único que ha logrado, ha sido retrasar lo inevitable.

¿Qué hacer?

¿Qué decir?

Queda silente.

—¿Kacchan? —le llama con ternura.

Cae sobre su silla, derrotado.

Ochako lo abraza y a él le embarga esa sensación de cuando en su infancia le asaltaban las pesadillas.

Cuando ella era su refugio.

...

El exámen mantiene la rutina de la última vez.

Siendo temporada de vacaciones, el grupo de omegas es reducido, apenas seis. Para todos excepto él, la vivencia es nueva. Esta vez sí logra percibir aromas a miedo en el aire. Al Igual que las intenciones de los alfas que les huelen. Si antes se le hizo asqueroso por el trato, ahora lo era por ello.

La inyección aumenta su ritmo cardiaco. No esta agitado como vio a Kyoka, mucho menos logra percibir algo extraño. El pote que pasan uno por uno llega a él y ahora sí percibe un aroma. Lo reconoce rápido como feromonas de alfa en celo, porque su cerebro lo asocia a aquel olor que percibió en su infancia de Deku.

Aunque ahora está lejos hacérsele asqueroso o provocarle vómitos.

—Delicioso —dice ido en lo que su nariz registra.

Entonces, el examen culmina. El único omega que no paso la prueba es llevado de regreso al ala principal del hospital. Los demás continúan a otra sala, una parecida a emergencia. Hay diez camillas distribuidas entre las dos paredes más largas. Los acomodan a cada uno en una a la espera del médico, mientras, miden su presión arterial cierto periodo de tiempo. A aquellos que continúan acelerados, solo se les hace beber agua y enfrían sus cuerpos con compresas frías.

Katsuki solo llega hasta el vaso de agua. Para la tercera toma de presión, está ya ha vuelto a la normalidad.

Aunque la prueba más clara de que se ha calmado es su pupila.

Todos los que mantienen un ritmo acelerado, la tienen dilatada. Lo cual explica porque luego de oler las feromonas sus ojos vieran borroso y la luz fuera demasiada intensa.

Transcurre cerca de una hora hasta que todos los omegas han retomado la calma.

Recién ahí, ingresa la médico en jefe. Una mujer pequeña de cabello verde. La placa en su pecho indicaTusyu (β).

—Felicidades, todos ustedes son omegas —les sonríe. Porque definirse como alfa u omega es sinónimo de alegría, no serán desechados fuera de la ciudad—. El resultado de este examen será enviado al área de identificación nacional, con lo que podrán obtener un nuevo carnet de identidad con su estatus de omega fijo —explica, pues todos ahí poseen una identificación deomega temporalque les limita algunas cosas. Contraer un compromiso, por ejemplo—. A partir de ahora, ustedes toman con total convicción este hermoso rol en la sociedad.

Dicho eso, pasa uno a uno entregando una copia del examen realizado y la autorización del alta médica. Con forme reciben esto, pueden vestir una bata y pasar a retirarse a los casilleros en donde guardaron su ropa.

Katsuki no se mueve de su lugar.

—¿Sucede algo? —pregunta doctora acercándose, siendo que fue el tercer omega al que le dio el alta— ¿te sientes mal?

—En esta área... no ingresan alfas, ¿cierto? —corrobora la información dicha por Kirishima.

—Así es, solo somos betas —vuelve a verle con una sonrisa.

—¿Tampoco visitas de familiares alfas?

—Ningún alfa.

—Hmmm...

Se queda pensando.

La mujer le mira. Alza las cejas, esperando algo más de su parte. Una reacción o respuesta.

—Hay... — duda. Que no haya alfas, no quiere decir que esos betas trabajan para uno, ni que discrepen con el pensamiento de ellos—... Existe alguna posibilidad de que... —y, aun así, lo intenta — ¿pueda quedarme internado aquí?

—¿Eh? —la pregunta le toma por sorpresa.

Katsuki no dice más y queda en ella averiguar a que se ha referido. Toma el historial médico que se encuentra en los pies de su cama. Retrocede unas hojas, el índice siguiendo el camino del papel cuesta abajo.

—Vives con dos alfas, tu tutor y... adoptado... mmm... omega de crianza —lo último lo dice en un susurro, como conclusión de lo leído.

Alza la mirada.

—En verdad me sentiría más seguro aquí —confiesa al fin.

La mujer le mira compresiva.

—Existen omegas a los que les va muy mal el instinto —regresa a la última hoja de su historial—. Náuseas, vómitos, dolor de estómago y cabeza... Creo que es tu caso —empieza a escribir en el papel—. Le hare llegar esto al médico en jefe alfa. Espera aquí, un enfermero te guiara a tu habitación.

...

—Yo te veo bien —dice Inasa ingresando a la habitación.

—Casi vomito mis tripas —no se retracta.

Sobre todo, cuando en la cama de al lado hay un omega que llegó con inicio de celo, como Kyoka. Y si algo ha aprendido de Denki, es que los omegas tienden a tener recelos entre ellos por las razones más estúpidas.

Inasa jala la cortina que separa las camas, dando más privacidad a su visita.

—Una semana internado —toca la manguerita del suero que se une a su brazo.

—Voy tres de siete —recalca su récord.

Inasa sonríe, negando con la cabeza.

Él mismo lo haría. Jamás hubiera imaginado que un médico se prestaría para eso.

—¿También te trajeron aquí?

—Al día siguiente, solo me tuvieron unas horas.

Por más que se fuerce en no pensarlo, es inmediato lo que su cabeza imagina sobre el porqué de esa demora.

Inasa tomando asiento en la cama, muy cerca de él.

—Yo también vomite mis tripas y no me internaron —confiesa— ¿Qué harás cuando salgas? —pregunta bajito.

—No lo sé.

—¿Huir?

—Tú no quieres.

Inasa ríe.

Le toma la mano, apoyando la cabeza en su hombro.

—Vas a estar bien —entrelaza los dedos, jugando—. En verdad no es tan malo.

—Pero no lo quiero.

Sonríe melancólico.

—Creo que aún no entiendes que no se trata de si quieres o no.

—Izuku deberá entender que sí se trata de eso, o lo mato.

Inasa vuelve a reír. Se pega más a él, frotándole la mejilla contra su hombro. Una acción tantas veces repetido en los años que se conocen, pero que por primera vez Katsuki logra percibir con su olfato.

El aroma de su amigo.

Una ráfaga fresca de otoño.

...

Siente como el peso de sus hombros desaparece cuando al ser dado de alto, Tenya pasa por él.

Sin Izuku.

Resulta surreal que una situación en la que ve únicamente a su tutor se le haga magnifica. Evita sonreír, aunque una pequeña curva en un lado de su labio le gana. Muerde su mejilla y sube al auto.

El camino es agradable.

Los dos en silencio con música de fondo.

El trecho de la ciudad hasta el límite de esta se le hace tan corto como nunca antes. En la caseta de seguridad de salida, Tenya presenta su carnet junto al de Katsuki. El mismo que le entrega luego de que pasan ese control. Es el registro oficial donde, además de sus datos personales, ahora figuraOMEGA Ω. Solo eso, sin el"temporal"que aparecía entre paréntesis antes.

Apoya la cabeza en el marco de la ventana, disfrutando el último tramo de paz del viaje. Sabe que, al llegar a casa, Izuku debe estar esperándole. No necesita que nadie se lo confirme, seria iluso de su aparte creer que ahora que su aroma se ha definido, fuera a darle el mismo espacio que ha venido proporcionándole hasta ahora.

Es un alfa y va a ir por lo que quiere.

El auto dobla en el ingreso de sus tierras. Desde ese punto solo inicia la cuenta regresiva, viendo la casa cada vez más cerca hasta que el movimiento se detiene.

Respira hondo.

Baja del auto, camina tras de Tenya. El palpitar de su corazón retumba en sus oídos y no es una acción del instinto, son sus nervios tomando posesión ante una situación a la que —verdaderamente— no quisiera hacerle frente.

Pero contrario a lo que siempre le ha dicho a Inasa, huir no es una opción esta vez.

Su orgullo se haría añicos.

Así que, alza la cabeza, haciendo frente a lo que venga. Doblegarle no va a ser fácil.

La puerta se abre, el aroma golpea su rostro.

El estremecimiento, picor en la piel, palpitar... todo inicia a la vez.

—Felicidades, Kacchan —le recibe feliz Izuku, junto a Ochako y Hibana ladra.

Katsuki asiente.

Traga hondo, sobrellevando el momento.

Es molesto que todos esos síntomas desagradables le susurren al oído que solonecesita sentir a su alfa.

Una caricia, un beso.

—Estoy cansado, iré dormir —dice de camino en las escaleras.

Pasa de largo a todos.

—Espera —Izuku sube detrás—, quería hablar sobre algo contigo.

—Que sea mañana —sube los escalones de dos en dos hasta llegar al siguiente nivel.

—Solo será un minuto.

—Mañana —acelera el paso, viendo su puerta muy cerca.

Solo unos pasos más.

—Kacchan, por favor, para con esa actitud.

No responde, solo se centra en dar esos pasos que le separan de su habitación.

—Katsuki.

Se avienta al pomo de la puerta, ingresando tan rápido que no da tiempo de reacción al alfa. Se encierra.

—¡Abre! —toca.

—¡Estoy cansado!

—¡Puedes descansar mientras hablo!

—¡Puedes hablarme desde ahí afuera!

—¡Katsuki! — la voz se siente menos amable— ¡No me obligues a abrir esa puerta!

La amenaza no hace más que exacerbarlo.

—¡¿Qué harás? ¡¿Usar la voz?! ¡Vamos, hazlo!

Se aleja de la puerta, preparándose.

Ha logrado mostrar resistencia ante la voz usada por los alfas de la escuela, también por Tenya e incluso Momo. Pero jamás lo ha intentado con Izuku. Básicamente, porque nunca ha habido ocasión. Esa sería la primera vez y no considera que su instinto se encuentre en el mejor estado para hacerle frente.

Sin embargo, el tiempo transcurre y no hay más que silencio; el cual es roto por el sonido de la cerradura girando.

Mierda.

Rápidamente, corre al baño. Tira la puerta. Es tarde, Izuku se interpone impidiendo cerrarla. Ambos ejercen fuerza contra el otro, queriendo ganar.

—¡También tengo llave de esta puerta!

—¡Mentira! ¡Si fuera así no te importaría que la cierre!

—¡Deja de comportarte así!

—¡Deja de insistir en entrar!

—¡Es mi casa!

—¡Y mi habitación!

—¡Katsuki, basta! —Finalmente, la fuerza de Izuku vence.

Katsuki retrocede hasta golpear con la pared. Reconociendo en ese momento, que durante todo el forcejeo Izuku solo se controló.

Es difícil admitir que le haya ganado con tanta facilidad en algo que durante años ha sido su mayor orgullo: Su fuerza.

La misma con la que una vez le gano a un alfa.

—¿Qué está sucediéndote? —Izuku le encara finalmente, en verdad confundido. Suelta la puerta, extendido una tregua— He aceptado tus desplantes por meses, tu mal genio y me faltes el respeto; pero ya es suficiente. Yo también tengo un límite.

Avanza.

Katsuki retrocede.

—No te me acerques.

—¿Por qué? —no le hace caso.

—Porque no quiero —continúa retrocediendo.

—¿Por qué? —más avance.

—Quiero estar solo —sus piernas golpean la bañera.

—¿Por qué? —la respuesta no le satisface.

—¡Solo vete! —Ingresa a la bañera.

—¡Entonces respóndeme!

Golpea la pared con la espalda.

Está acorralado.

—¡Porque no voy a ser tu omega!

—¿Qué? —se detiene al fin.

—No quiero dejar la escuela, ni mi habitación. No quiero dormir contigo o esa mierda de compromiso que le obligaron a Inasa. Si te atreves a hacerme algo, Deku, te juro que nunca... ¡Nunca más volverás a saber de mí!

Izuku se queda perplejo. Lento, el semblante le cambia a afligido. Mueve los labios, pero termina juntándolos, pensando.

Entonces, retrocede un poco. Otorgándole el espacio que ha pedido a gritos.

—¿Qué es lo que esperas que suceda a partir de ahora? —pregunta con más calma.

—Ya lo dije.

—¿Pretendes que te deje ir a la escuela sin siquiera comprometernos?

Asiente.

Izuku retrocede más, hasta apoyarse en el marco de la puerta. Presiona su labio inferior entre los dedos, como lo hace cuando requiere pensar demás.

Un silencio largo que Katsuki empieza a odiar.

Si tiene que pensar tanto, es que no lo están haciendo en la misma sintonía.

—Katsuki —pronuncia lento, alargando las silabas— ¿Hay otro alfa en el que estés interesado?

La respuesta es inmediata, pero tan pronto como la tiene, calla.

—¿Y que si hubiera otro? —porque prefiere atacar.

—¿Lo hay? —la paciencia de Izuku empieza a agotarse.

El aroma delata.

Katsuki no puede creer que haya logrado percibir eso.

Decide no continuar por ese lado.

—No.

—Si hubiera otro te sacaría de esa escuela inmediatamente —responde su duda.

Katsuki bufa, desilusionado.

—Claro —entona sarcástico—, porque te pertenezco.

—¿Cuál es el problema con eso?

—¡El problema es que nada de lo que hago es decisión mía! No elegí venir contigo, no te elegí como alfa, ¡Ni siquiera lo haré con mi maldito compromiso! ¿Y sabes por qué? ¡Porque te pertenezco y eres tú quien toma las decisiones por mí!

—Elegiste a tus amigos —se defiende— ¡Y jamás te he puesto objeciones incluso cuando algunos son alfas!

—¡No es suficiente!

Izuku exhala alto. Alza las manos, rindiéndose, y las deja caer, agotado.

Frota el puente de su nariz.

Vuelve a exhalar.

—Está bien, ¿quieres elegir cuando comprometernos?, hazlo. ¿Quieres continuar la escuela? hazlo, pero eso sí, yo también pondré mi condición.

Katsuki le ve desafiante.

—¿Cuál?

—¿Usarás el collar?

—No.

—No es negociable, Katsuki —se da la vuelta, dispuesto a retirarse.

Y se detiene.

Pasa las manos por su rostro pesadamente.

Gira hacia él.

—La razón principal de que quisiera hablar contigo, fue porque te traía un obsequio —saca un sobre del bolsillo trasero de su pantalón, dejándolo sobre el lavabo—. Gracias por nada.

Se retira.

Katsuki no sale de la bañera hasta que oye la puerta de su habitación cerrarse. Tarda unos segundos en volver a respirar, dejando atrás la sensación de alerta en la que ha permanecido.

Toma la carta, tiene el sello del estado.

La abre.

Es sobre Sero.

Ahora pertenece a la familia Midoriya.

Continuará...

Notes:

Yo creo que puedo empeorar un poquito más esta relación xD El lado positivo de las peleas, es que siempre hay reconciliación y de eso va este arco.

Katsuki es terco y tiene miedo, como un gato acorralado que seguirá luchando incluso cuando no se le quiere hacer daño. Deku tendrá que tener muuuuuucha paciencia.

Ahora sí, me tomo una merecida pausa hasta fin de mes.

Otra vez agradezco por el amor a la historia. Siempre leo sus comentarios y se que no siempre respondo, pero a veces es para no hacer spoiler porque soy ama y señora de eso jajajaja

Chapter 19: II. Capitulo 7

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La despierta el grito desgarrador de una mujer. Es tan visceral que casi pareciera que está siendo torturada de la manera más terrible, que no está lejos de lo que debe estar sintiendo.

Mina lo comprende, porque ella también ha parido.

No es un hecho nuevo que una pueda quedar embarazada trabajando en una casa de placer. Tampoco debería serlo la medicación vendida para cortar eseproblemacuando sucede; menos, cuando se vive en una ciudad sin niños como lo es esa. Sin embargo, es la poca fiabilidad de esta medicación diseñada por los mismos ciudadanos y el alto costo lo que lleva a muchas a no adquirirlos. A veces solo son pastillas que no logran nada.

Otras, las llevan a la muerte.

No obstante, tampoco es un gran sacrificio llevara un embarazo encima cuando existen clientes con gustos particulares en ellos. Dispuestos incluso, a dejar una buena propina extra a la futura madre. Todo eso aun a sabiendas que no serán ellas las encargadas de criar al niño que paran.

En esa ciudad de betas, las prohibiciones son camufladas con el nombre de reglas para la buena gestión de la comunidad. Siendo una ellas, la que mayor impacto sostiene en la vida de las mujeres:Prohibida la tenencia de niños.Todo embarazo debe ser informado a los agentes que vigilan el único acceso de ingreso. No hacerlo, puede conllevar la pena capital; y dentro de las murallas el que menos está deseoso de informar algún hecho ilícito que le traiga beneficios económicos por parte del estado. De esta manera el estado lleva un conteo de embarazos y luego, de partos. Cada niño que nace, ya sea vivo o muerto, debe ser entregado a los mismos guardias que vigilan que nadie escape.

Ahora mismo, uno de ellos debe haber sido informado y es seguro que se encuentre en la habitación de la mujer solo esperando que este bebé nazca. Otra cosa que no se permite, es un solo instante de interacción de la madre con el recién nacido.

Mina ha oído casos de parejas que se han mantenido ocultas durante el embarazo y parto, decidiendo cuidar a sus hijos en secreto o incluso huido en familia de ese lugar.

Lo cierto es que aquello suena más a fantasía que a realidad.

Involucrarse en algo como eso sería condenarse a ahorcamiento en la plaza central de la ciudad y no solo los padres, sino todos los involucrados en la traición al estado.

Una situación a la que solo un tonto se arriesgaría. Y no por la condena que lleva, sino por lo difícil que es la vida ahí dentro. Si ella apenas tiene lo mínimo para vivir, no imagina lo que sería mantener a un niño. Va bien con que los alfas se hagan cargo de ellos en los orfanatos u hogares de acogida A/O.

Otro grito la vuelve a la realidad y da por vencido su tiempo de descanso.

Apenas ha dormido unas pocas horas.

Se estira en la cama con pereza. Mas aun, cuando piensa en lo cansado que es parir. Para suerte suya, sus clientes suelen ser bastante generosos en dejarle propinas u obsequios más allá del pago que hacen a la casa. Lo que le ha otorgado la calma de tener medicamentos a mano para prevenir esos embarazos. Salvo en cinco ocasiones y es por ello que conoce el juego sucio que llevan algunos betas ahí, vendiendo medicamento inservible con tal de quedarse con tu dinero. Como fuera, no es tanta desgracia si en las dos veces que el embarazo llegó a término, los guardias le dijeron sentir una leve esencia a alfa en sus bebés.

Espera que eso se mantenga hasta que cumpla catorce y tengan una buena vida.

Personas de bien, mejores de quienes le han metido ahí dentro.

Frota su rostro con pesades, levantándose de la cama finalmente.

Coge la jarra vacía que tiene en el tocador, junto la bacinica de metal que coloca en la esquina de la habitación, cubierta de un pedazo de madera. Desecha el interior de esta por la ventana de atrás de la casa y, en ese mismo camino, llena la jarra con agua de barril grande en donde la almacenan.

De regreso a su habitación, vierte el agua en una charola de metal que tiene también sobre su tocador. Remoja la toalla zurcida y decolorada que usa cada mañana para limpiar su cuerpo. Frota sobre su piel antes de pasar el jabón sobre ella, aunque se trata más de una masa de varios restos pequeños.

Una vez que termina, desecha el agua en su bacinica, que sirve para enjuagarla antes de desecharla nuevamente.

Nota que lleva buen rato de no oír más gritos, tampoco el llanto del bebé. Puede asumir que tanto madre como niño han fallecido. Otra situación común ahí dentro. Un parto mal atendido, una enfermedad para la que no tienen medicamentos, incluso el calor extremo en el verano o el frio corrosivo del invierno es suficiente para perder a alguien.

Dentro de los muros todo es muerte o depravación.

Exhala hondo.

Un poco insensible ante un hecho tan común. Termina con su aseo persona y baja al primer nivel a tomar desayuno. En el mismo lugar donde sus comensales se sentarán a verlas horas más tarde.

—Ni pienses en adelantarte el turno —dice amenazante una de las más antiguas, señalando la fila que estaba por obviar.

Mina se disculpa con una sonrisita agraciada que hace rabiar más a la mujer que año tras año, pierde su valor en ese lugar.

—Chica de ciudad —especta como insulto.

Engreída, es igual a decirle.

No le da importancia a su rabieta y mantiene el camino hacia el último puesto de la fila.

Está acostumbrada a que la llamen así.

Es poco usual que una mujer beta, criada como propiedad de un alfa, sea enviada a ese lugar. Los dueños de ellas tienden a quedárselas en casa como amantes, simple consorte durante los celos o servidumbre. Incluso en los orfanatos ellas poseen más opciones de ser compradas que los varones.

Mina había crecido en una hacienda grande al sur del país. Su madre era parte de la servidumbre y ella, sabiéndose como beta desde su nacimiento, paso a tomar esa misma labor a los once años. Aunque difícil, tolero todo lo que la posición de vivir dentro la casa del alfa conllevaba y hubiera continuado de esa manera de no ser por la omega del amo. Fue ella quien pidió expulsarla al saber que su marido había pasado de tenerla como simple consorte, a amante.

Y si hay algo que odia un omega, no es ver a su alfa perdiendo el tiempo con las betas; sino dándole un trato especial a una de ellas.

Terminó siendo vendida al alfa sin papeles al dueño de ese burdel. Porque por más moralmente correctos que se muestren, lo cierto es que los grandes negocios ahí dentro son manejados por los poderosos de afuera.

Su turno llega y recibe una rodaja de pan, algo de mantequilla con mermelada que parece agua roja y una taza de té frio.

...

La casa abre sus puertas cuando el sol empieza a esconderse. Mina siempre fuma un cigarro en su ventana, viendo los últimos rayos de sol. Uno de los pocos placeres que puede darse ahí dentro. Abajo la música, viene sonando desde hace unos minutos, dándole la bienvenida a los primeros asistentes a sus noches de placer. Esa noche tienen un evento especial. La subasta de la virginidad de una beta recién llegada dos días atrás. Enviada de un orfanato. Dicen que no fue comprada por nadie, aunque por su extrema belleza todas ahí apuestan que fue un trato por debajo de la mesa.

La misma suerte que corrió Camie, una de sus amigas ahí dentro.

Porque los alfas que dirigen esos negocios saben que una beta hermosa —a menos que sea su amante—, tiene más valor ahí que sirviéndoles el almuerzo en casa.

El cigarro se termina a la par que el cielo queda oscuro por completo. Alguien toca su puerta apurándola a que baje. Deja caer la colilla al callejón bajo su ventana. Tira los hombros hacia atrás, enderezando la postura. Acomoda los collares de perlas falsas que cuelgan de su cuello rozándole el torso desnudo. Aprieta con fuerza el cinturón que lleva su falda y acentúa su cintura pequeña. Y acomoda las telas cortas que lleva debajo de la prenda y dan mayor volumen a sus caderas.

Un último retoque de labial rojo es todo lo que necesita para bajar.

Todavía.

Regresa de la puerta hacia su cama. Voltea el colchón. Puede que todos los días le habrá las puertas a muchos alfas o incluso betas con posibilidades de pagar, pero sería asqueroso descansar de ese trabajo sobre el lado en donde todos ellos la han tomado.

Terminado aquello, esta lista.

La noche da inicio para su faena.

En su descenso por las escalera, logra ver la gran fila de entre alfas hombres y mujeres que se forma frente al escritorio de lamademepagando la cuota de ingreso. Los únicos que podrían pagar una subasta de aquellas.

Sinceramente, espera que sea una alfa la que gane la subaste. Su experiencia le dice que ellas son más suaves incluso durante el celo.

—Hey, Mina —le llama Camie, en la puerta del salón principal—. Tu acosador —forma un piquito con los labios señalando en el sofá más alejado del medio donde será el espectáculo.

Mina rueda los ojos.

El niño alfa —como le han puesto sus amigas— no ha parado de ir a ese lugar, incluso cuando le dijo que la buscara cuando fuera más grande. Y no es que le moleste su edad, algunos alfas le han llevado para sus hijos menores que él. Pero este no era ese caso. El chico la buscaba por él mismo y le da verdadero pesar que se contamine con ese ambiente para el que, sin duda, no está hecho.

—¿No iras a saludarlo siquiera?

—¿Perder mi tiempo cuando hay muchos alfas con dinero por allá? —sus ojos señalan la zona media, donde se suelen ubicar aquellos con más poder y dinero.

No todos se llevarán a la chica nueva y es ahí donde entraran sus dotes de seducción para llevarse al segundo mejor postor.

—Solo moléstalo un poco —le hinca con el codo.

—Si continúo haciéndolo él seguirá viniendo —explica con cansancio.

—¿Y me dirás que no te gusta? —le sonríe picara— Vamos, solo un poco de diversión. No vas a negar que es guapo ¿eh? —vuelve a hincarle con el codo.

Mina sonríe sin poder evitarlo y acepta divertirse un rato.

Camina hacia el alfa, que bebe solo agua de cortesía.

El chico no es feo, pero tampoco es el único alfa guapo que la busque. Mucho menos el primero que se encapriche de esa manera con ella. Han existido, inclusive, los que la han querido comprar y ella se ha negado. Sin embargo, admite que es distinto que alguien caiga por ella luego de un sexo magnifico, a que lo haga sin haberla dejado ponerle un dedo encima.

Y es ahí donde él tiene un punto a su favor.

Aunque este fácilmente puede desmoronarse cuando pierda el interés luego de acostarse con ella.

—¿Otra vez por aquí? —Eijiro la mira y rápidamente vuelve los ojos al vaso al notar su desnudes. Ella ríe— ¿Sigues con tu fobia a los pechos?

—N-no es fobia —empieza a tartamudear sonrojado.

—¿No? —se inclina, apoyando las manos en su respaldar. Acercándole los pechos al rostro—Entonces, ¿Qué es?

Eijiro gira la cabeza, no queriéndole hacer frente.

Mina vuelve a reír. Libera el respaldar del chico, da la vuelta y se sienta en su regazo, apoyando la espalda en su pecho y la nuca en su hombro. Coge las manos del menor, atrayéndola contra su abdomen. Sube y baja por una zona a la que podría llamar segura. Recorre desde sus costillas hasta el borde de su falda, deteniéndose en su ombligo, donde juega con un dedo de él.

—¿Cuándo vas a pagar por mí? —pregunta con voz engreída— ¿O acaso viniste por la subasta?

—¡No! —niega tan fuerte que la hace saltar. Eijiro la abraza en reflejo—. D-digo... no vine por eso.

Mina sonríe, enternecida por lo dicho. Divertida con la situación. Algo tocada por ese abrazo que se ha sentido sincero. Como unsolo vengo por ti. Estira el cuello, dándole un beso en la línea de la mandíbula. Muerde suave ahí mismo y luego, mueve su cadera frotándole la entrepierna.

Eijiro se tensa.

—Entonces solo te gusta mirar —vuelve a moverse, la lengua lame hasta el inicio de su oreja—, que sucio es, doctor Kirishima.

—Me llamo Eijiro —suelta ahogado.

—Mmmm —suspira contra su oreja, antes de morderle el lóbulo y volver a mover sus caderas—. Eijiro... —Le oye tragar saliva duro—Eichan... —dice seductora

El alfa desase el abrazo, sujetándose del sofá. Mina quiere reír de lo nervioso que se ha puesto con tan poco. De lo rojo que esta su rostro hasta el cuello. De lo duro que se encuentra ahí abajo.

Mas no lo hace.

Le gusta molestarlo, pero le satisface más lo deseada que le hace sentir.

Sube una de sus manos por su cuello, acariciándole el cabello de la nuca. Otro movimiento. Un jadeo se escapa entre sus labios.

—Mina —nuevamente aparece Camie. Ella no se detiene, continua moviendo su pelvis—, tienes cliente.

Los brazos de Eijiro vuelven a abrazarla, ocultando el rostro tras su hombro.

Las betas controlan sus ansias de reír.

—Pensé que no tendríamos clientes hasta después de la subasta —su voz sale jadeante.

El alfa mismo lo hace en un tono más bajo.

—El evento se va a retrasar, es clienteimportante—dice firme, dejando claro que no es una artimaña para sacarla de ahí.

—Entiendo —detiene el juego.

Toma las manos del alfa liberándose ella misma, aunque no le pone resistencia. Gira y nuevamente se topa con esos ojos esquivos. Le acaricia el cabello negro, peinándolo hacia atrás, exponiendo su frente a la vista y le deja un beso ahí.

Eijiro vuelve a tomarla de la cintura, la vista fija en su falda.

Esta vez Mina sí ríe.

—Si quieres más de mi tiempo, debes pagar como los demás —recorre su rostro con los dedos, acomodando los mechones más largos de su cabello tras las orejas, en donde le susurra: — La exclusividad no es gratis,Eichan.

Sale del salón rumbo a las habitaciones. A su paso, lamadamele llama la atención por la demora. Mina se disculpa hipócritamente y sube rápido. Le causa curiosidad saber qué invitado puede ser tan importante como para interrumpir la actividad de la noche por un polvo. Alguien con esa capacidad solo puede ser uno con dinero o poder suficiente en el gobierno.Madameno se andaría con prisas de lo contrario.

Y su instinto no falla cuando ve de quien se trata.

La sonrisa se ensancha coqueta hacia el hombre que espera frente a su puerta.

—Sospechaba de ti.

—¿Y te agrada o no?

Mina se acerca, abriendo la puerta.

—Depende de lo que tengas para mi —dice presumida, jalándolo de la camisa dentro de la habitación.

Los ojos azules le recorren con deseo.

—Toda información tiene un precio —le aprieta uno de sus pechos.

Mina jadea. Golpea la mano que le toca, alejándola; pero el alfa no se ofende, sino que ríe con los hoyuelos marcados en cada mejilla. A ella le encanta. Retrocede hasta tomar asiento en la cama y sube una pierna, remangándose la falda. Muestra su intimidad sin vergüenza, con los estragos que ha dejado el juego anterior con Eijiro. El mostrarse tan dispuesta prende más al alfa, que se arrodilla frente a ella sumergiendo el rostro entre los muslos.

La beta se deja caer de espalda, envuelta en el placer que otorga su lengua. La paja dura de la cama es incomoda. Hinca su piel cada que arquea la espalda. Si hubiera sabido que iría él, no hubiera volteado el colchón. Solo a él le permitiría follarla por el lado suave en donde duerme.

El único alfa del que se sentiría dichosa de ser su amante.

Touya Todoroki.

...

Dentro de las casas de placer, el manejo de las chicas siempre es el mismo. Todas cuentan con una tarifa, la cual cobra lamadamepor adelantado en cada encuentro. Este dinero sirve para pagar lo que se gastó en la compra ilegal de ellas, ropa, accesorios, gastos diarios que acumulen y una cuota de ganancia para la casa. Siendo solo un minúsculo porcentaje de lo que obtienen en el día el que se les es entregado.

Salir de una de esas casas solo se logra de dos maneras. Ser comprada por un alfa o terminar de pagar la deuda, lo cual casi siempre sucede cuando una es muy mayor. Existen también, quienes llegan a esos lugares por voluntad propia. Pues vivir ahí es tener garantizada cierta seguridad que una mujer no tendría de andar libre por las calles inseguras de esa ciudad.

Y esa parte, también la conoce Mina.

Su turno termina a las nueve esa noche, cuando la subasta tiene un ganador y ella ha pagado su cuota diaria amadametan solo con el primer cliente. Mina es una prostituta libre. El más grande beneficio de haberse ganado la confianza de Touya, ha sido el pago de toda su deuda. Claramente, este no fue dinero mal gastado, sino invertido en un favor que ella paga cada que se le necesita.

Se cambia de ropa por lo menos llamativo que encuentra en su armario. Un faldón verde pálido a juego con una blusa blanca que le cubre hasta el cuello. El cabello amarrado en una cola y la ausencia de maquillaje es el camuflaje perfecto para andar por esa ciudad. Sale por la puerta trasera del burdel, caminando sobre la mierda que ellas mismas desechan cada mañana.

Anda por muchas callecitas hasta el extremo Este de la ciudad. El lado opuesto a la caseta de ingreso, donde el contrabando prolifera. Por más seguridad y prohibiciones que tengan, la corrupción se abre paso en medio de esa ciudad en miseria. En el lado Este es donde pueden conseguir medicamentos y comida traída desde ciudad central, muchas veces vendida por los mismos guardias o alfas fuera de las murallas.

La mejor parte de ese contrabando, sin duda alguna, son los libros ideologías libres betas. Aquellos en donde se impulsa la idea depersonas betascomo parte fundamental de la sociedad y no simples esclavos que obedecen a alfas. No más humanos de segunda clase, aislados si no siguen ordenes, vejados y asesinados.

Las noticias que llegan de afuera son alentadoras para los creyentes de esa ideología. Ciudades en occidente donde la corriente beta ha llegado a liberarlos. Calles en donde alfas, betas y omegas caminan como iguales.

Un lugar en donde ella podría estudiar, elegir de qué trabajar, tener una familia.

Su camino se detiene en un edificio de cuatro niveles, construido bastante disparejo cada piso.

Toca.

—¿Sí?

—Vengo a cenar.

Le abren la puerta.

Una pareja de ancianos de lo más normal.

Mina ingresa directo a la cocina, donde la puerta de un armario le da la bienvenida a otra más. Toca con un ritmo particular. Una especie de clave morse que ha olvidado el significado que le explicó Touya, pero recuerda la tonada.

Una porción de la madera se abre como una ventana a la altura de los ojos.

—El número dos está aquí.

Da la clave y finalmente, esa puerta se abre.

Un espacio estrecho la recibe, de ahí debe bajar unas escaleras y caminar por una calle subterránea en donde logra oír las voces gritando discursos tantas veces repetidos para ella.

—¡Nosotros somos quienes hemos construido esta ciudad! ¡En nuestras espaldas se hace grande, y ¿Qué recibimos?! —cruza el gran salón en donde suelen dar discursos los altos mandos de ese partido revolucionario.

—¡Trato de esclavos! —grita alguien en el publico

—¡Los alfas nos tienen en igual posición que a sus perros! —se oye otra voz.

—¡Los omegas deberían ser sus perros! —exclama alguien cerca de ella y el resto empieza a repetir palabras de odio sobre lo poco útiles que son en esa sociedad.

Mina no discrepa.

Si no fuera por un omega, ella no estaría ahí.

Continúa pasando de largo entre las personas que se mantienen gritando. Al final del salón hay otro pasillo que lleva a un laberinto en caso de redada. Mina lo conoce perfectamente. Cuenta sus pasos, evitando confundirse sobre donde doblar, hasta llegar a otra puerta. Esta es vigilada por dos grandes betas, casi parecieran alfas.

Aquí no necesita una clave de ingreso, los hombres la reconocen y ceden el paso.

Muchos alfas la han despreciado por su trabajo de prostituta. La han humillado e insultado por el derecho que les da el dinero que pagan y su posición privilegiada en la sociedad. En cambio, ahí, es ese mismo empleo el que le ha dado ese estatus importante cerca al líder. Para esa causa, ser prostituta no se trata únicamente abrir las piernas a muchos alfas; sino extraer información valiosa de cada encuentro.

Y también, ser un nexo seguro entre los informantes y esa facción oculta.

Dentro de la habitación, hay un humo espeso que envuelve el ambiente. Entre lo gris y las luces tenues, ve un grupo de más betas —entre hombres y mujeres— dándose amor.

Mina sabe a quién acercarse.

Tomura Shigaraki.

El hombre de cabello blanco y piel curtida la ve entre el cabello de una mujer rubia. Curva los labios en una sonrisa suave que fácilmente podría pasar desapercibida. Dice algo al oído de la mujer que hace que esta se retire y seda su lugar a ella. Mina se aproxima, desabrochando su blusa lento, exponiendo la piel como si fuera un misterio nunca visto. Un espectáculo por el que otros pagarían y ahí da gratis.

Toma asiento en el regazo del hombre, las piernas a cada lado suyo.

—Dabi trajo información —le toca los hombros, bajando sutil por sus brazos.

—Hay algo que quiero saber antes —el beta le desata el cabello, enreda los dedos entre sus rizos. Jala suave el mecho mientras baja hacia su pecho, rozándolo con el dorso de sus dedos—. He oído por ahí que hay un alfa que te pretende.

—Es solo un niño —sus manos suben y bajan por las huellas que el trabajo en el campo ha dejado sobre el cuerpo del hombre.

—¿Niño?

—Hijo de un médico, nada importante —pasa las manos sobre su cuello, viéndole directo a los ojos—. A penas se ha definido como alfa. Ni el celo ha tenido.

—Pero le gusta verte —sujeta su cintura— y si su padre es médico, es un buen nexo con la información que él tenga —se acerca a sus labios —. Ya sabes que hacer.

Mina asiente, tentada por la cercanía y le devora la boca ansiosa.

Como le encanta ser parte de la revolución.

Continuará...

Notes:

Touya con hoyuelos es mi perdición y Shiggy revolucionario le sigue en el camino.

Como dije, el lado beta se ira viendo desde la perspectiva de Mina, así que vamos a entrarle lento. También, ya vimos que le gustan del tipo badboy y Kiribb solo es un bebito lindo jajajaja así que le toca hacerse malo para enamorarla.

O a Mina cambiar de gusto.

Ahhh esto me va a gustar mushooo.

Chapter 20: II. Capitulo 8

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Kirishima ríe.

Katsuki le gruñe.

—En serio, bro, nunca pensé verte con esa cosa en el cuello —resopla burlón.

—¡Ah! ¡Ya cállate! —se le termina la paciencia.

Deku había cumplido con la condición de permitirle asistir a la escuela a cambio del uso del estúpido collar de omega. Un objeto que no solo pesaba por la lámina de acero de la que estaba hecha, sino que el recubrimiento en cuero hacia sudar demasiado. Sumado al verano pegajoso que estaban viviendo ese año, era demasiado sofocante para que encima de todo, tolerara las burlas de un alfa idiota.

—Entonces, ¿están comprometidos?

—No.

—¿Y cuándo será?

—No lo se.

—¿Ya hablaron de cuantos hijos tendrán?

—¡NO! —chasquea— Camina más rápido y deja de preguntar estupideces.

Kirishima vuelve a reír.

El deporte favorito de ambos es buscar temas irritantes para el otro y punzar hasta hacerse explotar. Claramente, esto solo sucedía con él.

—¿Temes que te castiguen?

Acelera el paso, ignorando cualquier comentario molesto que quiera soltar el alfa.

Más allá de las solas ansias de alejarse de sus cuestionamientos idiotas, estaba el apuro con el que tenía que hacer esa visita a Kyoka. Era la segunda vez que se escapaba a la salida de la escuela. La primera fue para despedirse de Sero y, aunque no tenía autorización para hacerlo, tampoco le regañaron en casa pues era evidente que iría.

Ahora era distinto, la excusa no era del todo valida y podría ganarse un castigo de Tenya. Castigo del que tampoco podría quejarse con Izuku, pues los términos con él seguían en ese limbo donde no tenía certeza si las cosas iban bien o mal.

O pésimo.

Luego de su última conversación sería lo más lógico.

Pero eso es algo en lo que prefiere no pensar. Izuku ocupa tanto espacio en su mente que a veces es mejor cerrar la cortina y dejarlo atrás. Mientras no lo vea, todo va bien.

—Aquí es —Kirishima se detiene frente a una casa angosta de tres pisos y un semisótano—. Te dije que era cerca —señala la ventana baja, casi al ras del suelo—. Ahí tienen instrumentos musicales, es donde jugábamos con Sero antes.

El alfa se acerca a la casa y, poniéndose en puntillas, toca la ventana del primer nivel.

Ahora que Kyoka se ha definido como omega, no tiene permitido acercarse a otro alfa que no sea su padre, a menos que sea este quien lo autorice. Lo cual se dará cuando permita a alguien cortejarla. Kirishima no es el caso, por lo que toda interacción que han tenido durante las vacaciones —según sabe—, es a través de la ventana mientras el padre de la omega trabaja fuera de casa y únicamente se encuentra con su madre. Una omega más blanda que permite a su hija mantener ese mínimo de interacción con la que fuera, su vida antes del examen de género.

La cortina se mueve, Kyoka muestra su rostro. Sonríe suave y se apresura a abrir la ventana con su hermano menor en brazos. Tan solo un bebé.

—Hola.

—Traemos buenas noticias —empieza Kirishima, procediendo a relatar todo lo que él ya le ha contado en la escuela. El rostro de Kyoka pasa de esa sonrisa escueta inicial a una grandísima, con los ojos brillando en lágrimas y abrazando a su hermanito de la emoción—. Katsubro lo puede todo, te lo dije —Kirishima lo abraza del cuello, despeinándolo con la otra mano.

—No jodas—le empuja con un puñete en las costillas que le hace quejarse

Kyoka ríe, derramando un par de lágrimas que ha contenido desde que supo la tan agradable noticia. Katsuki disimula bien la felicidad que siente de ver que su amiga sonríe otra vez. El ultimo recuerdo que tiene de ella, es el de desolación total el dia que se fue Sero. Y si ya no iba a volver a verla en la escuela, espera al menos que sea este, el rostro que perdure en sus memorias.

—¿Lo viste? ¿Cómo está? ¿Ha bajado de peso? —las preguntan señalan a él.

Y, lamentablemente, no puede responderlas.

—Hay problemas en el paraíso, así que su alfa no lo ha autorizado.

—¡Cierra el hocico! —vuelve a golpearlo, esta vez sin medirse en ello— Solo está bien.

Es cierto que los problemas con Izuku se mantienen y así como no tendría la cara para ir a acusar un castigo de Tenya, tampoco estaba dispuesto a pedirle el favor de autorizar su ingreso a la villa beta. Por lo que todo lo que sabía de él, era por Ochako. Ella le había dado la bienvenida, integrándolo con el resto y ubicándolo en una casita solo para él, a diferencia del resto, que compartían vivienda. Era gracias a ella que sabia como iba avanzando su aprendizaje en la siembra y cosecha de trigo; también con quien enviaba alimentos extras que para un beta sería imposible adquirir.

Y eso era todo el contacto que tenían.

Ochako no enviaba mensajes de un lado a otro. Sean hablados o notas escritas. Existían reglas muy rígidas en el contacto entre omegas y betas varones, y era por ello mismo que fomentaba el uso de mujeres en el personal de casa.

Conveniente para los alfas.

—En vista que tú no le has dado la bienvenida que merecía, deberíamos visitarlo —suelta Kirishima de lo más normal.

—Estás loco.

—¿Por qué? Es nuestro amigo —se defiende.

—Tú no puedes entrar en mi casa —señala al alfa, para luego dirigirse a la omega— y ella no puede ir más lejos de aquí sin su padre, ni hablar de salir de la ciudad y entrar en la villa beta.

—Siempre se puede cruzar el canal de noche —dice con mucha facilidad— y tú eres nuestro nexo directo con la villa beta —alza ambas cejas, juguetón.

Katsuki rueda los ojos, viendo lo iluso del plan. Agita el rostro en desaprobación y gira hacia Kyoka, esperando una respuesta negativa que ponga fin a ese desvarío.

—¿Sí podemos? —pregunta en voz baja con ilusión.

No lo cree.

En verdad, Kyoka siempre le había parecido la más racional del grupo y ahora estaba dispuesta a arriesgarse por esa locura.

—¡Claro que no! —hace ademan de grito, aunque lo haga en un tono moderado.

—No seas así, bro —se queja.

—Por favor —ruega ella también.

Katsuki quiere mencionar el peligro que hay en ello. Si alguien en el puesto de vigilancia los ve o el mismo capataz del campo lo hace, estarían perdidos.

Probablemente los comprometerían de inmediato.

Pero al final, solo chasquea con la lengua. Entiende que es un riesgo que ambos han contemplado en esos segundos.

—Hagan lo que quieran, yo diré que me obligaron.

—¡Tenemos autorización de Katsubro! —alza los brazos en signo victoria.

Kyoka da unos saltitos junto a su hermanito, que ríe sin entender por qué.

Es inevitable que sonría feliz por ese par.

...

Apoyado en el alféizar de la ventana, ve el campo sumergido en la noche. Siendo toda esa área plana, llega hasta él la imagen de las casitas ordenadas a unos kilómetros de distancia, junto al fogón en medio de ellas que ilumina el lugar.

Observa su reloj, es casi la hora en la que Kirishima dijo que haría una señal para que baje a ayudarles a ingresar. Es cierto que no pudo darle la bienvenida a Sero el día de su llegada, pero durante años Deku le ha hecho a recorrer el campo. Conoce cada ruta de llegada y como huir rápido si alguien los descubre.

Que espera sea lo último que suceda.

Suspira, apoyando la barbilla contra el marco bajo.

Aun le resulta poco creíble que Kyoka haya decidido correr ese riesgo solo por Sero. No juzga su romance, pero sí le causa extrañeza todo el valor puesto en esa decisión.

Demasiado solo por ¿amor?

Suena estúpido querer una explicación de lo que es el amor a esas alturas, pero cree que en su caso amerita una. No es que nunca lo haya sentido, solo que ese nivel pareciera uno desconocido para él. Podría correr riesgos por ciertas personas a las que quiere; sin embargo, una parte suya sabe que lo haría porque el castigo no conllevaría una pena tan fuerte como la que sí recaería en Sero y Kyoka de ser encontrados.

A diferencia de los alfas, hablar de un omega junto a un beta es sinónimo de una aberración que no tiene perdón.

Bajo ese criterio, el beta sería condenado a muerte. Mientras, el omega pasaría a ser catalogado de sucio, confinado en un claustro. Pues no habría alfa que aceptara a un omega contaminado. Y de haberlo, se trataría de un alfa en el peldaño más bajo. A ese que todo padre alfa jamás aceptaría para su hijo. El que ni siquiera calificaría para adoptar a un omega.

Y una vez más, era demasiado riesgo solo por amor.

¿Inasa lo haría por Shoto?

Esta seguro que no.

¿Él lo haría por Izuku?

Lo duda.

Admite que desde que despertó su instinto ha comenzado a tener cierta atracción por él. Pensaría que es la misma razón que le lleva a Inasa a decir que todo lo que sucede con su alfa es"tolerable". Y por ello mismo, cae en cuenta que su sentir está fuertemente ligado a su esencia como omega y no exactamente a los sentimientos que nace entre Kyoka y Sero y ha visto durante largo tiempo.

Quiere a Izuku...estimaquizás es la palabra más exacta, pero no hay algo más fuerte.

O eso cree.

No lo sabe y le jode pasar gran parte de sus días cuestionándose aquello.

¿Lo quiere? ¿Está enamorado? ¿Lo ama? ¿Lo aceptaría como pareja?

Todo es tan complicado. Más aun cuando sus dudas forman parte de un flujo que pareciera haber decidido por sí mismo. Nadie ha forzado a su instinto a reaccionar con Izuku de la manera en que lo hace. Podría hacerlo con Kirishima, con Tenya, incluso con algún Todoroki; pero no sucede así. Luego, entraba en juego la crianza que parece encausarle por ese rumbo. Originando que cada que se lo cuestione, una parte suya se repite que es su decisión y no del instinto o de un papel que dice que le pertenece.

Exhala profundo, queriendo retomar la calma que su cuerpo y mente no tienen desde medio año atrás.

De pronto, ve el juego de luces entre el trigo. La señal que dijo Kirishima haría con un espejo para llamar su atención. Desde su ventana, repite la seña.

Ahí voy.

Luego de escapar para visitar a Inasa, ha descubierto lo verdaderamente sencillo que es salir de casa. No niega que da un poco de miedo andar solo por el extenso camino oscuro. En esa zona, las casas se encuentran a kilómetros de distancia una de la otra. Al menos Kyoka ha venido junto a Kirishima y no sola, y el resto de camino lo harán los tres juntos también.

Les da el encuentra en el trigo, al límite del jardín de su vivienda. Los tres se ponen en marcha en medio de los sembríos para no llamar la atención. Las hojas afiladas les raspan la piel expuesta, las luciérnagas se les estrellan en la cara y las telarañas les hacen saltar cada tanto.

Los tres reniegan, se asustan, callan gritos y ríen en silencio.

Es como las expediciones de niños que nunca tuvieron por la diferencia de sus subgéneros.

Cuando al fin llegan a la villa beta, luce como si se trasportaran a otra dimensión. Como relatan los libros el aspecto que tenían los asentamientos de las primeras manadas. Chozas de madera con techos de carrizo seco. Una fogata que muere en el medio de estas casitas es lo único que ilumina el área.

Katsuki no puede evitar sentir un asomo de incomodidad. Vergüenza. Porque son sus tierras en donde una porción de personas vive así, mientras a unos pasos de ese lugar, él mantiene todas las comodidades.

—Por acá —les llama, queriendo borrar ese sentimiento molesto de su interior.

Camina hacia la última casita de la hilera. Luce más pequeña que las demás y en la puerta se muestra un número de seis dígitos, el que lleva Sero como identificación una vez que se registró como beta. Otra cosa que le da vergüenza, porque para la mayoría de familias dueños de betas, ellos son solo un número más en la lista de sus adquisiciones. Duda que Deku se sepa los nombres siquiera de la tercera parte de sus trabajadores. Él mismo, solo conoce el de Sero por ser su amigo.

Hanta.

No más Sero. Ellos pierden el apellido hasta que tengan un descendiente alfa u omega. Como el caso de Denki. Aunque en omegas es en vano, pues al final el de su alfa sobrescribe al suyo.

Toca la puerta suave, sin querer llamar la atención de otras casas.

Demora un poco en que abra y cuando lo hace, de ambos lados se ven dudosos. Sero luce más delgado, la piel curtida por el sol y el cabello por debajo de las orejas. Talla sus ojos, cerciorándose que no sea producto del sueño.

Sonríe.

—Kyoka —dice en voz baja y la chica salta de inmediato a sus brazos.

Entra con ella a su nuevo hogar, en tanto él y Kirishima le siguen.

Dentro, no es mucho mejor que por fuera. La lampara a combustible es lo primero que reconocen, el olor fuerte del combustible quemándose llega tan rápido como la luz que alumbra. Un colchón de paja es su nuevo lugar de descanso. Junto a una mesa que en verdad se trata de un banco de madera. Unos percheros en el muro son todo lo que tiene para guardar su ropa. Poca ropa.

Es la primera vez que ingresa a una de esas casas y parece más sorprendido que sus amigos, quienes ignoran todo por abrazarse y empezar a ponerse al dia con todo lo nuevo acontecido desde su separación. Kirishima saca de debajo de su polera comida y bebidas que ha llevado. Sero las sirve para compartirla con sus invitados.

—La próxima traeré más, solo para ti —dice el único alfa, con pesades de estar arrebatándole la comida a su amigo.

Katsuki mismo lo siente, pero la fuerte sonrisa que trae Sero es la que le hace aceptar los bocadillos. También, a no replicar acerca de esa locura de volver a visitarle.

Con el ambiente más laxo tras los bocadillos, hablan sobre las clases, los chismes que suenan en los pasillos sobre qué alfa habría cortejado a qué omega y este lo habría rechazado. Por un instante, Sero molesta a Kirishima con Denki como en los viejos tiempos. La conversación fluye ligera y llegado cierto momento, Kirishima le hace señas para dejar a solas a la pareja.

—Te esperamos —le dice a Kyoka a su salida.

Ambos caminan de regreso al trigal. Un metro dentro, de donde pueden ver la casa de Sero y ocultarse por si un beta aparece.

Kirishima acomoda unas rocas donde sentarse. Bastante hacendoso, como se espera de un alfa cortejando a un omega. Lo que Katsuki sabe no puede estar sucediendo, por lo que ese buen ánimo y atención, es por otra cosa.

Y no es culpa de Sero.

Ya que esa estúpida sonrisa la lleva tatuada el día entero.

Así como su aroma que ha dejado la dureza alfa, por algo más frutado.

—Cuando estas feliz siempre apestas —Kirishima ríe, otorgándole peso a sus suposiciones— ¿Qué pasó?

—Ah... —suspira sonriente—... muchas cosas, han sido unas vacaciones provechosas.

—Suéltalo.

Niega con el rostro.

Katsuki le pega con una rama de trigo.

—Katsubro, esas hojas cortan —se queja, pero mantiene la sonrisa.

—Entonces dilo de una vez, ¿Qué paso?

—Conocí a alguien.

—Ah —resopla. Tira la rama de trigo y vuelve los ojos a la casa de Sero.

—¿Tan rápido perdiste el interés?

—Sí.

—Igual voy a contarte.

Katsuki oye con perplejidad toda la historia que relata. Desde la ayuda social que dio su padre y la explicación de cómo es una ciudad satélite, hasta sus escapadas de casa para ver a una mujer beta que no parece prestarle el mínimo de interés.

—Fue a amor a primera vista —dice más emocionado ahora que ha sacado todo lo que tenía atorado en el pecho—. Un día de estos voy a invitarla a salir —Katsuki no responde, el gesto en su cara lo dice todo— ¿Qué? ¿vas a juzgarme?

—Te escapas a la ciudad de betas cada que puedes de manera ilegal. Lo haces para ver a una mujer mayor que tú, que solo va a jugar contigo hasta que te deje sin dinero, encima es puta, y ¿esperas que no te juzgue?

—No quiere mi dinero.

—¿Dime que no le has dado nada hasta ahora o te lo ha pedido?

La sonrisa de Kirishima pierde unos milímetros de alegría.

—Uno no decide de quien enamorarse, bro —dice con el ánimo caído—. Sino mira a Kyoka.

Katsuki bufa, como si no le importara.

Decidir.

En el fondo, su mente da vueltas a esa frase.

...

Tal y como prometió Kirishima, la visita se repite. No una, sino más veces y, aunque quisiera discrepar, es agradable ver la felicidad de sus amigos durante esas reuniones. Lo que no lo es tanto, son las emociones que el aroma de Kyoka filtra en el aire, al igual que los relatos de Kirishima sobre sus avances lentos con la beta. Resultando en extremo molesto recibir toda esa información cuando sus propias emociones aún se encuentran confundidas.

Y es en ese punto donde solo necesita a alguien en igual condición suya que pueda darle un acercamiento más certero a lo que sucede.

Inasa es esa opción, más aún cuando su cumpleaños se celebra el fin de semana y tiene una excusa para visitarlo sin sacar citas previas. Sin embargo, resulta casi tan incomodo como el olor de Kyoka o los relatos de Kirishima, cuando a su llegada lo primero que ve es un beso entre él y Shoto mientras este le entrega su obsequio.

¡¡¡ASQUEROSO!!!

—¿Cómo puedes tolerarlo cerca? —pregunta al fin saliendo del shock inicial.

Dos horas después, mientras comen pastel en la terraza.

—Te dije que lo olvidaras, pensé que habías entendido eso —A Inasa se le prenden hasta las orejas.

—¡A la mierda lo que dijiste! —mantiene la imagen presente— ¿Cómo puedes...eso?

—Basta —vocaliza muy claro, evidentemente incomodo—. No fue algo que debías ver, ni de lo que yo deba hablar.

—Has hablado de peores cosas conmigo.

Inasa cubre su rostro, con la vergüenza sobrepasándole. Katsuki comprende, porque una cosa es que deje a su libre interpretación que a veces tiene sexo con su alfa; y otra, que los haya visto besándose.

—No debías ver eso —repite.

—Inasa —llama, bajándole las manos del rostro—, ¿cómo?

El cumpleañero suspira. La sinceridad con la que pregunta no quita la vergüenza, pero le da peso a que decida contestarla. Baja la mirada, jugando con el pastel.

—Solo... te acostumbras. Ya te lo he dicho.

—Es que no quiero eso, solo acostumbrarme —tira el cuerpo al respaldo de la silla—. Llegará un día en que esa costumbre se rompa.

—Katsuki, somos omegas. Incluso si Izuku no fuera tu alfa, ¿crees que tu padre te dejaría elegir?

¡Y eso es lo jodidamente molesto!

—¿Por qué un alfa debe decidir por mí? ¿Por qué no soy yo quien sabe lo que más le conviene? Es mi vida, no la suya.

—No elegimos las reglas.

—Y por eso mismo no tengo porqué aceptarlas.

Inasa suspira.

Vuelve a comer del pastel.

—¿A quién elegirías entonces? ¿A Kirishima?

—¡No! —dice con asco.

Lo piensa un segundo.

Dos segundos.

Por más que quiera ocultarlo, a su mente solo se viene Izuku.

—No te entiendo —Inasa lame el tenedor cubierto de glaseado—. No quieres a tu alfa, pero tampoco a otro. No quieres que decidan por ti, pero, Katsuki, ¿acaso sabes que decidir por ti?

—No lo sé —cubre su rostro con ambas manos, rebasado por la pregunta aparentemente sencilla.

Inasa pega su silla a él, recostando la cabeza sobre su hombro, frotándose. Katsuki percibe su aroma intensificarse. Es extraño que desde que logra percibir bien las feromonas, las de Inasa le sea tan refrescante.

Le tranquiliza.

—Siento que solo estás empecinado en no querer a tu alfa, pero en el fondo, incluso si eligieras, lo elegirías a él.

Baja las manos, dejándolas caer sobre su regazo. Inasa atrapa una de ellas, entrelazando los dedos.

—¿Elegirías a Shoto si tuvieras opción?

Hay una pausa casi tan larga como la suya. No obstaste, esta no refleja de dudas, solo miedos.

No necesita hablar de ciertas cosas con Inasa para saber que no ama a su alfa.

—Si yo eligiera... —suspira—. No conozco a nadie más que a Shoto.

Vuelve a su sitio, liberándole de todas sus caricias y el aroma ya no es tranquilo, sino inquieto.

Aun con la respuesta que le ha dado, siente que, a diferencia suya, Inasa sí sabe qué elegiría. Solo que se ha resignado a lo que le ha tocado.

Continuará...

Notes:

Inasita bebé te quiere Katsuki!!!!!

Y weno, los pensamientos de Katsuki son cada vez más confusos, van en todas direcciones y en algún punto explotaran.

Veamos como llevara eso Izuku.

Acabo de notar que este es el capitulo 20!!! con esto de dividirlo en partes no había notado el avance jajaja voy avisando que esta semana solo llegaremos hasta el 21, porque la semana pasada ya les solté uno.

Chapter 21: II. Capitulo 9

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Si hay una cosa que odia del regreso a clases, no es el levantarse temprano o ir todo el camino a la escuela oyendo a Denki hablar sobre los distintos alfas que le interesan. Lo verdaderamente odioso es que, tras su definición como omega, no asiste más a la clase regular; sino a una de solo omegas. Tal como Kirishima lo hace, solo que imagina la de alfas ha de ser más entretenida.

Es cierto que el cambio no es del todo drástico y existen materias que se mantienen de la clase regular. Pero estas mantiene un nivel más bajo del que creería. Matemáticas, letras, física, química. Clase tras clase es más de lo básico.

—El conocimiento de un omega solo debe ser lo necesario para servir de apoyo a sus hijos. No más —Fue la respuesta que obtuvo al cuestionar que retornaran a multiplicación y división el primer día de clase después de vacaciones.

De eso unos meses y el nivel continuaba sorprendiéndole. Más aun, cuando a otras materias irrelevantes se les ponía mayor énfasis. Actitudes domésticas, por poner un ejemplo.

¿A quién le importaba si limpiaba mal? ¿Si quemaba la comida o no sabía coser un estúpido botón?

A los alfas, definitivamente.

Manejo familiar era otra de esas materias sin importancia que cobraban gran peso en su nueva currícula. Una estupidez más fomentada por alfas, pues no hacía más que girar en torno a ellos. Lo único que ve en esa clase es el comportamiento esperado de un omega y cómo afrontar los conflictos con su alfa en caso de generarse.

Teniendo un conflicto más estúpido que el anterior.

El maestro explica los problemas más comunes entre las parejas enumerándolos en el pizarrón. Un percance por la comida, el mal aseo de la casa por parte del omega. El manejo de los hijos como un tema con el que no deben importunar a su pareja tras la llegada del trabajo. O el cómo expresar una incomodidad en su relación nunca debe ser un mandato, sino una sugerencia dicha con mucho respeto y al final, acatar la orden de su alfa ante ello. Incluso menciona el sexo después del parto y la poca importancia que los omegas suelen darle al centrarse en sus hijos. Porque está bien que los omegas sean en exceso cuidadoso con sus cachorros, pero jamás deben descuidar a sus parejas.

¡Y con una mierda!

Son ellos los que paren y ¡¿deben preocuparse por no descuidar al alfa?!

—El celo es el momento en el que el omega muestra mayor disposición para con su pareja —explica el maestro mientras una gran parte del grupo toma nota—, es en esta temporada en donde ustedes deben recabar información. Este no es un tema que vayan a tocar con otros omegas, así que deben aprender por sí mismos como satisfacer a sus parejas.

—¿Con qué fin? —interrumpe Katsuki.

El maestro parpadea en asombro.

—¿Con que fin? —repite como si la respuesta fuera muy obvia— Si no mantienes a tu pareja contenta, para ella sería muy fácil buscarse a otra.

—Lo mismo podría hacer yo —la mano de Yuga le coge del hombro desde atrás, buscando callarlo. El muchacho se había incorporado a esa clase tan solo días atrás.

El alfa se aproxima hasta el nivel de su pupitre. Katsuki le sigue con la mirada.

—Primero, un omega no mira a un alfa directo a los ojos a menos que tengan un grado de familiaridad o el alfa te lo haya permitido —advierte. Katsuki no obedece—. Segundo, los omegas no se vuelven a emparejar. Nunca —el tono a fastidio empieza a aparecer en su hablar. El gesto en su rostro acentúa aquello tras ver que los ojos se mantienen sobre él—. Por último, ve a dirección, llamaré a tu tutor.

—¡¿Qué?!

El timbre suena al tiempo que se da por terminada esa conversación. El hombre no deja de verlo mientras sale del aula y espera que le siga. La mano de Yuga vuelve a presionar su hombro, pidiendo calma.Obediencia.

Katsuki muerde sus mejillas rabioso.

...

—No es la primera vez que tenemos problemas con Katsuki —explica la directora alfa una vez Izuku y Tenya han llegado.

Conoce la oficina a la perfección. Ha pasado ahí más veces de las que quisiera y de las que algún omega que conozca lo haya hecho. Todo se mantiene igual. El color, la alfombra, el sofá con el brazo desgastado, la mesita en medio y la mano de Tenya sobre su cabeza obligándole a mantenerla agachada.

—Le pego a un alfa, luego casi lo hace con un omega —continua la mujer, dando inicio al recuento de su historial—. Muestra rebeldía cuando se usa la voz sobre él, ha discutido con cada maestro que le ha explicado la función del omega y ahora se atrevió a mencionar que podría dejar a su alfa. Le advertí desde inicio que un omega de crianza no debía venir a una escuela.

Por un lado, oye un suspiro fuerte de Tenya. Su aroma denota decepción y cansancio. Del otro lado, ve la mano de Izuku contraerse, seguramente molesto por la osadía de cuestionar su decisión.

—Katsuki no es un mal chico —aun así, le defiende.

—Peor que eso, es un mal omega —replica la mujer—. Rebelde como ningún otro alumno.

Hay una pausa tras esa observación.

El aroma de los tres alfas revolotea en el aire queriéndose sobreponer ante los otros. Una batalla educada teniendo en cuenta que muchos alfas resuelven todo en duelos. Y ahora Katsuki entiende porque lo hacen de esa manera. Con las feromonas dar un ganador es tan difícil que, aunque los minutos pasan, ninguno logra alzarse victorioso.

—¿Cuál es la solución entonces? —interrumpe Tenya finalmente, buscando conciliar.

El aroma de los tres vuelve a apaciguarse.

La mujer extiende un panfleto sobre la mesa ratona en medio ellos. Katsuki, con la cabeza baja aun, logra leer parte del mensaje.

No puede ser.

—Todas las últimas semanas de cada mes, el gobierno organiza un campamento de reeducación. Muchos padres envían a sus hijos para reforzar conocimiento, es un buen lugar con muchos betas de apoyo. Creo que será muy conveniente para Katsuki.

—No voy a hacerlo —levanta la cabeza, haciéndole fuerza a la mano de Tenya.

—Esta no es tu discusión —el alfa vuelve a ejercer presión sobre su nuca.

—¡Sí es mía! —mira a Izuku de lado, pidiendo ayuda.

El alfa suspira.

—No es decisión mía tampoco, Katsuki —esquiva la mirada— Tenya es tu tutor.

No cree lo que acaba de decirle.

Tenya puede ser su tutor, ¡pero su maldita opinión no importa si Deku se impone!

—Y una mier...

—¡Silencio! —Tenya usa la voz finalmente.

Katsuki acata.

La mujer suspira sonoramente, cansada.

—Es evidente que necesita asistir con urgencia —extiende unos papeles sobre la mesa.

Katsuki cierra los puños, viendo como Tenya firman esa carta de aceptación al estúpido campamento.

...

En la explanada del capitolio, apenas son un grupo de cinco omegas. Aunque la directora dijo que muchos padres envían a sus hijos ahí, lo cierto es que él ha oído suficiente en la escuela como para saber que nadie enviaría a ese lugar a un omega de no ser por una razón de fuerza.

Su rebeldía lo es.

Pero nunca espero que algo como esto sucedería.

Que Izuku lo permitirá.

De los cinco omegas, dos llaman fuertemente su atención. Ninguno luce mucho mayor que él. La primera, una mujer joven que trae un pómulo morado y el brazo izquierdo en un cabestrillo. Por la similitud en el cabello, diría que la mujer al lado suyo es su madre alfa. El segundo, un varón con un vientre gigante. Probablemente entrado en sus últimos meses de gestación. Acompañado de un hombre que fácilmente podría ser el padre de Deku.

Es asqueroso solo imaginarlos juntos.

Y estúpido, si recuerda que dentro de la educación que tienen parte importante es el rol protector del alfa con ellos. Por lo que ese hombre no debería tener ahí a ese omega, sino asegurarse de que descanse y espere en calma el nacimiento.

Aunque a esas alturas ya tendría que haber aprendido que aquello estipulado como el rol de los alfas, solo se sigue hasta donde les es conveniente.

El bus llega tan puntual como se espera. Se estaciona frente a ellos y la puerta se abre. Una beta desciende con una tablilla en la que empieza a llamar a los enlistados. El primero en subir, es el omega embarazado. Su pareja le fuerza a rozar sus mejillas. El desagrado en el rostro del menor es notable. A él le sigue una omega sin collar. Solo llora mientras quien parece ser su padre la fuerza a subir y dos betas se unen para llevársela.

—Midoriya Katsuki —es el tercero.

—Aquí —alza la mano Tenya, quien le ha acompañado.

—Son solo unos días, Kacchan —Izuku también ha ido—. Tómalo como una excursión.

Katsuki ni siquiera los mira o da alguna palabra de despedida. Presiona el asa de su maletín en donde lleva sus pertenencias y camina hacia el bus. Dentro, cada omega ocupa una fila. Ninguno se sienta al lado del otro.

La puerta de bus se cierra con la beta pasando una última vez la lista. El recorrido da inicio luego, únicamente con el llanto de la omega resonando en el silencio. Por momentos, cree oír un par más uniéndose a ese. Es normal. Con los aromas a tristeza y desanimo rondando en el aire, cualquiera omega un poco alicaído terminaría sintiendo esa tristeza como propia.

Cubre su nariz con el cuello de su camiseta. Ningún aroma lo pondrá a llorar. Porque a este punto solo queda admitir que trae el ánimo caído desde que Tenya firmo su asistencia a ese campamento. Desde que Izuku no lo defendió.Lo traicionó. No sabe si es su maldita esencia como omega el que lo percibe de esa manera o se trata de él mismo dentro de un plano más sensato. Sin embargo, por esta ocasión, no le interesa descubrirlo. Izuku es lo más cercano que tiene a una familia, al igual que lo es Inasa. Él no permitiría que nadie le hiciera daño aun si sabe que tiene todas las de perder y hubiera creído que Izuku haría lo mismo por él.

¿Lo estaba castigando por su comportamiento en los últimos meses?

¿Por oponerse al compromiso?

¿Esperaba que en ese campamento lo hicieran un omega al gusto suyo?

El bus sale por la vía norte de la ciudad, la entrada opuesta de donde vive. En esa área los sembríos son pocos, por que pronto inicia la montaña con sus bosques. No le gustan los bosques porque le recuerdan el lugar en donde estaba ubicado el orfanato.

Porque su color le recuerdan a Izuku.

Apoya la cabeza en la ventana y cierra los ojos el resto del camino. Aunque no duerme, solo continúan pensando incoherencias. Fuera del sentimiento de traición que podría traer, está el caso que, saliendo de ese lugar, deberá regresar a su lado. Regresando también, todos los temas que le sofocan a diario. El compromiso, la nula elección que ha tenido, la posición que espera Izuku de él, sus estudios, el tener hijos... son demasiadas cosas por las que nodeberíapreocuparse aún.

Denki no lo hace.

Yuga tampoco.

Aunque tal vez, la mayor preocupación de ellos en ese momento sea la de conseguir un alfa.

Específicamente a Kirishima. Esboza una sonrisa bajo su camiseta. Si supieran que ese es un imposible ya hubieran dirigido sus ojos a mejores"prospectos".

El bus se detiene.

—Llegamos —indica la beta. Katsuki abre los ojos. No parece haber ido muy lejos de la ciudad—. Bajemos.

Todos toman sus pertenencias y obedecen, esperando de pie en el jardín. El campamento se ubica en un claro en medio del bosque. La edificación son cinco cabañas, de las cuales reconoce una como el área social tanto por la forma circular, como por los amplios ventanales que tiene. Los otros cuatro son rectangulares que parten a ambos lados de ese centro. Les recuerdan a las barracas de betas que tienen los Todoroki.

—Atención —la voz de otra mujer suena. Katsuki gira a verla, es la misma persona que les diera una charla años atrás en el capitolio—. Soy la alfa Rumi Usagiyama. Su guía en estos días de reeducación —la alfa da unos pasos alrededor de ellos, como un león arrinconando a su presa—. Aquí van a aprender su función como omega en la sociedad —se detiene frente al muchacho embarazado—. Algunos parecen tener una noción de ello —la mirada viaja hacia la chica golpeada—, otros han recibido un correctivo por su audacia —vuelve a dar unos pasos hasta Katsuki, viéndolo directo— y unos pocos necesitan aprender su lugar aún. Pues bien, de acá saldrán siendo omegas a carta cabal. Sumisos, obedientes y leales.

...

El primer día es bastante casual. No pinta tan malo como la alfa les ha advertido, ni como ha oído en la escuela. Se les muestra la barraca donde van a dormir, les permiten elegir sus literas y tienen una breve explicación del horario diario que tendrán, así como que deben ponerse de acuerdo en sus turnos para ingresar al baño. Solo tienen uno y el día inicia a las 7 am.

Ese día, siendo ya tarde, se les da libertad de explorar las inmediaciones. Ahí descubre que hay una oficina administrativa y otras dos barracas para el personal. Del total, solo hay cuatro alfas y excepto a la que les dio la bienvenida, los otros tres están como guardianes. Capaces de rastrearles como sabueso si deciden escaparse. El resto se trata de betas mujeres. Lo cual es de esperarse si van a cuidar de omegas.

La cena llega cuando aún se está poniendo el sol. Una ración miserable bajo la excusa de que un omega debe mantener un cuerpo bello para su pareja, lo que se traduce en delgado. Deben asearse antes de dormir y eso requiere tomar turnos también. En la espera, nadie habla. Katsuki asume que se trata de vergüenza, o al menos es lo que siente en sus aromas ahora.

A las nueve de la noche se apagan las luces de pronto. La beta que los supervisa le manda a guardar todo y descansar.

No es tan fácil.

Permanece despierto durante dos horas donde el silencio empieza a asfixiarlo. Da vuelta de un lado a otro. Se tapa y se destapa. En casa está acostumbrado a dormir cuando le da sueño. Incluso desde pequeño, Tenya nunca impuso una hora exacta, era él quien regulaba sus tiempos. Aquí no solo esperan que duerma a cierta hora, sino que ve en eso una manera en que esos alfas quieren ejercer dominio sobre ellos. Resulta más evidente cuando el aroma inquieto de los otros comienza a pulular por las literas. La incomodidad aumenta, ansiedad tal vez.

Se siente demasiado inquieto.

Sale de la cama tan rápido como puede, saltando de su litera en el proceso. Camina a pasos largos fuera y una vez ahí, respira hondo. La brisa fresca brinda un mínimo de sosiego, pero es algo. Las estrellas brillan fuerte, incluso más que en el campo donde vive. Seria agradable tener a Ochako en ese momento y recostarse en el jardín a verlas como hace años no lo hacen.

—¿Qué crees que haces? —gira rápido la mirada. Uno de guardias le habla— Ve adentro.

—No tengo sueño.

Ha salido de su habitación no solo para que la brisa lo calme. Sino para recuperar un poco su dominio. Si se deja someter por una orden de ese alfa, la inquietud permanecerá perturbándole el resto de la noche.

—Ve adentro —repite.

—No tengo sueño —busca imponerse.

El alfa no hace gesto de molestia. Por el contrario, sonríe retador.

—Ve a dentro —un escalofrió le recorre a Katsuki. Está usando la voz y no esa que conoce de la escuela, la de Momo o incluso la de Tenya. Esa le enfría el cuerpo al instante, las manos le tiemblan y siente un palpitar que le remese entero—, carga tu colchón en la espalda y da cien vueltas al campamento.

...

¡Es terrible!

Katsuki sabe que los alfas no son lo mejor del mundo. Ha visto como Momo una vez le pegó a Inasa e incluso a los Todoroki acosándolo. Tenya también ha sido duro con él, pero lo que ve ahí, es inaudito.

Tan solo la primera noche él fue el escarmiento del resto de omegas a no buscar rebelarse. Todos fueron despertados y obligados a mantenerse de pie contando las vueltas que daba. Mientras no terminara, nadie se iría a dormir. Lo cual sucedió muy entrada la madrugada, con el cielo violeta y no negro. Dormir fue imposible cuando sus piernas acalambradas por el esfuerzo dolían terriblemente. A ello debía sumarse los pies heridos por dar las vueltas descalzo y las rodillas raspadas de las caídas que tuvo por el mismo peso del colchón.

Eso no modificó ni un minuto el horario planteado.

A las seis entraron los betas a destaparlos y hacer sonar la campana. A las seis con cincuenta ya se encontraban todos aseados, vestidos y con la habitación ordenada esperando de pie al lado de sus literas. La llegada de los alfas era de supervisión. Buena vestimenta, olor agradable, limpieza correcta, camas bien hechas. La noche anterior había servido como buen ejemplo para que todos hicieran sus labores a cabalidad, excepto el omega más joven, quien se lleva una bofetada y se queda sin desayuno por no tender bien su cama.

El resto mantiene silencio.

Incluso Katsuki, que a ese punto ha decidido primero medir la situación antes de volver a meterse en problemas. Tampoco es que pueda hacer mucho con el cuerpo molido y el cerebro medio dormido.

Los talleres inician las ocho de la mañana. Lo primero, es una presentación de cada uno, mencionando porqué está ahí y que espera cambiar los siete días que permanezca dentro. Conoce entonces, la historia tras la golpiza de la omega con el cabestrillo. Intervino en la golpiza que su padre omega recibía de su padre alfa.

—Nadie interviene en la decisión que toma un alfa —dice Rumi Usagiyama, quien lidera el taller.

—Ahora lo sé.

El omega embarazado se negó a mantener relaciones de forma reiterativa con su alfa, pues en ese momento su instinto solo busca anidar y sentirse querido, no sexo.

—Los hijos son complicados, desde ahora debes aprender a balancear tu vida como padre y como pareja.

—Es lo que espero aprender de este campamento.

Quien le sigue, solo está ahí por opinar de manera distinta con respecto a la decisión de su padre de comprometerle.

—Un alfa siempre sabrá lo que es mejor para su hijo.

—Lo sé.

La cuarta persona, es la omega que lloraba en el bus. La razón es un tanto distinta a la que hubiera esperado. No hay alfas abusivos en ella, solo una historia de amor incomprendida que narra con vergüenza.

Fue encontrada manteniendo relaciones con otra omega.

—Eso es una aberración que ningún omega debería cometer.

A diferencia del resto, ella no da una respuesta aprendida. Solo vuelve a llorar y entonces, comprende que su aroma no es solo tristeza o desolación, sino el dolor de perder a quien ama.

—El que sigue.

Su turno llega, bajo el coro triste del llanto de fondo.

—Katsuki. Le contesté a un maestro —es breve y no muestra la misma vergüenza del resto al mencionar sus razones.

Tampoco baja la mirada cuando la alfa se acerca a él queriendo intimidarle.

—Tú eres a quien castigaron anoche.

—Sí —dice con cierto orgullo.

No me sometí.

—De acá saldrás tan dócil como un beta.

—No lo cre...

—Silencio —dice suave, pero con la voz activa. Katsuki obedece tal cual sucedió anoche—. A partir de ahora, solo hablarás si te lo autorizo.

Y así sucede.

Por más que quiera darle la contra, algo dentro suyo se encoje y se lo impide. La manera en que usan la voz, no es restringiéndola solo en un mandato concreto. L usan sin poner barreras a su poder, generando angustia en sus instintos, forzándoles a obedecer incluso cuando han pasado horas de haber ordenado algo. De esa manera buscan dejar impregnado en ellos el poder que un alfa tiene sobre un omega y moldearlos al antojoso estándar que les han impuesto.

—Baja la mirada.

Porque un omega nunca está a la misma altura de un alfa.

—Espalda recta.

Porque un omega debe mostrarse siempre con gracia y elegancia.

—Oculta tus feromonas.

Porque de lo contrario es signo de coquetería y vulgaridad.

—Obedece a tu alfa.

Porque es, en resumen, todo lo que se espera de ellos.

Al final del día, lo peor no es el uso indiscriminado de la voz para hacerles cumplir órdenes y como esta afecta su cerebro y cuerpo; sino el mandato de"vomita"cuando se le debe recordar más de una vez la orden dada. Creando una especie de asociación entre desobediencia-malestar.

Al tercer día, a Katsuki le arde la garganta, tose sangre, trae el estómago vacío y ya ha aprendido que a un alfa no se le ve a los ojos.

O al menos, no a los que custodian ese campamento.

Pero está lejos de ser lo peor cuando al cuarto día, se les informa que una compañera entró en celo y fue marcada por un guardia. La misma omega que lloraba enamorada de otra. La misma a la que esa mañana se le castigó sin desayuno por no tener la cama bien tendida.

Katsuki tiene certeza absoluta en que esa cama estaba mejor echa que la suya. Así como que nada en ella delató que estuviera por llegarle el celo. Peor aún es, que el aroma a enlace huela fétido por todo el campamento cuando se supone este debería de tener un olor agradable.

...

El retorno a casa es tan callado como ha sido el trayecto de regreso en bus.

La voz de Tenya solo la oye los primeros minutos en auto, mencionando algo sobre su delgadez y que por la actitud pasiva parece que todo ha ido bien. Katsuki se siente tan agotado que no tiene fuerzas de discutir aquello. Muere de hambre, sueño y el uso excesivo de la voz le ha exprimido el cerebro al punto de no querer pensar en nada.

Responder aplica a eso.

En casa lo recibe Ochako con un abrazo. Izuku luce indeciso sobre si hacerlo o no, y Hibana ladra perturbándole. Tenya se lleva al cachorro que ha crecido bastante en una semana de ausencia. Ochako nota su desanimo y lo ayuda a subir a su habitación, cambiándole de ropa incluso si ya es un omega grande. Katsuki solo se deja hacer. En ese momento todo lo que quiere es dormir y luego despertar con un banquete hecho para él.

La beta cierra la cortina cortando la luz de la tarde. Deja un beso en su frente antes de retirarse y cierra la puerta con mucho cuidado de no hacer un ruido fuerte.

Katsuki agradece en silencio.

Jamás hubiera imaginado que la voz trastocara de tal manera el cerebro de los omegas. La verdad, tampoco hubiera imaginado que un campamento de reeducación fuera así. Con la explicación que daban los maestros en la escuela, creía que solo se trataban de clases extras donde el castigo físico era lo peor. Ahora puede decir que dar cien vueltas llevando el colchón a cuestas, fue de lo más suave esos días.

El miedo que se implantado en ellos tras el uso prolongado de la voz solo había empeorado con la marca de la omega. Porque la voz ocasionaba que su instinto se mantuviera muy alerta y este ultimo hecho fue asimilado como una advertencia a todos ahí dentro. Incluso si se estaba marcado como el omega embarazado o le pertenecían a otro alfa como es su caso.

Pertenecer...

No cree que ese titulo haya sido de gran peso ahí dentro si el mismo Izuku le había enviado.

Katsuki siempre había tenido una postura frontal hacia el trato que merecía, no dejándose someter. Pero, de alguna manera, Izuku lo había hecho ahora. Se lavó las manos dejando que Tenya tomara decisiones sobre él. Así como Shoto lo hacía cuando permitía a Momo pegarle a Inasa. Lo cual, tampoco debería sorprenderle mucho. Izuku ha sido criado por los Todoroki, al fin y al cabo.

Y él, en buena parte, ha sido criado al igual que Inasa. Sabe que por más que se muestre envalentonado y dispuesto a huir si las cosas se ponen feas, no lo haría. Pudo huir de ese campamento y no lo hizo, prefirió quedarse a que le recuerden lo insignificante que es su existencia. Solo un omega de catorce años en un mundo donde su valor depende de que tan complaciente sea con un alfa. Donde solo sirve para ser parte de otros.

Y él es parte de Izuku.

Y es probable que lo que espere de él, sea ese comportamiento sumiso y adormecido con el que ha llegado.

Y...

¿Sumiso?

¿Adormecido ?

¿"Parte de"?

Abre los ojos de golpe.

¿Qué carajos está pensando?

Está bien que su cerebro se encuentre fatigado por el uso desmedido de la voz, pero de ahí a que vaya a dejar que todo esto tenga un peso en su comportamiento, ¡claro que no!

Se pone de pie, aun medio tembloroso. El cansancio que siente luego de haberse acomodado en la cama es fuerte, mas nunca lograra descansar tranquilo sin antes poner fin de una vez a ese revoltijo de ideas. Siente que ha llegado el momento de hablar con Izuku sobre sus inquietudes. No va a permitir que lo traicione otra vez. Que deje a Tenya tomar decisiones sobre su vida ni que un grupo de alfas le digan cómo debe comportarse.

Sale de la habitación, oliendo el pasillo para ubicar rápido a Izuku. Reconoce el rastro hacia su propia recamara. Camina a paso lento por el pasillo. El agotamiento le quiere frenar... o quizás son los estragos de la voz queriendo domar su ímpetu.

Katsuki se mantiene firme.

Un paso tras otro, continua avanzando.

Entonces, es cuando llega a la puerta, que nota que hay un aroma más de donde proviene el de Izuku.Tenya está dentro con él. Toma eso como una pausa para ordenar bien sus ideas. Pega la frente a la madera, focalizando como iniciara esa conversación. Comprende que tiene que ser firme en sus decisiones, explicando una a una sus razones para darle fuerte sustento a Izuku de aceptar sus condiciones. Inclusive sintiéndose traicionado, sabe que no es una mala persona. Todo lo contrario, es bastante racional cuando lo quiere.

Sin embargo, la voz de los alfas es lo suficientemente alta para traspasar la puerta. La conversación ahí dentro gira en torno a él y no hace falta oír demasiado para saber a dónde quieren llegar esos dos.

—No voy a dejar la escuela —irrumpe en la habitación.

Ambos alfas giran a verlo, sorprendidos por su ingreso repentino.

—No deberías oír tras la puerta —se apresura en juzgar Tenya—, no es de buena educación.

—Me importa una mierda.

—¡Katsuki!

—Kacchan —llama con más dulzura Izuku. Suspira—. Tenya, déjanos a solas.

El alfa resopla, negando con la cabeza, desaprobando la condescendencia que tiene el amo con el comportamiento del omega.

Se retira, cerrando la puerta en el proceso.

—Ochako dijo que lucias muy cansado, pensé que dormías.

—¿Y por eso decides mi vida sin mí presencia?

—No es e...

—Quedamos en que no dejaría la escuela —corta de inicio esa patética excusa que de seguro le dará.

Izuku vuelve a suspirar, se apoya en la cómoda frente a su cama.

—Quizás no suceda ahora, pero llegará el momento en que debas hacerlo.

—¡No me jodas, Deku!

—Cuando el celo llegue, será inminente.

—¡No!

—¡Deja de gritar!

—¡Deja de decir estupideces!

Izuku hace una pausa.

Respira.

Lo hace con excesiva calma. Katsuki odia cuando eso sucede. Que controle sus emociones dejando la impulsividad de lado. Que sea él el único que parezca estar sintiendo demasiado en una discusión.

—Es peligroso —vuelve a bajar la voz—. El campamento informó sobre la compañera que entró en celo y...

—¿Cuándo? —interrumpe.

—El día que sucedió.

—Y aun así decidiste dejarme ahí —resopla irónico— ¿Tan si quiera te importa lo que me pueda pasar? ¿O vale más que me domestiquen como tu perro?

—Katsuki —entona a modo de advertencia. Suspira manteniendo la calma—. Quise sacarte de ahí a penas lo supe, pero ellos aseguraron que todo fue bajo consentimiento del padre.

—¿Qué?

—La omega tenía... ciertos problemas —evita ahondar en las circunstancias que la llevaron a ese campamento— y ellos por ley estaban en la obligación de informarnos. Incluso si fue consentido por el tutor.

¿Cómo podía ser posible?

Katsuki esboza una sonrisa indignada.

Resopla.

—Claro, ustedes serian capaces de lo que sea por someternos —responde a su propia pregunta en voz alta.

—¿Puedes dejar de meterme en ese saco?

—¿Y eres diferente acaso? ¿No querías decidir mi futuro en la escuela sin mi hace un momento?

—Porque es peligroso —agita las manos en énfasis.

—¡Los alfas del campamento también y pareció no importarte! ¡¿o vas a decirme que se hubieran controlado de no tener la autorización del padre?!

—¡Sí! —exclama al fin, incapaz de continuar con su actitud pasiva— ¡Porque no son unos adolescentes como tus compañeros!

—¡Cierto! —alza las manos acentuando su sarcasmo— No son adultos como tú que lo manejan tan bien ¡que necesitan putas cada que les llega el celo!

—¡Katsuki! —golpea la cómoda haciendo temblar todos los objetos sobre ella.

Una reacción verdadera.

Por fin logró molestarlo.

—¿Te duele oír la verdad? —sonríe burlón. Victorioso de que sienta un mínimo de la indignación que él lleva encima.

—Ve a tu habitación.

— ¿Tienes miedo de que un alfa me ataque? ¡¿o de que sea yo quien me coja lo primero que vea al igual que tú?!

—Ve a tu habitación.

Izuku no grita, no alza el tono ni insulta. Nada de eso es necesario cuando se usa la voz. Es muy suave con respecto a la dureza con la que lo hacían en el campamento, pero más dolorosa que en ese entonces.

Porque es la primera vez que Izuku la usa en él

—J-jodete, D-deku —es todo lo que logra decir antes de que se cuerpo, débil, ceda a la orden y se retire de la habitación.

Continuará...

Notes:

Y con ustedes, el capítulo más largo hasta ahora. Al inicio era mucho más corto, pero algunas escenas como la discusión se me descontrolo xD

Acá hay ciertas cosas que no se entienden por completo, al igual que en el último capítulo de esta temporada. Voy a explicarlo? Claro que no jajajaj Eso recién se hará en la cuarta parte, cuando llegue el enlace de Denki.

Porque sí, Denki bebé cumplirá su sueño de estar con un alfa.

Ahoraaaa... avisar que estamos a tres capítulos del final de esta segunda parte y de ahí, descansito again.

Chapter 22: II. Capitulo 10

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Pertenecer a la clase alfa no es del todo divertido. Eijiro recuerda que antes de definirse, las materias eran más fáciles. No era el mejor de la clase en nada excepto deportes, pero rendía en todo lo demás lo suficiente para que los maestros no lo martirizaran. Ahora en cambio, todo era más complejos y lo que era un solo curso de matemáticas se dividía en muchas ramas más. El avance era en extremo rápido, sin dar tregua a su cerebro a procesar bien las explicaciones. Los exámenes casi a diario eran terribles. Los maestros daban por sentado que su género alfa era suficiente para hacer de ellos unos super humanos fuerte e inteligentes sin mucho esfuerzo.

Pues bien, Eijiro no confía en esa afirmación.

Admite que el crecimiento le vino encima tras declararse como alfa. Pero también, la práctica de deportes y la buena alimentación de casa ayudó a que ese gen se desarrollara más que en la mayoría de sus compañeros. Cosa que no sucedió con su inteligencia. Si antes ya traía problemas para entender la mayoría de materias, ahora parecía imposible. Los maestros eran de poca ayuda cuando tomaban a burla sus respuestas o calificaciones.

El resto de alumnos eran de menos apoyo.

Nadie niega que entre alfas no exista la amistad; no obstante, la competitividad impera por encima de eso y ninguno en el aula estaba dispuesto a ayudarle si podían pasar por encima de él. Razón por la que le hacía tanta falta Katsuki. Era él quien siempre le explicaba las clases antes de un examen.

A diferencia de lo que muchos ahí creían, los omegas no eran unos idiotas.

Aunque no fuera algo que vaya a decir. Seguramente se ganaría más burlas de la clase. Por lo pronto, prefiere mantener la relación con ellos a raya. Ni involucrarse demasiado, ni ser distante. Son compañeros al fin y al cabo y sabe que, tras las burlas, hay cierto deje de envidia. Pues ninguno de esos alfas está emparejado, mucho menos comprometido; pero ellos creen que él sí.

Y es con Katsubro.

Su estrecha relación ha ocasionado más de un rumor desde antes. Luego de que su amigo apareciera con ese collar negro, estos se habían disparado y él no había negado nada. Le daba cierto estatus superior frente a los de su clase y lo mantenía lejos del radar de la mayoría de omegas, teniendo que lidiar únicamente con Denki y Yuga. Pero eso no es gran sacrificio cuando los considera solo amigos.

La campana de descanso suena.

Eijiro es de los primer en salir del aula.

—¿Te espera tu omega? —curiosea TetsuTestu, uno de los pocos compañeros a los que puede llamar amigo.

Eijiro no responde, solo sonríe y se va.

Baja rápido las escaleras hasta dar con Denki y Katsuki en el primer nivel. Una vez en su mira, corre hasta ellos. Estira el brazo y jala a Katsuki hacia atrás. El omega le responde con un golpe y los dos juegan una lucha ficticia.

—¡Hey! —Denki interviene en medio— Katsuki es un omega comprometido, no deberías tratarlo así.

Eijiro le remeda. Katsuki ríe, Denki tensa los labios, molesto.

—Hablo en serio, vas a meterte en problemas con un alfa más grande.

Eijiro vuelve e a hacerlo.

—¡Eres un tonto! —le arroja una caja pequeña que ha sacado no sabe de dónde.

El omega desaparece entre el resto de personas que se dirigen a la cafetería. Eijiro suelta unos últimos estragos de risas hasta que ve aquello que le ha arrojado.

Chocolates. Traen una nota de feliz cumpleaños.

Fue el fin de semana.

—¿Debería disculparme? —pregunta, sosteniendo la caja entre sus manos.

—Deberías ser claro de una vez con él.

Eijiro frunce los labios.

...

Comprender lo pesado del rol omega es sencillo para él.

En casa son cinco hermanos, siendo él el mayor por varios años de diferencia; por lo que es quien debe ayudar a su madre en casa cuando hace las labores del hogar. Como ahora, que mientras ella termina la cena y su padre toma un baño, es el encargado acomodar a los niños en la mesa entre gritos y pataletas.

Entiende que ese rol lo tomaría el omega mayor en casa. Como es el caso de Kyoka que, siendo la tercera hija, pero la primera omega, se encarga de los menores ayudando a su madre. En su caso es distinto, pues los dos únicos omegas, son los menores y sería imposible dejar esa labor en manos de sus hermanitas de cinco y tres años. Lo normal en esos casos, seria tener una beta que apoye en las tareas de la casa. Sin embargo, el pensamiento de su padre no está muy alineado con la idea de "comprar" personas. Y él está muy a favor de eso, más aún luego de que uno de sus mejores amigos fuera catalogado como beta. No por eso el mundo se maneja como él quiere y si los betas no pueden ser libres, no ve otra manera en la que pueda mantener cerca a alguien a quien quiera.

Como Sero.

Como sucedería si uno de sus hermanos resultara beta.

Incluso, como quisiera que sea el caso de Mina.

Los últimos días ha dado demasiadas vueltas en eso ultimo. Porque nunca podrá ser su pareja formal, solo una amante. Y sabe que es un pensamiento egoísta, pero la quiere solo para él, no ejerciendo más ese trabajo que tiene. Para ello, es necesario comprarla.

¿Pero que omega permitiría eso?

Por el momento los omegas más cercanos que tiene son sus propios amigos y ciertamente no logra verse con uno solo de ellos. Yuga queda descastadísimo, no pertenecen a la misma clase social y su familia le buscaría un alfa con igual o mayor estatus. Denki era una posibilidad que incluso su padre había mencionado en una ocasión sobre la mesa.

Pésima idea.

Le cortaría las bolas en el instante preciso que se enterara de sus intenciones de mantener una amante.

Kyoka, en cambio, era una opción más viable. Cada quien tendría un amor paralelo del que el otro jamás reclamaría. Pero casarse es más que firmar un papel y llegado un punto, debería intimidar con su amiga para tener hijos.

Finge una arcada mientras lleva los platos a la mesa.

En ese caso, Sero le cortaría las bolas de saber que puso un dedo encima de su chica. ¿Y hacer pasar los de ellos por suyo? Imposible. Un alfa jamás lo haría. El instinto podría ordenarle matar a esos cachorros y con ello, dejar en evidencia el adulterio de Kyoka.

Por donde sea que lo viera, sus posibilidades eran muy limitadas.

Termina de poner la mesa al tiempo que su padre baja con el cabello aun húmedo. Lleva un turno de más de veinticuatro horas y aunque quiera ayudar, ellos no se lo permitirían.

En la mesa la comida gira en torno a una conversación sobre las actividades de su padre. Un omega con una marca infectada, un parto que terminó en cesárea, un alfa con desgarro en el cuello a causa de un duelo con otro. Casos escabrosos que ya no tienen gran efecto en él, se ha acostumbrado a oírlos, seguido de un consejo de su padre de cómo evitar aquello.

Jamás retaría a un alfa a duelo a sabiendas del tipo de heridas que estas originan.

Así como su padre sería incapaz de comprometer a sus hermanas con alfas inestables que fueran a hacerles daño. Incluso cuando una de ellas es adoptada y fácilmente otra familia le sacaría provecho pidiendo un pago por un compromiso. Obtener un permiso oficial para adopciones no es fácil para un alfa, así como tampoco económico. Siendo ellos los unicos en capacidad de adoptar niños, el estado se encarga de verificar que jamás podrán sus manos encima de un omega pequeño.

Por ello, muchos lo hacen a modo de negocio. Adoptar omegas para luego concretar compromisos a cambio de un pago jugoso. Otros, eran los omegas crianza. Una rama de las adopciones que permitía a dos alfas tener la potestad de un omega. Uno quien sería su futura pareja; el otro, el tutor que se encargaría de mantener todo en línea.

Bastante retorcido a como él lo ve.

—Gracias por la comida, mamá —se pone de pie habiendo terminado—. Tengo que estudiar.

—Muy bien, hijo —asiente su padre, dándole permiso a abandonar la mesa—. Debes subir tus calificaciones.

Eijiro se limita a sonreírle. Una reverencia suave y se retira por el pasillo que nace entre la sala y el comedor. Contrario a su infancia, cuando lloraba por dormir solo en el primer nivel, ahora agradece su género y mantener su habitación ahí. Los alfas son territoriales incluso con sus propios hijos, por ello se estila a que el alfa líder de hogar ocupe un piso distinto al de su descendencia. Su padre duerme en el segundo nivel, junto a su madre y la habitación de sus dos pequeñas hermanas omegas. En tanto él, se encuentra en el primer nivel junta a la habitación de sus otros dos hermanos.

Ingresa a su habitación, siendo lo primero que hace, ponerle llave a la puerta. Luego, acomoda las almohadas en su cama como si se tratase de su cuerpo descansando; también desordena unos cuantos libros sobre el escritorio, todo en caso a su padre se le dé por abrir la puerta a mitad de la noche.

Traga hondo, afligido por esa mentira.

Más, cuando en verdad necesita estudiar.

Sus calificaciones están lejos de ser las esperadas para un alfa, lo cual le conllevara problemas al buscar postular a una universidad. Si bien son ellos quienes poseen el acceso a estudios avanzados, no pueden hacerlo sin un informe escolares de aptitudes que les otorgue el permiso a aplicar alexamen general para estudios avanzados alfa. Y aun con eso, ellos no son quienes deciden qué estudiar. El informe escolar, sumado a la calificación obtenida en el examen, son evaluados por un comité facultado por el estado que designaquienestudiaqué.

Y su padre espera con mucha ilusión que sea un médico al igual que él.

A Eijiro no le causa tanta ilusión. Le da igual. Sus sueños van por otro lado y, a pesar que no quiere decepcionar a su padre, tampoco quiere ir en contra a sus deseos. Así que, cambia su ropa por una más sencilla, un poco vieja. Coge su mochila y sale ágilmente por la ventana.

...

—Son diez.

—¡¿Qué?! —grita asombrado el beta—, son solo pastillas, hombre. Te doy seis.

—Diez es mucho menos de lo que venden otros —argumenta Eijiro, cansado de negociar precios.

El hombre tuerce los labios. Mete las manos en sus bolsillos, rebuscando hasta el fondo de ellos.

—Ocho —vuelve a contar agregando dos monedas nuevas—, es todo lo que tengo.

—Es diez.

—Por favor —ruega—, mi mujer está ardiendo en fiebre.

Eijiro presiona los labios.

Con los días asistiendo a esa ciudad de betas, conoce los precios que otros traficantes manejan y diez es un precio bajo. Pero luego estaba la camiseta rota de ese hombre, el pantalón con agujeros y la ausencia de zapatos.

Exhala largo.

—Debe tomarlo cada ocho horas —acepta el dinero y entrega la caja de pastillas.

—Muchas gracias —se retira feliz el hombre.

Eijiro se apoya en la pared del callejón, contando el dinero y sumándolo al otro tanto que tiene de lo vendido esa noche. Ve su reloj —guardado en el bolsillo—, es casi media noche y el monto es muy poco aún para poder tener algo de tiempo con Mina.

Esboza una sonrisa lánguida.

Por más que quiera negárselo, las cosas han estado yendo tal cual Katsuki habia predicho. La atención de Mina tenía un precio y odiaba eso. Esperaba que todo no resultara de esa manera, con ella solo vendiéndole tiempo. Aunque tampoco sabía que esperar verdaderamente. No es como que espere que deje todo por él cuándo una relación A/B se cimienta sobre el límite de lo formal. Ella jamás será su esposa o tendrá hijos que críen juntos. Lo que le llevaba a caer al mismo punto de inicio, en donde no sabía qué quería más allá de pasar tiempo a su lado. Amaba cuando se le acercaba en el salón grande de esa casa y le tomaba del brazo ubicándolo en un asiento. Cuando lo sacaba a bailar y solo reía mientras daba vuelta. Era genial tenerla haciendo bromas o contando chismes curiosos sobre los personajes que asistían a diario.

Y todo, por una propina bastante pobre comparado a lo que otros alfas pagaban.

Incluso algunos betas.

Ahí había sido cuando descubrió que si esos betas tenían dinero, era por negocios ilegales ahí dentro. Venta de todo lo que pudieran conseguir de afuera a precios exorbitantes. Lo más cotizado era la medicina y en casa tenía muchas muestras gratis que recibía su padre. Espera que no noten la ausencia de algunas cajas un día de estos.

—E-i-chan —levanta la cabeza, reconociendo la voz antes de ver su precedencia.

Sonríe.

La única razón de que venda en ese callejón y no en otra parte, es por la mínima interacción extra que puede tener con Mina cada que ella sube a su habitación y se asoma por la ventana.

Alza la mano, saludándola.

Ella sonríe, entorna los labios queriendo continuar hablando, pero es interrumpida. Eijiro puede ver una sombra tras ella. Mina ríe ruidosa y cierra la cortina sin decir más. No necesita una explicación. Es obvio que, si está en su habitación a esa hora, es porque un cliente a pagado por ella.

Exhala todo el aire que puede, dejando su cuerpo apoyarse en la pared del pasaje. Sus ojos se mantienen en esa ventana donde todo lo que ve es la luz interior atreves de la tela. Únicamente imaginando lo que ahí dentro sucede. Toca el dinero en su bolsillo. Sabe que en una semana podría tener lo suficiente para pagar por ella y tener ese privilegio de ingresar a su habitación.

Pero eso lo convertiría en una persona igual a las que la compran. A pesar de ya haber entendido que esa es la única manera de poseerla, no quiere hacerlo. Se avergüenza de solo pensarlo. Su padre es un alfa honorable de la comunidad, esos que jamás se han ausentado de casa durante los celos. Incluso cuando muchos comentan que lo ideal para un alfa es pasar esta temporada con más de una beta. Algo que se ha mencionado en clase, pues pasarlo con su omega puede prestarse para cuestionar su honra. Él ciertamente no lo entiende. Si ambos son pareja ¿Cuál es el problema? Su padre no pagaría por compañía y su madre no permitirá que su esposo retozara en el lecho con otra.

Y si existe una sola cosa que encuentra fascinante de las feromonas, es cuando logra percibir mediante ellas el sentimiento tan profundo que se guardan sus padres. El mismo que espera emanar al estar con alguien más.

Razón por la cual, no pagaría para tener relaciones con Mina. No es un paso que quiera dar solo para quitarse las ganas. Quiere que sea especial y sería imposible que lo sea si ella solo lo trata como a un cliente más. Si sus sentimientos no son correspondidos.

—Tú, alfa —vira los ojos hacia el extremo del pasillo. Dos betas.

Despega la espalda de la pared. Por las ropas puede deducir que no son del tipo cliente. Con disimulo, ve hacia el otro lado del pasillo. Otros dos más caminan por ese extremo.

—¿Qué sucede?

—Eso quiero saber —vuelve a hablar el mismo, acercándose más. Lo identifica como el líder del grupo— ¿Crees que cualquiera puede vender aquí sin que nosotros lo sepamos?

—¿Vender? Solo vine al burdel —miente.

—En ese caso, muestra que traes dentro de la mochila —le increpa. Mueve la barbilla en orden y el otro grupo de betas lo sujetan.

Eijiro opone resistencia.

Es un alfa, es grande, es más fuerte que el resto de sus compañeros; pero continúa siendo un adolescente frente a esos dos betas adultos. Lo someten contra la pared, arrebatándole la mochila. Mientras uno le sujeta las manos tras su espalda, oye como rebuscan sus pertenencias.

—No parece que vayas a necesitar todo esto para ir al burdel —el líder le mira— ¿Crees que puedes engañarme? —le coge del cabello y empuja con fuerza su rostro contra la pared— ¿Crees que por ser un alfa tienes privilegios? —el hombre que le sujeta de los brazos lo tira al suelo. Eijiro intenta levantarse, pero recibe una patada que lo regresa al suelo.

—Muchos desaparecen por acá, mocoso —habla otro, dándole la vuelta. Ve a los cuatro de pie alrededor suyo—. Ustedes no mandan en esta ciudad.

Eijiro se cubre apenas termina de hablar, protegiéndose de los golpes que caen uno tras otro. En ese momento es consciente que debió pensar en eso antes. Una ciudad sin ley debe subsistir por reglas de mafias y él se ha metido en terreno peligroso.

...

—¡Auch!

—Shhh —le calma— Apenas estoy limpiando, dolerá más cuando cosa la herida.

—¿Segura que sabes hacer eso?

Mina resopla con superioridad

—No tenemos médicos aquí dentro, todas debemos saber hacer de todo —toma otro algodón limpio empapándolo en alcohol—. Creí que tenías autorización de ellos para vender en esta zona — cambia de tema por algo que debió ser obvio—. Fuiste muy avezado, eso me gusta —ríe—. Tuviste suerte de que Camie estuviera afuera con un alfa lo suficientemente grande como para hacerles frente.

Eijiro no dice nada.

Se siente en verdad avergonzado.

Un cliente de la amiga de Mina le había salvado de que lo dejaran peor de lo que ya estaba. En el escándalo de la trifulca, Mina volvió a asomarse por su ventana, aventando objetos de su habitación a esos malhechores. Al final, había sido ella misma quien le pidió a la tal Camie que lo hiciera entrar por la puerta trasera al área de lavandería. Era ahí donde se encontraba, sentado sobre un balde con ella curando sus heridas.

La más profunda fue la de su ceja. La piel se abrió con una de las patadas que le dieron, igual que rompió su labio. Lo demás, era solo el cuerpo adolorido; aunque esperaba no haberse roto una costilla.

¡Ni siquiera sabía cómo explicaría eso en casa!

—¿Sabes que podías defenderte? —cuestiona con sarcasmo la chica— Eres un alfa, al fin y al cabo.

—Sí... pasa que... no se pelear.

—¿Cómo qué no? —dice verdaderamente sorprendida— Todos los saben. Los alfas son territoriales, debes haber peleado con alguno —niega suave con el rostro, temeroso de que le rasgue más la herida que limpia— ¿no tienes hermanos?

—Son pequeños, jamás pelearía con ellos. Papá tampoco lo permitiría.

Mina dibuja una sonrisa suave.

—Debí suponerlo... el doctor Kirishima tiene muy buen corazón. Es el único que siempre está al pendiente de las ayudas medicas en la zona —da un último toque en la herida de la ceja, que ha dejado de sangrar por el momento—. Aun así, por tu subsistencia, deberías aprender.

—No me gusta —confiesa al fin. Odia esa parte instintiva por la que todos excusan la violencia—. A lo más he peleado con Katsuki, él es un omega así que nunca va enserio.

—Amigo omega... ¿o tu pareja?

—¡No! —dice con asco— Es un buen amigo. Él tiene un alfa, el dueño de la hacienda Midoriya.

—Oh —limpia suave la herida en su labio—, pensé que debía ponerme celosa.

Eijiro ríe nervioso.

—Listo —arroja el algodón al montículo de basura donde ha ido desechando todos sus implementos—. Ahora voy a coser, va a doler un poco ¿puedes soportarlo?

—No soy un niño —objeta ante el tono infantil que usa.

—Un alfa que no sabe pelear, debe serlo —se burla. Toma la aguja que es bastante gruesa para la piel. Inserta un hilo de nailon del que prefiere no preguntar su procedencia—. Aquí voy.

Hinca la piel. Eijiro siente la aguja traspasar la carne, buscando salida por el otro lado de la herida. Duele como el demonio. Presiona sus dientes fuertes, guardándose cualquier queja de dolor.

Sus manos suaves le rozan la frente. Su rostro se encuentra muy cerca y a pesar de estar cosiendo cerca de su ojo izquierdo, es imposible que los cierre. Adora ver su rostro pequeño de facciones delicadas y piel limpia. Tenerla tan cerca que logra oler su perfume a durazno. Que el calor de su cuerpo irradia hasta el suyo. Es tan hermosa, tan perfecta, tan... imposible.

Mina no es suya y probablemente nunca lo sea.

Se lo recuerda esa fina capa a esencia alfa que la envuelve. El cabello desordenado o el labial corrido que le recuerda lo que estaba haciendo en su habitación.

La sutura dura menos de lo que espera. Mina hace un nudo y corta el hilo

—Listo, voy a dar una última limpiada a esa herida.

—Estabas con alguien en tu habitación —suelta de pronto.

—Él puede esperar.

—No tengo dinero para darte —aclara, un poco ofensivo.

—¿Te parece que hago esto por unas monedas? —no se inmuta.

Silencio.

La mujer toma un pedazo de algodón, empapándolo en alcohol. Limpia su ceja de vuelta, demasiado concentrada en una tarea que no debería requerir mucho tiempo ahora que se encuentra suturada.

—Mina, ¿tú sabes porque vengo a verte?

—Sería muy tonta si no lo hiciera.

Eijiro le sujeta las manos, deteniendo su tarea, pidiendo que se concentre en él y no más en sus heridas. Lo logra, ella lo ve a los ojos.

—Yo entiendo si solo soy un cliente más —inicia, con miedo de lo que vaya a responder—, pero si sabes lo que siento, al menos se clara en decirme si tengo oportunidad.

Ella mueve suave sus brazos, él la suelta. Arroja el algodón nuevamente al montículo de desechos. Remanga su falda por sobre las rodillas, moviéndose del balde en el que ha tomado asiento, hacia el regazo de Eijiro. Coge su rostro por las mejillas, acariciando con sus pulgares sobre la piel magullada.

—No malgastaría mi tiempo sin obtener dinero a cambio si no la tuvieras.

Desciende el rostro despacio, sin perder de vista sus labios. Es ella quien inicia el beso, tan solo pegando los labios.

—Auch —se queja por el corte que tiene a un lado.

Ella ríe.

—Lo siento, niño —se burla por última vez, antes de continua el beso con mayor delicadeza.

Eijiro se mantiene pasmado por un momento. Su primer beso, en un cuarto de limpieza que huele a todo menos a limpio. Un beso en el que es torpe para seguir el ritmo, lento en captar señales y demasiado inocente en saber si abrazarla o no.

Pero todo lo perfecto que hubiera soñado.

Continuará...

Notes:

Solo por esta vez adelanto el viernes de actualización porque mañana probablemente no tenga tiempo.

Yyyyy... Kirisol solo puede hacer el intento de ser malo, jamás serlo por completo xD Él y su familia son el recordatorio de que no todos los alfas son malos, pero incluso así, se guardan ciertas costumbres y el instinto jamás se ira por completo.

Este capitulo tiene ciertas explicaciones extras, de esas que suelto como datos random a inicio de fic y las explico 10 capítulos después jajajaja el otro día me di cuenta de eso xD

Chapter 23: II. Capitulo 11

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Existen momentos en la vida de Katsuki en los cuales se cuestiona todo lo que sucede a su alrededor. Exactamente, desde que conoció lo que era alfa y omega. Las cosas parecían más sencillas cuando vivía en el campo con sus padres, aunque puede que eso se deba al poco tiempo y consciencia que tiene de ese momento de su infancia. Su recuerdo ondula entre jugar, ayudar a sus padres en lo que también parecía un juego, comer y dormir. Bajo esas memorias tan sencillas, ser beta era lo mejor. Sin embargo, regresando al momento actual, parecía no serlo.

Así como tampoco resultaba tan ventajoso ser omega.

A diferencia de Sero, tenía una cama cómoda en la que dormir, un hogar que no parecía un depósito. Tenía cuanto quería para comer, tiempo libre y amigos con quienes disfrutarlo. No tenía que trabajar para demostrar su valor a un alfa. O es lo que se les ha enseñado, cosa que en la práctica no era tan simple. Un beta necesitaba mostrar su valor para que un alfa lo acoja; un omega necesitaba probarlo de igual manera, incluso si el aspecto es distinto. Ellos no trabajan en el campo, haciendo limpieza o cocinando; pero deben mostrarse siempre a disposición de su pareja.

Obediente, sumiso y leal.

¡Como odia eso!

Y odia más pensar que Deku en verdad lo espera de él.

Sobre todo, porque no es lo mismo que puede pedirle. Tampoco es que lo espere... al menos no en todos los aspectos. No quiere obediencia, quiere a alguien que pueda discrepar sus puntos de vista con sustento válido. Mucho menos espera sumisión. Suena horrible solo pensar en alguien con la voluntad de un tapete sobre la cual puede caminar cuanto quiera. Lealtad... es lo mínimo que puedes esperar de alguien que lleva el título de ser tu pareja, ¿no? Es decir, tiene mucha reticencia a formalizar lo que sea que tenga con Izuku, pero eso no le da derecho a andar con otra persona. Al menos no mientras aclaren lo suyo.

En todo caso, tampoco es que sienta atracción por alguien ajeno a Deku.

Instinto u algo más, no se imagina despertando sensaciones con el aroma de otro alfa. No se visualiza viviendo con otro, ni considerándolo como futura pareja. Durante esos meses ha puesto demasiada resistencia a algo que, como dijo Inasa, si tuviera opción de elegir, probablemente elegiría a Izuku. Incluso a sabiendas de todo lo queelegirconlleva cuando la frase incluye a unalfa.

No obstante, parecía que, aunque él había llegado al punto de comprender y aceptar aquello —en pensamiento al menos—, no sucedía lo mismo del otro lado.

Y eso jodía más que nada.

Porque Izuku se había ido la mañana siguiente a su discusión ¿A dónde? No lo sabe ¿puede preguntar? Claro que puede ¿Lo hará? Por supuesto que no. Y la verdad, es que tampoco necesita de tantas interrogantes para responder sus dudas. Es cierto que en inicio tuvo curiosidad, luego saco cuentas y —tras años viviendo juntos—, supo que su celo estaba cerca.

La campana de fin del periodo suena, todos entregan los exámenes a la salida del aula. Yuga va tras de él, mencionando las respuestas que ha marcado y lo difícil que estuvieron las ultimas preguntas.

No le importa.

Se mantiene repensando la discusión que tuvieron y el cómo esta escaló rápida cuando se mencionó la manera en que el celo se calmaba. Llegando a su punto más álgido en el momento que tocó el tema de las prostitutas y hubiera esperado un mínimo de decencia de no escaparse durante ese periodo para callarle la boca. La rabia le consume cada que piensa en cómo tiene la cara para decirle que un alfa adulto puede controlarse durante dicha temporada u ofenderse al punto de usar la voz en él, para luego andar sabrá donde revolcándose con alguna beta.

Y a este punto, dejaba de ser un tema meramente biológico, pasando a lo personal. Ya que ha transcurrido más de una semana desde que el celo culminó y aún no sabe nada de Izuku.

—Ahhh... odio los exámenes —se queja Denki, dándoles el alcance en medio de las escaleras— ¿por qué no puedo conseguir un alfa y dejar todo esto de lado de una buena vez? —Mira a Katsuki, a su costado— Tú ya tienes un alfa, podrías abandonar esto.

Katsuki ignora el comentario.

Lo último de lo que quiere oír es sobresualfa odejarla escuela.

¿Qué no se da cuenta la suerte que tiene de que nadie le cuestione su asistencia a ese lugar?

Estúpido Denki.

—¿De que hablan? —Kirishima aparece.

—De Katsukiet ses études—responde Yuga, cambiando de lugar con el mencionado para quedar al lado de Kirishima.

—En serio, ¿Qué sentido tiene que sigas con esto? —continua Denki, caminando por el pasillo del primer nivel— Al final estarás en casa cuidando a tus hijos, con lo básico estás bien.

—Cállate —masculla, acelera el paso.

Mais il a raison—concede Yuga—, tú ya tienes un alfa, no hay necesidad de seguir en la escuela.

—¿Y si cambiamos de tema? —sugiere Kirhsima, notando el rostro cansado de su amigo.

—Solo debes hacer ciertascosascon él.C'est facile—la entonación de Yuga encubre todas esas ideas que le han perturbado de un tiempo a este.

Gruñe.

—¡Oh, vamos! —Denki le hinca con el codo— No creo que sea tanto esfuerzo —guiña el ojo.

Katsuki vuelve a rabiar, saliendo del edificio hacia ese árbol donde suele quedar con Kirishima y que, de un tiempo a ese, han sido invadidos por ese par de omegas.

—En verdad no creo que sea buena idea tocar este tema —insiste Kirishima, dándole alcance a su mejor amigo.

A diferencia de ese par de estúpidos, Kirishima no necesita conocer sus circunstancias para comprender que las cosas con Deku no van del todo bien.

—Tú eres alfa,mon cheri—Yuga le toma del brazo, reteniéndolo a su lado—. Sabes lo que uno quiere.

—Tu omega sería muy dichoso —Denki se apresura en tomarle del otro brazo, marcando territorio donde su amigo intenta meterse.

Territorio que, a todas luces, no le pertenece. Situación que usualmente le causaría cierta gracia y, al igual que Sero hacia antes, tomaría ventaja para burlarse. Esta mañana no es el caso. Porque admite encontrarse susceptible a ciertas cuestiones y el tratar a una persona como objeto del que se puede armar una disputa, es molesto. Más, si le suma la idealización que ambos omegas tienen con Kirishima. Para ellos todo parece ser un cuento perfecto. Los omegas siendo felices bajo la tutela de un alfa.

Y Kirishima parecerá un terrón de azúcar, pero continúa siendo un estúpido alfa al igual que Deku o los Todoroki.

—Patéticos —murmura.

—¿Qué?

Detiene al paso, girando a verlos fijamente

—Que de seguro serás muy dichoso viéndolo revolcarse con putas.

—¡Katsuki! —le gritan los tres, avergonzados.

—O mejor aún —no se retrae— ¿Por qué los dos no son sus putas?

Ambos omegas sueltan al alfa, asimilando la comparación con desagrado. El aroma de Yuga delata la ofensa.

—Bro —Kirishima se pone serio.

Katsuki ignora la advertencia.

La sangre le hierve.

—Es solo hacercosas—usa la misma entonación de Yuga minutos atrás. Mira a Denki— y no es tanto esfuerzo, sino pregúntaselo a tu madre.

—¡Basta! —le grita Kirishima.

Denki presiona los labios, desvía la mirada, bastante avergonzado por todo lo que sus palabras han insinuado. Sin defenderse si quiera, regresa al edificio a paso rápido.

—Solo bromeábamos, no era para que digas eso —le increpa Yuga, rostro serio, sin usar su característico francés. Va tras su amigo.

Katsuki no hace nada por detenerlos. Los ve perderse dentro del edificio, luego, sus orbes dan un giro suave sobre Kirishima.

—¿No vas a ir tras ellos? —dice retador.

—Debes disculparte.

El omega bufa.

—Primero lo rechazas y ahora lo defiendes —bufa.

—Te defendía a ti —voz irritada.

—¿Así? Porque parece que no se callaron hasta que yo hable.

—¡Porque los ofendiste!

—¡Les dije la verdad! —refuta

—¡No! —da un paso adelante, haciéndole frente— ¡Les dijiste lo que te jode de tu alfa!

Katsuki se enerva mucho más.

El siguiente paso que da, es firme y fuerte para empujarlo. Eijiro trastabilla retrocediendo. No ha sido un juego, sino una advertencia.

—¡¿Qué demonios te pasa?!

—¡¿A ti que te pasa?! —vuelve a empujarle.

Esta vez, Kirishima no se deja. Le atrapa las manos en el aire y hace contrafuerza sosteniéndolo. Katsuki quiere tirar de sus extremidades, pero el maldito alfa es más fuerte de lo que recuerda.

—¡SUÉLTAME!

—¡PRIMERO CÁLMATE!

—¡¿O SINO QUÉ? ¿TAMBIEN USARAS LA VOZ EN MI?!

Katsuki se da cuenta que la ha cagado. Quiere responder, cambiar lo que ha dicho. Pero es obvio que Kirishima ha captado la raíz de su molestia.

Peor que eso, ha confirmado su conjetura inicial.

—¿La voz? —le suelta. El omega chasquea la lengua, masajeándose las muñecas en lo que toma asiento su árbol— Bro...

—No quiero oírte.

El alfa acata la orden.

En silencio, se acomoda a su lado.

...

Katsuki es consciente de su mal genio. Ser un adolescente impulsivo no le hace ciego a su comportamiento. Eso no implica que logre manejar su temperamento. Es terrible y ha empeorado los últimos días. Para muestra esta Izuku, Yuga, Denki, Kirishima y el turno de Ochako llega cuando le sirve el almuerzo y simplemente no le gusta.

—¡Katsuki, cállate! —interviene Tenya usando la voz.

La maldita voz.

Aunque esta vez es consciente que se lo ha ganado por decir tanta mierda que ha hecho sentir mal a la beta. Se pone de pie, dejando la comida a medias y sale del comedor directo a su habitación. Prefiere no estar cerca de nadie. Y sí, sabe que la solución a sus problemas no es aislarse. Pero hasta encontrar una respuesta que le sea del todo satisfactoria, es lo mejor que puede hacer.

Hibana le espera acostada en su puerta. La cachorra mueve la cola emocionada, frotándose a su pierna, esperando ingresar con él a su habitación.

—¡No jodas, Hibana! —echa al perro leyendo sus intenciones de jugar.

Tira la puerta, oyendo a Hibana lanzar un gemido lastimero tras de ella. Seguido de un par de rasguños contra la madera antes de finalmente oírla recostarse.

Bien hecho, se dice con sarcasmo. Ahora podía añadir un nombre más a su lista de personas enemistadas en menos de una semana.

Frota su rostro enérgicamente, casi queriendo rasgar la carne.

Se encuentra sensible y no en el sentido de ponerse a llorar, sino de explotar en ira a la mínima confrontación. Usar la voz contiene esa impulsividad, pero le deja ardiendo por dentro, listo para que algo más encienda esa mecha.

¡Lo odia!

Es terrible contener tantas cosas dentro que se desbordan ante cualquier movimiento, como sucedió en la escuela. Como fue víctima Ochako e incluso el perro. Resulta patético que la razón de todo ese desequilibrio radique en una persona. No quiere que en futuro su vida se reduzca a eso y termine convirtiéndose en ese omega que solo vive de mimos de un alfa como constantemente fantasea Denki y Yuga.

Quiere seguir siendo él con o sin Izuku.

Sin embargo, el instinto discrepaba con ello. Tenya se lo había dicho antes, conforme este fuera despertando su necesidad por estar cerca desu alfaiba a incrementarse. Llegando al punto de ser él quien rogara por una marca, por un cachorro...

La tarde trascurre dando vueltas en su habitación. Incapaz de ordenar sus ideas. Queriendo una cosa y luego negándosela. Siendo él contra él todo el tiempo. Desear, por ejemplo, ser ese omega simple del que hablan Yuga y Denki; para luego refutarse el por qué debe ceder.

Porque él y no Deku.

Porque el omega y no el alfa.

Y es que ahí radica la raíz de sus males. Se le ha condicionado donde tantos años a lo que él debe de ser para complacer a Izuku que, incluso si puede estar de acuerdo en ciertos aspectos, no quiere ceder. Quiere que Izuku lo haga, quiere demostrar que no solo no puede someterlo, sino que debe empezar a verlo como su igual. Como debería definirse en verdad una pareja.

Nada le costaría a él dejar la escuela, aceptar un compromiso, incluso alejarse de Kirishima, ¿Pero que da Izuku a cambio? Nada, esa es la respuesta. Bajo el concepto que ellos manejan de pareja, el omega lo da todo mientras el alfa lanza migajas.

Siendo ese el caso, Katsuki no está dispuesto a ceder.

La noche cae en un abrir y cerrar de ojos. O tal vez, sumido en sus pensamientos, no se percata de que ha quedado a oscuras tendido en su cama. De que todos ya se fueron a dormir y que la hora de visitar a Sero en la que han pactado hace meses, ha llegado.

Sale de casa a hurtadillas. Se encuentra con Kirishima y Kyoka, caminando en silencio hacia la casa de Sero. Dentro, se mantiene ido. Por un lado, su cabeza da vueltas a todas las ideas que ha rumiado de un tiempo a este. Por otro, ve con cierta envidia el abrazo con el que Sero mantiene a la omega cerca de él. Lo cual le llama potentemente la atención, porque hasta ese momento a comparado la relación de ellos con la que mantiene con Izuku como dos polos opuestos. Siendo una la definición que entiende por relación, y la otra como solo un cimiento insipiente.

No más que eso, solo solo una comparación, nunca un sentimiento real de querer tenerlo.

Hasta ahora.

¿Cómo se sentiría ser abrazado por Izuku?

¿Qué le mire como Sero lo hace con Kyoka?

¿Arriesgarse como ellos lo hacen por el otro?

Una punzada en el pecho advierte ese vaso de emociones rebosando nuevamente. Esta sensible y esta vez, no quiere explotar.

—Vamos afuera —empuja suave el hombro de Kirishima, cortando la conversación intempestivamente.

La pareja le mira confundida ponerse de pie.

—No tardes —es lo último que dice el alfa, siguiéndole el paso.

Que no le cuestione es de gran ayuda.

Caminan hacia el trigo, donde siempre esperan a su amiga. Ese lugar en el que han asentado dos grandes piedras como asientos duros, pero bien camuflados. Durante su ingreso, Kirishima rompe una rama de trigo e intenta fastidiarle, mas no logra nada.

Katsuki ha perdido las ganas de pelear ante la reciente revelación.

Lo que vuelve todo más caótico. Porque si no quiere guerra, entonces prefiere la paz y no sabe que tan listo este para aceptarla.

Toma asiento en esa piedra dura como su cabeza.

Hablar con Inasa no ayuda si él ha aceptado todo su destino de omega con solemnidad. Yuga y Denki tampoco son de apoyó cuando sus cabezas están llenas de sueños y fantasías. Kyoka es de menos ayuda.

—Bro —de pronto, Kirishima rompe el silencio—, lo que dijiste en la mañana...

—Cállate.

El alfa exhala largo, dibujando en la tierra con la rama de trigo.

Inhala.

Aclara su garganta.

—Las cosas van bien con Mina —cambia radicalmente de tema—. La verdad, no quiero dejarla y he estado pensando... quizás comprometerme con Kyoka sea la mejor opción.

Katsuki enarca una ceja.

—¿Eres consciente de lo que comprometerse implica?

Asiente.

—¿Qué otra solución encuentras? —no responde— No ha sido fácil pensarlo, pero es conveniente para ambos.

—¿Qué crees que opine Sero?

Se encoge de hombros.

—Si fuera yo, le daría una paliza tan solo por pensarlo —bufa una risita—, por eso primero lo hablare con ella.

Katsuki asiente. No tienen muchas opciones, entiende. Ninguna en verdad. Ambos han fijado sus ojos en betas y, aunque para Kirishima todo es más sencillo que para Kyoka, le agrada que piense bien la decisión antes de solo tomarla. Porque la realidad de las cosas, es que podría emparejarse con cualquier omega y ninguno tendría derecho en cuestionar su amorío con Mina. Pero es distinto comprometerse con Denki y romperle el corazón, a hacerlo con Kyoka y vivir sin engaños.

—Bro, estas cosas... eres el único a quien se las digo, ¿sabes? —retoma la palabra— Lo hago contigo porque confió en ti, eres mi amigo.

—Avísame si te vas a poner sentimental para irme.

Kirishima ríe.

No añade nada más a lo que ha dicho.

Entonces, Katsuki capta el mensaje. Kirishima confía él como espera que él lo haga. El tonto puede ser un alfa, pero no es uno igual al resto y eso algo que ya debería haber entendido con seis años conociéndolo.

Incluso Sero mostraba más condiciones de alfa que él.

Exhala, soltando toda la tensión que le agobia.

—Deku uso la voz, nunca lo había hecho —confiesa al fin. Kirishima asiente en silencio, no dándole razón, sino entendiendo el porqué de su actuar los últimos días—. Luego se largó, no sé dónde está, y antes de que preguntes, quizás sí dije cosas hirientes.

Vuelve a asentir.

Continúa trazando líneas en la tierra.

—Es normal sentirse confundido, pero no dejes que esa molestia afecte a otros.

Una parte de Katsuki, agradece que no ahonde en el tema de Izuku, sino en el efecto de esto en sus demás relaciones.

—Mañana voy a disculparme con Denki.

—Me parece bien.

No vuelven a hablar hasta que regresa Kyoka.

...

De regreso a casa se sumerge en la proposición que Kirishima le hace a Kyoka. Nota —y huele— que no le gusta la idea en su totalidad. Sin embargo, la acepta casi de inmediato. Todos ahí saben que no encontrará otro alfa dispuesto a mantener su unión como fachada al amorío con un beta. No solo eso, sino que estaría dispuesto a comprar a ese beta. Siempre será un peligro ingresar en propiedad ajena y, aunque no sea bien visto que mantengan a un beta varón en casa, Kirishima está dispuesto a hacerlo.

Kyoka se ve más relajada luego de conocer ese detalle.

También sorprendida.

Katsuki mismo lo hace. Kirishima es un alfa y, por lo que conoce, ellos no son tan condescendientes ni ceden con facilidad a un omega. Pero a este punto es evidente que su amigo no es como otros alfas. Jamás ha usado la ventaja que le da su género sobre ellos, ni sacado provecho de los acercamientos de Yuga y Denki. Sabe que va a respetar a Kyoka, incluso si hay aspectos que ambos debancumplircomo futura pareja.

Entonces, bajo ese clima formado por sus amigos, es inevitable que aparezca Izuku en su mente una vez se encuentra solo en el trayecto final a casa. Porque, al igual que Kirishima, él tampoco es como otros alfas. Lo que lleva a cuestionar con más justicia su propio actuar.

Ve el ingreso a casa, donde solo un auto se posa estacionado.

Deku sigue sin estar.

Suena estúpido y hasta algo asquerosamente romántico pensar que el lugar se siente más vacío desde que se fue. No es la primera vez que sale de viaje largo tiempo, ni tampoco es demasiado las horas que pasa ahí dentro como para sentir gran ausencia. Lo que le lleva a lo más probable, sentimiento de culpa y palabras no dichas que originan el vacío a cada paso que da, cada escalón. Cada metro de pasillo.

¿Fue correcto gritarle tanta mierda a Deku?

La idea inicial había sido ir a conversar con él, las cosas se descontrolaron cuando le oyó hablar de su futuro. Siendo ese el caso, su actuar fue el adecuado. Sin embargo, esta el remordimiento dando vueltas. No por defenderse u optar por una posición fuerte ante sus ideales, sino la manera en que lo dijo y —solo quizás—, una que otra frase disonante que soltó en el calor del momento.

La verdad es que no piense que es un mal alfa.

Es cierto que no posee la suficiente confianza en él, lo cual no es de extrañarse si su presencia ha sido muy distante la mayor parte de su vida. Lo recuerda en su infancia, pero de la misma manera en que recuerda a algún jardinero pasajero o persona de limpieza. Una presencia fugaz, presente en ciertos eventos, ausente en muchos otros. No ha sido hasta su adolescencia que ha comenzado a convivir un poco más. Sin embargo, esto continúa siendo mínimo a comparación del tiempo que transcurre con Ochako, Tenya, incluso sus compañeros de escuela.

Y es por ello, que todo desemboca en ese caos donde no sabe cómo decir las cosas e Izuku parece creer que la solución a los problemas es solo tomar distancia.

Más tiempo en el que su presencia continúa siendo fugaz.

Detiene el paso en la puerta del alfa, poco antes de la suya. Lleva días reprimiendo el impulso que siente por ingresar. No porque no sea correcto, Izuku jamás le llamaría la atención por eso. Sino porque ceder a ese impulso es aceptar ciertas cosas que ha mantenido oprimidas.

Traga hondo, con la mano en la perilla.

A solo un giro de sentir un poco de sosiego.

Inhala profundo, tomando todo el valor que esa acción puede otorgarle y gira la maldita perilla. Mira con asombro lo obvio, la habitación se encuentra vacía. Junta la puerta con discreción, avanzando a paso lento. Sumergiéndose en el aroma a madera húmeda y menta. A protección y cariño. Por más que se niegue a aceptarlo, es a eso a lo que huele Izuku la mayor parte de tiempo.

Se sienta en la cama, cogiendo una de las almohadas.

Aun huele a Deku.

En medio de esa soledad en la que le guarece la noche, permite que parte de su instinto guie sus acciones. Se deja llevar. Se acuesta en la cama, abrazando la almohada. Pegándola contra su rostro, absorbiendo todo el aroma que queda impregnada en ella. Restriega sus mejillas tal y como esa parte instintiva dentro suyo le incita a hacer con el alfa cada que lo ve.

¿Dónde demonios está Izuku?

Ha querido hacer esa pregunta tantas veces a Tenya, sabe que, aunque se diga que esta con alguna beta, eso debe haber ocurrido únicamente durante el celo. Si Izuku fuera como los Todoroki que desaparecen cada que pueden, que usan a las betas de la casa a su antojo, hace mucho lo habría notado. No es el caso. Por eso mismo, no sabe dónde está y. aunque muere por saberlo, calla. Porque se avergüenza de lo que siente, porque no quiere ceder y porque no sabe si Izuku es tan idiota que no presiente una pizca de lo mal que la está pasando, o simplemente no le interesa. Que al final solo espera que sea ese omega obediente, sumiso y leal que todos le repiten.

Y, aunque todo lo que demuestra es mal genio, esa guerra de la que habla, en verdad es temor a averiguar la verdad.

Que sea ese alfa desgraciado que imagina es Shoto.

Que solo lo quiera como omega y no como persona.

Su mayor miedo es tener esa opción que tanto anhela de elegir y que todo termine siendo un fiasco. Que lo desilusione.

La puerta suena y rápidamente recobra la compostura volviendo a sentarse.

—Tranquilo —Ochako sonríe apacible—. Escuché pasos y pensé que era tú —se aproxima a él, recogiendo la almohada que ha salido volando en su desesperación de ser descubierto—. Lo que no esperaba era encontrarte aquí —le extiende la almohada—. No diré nada —guiña el ojo, confidente.

Katsuki se muestra reacio a tomarla de vuelta. Apenas la observa y tiene que ser la beta quien, finalmente, la deje sobre sus piernas antes de sentarse a su lado.

Suspira, hundiendo los dedos en la esponja.

Ochako posa la mano sobre el cabello rubio, atrayéndolo sobre su regazo. Katsuki se deja llevar. Cansado de luchar. Vuelve a acostarse, con la almohada a una distancia prudente en que pueda sentir su aroma, pero sin aparentar necesidad.

—Odio sentirme así.

—Imagino lo complicado que debe ser combinar sensaciones con sentimientos —mueve los dedos, suave, enredándolos en el cabello rubio—, pero Izuku no tiene la culpa de eso.

—Quiere mandarme.

—Busca lo mejor para ti.

—Sin preguntarme. Odio que haga eso.

Ochako sonríe suave.

—Entiendo que los alfas son muy mandones, pero Izuku ha cedido en más de una ocasión por ti, Kacchan. ¿O no es así?

Presiona los labios.

Gruñe bajo.

—Sí —responde entre diente.

—Entonces convérsalo con él. Así como me hablas a mi ahora. A nadie le gusta que le griten.

Katsuki pega el almohadón sobre la mitad del rostro, inhala hondo.

Tiene razón en eso.

—Perdón por lo que dije en la cena.

—Disculpa aceptada —se agacha a besar su frente. Tal como lo hacía de pequeño y vuelve a enderezarse—. Has estado de mal humor y no sabía cuándo decirte esto, pero hace unos días Izuku llamó. Preguntó si te encontrabas más calmado o debía mantenerse ausente un poco más.

Los dedos de Ochako se suavizan, buscando que su cariño seaesoque termine por ablandarlo.

—Dile que traiga su maldito trasero de regreso.

Y lo consigue.

—Mañana a primera hora lo hare.

...

La escuela se le hace eterna ese día. Ochako dijo que llamaría a Izuku a primera hora, pero tal parece que para ella significaba cuando terminara sus labores de la mañana. Katsuki aceptó eso con neutralidad, sin demostrar lo mucho que hubiera querido saber la respuesta de Izuku a su llamada.

¿Regresaría ese día? ¿Mañana? ¿A qué hora? ¿Le habría contado su conversación de la noche? ¿Qué respondió a eso?

Por más que quisiera, no obtendría una sola respuesta hasta que llegara a casa por la tarde. Siendo lo único al alcance de sus manos, las disculpas que prometió dar. Pensó que sería más difícil cuando esa mañana por más que espero, Denki no apareció en su ruta. Había llegado antes y tal parece que Kirishima ablando el terreno para su conversación.

Yuga lo aceptó con una sonrisa, Denki no pudo contener las lágrimas y arrastró al otro omega a su llanto, abrazándolo. Llevándose consigo también a Kirishima.

Se siente feliz de que un simple "lo siento" haya servido para solucionar el altercado. Cosa que no sucederá con Deku, porque con él deberá hablar largo y, aunque le ha dado vueltas la noche entera a sus palabras, aún no está seguro de cómo hacerlo.

Empeora no saber cuándo volverá.

Las clases terminan con él sumido en sus pensamientos. Caminan en grupo con él más callado de lo usual, ninguno de sus amigos cuestiona aquello. Todavía no sabe que ha podido decirles Kirishima antes de su llegada, pero no parece tan malo si con ellos se ahorra una conversación incomoda.

Llegado a la caseta de salida de la ciudad, deben separarse. Kirishima suele acompañarlos hasta ese punto y Yuga le sigue, siendo el segundo en ser dejado en casa. Se despiden cruzando la caseta, mostrando sus identificaciones y el permiso que tienen de ingreso y salida por estudios. Mientras se aleja junto a Denki, es inevitable que empiece a soltar toda la molestia que le da ver a Yuga tomarse confianzas con su amigo.

—Vive en dirección opuesta a este lugar, su casa le queda lejos incluso a Kirishima. Y su familia tiene chofer, podrían recogerlo. Lo hace para pasar tiempo con él sin pensar en que le hace caminar de más.

—Nunca has pensado que quizás Kirishima lo hace porque le gusta.

—¡Ah! —exclama ofendido.

Katsuki se burla de lo fácil que es molestarlo.

La conversación continua el resto del trayecto. Por momentos son solo quejas y de cómo se aprovechan otros omegas de alejarlo de los alfas, porque él aún no se define. Los mismos alfas tienden a prestarle menos atención y es esa la razón que le lleva a fijarse más en Kirishima. Es el único que le trata como omega con o sin examen que lo certifique.

Luego, da paso a la cursilería.

Katsuki no le discute nada, solo oye distrayéndose en sus desvaríos. Por momentos le causa ternura la imagen a cuento de hadas que se ha hecho en su cabecita. Que no niega podría ser cierto si Kirishima le hiciese caso. Situación que nunca será real, por lo que termina curvando los labios en lastima.

Y es cuando quiere acotar algo que con cierto disimulo le haga pisar tierra, que ve dos autos al ingreso de su casa.

—Me voy —interrumpe su parloteo.

—¿Eh? —queda sorprendido—, pero aún estamos lejos y todavía no te digo a que olía Kirishima para que me lo confirmes.

—Seguro le atinas como siempre —suelta la respuesta sin importancia a ese pequeño juego que Denki acostumbra hacer.

—Per...

—Nos vemos.

Sale corriendo.

Está a una parcela de distancia.

Nunca se le había hecho tan provechoso que el vecino tuviera ese terreno abandonado, de lo contrario habría dificultado su vista. A velocidad, la distancia se hace mínima. Sin embargo, debe detenerse al ingreso de sus tierras, donde inicia el camino a casa. La falta de actividad física le cobra factura en ese pequeño esfuerzo. Mas no se detiene, aunque ya no corre, avanza a paso rápido por el camino de piedras.

El calor le hace sudar horrores. El corazón continúa acelerado y a este punto, no sabe si se trata del esfuerzo hecho o los nervios de lo que está por hacer. Tiene prohibido alterarse, se lo ha prometido así mismo la noche anterior. De lo contrario, jamás podrá obtener una respuesta sincera de Izuku.

Lo cual, le lleva a su temor inicial. Porque si incluso hablando con calma no obtiene una respuesta favorable, entonces Izuku sería igual que los Todoroki.

Tira la mochila apenas atraviesa la puerta de casa. Utiliza su olfato para dar rápido con el alfa. Lo ubica en su oficina. Sube a grandes zancadas, de dos en dos escalones, y una vez alcanza la puerta del lugar, no se queda oyendo por más que distingue el aroma a Tenya como la vez anterior. La abre sin permiso previo, ni disculpa póstuma.

—¿Podemos hablar? —sus ojos solo se dirigen a Izuku.

Y a pesar de ser descortés al ignorar a Tenya, el alfa no dice nada. Se retira pacíficamente cerrando la puerta tras de él.

—¿Podemos? —repite, porque aún no ha obtenido respuesta de su boca.

—¿Será sin pelear?

—Eso depende de ti.

—¿De mí?

—De lo que me respondas a partir de ahora.

—Bien —se recuesta en el escritorio—, te escucho.

Katsuki respira hondo, tomando valor. Entorna los labios...

¿Por dónde empieza? ¿Qué dice? ¿Qué palabras usa?

... los cierra.

Pasa duro la saliva.

Vuelve a inhalar, sintiendo el aroma potente de Izuku aglomerarse en sus pulmones. Es mucho más intenso que el que percibió en la almohada la noche anterior.

Cierra los puños, decidido.

Nunca se le ha hecho difícil decir lo que piensa, no será ahora cuando se acobarde.

Exhala.

—Se el tipo de relación que Inasa tiene con Shoto —inicia. Izuku inclina las cejas, no comprende—. Me refiero a que duermen juntos, lo que sucedió cuando su aroma apareció.

—Eso no es algo de lo que Inasa deba hablar.

—No lo hizo —corrige de inmediato—. Lo conozco lo suficiente como para entender su comportamiento y atar cabos.

Izuku asiente lento.

—¿A dónde vamos con esto?

—No lo quiero —dice firme—. Incluso si me comprometo contigo, no voy a dejar mi habitación hasta que yo lo vea conveniente, mucho menos tienes permitido tocarme o intentar hacerme algo.

—Entiendo —cruza los brazos— ¿Eso es todo?

—El campamento al que meenviaste—continua, enfatizando que fueélquien lo envió y no solo decisión de Tenya—. No hicieron más que usar la voz en nosotros, enseñarnos a ser sumiso, a volcar nuestras vidas en honor a lo que el alfa quiera.

—Asumo que tampoco lo quieres.

—No me voy a someter a ti y tienes prohibido usar la voz conmigo otra vez.

Izuku resopla en una sonrisita que denota vergüenza.

—Está bien.

—Por último, el celo. No pienso dejar la escuela.

—Kacchan...

—Se que aún no sé lo que es, pero al menos hasta que llegue ese momento, déjame decidirlo a mí. Si yo siento que es algo extremadamente fuerte, seré el primero en pedir no ir a la escuela.

Izuku le mira, piensa en silencio.

Exhala.

Suelta los brazos y se despega del escritorio.

—Desde el momento en que mordiste mi mano, supe que serias todo menos dócil o sumiso — explica, acercándose lentamente—. Tampoco espere eso de ti, o hubiera dejado que Tenya te educara en casa y tener otroInasa—no lo dice como ofensa, sino ejemplo—. Por ello, jamás hubiera pensado hacer algo sin tu consentimiento —detiene el paso cuando se encuentra a pocos centímetros suyo— y sobre lo del celo, estoy de acuerdo; pero te pido también escuchar mi opinión cuando llegue el momento.

Esta vez, le toca a Katsuki ceder.

Asiente.

—Gracias por lo de Sero.

—Gracias por aceptar el compromiso.

Enarca una ceja

—¿Cuándo hice eso?

—Cuando entraste por esa puerta a ponerme todas tus condiciones.

Katsuki gira el rostro avergonzado.

Izuku ríe, viendo más ligero el ambiente.

—¿Alguna fecha en mente?

—Primero deja que termine el año.

—Me parece bien.

—E invitare a mis amigos, esos que según tú me dejaste elegir.

—Supongo que te refieres al alfa —asiente—. En ese caso, no creo que venga Inasa.

—¿Eh?

—No todos los alfas son como yo, Kacchan, ¿crees que Shoto permitiría que su omega este cerca de un alfa joven y sin pareja?

Chasquea.

No lo pensó.

—Bien —da por cerrado ese asunto a regañadientes.

Izuku da un último paso, rompiendo el límite de espacio personal.

—¿Ahora puedo ser yo quien te pida algo?

Katsuki entrecierra los ojos.

—Como sea algo pervertido... —hace ademan de ir a pegarle.

Izuku vuelve reír.

Le gusta su sonrisa.

—Quiero olerte —Katsuki alza las cejas, retrocede. Otra risa del alfa, saca una llave del bolsillo—. El cuello, nada más.

Sopesa la petición un instante.

Chasquea, ceño fruncido. Da la vuelta. Siente el calor que emana Izuku detrás suyo. Un click hace que su cuello se libere del incomodo collarín. Las manos de Izuku bajan por su espalda, rozando apenas, hasta atrapar su cintura con esa misma sutileza. Pronto, tiene la nariz del alfa acariciándole el cuello tibio. La brisa leve de su respiración causa un escalofrió.

Oye una risita baja.

Le siente inhalar nuevamente, esta vez más hondo. Katsuki pasa saliva, inquieto. El aroma que emana el alfa mientras lo huele se intensifica. Es espeso, pegajoso. Como vapor cálido que intenta asfixiarlo y a la vez le mantiene con vida. Izuku se pega más contra su piel, tocándole con los labios inclusive. Katsuki siente en esa acción algo placentero. Vuelve a estremecerse, reflejando desde sus piernas hasta la cabeza. Suelta un quejido algo raro. No comprende bien.

—¿Kacchan? —la voz retumbando contra su nuca solo empeora el quejido— ¿Estás ronroneando?

Las mejillas se le encienden.

Ha oído de aquello en clase. Un momento de extremada comodidad en el omega, solo generada por su pareja. Las manos de Izuku dejan su cintura para entrelazarse sobre su abdomen.

Katsuki agradece eso, su cuerpo se siente débil tras sentir sus feromonas.

Pero no es algo que quiera dejar de hacer.

—Vuelve a olerme.

—No tienes que pedírmelo —el tono feliz se desprende de su voz.

Lo huele.

El ronroneo se activa.

Finalmente, se encuentra en paz.

Continuará...

Notes:

Escribir esto con la canción deGosth la sombra del amorde fondo fue lo mejor jajajajaj

Les dije que este sería el arco de confusión de Katsuki, ahora solo queda el desenlace.

Nos vemos con el final de temporada y el compromiso, que ya era hora.

Muchas gracias por los kudos y comentarios!

Chapter 24: II. Capitulo 12

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

—Aunque siempre estuve preparada para este momento, llegaste tan pequeñito que olvidé un día sucedería —dice al fin Ochako, de pie en la habitación.

Lleva viéndolo largo rato mientras él termina de acomodarse el traje blanco.

—No me digas que vas a llorar —le mira atreves del espejo, arqueando una ceja.

Ochako ríe bajito.

—Probablemente lo haga, pero no ahora —le gira hacia ella, limpiándole el hombro de unos cabellos que han caído mientras se peinaba. Agarra su corbata, acomodándola—. Todavía recuerdo cuando debía vestirse.

Katsuki entiende la nostalgia con la que le habla.

Él mismo se mantiene incrédulo de cómo ha terminado ahí. Es decir, siempre supo que ese día llegaría, lo tuvo más presente tras el compromiso de Inasa y, sin embargo, aun parecía muy irreal. Un mes había transcurrido desde que aclaró todo con Izuku, en lo que terminó sus clases y a penas había pasado las fiestas de fin de año, el compromiso fue pactado.

No niega que hay cierta emoción emergiendo en su estómago. Totalmente contradictorio a suyode semanas que se negaba con tanta fuerza a ello. Esta vez, no va a hacer un gran lío reprimiendo lo que siente. Tampoco es que lo vaya a admitir abiertamente, basta con dejarse llevar por ciertos aspectos a los que antes les hubiera puesto un muro. Salir a la ciudad con Ochako y Tenya a elegir un traje a su gusto por horas fue una de esas muestras. O imponer su idea de tener una ceremonia al aire libre como la de Inasa, llevando a Izuku a escoger flores con él.

O incluso algo más simple, como, sin sonreír, el gesto en su rostro emana felicidad.

Un toque en la puerta advierte el ingreso de Tenya. El alfa muestra un gesto similar al suyo, sin sonrisa, pero feliz. Sea por él o por Izuku, da igual.

—Es hora de bajar, los invitados esperan.

Katsuki asiente. Ochako pellizca su mejilla haciéndole renegar. Un pequeño acto significativo porque a pesar de que todos en casa conocen los términos de ese compromiso, para ella, ese día deja de ser el niñito al que cuidaba.

Con el que dormía protegiéndolo de sus pesadillas.

Tenya abre la puerta ampliamente, dándole paso a Katsuki.

El momento ha llegado.

Siente una marea suave de nervios recorrerle, mas no le incomoda. Podría hasta definirla como emoción, combinada con una inquietud de lo que está por venir.

Mientras baja la escalera ve atreves del ventanal la magnífica decoración. Boda o compromiso, el evento que suceda primero suele ser el más ostentoso. La boda solo puede celebrarse luego del primer celo del omega, cuando este se encuentre listo para ser marcado. El compromiso, en cambio, se da tras la definición y es una promesa de que el omega le entregara su primer celo a su pareja. Tras el cual, recién se realizará la boda como tal. Siendo este ese caso, el compromiso es el evento principal, mientras la boda solo será un acto de formalización.

Por ello mismo, se espera que tras el compromiso alfa y omega cumplan roles de pareja, que son los mismos a los que se ha negado Katsuki y por los que Tenya puso el grito en el cielo cuando le comunicaron su decisión. Únicamente por esa ocasión, Katsuki no lo juzgó. Entiende lo extraño que ha de ser para otros que una pareja A/O comprometida no vaya a compartir lecho, intimar, ni otras tantas cosas que se suponen hacen las parejas tras celebrar su unión.

Al llegar al primer nivel, recién logra ver a Izuku de pie tras una de las hojas de la puerta principal. El alfa le sonríe, tomando una posición más formal en el pórtico de ingreso. Trae un smoking negro y el cabello rizado peinado hacia atrás. De inmediato, su cabeza inicia ese juego tortuoso en el que cuestiona si los pensamientos que tiene sobre él son meramente instintivos o precisan de cierta consciencia suya. Porque tiene ojos y la imagen que ve le ha gustado desde su infancia. Claro está, no bajo la misma connotación. Antes era solo un hombre con cierto encanto que veía cada que iba a leerle cuentos. Ahora, es un hombre atractivo con el que puede deleitar la vista.

—Kacchan —le extiende la mano.

—Deku —la toma.

Ambos caminan por el jardín tomados de las manos. La música, al mando del padre de Kyoka, suena de fondo. Una melodía ligera que transporta la brisa del inicio de invierno con ella. El sendero decorado con pétalos y ramilletes de flores a los lados señalan su entrada a una nueva vida. Paso tras paso, Katsuki empieza a ser consciente que, a pesar de haber sido bastante rígido con sus términos, las cosas van a cambiar entre ambos. Quizás no con la rapidez que lo hizo para Inasa, sino lento, dando tiempo a procesar cada avance.

Dos escalones le dan la bienvenida al altar, enmarcado por un arco de más flores. Ahí les espera la alfa que llevará a cabo la ceremonia junto a una mesa pequeña en donde luce el contrato que han de firmar.

La música se detiene.

—Estamos reunidos esta mañana para celebrar la unión del alfa Midoriya Izuku y el omega Midoriya Katsuki, quienes han manifestado en total libertad su voluntad de contraer este compromiso, que será concretado a futuro con una marca. A continuación, vamos a atestiguar la unión de alfa y omega. El pilar de la sociedad —Como un guion establecido, repite las mismas palabras del compromiso de Inasa, solo cambiando nombres—. Unión en la que cada quien llevará un rol importante, una función específica dictada según su género. De suma importancia para el equilibrio en la relación —la mujer extiende la mano, pidiendo la de Katsuki—. Omega leal y criador. Pilar de la familia —extiende la otra mano, pidiendo la de Izuku—. Alfa jefe y protector. Proveedor de la familia —junta las manos, poniendo la de Izuku sobre la suya—. Ambos comprometidos en brindar un ambiente de respeto, integridad y armonía a los hijos que vendrán. Esto con el fin de formar una unidad inquebrantable. Inseparable.

La alfa les suelta.

—Habiendo dicho esto, formuló la pregunta —mira hacia Katsuki—. Omega Midoriya Katsuki, ¿acepta en total libertad a Midoriya Izuku como su alfa?

—Sí, acepto.

Ahora mira hacia Izuku.

—Alfa Midoriya Izuku, ¿acepta en total libertad a Midoriya Katsuki como su omega?

—Sí, acepto.

La mujer les entrega un lapicero, con el que impregnan sus firmas en el contrato de compromiso. Aceptando legalmente los términos de esa unión.

—Ahora, solo queda colocarle el collar.

La frase da paso a Tenya, que se acerca de un extremo llevando un pequeño cojín entre sus manos, donde reposa el collar negro que caracteriza a los omegas comprometidos. Entonces, Izuku se aproxima a Katsuki. Desata la corbata que trae y desabrocha los primeros botones de su camisa, dejando el cuello expuesto.

Listo para pasar a pertenecerle.

Sin embargo, en el momento que va a tomar el collar, la mano de Katsuki se adelanta. Es él quien coge el collar y se lo coloca. Lleva varios meses haciéndolo el mismo, no necesita un espejo o de un alfa para saber cómo colocar la llave y hacía que lado debe ser girada. Una vez el seguro suena, entrega la llave.

Es más significativo de esa manera, pues no es Izuku quien le está obligando a eso, sino él quien ha aceptado.

La música vuelve a sonar.

Las personas empiezan a aplaudir.

Izuku sonríe, aproximándose a su mejilla, Katsuki se empina un poco. Ambos mueven sus rostros, marcándose con las feromonas del otro.

...

—Fue hermoso —dice Denki, aun secándose las lágrimas.

—Es porque todavía no has visto mi compromiso con Kirishima,chéri—interviene Yuga.

—¡Ah!, no digas eso —le golpea el hombro y el otro omega ríe.

Katsuki mismo lo hace.

A este punto es evidente que a ambos le gusta su amigo. La diferencia está en que Yuga solo se acerca para molestar a Denki, pues sin necesidad de decirlo, todos saben que su familia va a buscar a un alfa de alto estatus para él.

Probablemente mayor.

Y aunque no quiera pensar en eso el día de su boda, es lamentable imaginárselo con alguien que seguramente le llevará años a Deku.

—Katsuki —Kyoka le toma del brazo—, felicidades —sonríe y él asiente.

La omega mira a sus otros dos amigos que continúan discutiendo y, sin soltarle el brazo, tira un poco de él hacia atrás, alejándolo. Katsuki obedece.

—¿Qué sucede?

Luce un poco nerviosa.

Preocupada.

—Yo... —habla bajito— sé que es tu boda y seguramente estarás muy ocupado hoy, pero... ¿crees que pueda ver a Sero esta noche?

Katsuki frunce los labios, exhalando largo por su nariz.

—Es un poc...

—Iré a visitar a mi abuela en unas semanas, dice que conoce a un alfa que quiere comprometerse conmigo e iremos a verlo —ahora entiende su preocupación—. Necesito hablar con Sero hoy, para poder aceptar a Kirishima y no me comprometan con un desconocido. Incluso puedo ir sola con él, no debes preocuparte de darnos el alcance.

—Si el capataz los ve estarían jodidos sin mí —suspira. No pensaba pasar la noche con Izuku, pero si descansar al menos—. Espérenme donde siempre.

—Gracias.

La chica luce mejor de ánimo tras eso y la ve irse con sus otros dos amigos, quienes están felices de verla nuevamente. No sabe cuánto les vaya a durar esa felicidad una vez sepan la noticia de su compromiso. Sobre todo, Denki, que parece ser el único en no darse cuenta que no tiene oportunidad con el Kirishima. Conociéndolo, puede hacerse una idea de lo difícil que se le hará aceptarlo. Quizás llore despechado y les quite la palabra por un tiempo.

En verdad espera que al menos él que tiene más libertades por su origen, pueda conseguir a alguien por amor y no por conveniencia.

Incluso podría hablar con Izuku e intentar ayudarlo.

De pronto, nota que Inasa es el único de sus conocidos que no se ha acercado a saludarlo. Ha pasado muy poco desde que el evento principal termino dando paso a la celebración, pero Inasa no es quien iría de ultimo, menos en un dia como ese. Mira alrededor suyo, buscándolo. Con el tamaño que tiene, le es fácil encontrarlo.

Frente la mesa de dulces.

—No los vas a comer con los ojos, ¿sabes?

Inasa se gira sorprendido.

Sonríe.

—Felicidades, cumpliendo el sueño de todo omega —hace uso del sarcasmo como pocas veces.

—Cállate

Inasa ríe.

—En verdad creo que serás feliz al lado de Midoriya-sama.

Katsuki chasquea.

Entonces, nota lo rápido que desaparece la sonrisa en su rostro. Luce apagado.

—¿Qué sucede?

—Nada.

—Voy a golpearte frente a todos como no me digas qué sucede.

Nuevamente ríe.

Pero Katsuki está seguro que no lo hace de manera sincera.

—¿Vas a decirme?

Inasa suspira.

—Pensé que nunca te comprometerías.

—¿No fuiste tú el que dijo que esta era la función de un omega?

—Lo sé, pero... tú... tú eres diferente y pensé que... —respira con pesadez, acomodando sus ideas— Solo... una vez prometiste visitarme todos los fines de semana, eso no se ha cumplido y no es que este exigiéndolo, pero... ¿entiendes? —pausa. Vuelve a dudar— Cada vez iremos distanciándonos más por cómo van nuestras vidas y eso es triste.

—Tan grande y tan llorón.

Inasa ya no ríe. Baja la mirada.

—Ahora estas comprometido, tu alfa querrá pasar más tiempo contigo y tendrás menos para mí.

—A ver, Izuku tiene un tiempo limitado conmigo, ¿entendido? —replica su teoría—. Estos últimos días han... sucedido cosas. Pero ya se arregló. Ahora iré más seguido.

—¿Él estará de acuerdo con eso?

—Al demonio si lo está. No es decisión suya, sino mía.

Su amigo dibuja una sonrisita nostálgica. Incrédula.

—Olvidaba que tu relación es muy distinta a la mía

Katsuki entorna los ojos.

Cree haber encontrado la punta de ese iceberg

—¿Todo bien con... ?—arquea las cejas, señalando a Shoto.

—Supongo.

—¿Supones?

Inasa se encoge de hombros.

—Shoto no me grita, no me pega y casi nunca discutimos, así que supongo va bien.

Entonces, Katsuki cree comprender mejor que es ese aire de molestia y tristeza en su amigo. Por un lado, no duda de su preocupación genuina a que poco a poco la amistad se enfrié. Pero por otro, percibe esa desazón proveniente que lo suyo con Shoto es un contrato como tal, mientras lo que él tiene con Izuku ha sido más consensuado.

—Vamos a comer dulces.

Y por primera vez, es Katsuki quien le toma de la mano.

Inasa muestra sorpresa. Aparece una sonrisa sincera y su cuerpo comienza a emanar esa esencia tranquilizante que tanto le gusta oler a Katsuki.

...

La reunión finaliza al anochecer. La mayoría de omegas solteros se fueron temprano, a las pocas horas de terminada la ceremonia. Estipulaciones estúpidas de alfas. Pero eso le lleva a agradecer que Inasa este comprometido, de lo contrario hubiera quedado solo con las parejas de los amigos de Deku.

Y esos son el tipo de omegas anticuados que solo hablan de lo bueno que es ser pertenecerle a un alfa.

Katsuki ya tiene suficiente de eso en la escuela.

Los últimos en retirarse son Shoto con Inasa y Momo. Izuku y él los despiden en la puerta del hogar, con los empleados terminando de ordenar el jardín.

—¿Subimos? —extiende la mano, pidiéndole la suya a Katsuki. Rueda los ojos, aun cuando le concede el pedido— Fue una buena fiesta —comenta, subiendo al segundo nivel.

Katsuki se encoge de hombros, restándole importancia.

Pero sí, fue una buena fiesta.

Caminan por el pasillo en silencio. Sintiendo la mano de Izuku junto a la suya. El calor, la textura. Creería que no tiene un recuerdo similar desde su infancia y resulta un poco... agradable el momento que están teniendo. Luego de tanta duda e indecisión, percibe paz y calma a su alrededor.

Muerde sus mejillas por dentro, suavizando la sonrisa que tienta aparecer.

No cree que como dijo Inasa, haya cumplido el sueño de todo omega. Ningún sueño, de hecho. No obstante, resulta simpático que algo en lo que no pensaba semanas atrás, ahora suceda y no se le haga desagradable o incomodo. Tampoco diría que es la mejor experiencia de su vida.

Pero está hecho y se siente bien.

Detienen el paso frente a su habitación.

—Ahora, supongo que todo continua igual que antes —Katsuki asiente— ¿puedo pedirte algo?

—No voy a dormir contigo —niega de inmediato.

Izuku ríe.

—Aunque quisiera, ya me quedó claro que no es algo que sucederá pronto —dice sincero—. Solo pido olerte —muestra la llave.

Katsuki entrecierra los ojos.

La última vez no resulto nada mal. De hecho, le gusto bastante. Sin embargo, no quiere ponerse a ronronear otra vez, que su aroma se torne dulzón como ese día y luego Kirishima ande insinuando otras cosas cuando lo vea en la noche.

Porque sí, el olor que despidió ese día, le recordaba mucho al de Inasa el día que supo se acostaba con Shoto.

—Solo una vez y será rápido —condiciona de inicio.

—Lo que tu digas —acepta de buena gana.

Desabrocha el collar, retirándolo de su cuello. Lo sostiene con la mano opuesta a la que le sujeta de la nuca. Todavía no se aproxima a olerle y el cuerpo de Katsuki ya tiene una primera reacción. Un escalofrió. Izuku no dice nada, pero la sonrisa pícara que esboza delata que se ha dado cuenta de lo que origina en él.

Katsuki chasquea, desviando la mirada.

Izuku finalmente lo huele. Aspira su aroma hondo, generando una reacción que ocasiona que su propio olor cambie. Katsuki no ha olvidado el gusto que le causo ese día al percibirlo. Sin embargo, él dio una condición y el alfa acata a cabalidad. Se retira tan pronto ha logrado su objetivo, dejando al omega sediento de más.

—Buenas noches, Kacchan.

Le entrega el colla y Katsuki aprovecha ese contacto para atraparlo.

—También quiero hacerlo —pide, incapaz de quedarse con las ganas de ese aroma que anhela.

Izuku toma esa declaración con sorpresa. Katsuki está determinado. Jala de su camisa, empinando los pies, y se sumerge en su cuello.Es delicioso. El alfa lo toma de la cintura, oliéndolo de vuelta y Katsuki debe controlar las ansias de ronronear.

Aun no encuentra como explicarlo, pero el acto de olerse el uno al otro genera un aroma distinto que solo los lleva a querer hacerlo con mayor intensidad.

El aroma embriaga.

Las piernas le tiemblan.

Quiere separarse. Quiere mantenerse ahí.

Finalmente, es Izuku el primero en buscar distancia. Lento, aleja la nariz de su cuello, deslizando el rostro muy cerca al suyo. Katsuki le sigue, porque en la ceremonia descubrió lo extrañamente relajante que es frotar mejillas; por lo que se mantiene ahí un instante. Únicamente moviendo el rostro en círculos pequeños, sintiendo la piel ajena acariciar la suya.

Una vez más, es Izuku quien da fin a esa muestra de afecto. Sin buscar perturbarle, continúa deslizándose por el borde de su mejilla. La línea de sus mandíbulas chocando. Se aleja prolongando el contacto lo máximo posible. Ninguno pronostica que ese movimiento culminará con la comisura de sus labios tocándose.

Ambos se sorprenden, dando un salto pequeño que los separa.

Insuficiente para salir del espacio personal del otro.

Katsuki queda con los ojos pegados en los labios de su pareja. Cae en cuenta que, aunque ha visto a Inasa besándose, a oído sobre Kirishma y la beta haciendo lo mismo; nunca ha posado su pensamiento realmente en ello. Únicamente se centró en el sexo, el tocamiento indeseado.

Pero un beso...

Sube a los ojos de Izuku, quien le mira intensamente con esos orbes verdes poderosos. Katsuki traga hondo. Comprende. Dar ese paso depende enteramente de él y no de Izuku, es lo que el alfa está deslizando al no besarlo cuando tiene la posibilidad con esa cercanía extrema. Cuando todo el ambiente formado fluye hacia eso.

Y Katsuki toma el momento.

Toca los labios de Izuku con los suyos. Vuelve a tragar hondo. Deja un beso ligero antes de abrirlos muy poco. A penas lo suficiente para acariciar el labio inferior de su pareja. Las manos de Izuku presionan fuerte su cintura, seguramente controlando lo que siente, dejándose guiar por su inexperiencia. Con un poco de vergüenza, entreabre más los labios, siendo correspondido de igual manera. Su lengua tímida sale a indagar la zona. La humedad que desliza a su paso, ayuda a que el beso tome forma con más facilidad.

Es lento.

Y muy suave.

Dura lo suficiente para dejarlos ahogados, aunque solo parezca un instante. Pegan sus frentes, indagando en la mirada del otro. Katsuki esboza una sonrisa pequeña, reflejándose en su acompañante.

—Buenas noches, Deku.

...

—Alguien luce feliz —Kirishima le molesta con una rama de trigo.

—No jodas —estira el pie, queriendo patearlo.

Logra que el alfa caiga a la tierra y ambos controlan su risa escondidos en el trigo.

—Me sorprendió cuando Kyoka apareció en mi ventana pidiendo que vengamos —confiesa Kirishima, acomodándose nuevamente sobre la piedra que usa de asiento en sus visitas—, pero no espere que vinieras, ¿no debería estar en tu luna de miel o algo así?

—No estoy casado.

—Solo prometido, vaya diferencia —sarcasmo—. No puedo creer que ese alfa ni siquiera haya notado que te saliste de la habitación.

—¿Por qué lo haría? No es como si durmiéramos juntos —aclara.

Kirishima enarca una ceja todo lo que puede. Luego, la sonrisa crece inmensa en su rostro y necesita cubrirse la boca antes de que se le escape una carcajada inmensa.

—Bro, tú si eres único —entona en son de burla—. Pobre alfa el que vino a comprometerse contigo.

—Nada de pobre alfa —vuelve a patearle—, pobre yo que debo soportarte.

Kirishima vuelve esconder su risa.

Katsuki chasquea, mirando hacia otro lado. En la sociedad en la viven no hay espacio para noviazgos como el de Sero y Kyoka una vez el subgénero se define. Pero lo que él estaba teniendo con Izuku como compromiso, lo calificaba como ese periodo. Era ahora cuando recién se interesaban el uno por el otro de una manera menos "familiar". Sino como alfa/omega. No iba a arruinar eso adelantando las cosas precipitadamente. Incluso si su cuerpo se sintió extraño luego del beso y todo el cúmulo de olores que ambos despidieron tras eso.

Claramente, no es algo que Kirishima fuera a entender cuando nunca ha salido con un omega.

Resopla, viendo hacia el cielo.

—No espere que Sero aceptara tan rápido que te comprometieras con Kyoka —cambia de tema por uno que se le hace más importante ahora.

La noticia se la habían dado apenas ingresaron a su casa. Sero se vio sorprendido y cuando creyó que le increparía algo a Kirishima, terminó por aceptarlo.

—Todos sabemos que es la mejor opción.

—Creo que ninguno se da cuenta de lo que conlleva —habla sincero, ajando el rostro—. Digo, tendrás que comprometerte con ella, vivir juntos, marcarla, el celo, los hijos...

—¡Ya, bro!... Parece que quisieras desanimarme.

—Solo te hago consciente de lo que te toca hacer.

—Y lo veremos en la marcha, no ahora.

Katsuki asiente, no queriendo lanzar más negativas que le lleven a dudar. Incluso si no luce tan convencido de lo que están por hacer. Teme que una vez que se produzca la marca la actitud de Kirishima cambie hacia ella y termine por obligarla a dejar a Sero. Por pura posesividad impulsada por el instinto. Lo peor, es que, aunque la obligara a ello, lo más probable es que él no dejará a Mina.

Pero tampoco es que se le ocurra una mejor solución.

A Kyoka —a diferencia suya o de Yuga—, la definición no le vino solo con un aroma bien acentuado, sino que le llegó el celo. Sea por la medicación que le dieron o no, este es un proceso que en el tiempo que llevan en estas visitas, ha sucedido en dos ocasiones. Es lógico que su padre este apresurado en conseguirle un alfa.

Suspira.

—¿Qué sucede?

—Nada.

Kirishima entorna los ojos. Chasquea como él siempre lo hace y cambia de tema.

—¿Qué crees que hagan ahí dentro?

—No sé y no quiero saberlo.

—Vamos, no seas aburrido, solo imagina algo.

Katsuki frunce los labios. Kirishima alza las cejas, insistiendo.

—Juegan cartas.

—Aburrido. Di algo más divertido.

—¿Oíste eso?

—No me cambies d...

—Shh —lo sujeta del brazo.

Entonces, lo que ha oído se hace más claro. Son pisadas. Varias.

¿Los betas se despertaron?

No.

Es el sonido característico de botas robustas. Un beta a lo más tiene zapatos sencillos. De pronto, un golpe fuerte les hace saltar en sus sitios. Ambos se ven, asustados. Oyen gritos.

Dos personas.

Katsuki se acerca gateado al límite del trigo, donde puede ver la casa de Sero... y la policía ingresando.

¿Cómo los descubrieron?

¿Los han seguido?

Como sea, no es momento de plantear ni responderse dudas cuando lo gritos de Kyoka son los más fuertes dentro de la casa. Pisa firme la tierra, dispuesto a salir en ayuda y en el momento que se impulsa para quedar de pie, es jalado hacia atrás.

—¿Qué carajos haces? —le increpa a Kirishima, tirando de su brazo.

—Estás loco si crees que iras a meterte —advierte, volviendo a sujetarlo.

—¿Y se supone que me quede aquí sin hacer nada? —forceja.

—No vas a ir —tira más fuerte de él.

Katsuki no se queda quieto.

—Que tú seas un marica, no quiere decir que yo también lo sea.

—Te estoy protegiendo imbécil, si vas, terminarás igual a ella —estipula firme, abrazándolo con fuerza.

Katsuki se pierde un segundo en lo que ha dicho. Un segundo en el que su olfato detecta aquello que no ve, comprendiendo a qué se refiere Kirishima cuando siente el aroma a celo.

De un omega.

Finalmente se queda quiero.No es posible. Habían transcurrido menos de un mes desde que les dijo que su celo llegó y no podría visitar a Sero. Aún quedaba tiempo a que este llegara otra vez. Tiene que estar oliendo mal.

Vuelve a inhalar.

Nada cambia.

Y el silencio se asienta como el sonido más perturbador que haya percibido en su vida.

Katsuki cierra los puños, bañado en impotencia. Los únicos capaces de hacer algo en ese momento, son el capataz e Izuku.Alfas. Sin embargo, con el celo de Kyoka efervesciendo dentro, sabe que todo terminaría peor. Incluso Kirishima mantiene su nariz pegada contra su hombro, buscando no oler más de lo que ya ha percibido.

Duda sobre el tiempo que transcurre desde la llegada de los oficiales. Su propio palpitar se le hace eterno.

—Debo ir —hace un nuevo intento de levantarse.

—Carajo, Katsuki —Kirishima se lo impide.

Es en ese momento, que del silencio emerge un sollozo agudo y doloroso como ninguno que haya oído antes.

La puerta de la casa se vuelve a abrir.

Un oficial sale con Sero. Lo lleva arrastrando por el suelo con una soga al cuello. Sero intenta en vano sostenerse de la cuerda, buscando no ser asfixiado. Dos oficiales más salen detrás. Quien lleva a Sero se detiene, permitiendo que sus compañeros le alcancen. Entre los tres, se divierten golpeándolo.

De la casa sale un último oficial, él lleva a Kyoka jalándola de un brazo. El rostro sonrojado le recuerda la imagen de ella durante el examen de definición.

La ropa rasgada y el olor a putrefacción tan igual a la omega del campamento, le advierte lo peor.

Ella llora, grita y ruega por la vida de su amante. Pide perdón, se culpa a sí misma.

El hombre jala de sus cabellos, obligándola a ver hacia Sero. Dice algo que no entienden por las risas de los otros tres alfas. El mensaje es más claro, cuando señala el árbol de donde cuelga un columpio improvisado para los niños.

—¿Qué van a hacer? —pregunta, como si no fuera obvio.

Está en shock.

—Shh... van a oírnos —dice muy bajito.

El oficial que lleva del cuello a Sero, vuelve a tirar de la soga. El cuerpo débil de su amigo gatea con dificultad siguiéndolo. Arroja la cuerda sobre la rama del árbol en donde cuelga el columpio.

Los dos alfas que antes golpeaban a Sero, ahora cogen el extremo de la soga. Tiran de ella

Kirishima cubre a tiempo sus ojos, ocultando su propio rostro tras su hombro.

"–No hables, Katsuki. No hagas ningún ruido."

La voz de su madre suena en una memoria olvidada al fondo de su cabeza. Mientras el grito de Kyoka se torna más angustiante, su mente vuelve a ese lugar que era su casa antes que se lo lleven.

"–No hables, Katsuki. No hagas ningún ruido."

Una vez más, debe temer por un alfa.

"–No hables, Katsuki. No hagas ningún ruido."

Una vez más, se siente pequeño ante un mundo en el que no puede hacer nada.

...

El impacto de la escena es tal, que ni siquiera Izuku o Tenya son capaces de reclamarle algo cuando llega oliendo a otro alfa. Incluso cuando los oficiales arriban poco después a informar lo sucedido en su propiedad. Nadie juzga nada de lo sucedido, a pesar de que para todos es clara la ayuda de quien tuvo la omega y el beta. Nadie cuestiona la decisión de Katsuki de pasar a dormir al estudio de Deku, porque su habitación tiene vista directa a la villa beta.

Al árbol en donde aún cuelga el cuerpo de Sero.

Cierra fuerte los ojos, queriendo borrar la imagen de su cabeza. Puede que Kirishima haya cuidado de que no vea, pero la voz de Kyoka gritando, el sonido ahogado de Sero, el ruido rasposo de la soga contra la madera; no necesita haber visto nada para que su mente dibuje la imagen en sus recuerdos.

—¿Kacchan? —Izuku ingresa al estudio, en donde no ha podido trabajar desde el acontecimiento— Debes comer un poco al menos.

No responde.

Ni siquiera está mirándolo. Se encuentra acostado de lado en el sofá, observando el respaldar.

Oye los pasos del alfa aproximarse.

—¿Quieres que me quede otra vez contigo?

Asiente.

La luz se apaga. Izuku se acomoda tras de él, abrazándolo. No es así como hubiera imaginado que dormirían finalmente juntos. Tampoco que cuando se preguntó cómo se sentiría un abrazo de Izuku, el significado más fuerte fuera ese, a consuelo.Lástima. Y poco importa, si con eso puede encontrar un poco de sosiego gracias a su cercanía y aroma.

El cuerpo de Sero se mantiene colgado en el mismo lugar como un retorcido recordatorio de lo que sucede cuando se rompen las reglas.

Cuando un beta quiere tomar lo que por derecho le correspondería a un alfa.

El día que Katsuki vomita en el pasillo a causa del olor a putrefacción, es recién el momento en que las autoridades retiran el cadáver. En ausencia de Izuku, Tenya debe liberar su aroma para ayudar a calmarlo. Odia que esa tristeza e impacto se traduzca en vulnerabilidad omega y solo pueda ser sosegada con las feromonas de un alfa.

Sin embargo, esta vez no lucha contra el instinto.

Cede.

En las noticias proliferadas la historia contada sobre lo sucedido. Trata de un beta chantajista que, aprovechándose de la buena fe de su alfa, ingresaba a la ciudad a amenazar a una ex compañera omega. Quien, temerosa de lo que pudiera sucederle a ella o a su familia, fue a su encuentro lejos de los límites permitidos. Su inocencia no le llevó a presagiar el abuso del que sería víctima. Situación reiterativa de la que se había percatado el capataz de la hacienda, al sentir aroma a omega en uno de sus betas. Los oficiales se muestran como los héroes de la historia.

Tan igual como esos grandes alfas que mencionaban los cuentos de su infancia.

Y nadie cuestiona lo extraño de su intervención. Como que el capataz no avisó a su amo antes que a la policía. O que la omega de la noticia entró en celo bajo circunstancias misteriosas. O que los oficiales tardaron más de lo necesario dentro de la casa del beta.

Mucho menos, que uno de esos alfas marcó a la omega sin su consentimiento.

Todos pasan por alto esos detalles, porque se encuentran más consternados por el hecho en general. Por el miedo instaurado. Lo descubre el día que Tenya lo lleva a la ciudad y escucha a un par de omegas jóvenes decir que temen que haya betas entrando y saliendo de la ciudad. Que ahora cualquiera podía ser una víctima. Lo que es aprovechado para lanzar medidas extremas ante el peligro beta. Tal como lo hace el patriarca de los Todoroki, Enji. Quien, siendo un miembro importante de la comunidad, está dispuesto a castrar a todos sus betas con tal de otorgar tranquilidad a los omegas de su ciudad.

La propuesta es bien recibida por gran parte de la población.

A Katsuki se le hace asqueroso como alguien como Enji puede subir a la palestra publica como un ejemplo de alfa. Pese a que quisiera refutar todos los halagos que lee en los periódicos hacia él, la vida le da otro golpe.

Si hubiera sabido que la última vez que vería Kyoka sería dentro de un ataúd, no hubiera permitido que visitara a Sero nunca y así protegido a ambos. En cambio, ahora el árbol de los betas llevaba dos muertes a cuestas. Incapaz de tolerar un futuro al lado de alguien cruel como su alfa, Kyoka decidió unirse a Sero en el mismo lugar que se fue él.

Una vez más, la noticia que se da es mentira. Una omega que no pudiendo soportar la pérdida de su integridad a manos de un beta y se quitó la vida.

—Si ella no hubiera escapado de casa esa noche, nada de esto hubiera sucedido —comenta Tenya, retornando a casa después del velorio.

Y no.

Si no la hubieran separado de Sero, nada de esto hubiera sucedido.

Fin de la segunda parte

Notes:

Ustedes no lo saben, pero amo los Juegos del hambre y la canción "El árbol del ahorcado". No debi oírla mientras escribía.

Y con este capítulo cerramos la parte dos y me tomo un descanso en lo que reestructuro lo que viene. Se que hasta ahora tanto la primera parte como esta han tenido finales cuestionables n_n' pero la siguiente se viene con más calma, porque es momento de que Katsuki acepte su faceta romántica con Deku, que Kiri se sienta usado/manipulado por Mina y que Inasa y Shoto tengan un par de descubrimientos en sus vidas.

Los dejo con pregunta para entretenerme hasta mi regreso... ¿Cuál ha sido su capítulo favorito hasta ahora? Aplica para cualquiera desde el inicio hasta este.

Agradezco muchos sus comentarios y los kudos que he notado han subido significativamente.

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Author: Gov. Deandrea McKenzie

Last Updated: 06/11/2023

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